Hoy Vivo Por Ti
Corría lo más rápido que podía por las oscuras calles de la ciudad, su maltrecho cuerpo le reclamaba el esfuerzo y la lluvia empapando su ser, mezclándose con las lágrimas que le nublaban la vista congelándole no solo el cuerpo sino también el alma.
Ya no tenia a nadie, su amigo le había pedido, casi ordenado que corriera, que escapara de ese lugar y no volviera nunca, se había sacrificado por salvarlo a él. ¿Por qué a él? No sabia, pero a sus escasos 7 años ya había perdido a sus padres en un accidente, junto con su hermano pequeño habían terminado viviendo con un tío, su única familia; familia que los trato como si de animales se tratasen matando a su hermanito en el proceso y el, casi muerto en el suelo y sin poder hacer nada presenció como le arrebataban la vida.
Termino en un orfanato donde lo trataban igual o peor que antes y solo un rayo de luz ilumino su triste y patética vida cuando conoció a un amigo, a un hermano mayor que le cuidó siempre incluso a costa de su propio bienestar para salvarlo de las golpizas justo como ahora. Su amigo ya no vivía más, de eso estaba seguro, estaba solo otra vez en un mundo cruel donde nadie se detenía para darle siquiera una mano a quien lo necesitara, menos aun pequeño huérfano como lo era él por lo que al llegar a un callejón, ya sin nada que perder, se dejo caer el suelo estaba exhausto y su cuerpo ya no le respondía… ya no sentía nada; ni el frío, ni la lluvia, ni el dolor… nada… solo una oscuridad que lo envolvía y lo llenaba de paz.
Pensó en dejarse arrastrar, después de todo ¿de qué servia luchar? Estaba solo y le dolía, no su cuerpo, ya no, lo que le dolía era el alma, necesitaba estar en paz y se dejo llevar.
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Una luz incandescente cerca de su rostro lo despertó, abrió levemente los ojos pero de inmediato los cerró de nuevo, sentía un fuerte dolor de cabeza y una fuerte punzada en su brazo derecho, todo su cuerpo se sentía pesado pero notaba que se encontraba en una superficie blanda.
-Veo que ya despertaste-escuchó que dijo una voz.
Trató de abrir nuevamente sus ojos consiguiéndolo por poco y, enfocando su vista divisó frente a sí a un chico mayor que el, de cabello negro, corto y alborotado que contrastaba con su blanca piel, en su rostro se dibujaba una triste pero tierna sonrisa y sus ojos oscuros destilaban preocupación.
-¿Cómo te sientes?- preguntó el mayor al ver que el niño no pronunciaba palabra.
-Bi…Bien, creo- susurró el más pequeño a modo de respuesta.
-¿Cómo te llamas?- preguntó acariciando la cabeza del niño en un gesto fraternal –yo me llamo Shura- agregó el mayor al tiempo que le dedicaba una sonrisa más notable.
El niño guardó silencio un momento, no sabía si decirle o no, no estaba como para confiar en alguien pero con ese chico frente a él no podía evitar sentir una cierta confianza que jamás había sentido, no desde que sus padres murieron.
-Shiryu- respondió el pequeño, y fue apenas audible para el otro, el notar que el mayor no decía nada decidió levantar su vista hacia el chico que le acompañaba pero apenas notó le correspondía la mirada la desvió rápidamente, ¿desde hace cuánto que no sostenía la mirada de alguien? No sabia ni le interesaba, no de momento al menos, no estando con ese chico que no le quitaba la vista de encima.
El mayor, por su parte, no podía dejar de ver al pequeño que estaba en la cama, sentía una enorme tristeza y coraje al ver a alguien tan pequeño sufriendo así, cuando lo encontró en aquel callejón le pareció tan débil y frágil, sintió la imperiosa necesidad de protegerlo. Cuando le llevo al hospital una punzada de dolor se instaló en su pecho al enterarse del estado del pequeño; no era solo el golpe en la cabeza y el labio inferior partido, según el médico el niño mostraba signos evidentes de maltrato, tenia golpes por todo su cuerpo además de un cierto grado de inanición.
¿Cómo podía alguien maltratar a un ser indefenso como aquel niño?
No le cabía en la cabeza que alguien gozara lastimando a un ser inocente que no había hecho nada más que venir a este mundo, un mundo que el pequeño no eligió, un mundo que aun así lo despreciaba.
-Descansa-dijo notando como los ojos del niño comenzaban a cerrarse al tiempo que le daba un beso en la frente- después te explico lo que paso- agregó al notar que iba a decir algo y, adivinando que era lo que diría.
Cuando despertó nuevamente vio al mismo chico durmiendo en el sofá de la habitación; Shura le había dicho que se llamaba, o eso recordaba él.
Se quedó un rato observándolo y al cabo del mismo Shura despertó, al ver a Shiryu despierto se sentó a su lado acariciando su cabeza y alborotando su cabello negro en el proceso.
Ante la mirada interrogante del otro, procedió a contarle como lo había encontrado de casualidad, herido e inconciente en medio de aquel callejón oscuro; pálido y frío, tanto que parecía muerto, y como, ante esto ultimo le llevo a toda prisa al hospital.
-Gracias- atinó a decir el menor ante lo que recibió una sonrisa por parte del otro.
-Y, ¿me dices qué te paso? –Preguntó Shura- ¿cómo terminaste en un lugar así?
Shiryu guardó silencio, no estaba seguro de responderle o no pero nada mas recordar lo sucedido las lagrimas se agolpaban en sus ojos verdes y se desbordaban al no ser éstos capaces de retenerlas, rodando libres por sus mejillas; un dolor agudo se anidó en su pecho y, finalmente decidió contar lo sucedido, necesitaba que alguien lo escuchara, necesitaba sacar toda esa angustia que lo carcomía por dentro y Shura lo entendió; escuchó todo lo que el menor le contó entre sollozos, secando sus lagrimas y abrazándolo fuertemente, jurándose en silencio que jamás permitiría que dañaran a ese ser tan frágil que tenia entre sus brazos. Shura también contó su historia por petición de Shiryu que quería saber más de él y conocerlo mejor; le contó de la muerte de su padre hacia un par de años, de la depresión en que se hundió su madre y de la cual apenas comenzaba a salir, le contó también pequeños detalles como su fecha de cumpleaños y que actualmente contaba con 16 años, así siguió hablando hasta notar como el niño entre sus brazos se había quedado dormido, produciéndole a escena un deje de ternura, rindiendo él también al sueño que le esperaba.
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Días después Shiryu salió del hospital rumbo a casa de Shura quien había insistido en llevarlo con él y, con el paso de los mismos se volvieron muy cercanos siendo casi imposible encontrar a uno sin la compañía del otro.
Meses habían pasado desde que se conocieron y en Shura comenzaba a nacer un sentimiento muy especial por ese pequeño que justo ahora se acercaba a él corriendo con una sonrisa adornando su rostro ¿cuánto le había costado verlo sonreír? ¿Cuántas veces lo escuchó gritando por las noches a causa de sus pesadillas? había perdido ya la cuenta pero no le importaba, lo importante era que la mirada triste de Shiryu iba menguando poco a poco y que había logrado sonreír sinceramente, sin forzar nada como fue en un principio.
-¿En qué piensas?- preguntó curioso el menor sentándose frente a él.
-En que te amo- respondió el mas grande logrando un sonrojo en el rostro del otro, acercándose al pequeño y depositando un suave, tierno y casto beso en sus labios, siendo este el primero para Shiryu no así para Shura pero si el mas hermoso.
-Yo también te amo- respondió Shiryu cuando se separaron, no sabiendo bien lo que sentía pero solo logrando expresarlo con esas palabras.
Se abrazó fuertemente al mayor escondiendo su ahora mas sonrojado rostro en el pecho de éste quien no dudo en abrazarlo protectoramente.
Fin.