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Egoísta por cielphantomhive

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Notas del capitulo:

pues nada de nada, solo lo de siempre junjou no me pertenece por desgracia como pasa con tantas series que me gustan y...

bueno ya nos leemos dejen coment

 


Nowaki, el tifón, ese chico de resplandeciente sonrisa siempre sabia como animarlo, eso sin duda. Lo observo unos instantes, estaba sentado en la mesa y podía tomarse su tiempo para admirar al peliazul que cocinaba los alimentos para la cena, eran de esos escasos días en que había terminado todo su trabajo y podía holgazanear a gusto en casa.


Su cabeza descansaba sobre sus manos que se encontraban cruzados sobre la mesa, y su mirada clavada en el chico lo dejo en un estado de divagación tan profundo que no reacciono hasta que el mismo ojiazul le llamo con algo de fuerza.


 


El chico rio con gusto después de todo eran escasos los momentos cuando podía contemplar a su Hiro-san con ese rostro tan apacible.  Pero tampoco podía dejarlo así, la cena se enfriaría.


 


Los alimentos fueron degustados en silencio, pero no uno de esos incómodos, sino al contrario, de aquellos que se hacen cuando de manera cómplice miras a alguien y las palabras sobran porque sabes que te entiende y tu a él. Al terminar fue el castaño quien levanto los platos, los llevo al fregadero y comenzó con la terea de lavarlos.


 


Solo fueron unos instantes lo que le tomo al pediatra darse cuenta que al tallar el maestro meneaba ligeramente su traserito, y como para él ese movimiento era una invitación, pues ni tarde ni perezoso acepto. Se coloco detrás de él, sus manos rápidamente se deslizaron, delineando todo ese delgado cuerpo, su cintura era estrecha y sus caderas se estremecieron ante su contacto, un suspiro salió de sus labios.


 


-          Me alagas Hiro-san  no sabía que era tan bueno es esto – su voz susurro cerca de ese oído que mando una señal tan placentera que hizo temblar al castaño


-          Nowaki – dijo suave al sentir las cálidas manos del médico ir desabrochando su pantalón  - aquí no – jadeo un poco en vano intento de separarse


-          Para mí cualquier lugar es bueno siempre y cuando Hiro-san me permita poseerlo


-          Idiota – grito fuerte mientras intentaba encontrar algo con que golpearlo


-          Esta vez no – dijo sonriendo y cargando al castaño – ya mañana me golpearas hoy tengo algo más apremiante que atender


-          Eres un…


 


Si los besos robaran la vida, Hiroki estaba más que seguro que hacía tiempo estaría muerto, por que los besos de ese hombre eran tan demandantes que incluso sentía que tocaba tanto de él que su alma misma era desnudada por sus manos.


 


Llegaron a su habitación y el maestro fue depositado con tal suavidad que casi el mismo se considero de cristal. Sonrió con disimulo, aunque su amante logro captar esa mueca y la verdad se enorgullecía de saberse dueño de ese hombre tan hermoso.


-          Hiro-san te amo – soltó sin inhibición


-          Ah!!! – solo atino a gemir pues el ojiazul acaba de bajarle los pantalones de un tirón y se encontraba besando su erección de la misma forma desesperada como lo hacía con su boca


 


Sin duda esa noche sería tan inolvidables como tantas otras que ya habían compartido juntos, se amaban.


El día clareo y sus ojos azules le corroboraron que sin duda era tarde, se puso el dorso de su mano  sobre la cara para poder aminorar la molestia del sol en su cara. Era su día libre y podía darse el lujo de quedarse en la cama un poco más. Miro a su alrededor, todo en esa habitación le recordaba a su novio, y…


Un recuerdo golpeo su mente


 


-          Oh por dios! – grito mientras intentaba salir de inmediato de la cama – mañana es el cumpleaños de Hiro-san y no tengo nada preparado – las sabanas se atoraron en sus pies y dio de lleno en el suelo


Sin duda fue algo vergonzoso y agradecia que nadie lo ubiera visto.


Ahora regresando al tema principal ¿Qué debería regalarle a su uke? Tal vez si salía a caminar por ahí en contraria algo adecuado. Desayuno un poco apresurado, pues aunque aun era temprano no debía desaprovechar el tiempo, no sabía cuánto le tomaría encontrar el regalo adecuado.


 


Cuando salió del departamento eran las once de la mañana. Primero pasaría por los centros comerciales, los paradores mostraban un sinfín de artículos variados, si le regalaba algo cursi estaba seguro iría a parar a su cabeza.  Idea poco llamativa, ya que si bien se había acostumbrado a usar su sien como guante de beisbol no quería terminar con algún problema cerebral.


 


-          Cosas cursis como: ositos, flores, chocolates (aunque le encanten), anillos (si quería seguir vivo para casarse algún día), dulces, cenas románticas e incluso una ida a un hotel; estaban descartadas, ni hablar de un paseo por la playa – suspiro – ¿que debería regalarle?  


 


Los centros comerciales no eran un buen lugar para buscar algo para su Hiro-san, la segundo opción era la librería. Así que encamino sus pasos ahí.


 


El doctor había acompañado una que otra vez a Hiroki a comprar, por lo que sabía cuáles eran las que más frecuentaba, eso no era problema, el asunto se complico cuando le pregunto al encargado


-          Buenas tardes – miro su reloj ya marcaba la una


-          Buenas tardes en que le puedo servir – pregunto un hombre de edad avanzada, pero de inmediato su gesto cambio al reconocer al pediatra – ¡oh! Joven Kusama ¿que lo trae por aquí? – dijo al tiempo en que con la mirada buscaba a su mejor cliente – ¿y Kamijou-sensei?


-          Bueno eto… el hoy no ha venido


-          Eh! – se sorprendió del dato – ¿entonces en que le pudo ayudar?  


-          ¿Quiero saber si Hiro-san ha encargado un libro esta semana? – dijo con algo de rubor en las mejillas


-          Oh! Un regalo para Kamijou-san – sonrió cómplice


-          Si algo si, mañana es su cumpleaños y no tengo ni idea de que regalarle y pues…


-          Pensó en comprar por él el último de sus encargos – su mueca se hizo más amplia


-          Si, así es – confirmo – ¿y bien?


-          Lamento decepcionarlo – soltó sin quitar su sonrisa – pero me temo que esta semana Kamijou-san no ha dejado nada reservado


-          ¿Qué?


-          Como oye, yo también me extrañe de eso, y hasta pensé que se le había olvidado la última vez que vino y que usted me traía el recado


-          ¿Qué fue lo último que estuvo viendo? – pregunto interesado al ver como el tendero pensaba con seriedad


-          Estos libros de aquí – le mostro – son muy antiguos y algo caros, pero sin duda lo valen, no hay más de dos ejemplares en todo Japón, y uno de ellos está en la biblioteca Nacional…


-          Que precio tienen? – corto la palabrería


-           Pues tienen un precio de …


 


Muy bien ahora sabia por que el Hiro-san no los había apartado eran demasiado caros, un ojo de la cara le costaría, y aunque seguramente el castaño los quería, se molestaría por la cantidad que gasto en ellos, y hablando con lógica tendría razón.


 


Y volvía a la gran tarea de pensar, en ese momento el piso le pareció muy entretenido, tal vez contar sus pasos le ayudaría a despejar su mente. Un fuerte tirón lo mando directo al suelo.


 


-          ¿Te quieres morir? – esa voz la conocía, demasiado bien para su gusto


-          Usami-san – dijo al tiempo en que se ponía de pie rápidamente con la furia pintada en sus irises azules – ¿que cree que está haciendo? – le espeto, aun no podía olvidar o dejar de sentir esa rivalidad contra quien fuera el antiguo amor platónico de su Hiro-san


-          Pero que mal agradecido, lo bueno es que lo hago por Hiroki – su sonrisa de autosuficiencia le hervía la sangre – después de todo si algo te pasara él estaría triste y ya que mañana es su cumpleaños es algo que no consentiré – lo miro con algo de rencor – Hiroki es muy especial para mí – regreso su vista a la carretera – y no permitiré que un tonto como tú lo haga llorar


-          Que un… - estuvo a punto de gritarle mil improperios, que se creía ese escritor de cuarta


-          Así que procura mirar antes de cruzar la calle – esto último lo dejo descolocado, era cierto iba a cruzarse la calle con el semáforo en verde – supongo que saliste a buscar un regalo para Hiroki ¿no? – pregunto desviando el tema


-          Si


-          ¿Y bien? ¿Ya encontraste algo? – hablaba sin mirarlo, es mas se ocupaba en prender un cigarrillo


-          Mas o menos – contesto el pediatra, eran casi de la misma altura, tal vez le ganaba al escritor por unos centímetros


-          Sabes cada cumpleaños de Hiroki me esfuerzo por cómprale algo de su agrado – dio una calada a su cigarro y lo extrajo de su boca – pero nunca consigo acertar – sonrió tristemente – él ha sido un amigo muy importante para mi desde que nos conocimos, peor lo raro es que sin importar que tan cercanos somos, o más bien que tanto yo crea conocerlo, el siempre me supera, siempre sabe que es lo que necesito y yo…


-          Simplemente nunca lo complace – Nowaki copio el gesto del escritor


-          Si


-          Supongo que se debe a que sus gustos se reducen a muy pocas cosas, y que esas pocas cosas las puede conseguir por si mismo


-          LIBROS… - dijeron al unisonó  mientras una sombra de angustia aparecía sobre ellos


-          Pero en mi caso ni siquiera se las librerías que frecuenta o qué clase de libros son sus favoritos


-          Pues hay una sobre esta acera, a una cuadra, es muy vieja pero parece su segundo hogar, si le pregunta al tendero seguro encuentra algo de acuerdo al gusto de Hiro-san


-          No tendrás problemas con eso – dijo de ladeando su mirada – digo si yo le compro algo de ahí, después si no encuentras nada esa última alternativa esta fuera


-          No debe preocuparse, ya había descartado esa opción – dijo con algo de amargura


-          Bueno entonces si no te molesta iré a ver – le dio una palmada en el hombro – y mira antes de cruzar las calles – aconsejo antes de irse


-          Gracias – dijo sin ganas


La verdad era que Nowaki pensó que aunque el escritor fuera a la librería no habría problemas, después de todo tampoco el podría pagar el costo de cualquiera de esos libros que su Hiro-san deseaba.


 


Continúo su búsqueda por otros lares, aunque en realidad cada cosa que veía se le hacía o tonta, o inadecuada o simplemente  un “esto dolerá cuando me lo lance” se instalaba en su pensamiento. Pero ya era las tres de la tarde y el maestro no tardaría en salir de la universidad.


 


Suspiro resignado por hoy debería terminar la búsqueda. Era más placentero ir a recogerlo hasta su trabajo que seguir martirizándose buscando algo que de seguro no encontraría, al menos por ese día. Así que muy decidido se en camino al encuentro de su amado castaño.


 


Quien lo diría, las cosas del destino, justo unas cuadras antes de llegar a su destino lo vio. Era pequeño, discreto, bonito y elegante, además si se lo lanzaba no dolería mucho.  Su sonrisa se extendió a un mas.  No era que digamos barato, pero tampoco excesivo. Casi quiso aplaudir por su descubrimiento.  Iba totalmente acorde a la personalidad del castaño.


 


Lo envolvieron en un estuche para regalo y lo guardo cuidadosamente en su chaqueta. Ahora si ya podía estar tranquilo. Consulto su reloj faltaban escasos quince minutos para las cuatro.


 


Entro a la universidad y más de una chica se volvió para observar al adonis que atravesaba el campus rumbo al ala de profesores. Se sabía perfectamente de memoria el camino al despacho de su uke, aunque siempre evitaba ir a ese lugar, la razón  tenía nombre, You Miyagi.


 


Con todo su auto control puesto al máximo toco la puerta, y la respuesta que recibió casi lo hace asesinar al superior de su pareja


 


-          Mi amorcito tardaste mucho, como puedes privarme de tu presencia cuando sabes que… - los dos se miraron, uno con furia contenida y el otro con una sonrisa tonta


-          Buenas tardes You- sensei – dijo casi rechinado los dientes


-          Buenas tardes  - contesto desviando la mirada, tragando grueso y pensando que era mejor dejar de tratar así a Kamijou antes de que terminara asesinado ya sea por su pareja o por la del castaño que para empeorar las cosas era más alto que él, y no quería comprobar que mas fuerte  - Hiroki no tarda en venir – dijo intentado aliviar la tención del momento


 


Unos golpes en la puerta los hicieron voltear a ambos.


 


-          Eh! Ah! Disculpe ¿aun no termina sus clases de Kamijou-sensei? – pregunto el chico de cabello negro y ojos malva


-          No, pero si gustas esperarlo no tardara – dijo ofreciéndole  una silla


-          Espero , gracias – informo al tiempo en que tomaba asiento


-          Por cierto que te trae por aquí? – You miro en dirección de los dos jóvenes que al parecer tenían la misma edad


-          Pues el trabajo… - intento decir


-          Vine a recogerlo – soltó cortante el ojiazul


-          Vale, solo espero que  no se pongan cariñosos  - dijo con burla


-          Descuide nos iremos rápido – contesto de la misma manera  e iba a contestar algo mas cuando la puerta se abrió


-          Disculpe el retraso profesor pero tuve que… - Hiroki no entendía bien porque pero se sentía como el depravado que era acorralado entre su novia, su esposa y su amante , esos tres lo miraban con tal fijación que deseo que la tierra se lo tragara


-          Hiroki – llamo You preocupado por su salud mental


-          Profesor aquí están los últimos dos informes que necesitaba – dijo casi corriendo a donde esta Miyagi y soltó dos grandes  montones de hojas engargoladas  - ah! Y Shimaru – san deja tu trabajo sobre la mesa mañana por la mañana lo revisare antes de la clase – rio para bajar su propio nerviosismo – y Nowaki no me dijiste que vendría a por mi hoy – todo lo hacía sin levantar la vista


-          Fue algo repentino estaba fuera y pues viendo la hora decidí pasarme por aquí – contesto lo más natural posible, los dos espectadores le incomodaban aun cuando You optara por hacerse el que trabajaba


-          Bueno déjame guardar algunos papeles y nos vamos – contesto guardando a las carreras todo lo que tenía en su escritorio


-          Hiro-san no debe dejar su buena rutina de ser ordenado – dijo con una sonrisa el médico al tiempo en que tomaba de las manos al profesor para que dejara de meter cosas sin sentido en los cajones


-          Entonces tardare un poco – desvió su mirada, sus mejillas se tiñeron de un leve carmesí


-          Esperare por ti – dijo en un susurro


 


Continuara…

Notas finales:

gracias por leer y dejen coment, coment


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