---___Shiroi Blouse___---
El día sonríe.
O eso fue lo que sentí al abrir las cortinas.
Me dispuse de desatar los vitrales blancos y los dejé mojarse con colores parecidos al ámbar luminoso y al verde agua que siempre se oculta en los sueños.
Aspiré el aire esponjoso que me llegaba y haciendo una ilusión con él me encargué de enfrascarlo en una cajita azul transparente que siempre guardo para momentos como este. Luego de mirarla por un segundo inmenso la dejé a la luz de la estrella de aluminio que me regalaste aquella vez en que comimos chocolatinas de nuez.
Vuelvo a mirar al día para ver si me sigue sonriendo y... ¡no deja de hacerlo!
Salto de la cama y busco mis pantuflas de algodón.
No las halló por ningún lado y de repente un sonrojo en mi meñique izquierdo hace que lo recuerde. Sonrió de lado y un susurro se escribe frente a mí.
Ellas deben de estar corriendo detrás de tus huellas...
Sigo de largo y corro al agua de la mañana. Siempre fría y gruñona no da descanso a mis dientes helados. Un impulso más y logro resbalar el shampoo de fresa y vainilla... con el olor a pastel recién bañado regreso a mi habitación. Me miro en el espejo y le pregunto si soy el más feliz del mundo... espero su sentencia con impaciencia... tres, dos, uno, él dice:
A mi bien entender, no hay nadie más feliz y rosado y amarillo en el mundo.
Le doy un guiño y me sumerjo en el baúl de los recuerdos... buscó un conjunto de verano para ir a verte a la escuela... elevo uno azul con grullas de papel y digo que aquel lo dejaré para nuestra noche de otoño de la próxima semana.... encuentro un lazo de margaritas, tiró de él y me doy con uno tan celeste como el cielo de primavera... tomo aire y me vuelvo a sumergir... alcanzó unas zapatillas de libertad y con ellas unos ganchos de colores para ahuyentar los tristes pensamientos de mis sienes... unas pantimedias negras con mariposas volando... un bolso de agua con estrellas de mar...
Salgo de casa con paso apurado.
Doy una mirada a los obstáculos que tendré que saltar. Respiro profundamente y me voy a la carrera. Mis piernas parecen volar, giro en el aire y el sol se proyecta en mí... intento estrujar una nube de azúcar, mas ella sacándome la lengua huye de mí. Le miró fingiendo enojo y luego estallo en risas de plumas que le hacen cosquillas.
Sin querer el bolso se engancha con las rosas marrones del camino. Un rastro de perlas moja el asfalto... un rastro de mi camino se imprime en las calles para recordarte por donde pensé en ti.
Entre suspiros con chispas de aerosol diviso las rejas naranjas de la escuela... patino sin querer y doy leves empujoncitos a los grises y rojos que caminan a mi lado, ingreso por fin y voy corriendo a las escaleras de piedra porosa.
Lo que más quiero es llegar y ver tu espalda... lo que más quiero es ver tu traje de rayas azules sobre lienzo blanco. Mi estómago se comprime al llegar al marco de la puerta... me recargo en él y por fin te veo.
Mi sonrisa se extiende por mi cara de cereza y un bris y tis se transforma en burbujas de colores que van hacia ti. Una se ilumina en tu hombro y volteas ansioso hacía mí... de repente todo se vuelve plateado y... y no puedo seguir viendo el día feliz... y no...
¡Taka!... ¡oye, ya despierta!
¿Eh?
Miro mis brazos y veo arrugadas las hojas de trigonometría, exclamó un "ajjj" y escucho tu risa estruendosa en mi oído.
Quien te dice que te duermas en plena clase, flojonazo.
No soy un flojonazo, ya Akira.
Te ríes de mis pucheros y yo no puedo hacer más que suspirar por ti.
Observo la ventana gris y anhelo tanto el sueño en donde yo era feliz, donde la mañana era feliz, donde el día era feliz...
Mi segundo suspiro se ve interrumpido por tus preguntas tontas sobre el clima y el arete feo de la maestra tuerta.
Sigo mirándote y no encuentro motivos para dejar de suspirar. Sin saber que más hacer elevo mis dedos a tu rostro... mi toque te asusta hasta inmovilizarte.
Bonita piel.
¿Qué más puedo decir?
Vuelvo a mi posición de atención a la clase y el horario escolar sigue su curso.
El tiempo pasa lento y yo ni me doy cuenta que los minutos me hablan a gritos. Hoy no estoy de humor para escribirles una nueva historia, pasado, tal vez sí...
El sonido del timbre anuncia el fin de la jornada, junto mis hojas con números griegos, los cuentos a medio concluir y las églogas a Akira, el tonto, que no sabe que lo quiero. Acarició mi mochila con pesar y salgo sin decirle adiós...
El cielo parece querer sonreírme esta vez pero yo no puedo corresponderle.
Miro mis zapatillas sin libertad, mi traje de primavera desteñida y mi mochila seca y sin estrellas de mar...
¡Taka!
Me paralizo como robot de comercial navideño y doy media vuelta... retrocedo con miedo al ver que el helado derramado de cereza estuvo punto de estrellarse en mi cara. Ríes frente a eso... hablas como loro y yendo por el camino de siempre me pides de mi cono... te miro con cara de ningún amigo y digo que no te invitaré ni una lamidita. Finges lágrimas de cocodrilo... doy un salto adelante y entonces en vez de avanzar mi cuerpo rebota a tus abrazo.
Siento tu respiración en mi cuello...
Siento un murmullo dulce en mi oído interno...
Me paralizo como robot navideño y doy media vuelta... solo que esta vez no puedo retroceder... el miedo a que el helado derramado de cereza se estrelle contra mi cara se ha esfumado... no puedes reír frente a esto, ya que has dejado de hablar como loro y ahora en vez del cono has elegido mis labios... te miro con cara de... ¡diablos, cara de tonto enamorado! Y no solo te invito un beso, sino uno con sabor a cereza derretida. No finges el llanto del cocodrilo y una sonrisa se imprime en nuestro beso... doy un salto adelante, solo te abrazo.
El día sonríe.
O eso fue lo que sentí al abrir las cortinas... en un sueño o dentro de la realidad que parece o es un sueño hoy.