Joey estaba al punto de echarse a llorar de coraje, el día de ayer su hermano le había jugado una broma y hoy no era la broma ¡Era la verdad a puro color! Seto se acerco a su cachorro con cuidado, los dos culpables simplemente se encogían de hombros mientras se abrazaban, Yugi negaba con la cabeza…Su hermano Malick estaba en problemas.
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Después de la algarabía que había sido la broma de los psicópatas, la pareja tricolor se había ido a buscar leña y agua para el camino, después de todo ya se tenían que ir de ahí. El mayor observaba a su pequeño ángel como él le llamaba, para Atemu, Yugi era la criatura más inocente que había conocido jamás, puro y bello tanto de cuerpo como de alma, era obvio pero estaba encantado con ese pequeño, estaba tan distraído pensando en el menor que no se dio cuenta y se resbalo, haciéndose un corte.
-¡Yami! ¿estás bien?-Pregunto preocupado el chico
-Si, no te preocupes solo fue un corte.
-Deja que te ayude.
El pequeño tricolor rompió una tira de su camisa y la mojo en el arrollo que había a lado suyo para luego lavar la herida del mayor y al final vendarla.
-Ya esta
-Gracias Yugi
Yami se encontraba apoyado en el árbol y Yugi se encontraba demasiado cerca de su cara, sin poder evitarlo (N/A: Ajá ¬¬) sus labios se comenzaron a acercarse hasta fundirse en un tierno beso, apenas y se rozaron cuando se apartaron, viéndose a los ojos con un brillo en la mirada, ambos lo sabían, deseaban un beso mucho más profundo por lo que eso sin poder contener más ese tierno sentimiento que poco a poco crecía en sus corazones y que ninguno de los dos quería que se perdiera o algo le pasara.
Cuando sus labios se tocaron, el tricolor mayor lo agarro de la nuca para profundizar el beso al tiempo que su tierno ángel se colgaba de su cuello y él lo abrazaba por la cintura, cuando el aire se hizo presente separaron por muy poco sus labios mas no sus cuerpos, luego de unos minutos se separaron, tomaron lo que habían ido a buscar y volvieron al campamento tomados de las manos. Apenas se conocían de unos días pero sentían que había sido una vida en realidad.
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Ryou miraba a su hermano mayor desde lejos, lo que veía hacía que se quedara con una expresión muy rara.
Joey Wheller estaba siendo besado por el que días antes había jurado que era su peor enemigo: Seto Kaiba, y lo peor del asunto es que parecía que el sacerdote (Como le decían sus amigos) estaba dispuesto a seguir hasta el final, sin que su cachorro se pudiera resistir.
Lo que no sabía el albino, era que había un chico que estaba cerca de el, más exactamente, a su espalda.
-¿Te gusta el sacerdote?
Al menor casi le daba un infarto, volteo a ver y se encontró con Bakura.
-No me des esos sustos por favor
-Nh, no me has respondido
-No, no me gusta Kaiba, solo pensaba en lo parecido que es a Gozaburo en algunos aspectos.
El ladrón casi suspiro de alivio, ese pequeño le había gustado desde hace unos días.
-¿Quieres…Pasear…Conmigo? Digo…El faraón se esta tardando y si quieres…
Ryou lo observo, el no confiaba en nadie, desde que cuando era pequeño lo secuestraron y lo salvaron sus hermanos, pero por alguna extraña razón el peliblanco mayor le daba aún más confianza que sus hermanos.
-Etto, si, si quiero pasear contigo.
Continuara………….