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Desliz Freudiano por Crucio

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Notas del fanfic:

VK pertenece a Matsuri Hino... lamentablemente.

 

El coliseo está organizando un torneo de fanfics exclusivamente de temática yaoi, la entrada es para cualquier autora que desee participar, de cualquier fandom, con cualquier pareja que gusten, sin importar el que no tenga una cuenta en livejournal. Espero que se animen a participar, ya sea con Vampire Knight (;_; ¡el fandom tiene que estar presente!) o bien con cualquier otro que gusten.

 

Por si les da lata el link de arriba, aquí lo tienen: http://community.livejournal.com/el_coliseo/634.html

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Alzó su vista hacia el cielo, la noche eterna se extendía en su propia existencia, la profunda negrura consumía su mente delirante, ni siquiera la luna llena alcanzaba a iluminarle un poco el camino, delante de él sólo encontraba restos de una mentira inacabada; entonces le escuchaba susurrar su nombre, demandar su presencia, ¿debía contestarle?, ¿debía volver la mirada hacia aquellas indolentes falacias?, ¿y a él que carajos le importaba? Ahí, estaba el quid del asunto.

 

Le gustaba engañarse, disfrutaba de esos argumentos con miras a timarle, era más fácil vivir de esa manera, era más fácil sobrellevar su propia subsistencia y era mucho más fácil hacer como que no sabía de eso, que mantenerse consciente. Después de todo el pensar en no hacer algo; conlleva en pensarlo primero, luego la negativa; ergo, aquello deja el rastro de la ansiada meta inalcanzable.

 

El frío calaba, ¿quién mentía diciendo que los no-humanos eran insensibles a la temperatura? No encontraba otra razón que el frío para encontrarse de esa manera, no existía otra excusa para ese dolor en el cuerpo, ese vacío implacable, esa locura corroyendo sus huesos. Ni siquiera el recuerdo o la sensación de haber pretendido olvidar algo. Se pasó una mano por el cabello procurando distraerse con el movimiento, el frío era insoportable.

 

Acopló su espalda al tronco del árbol, no supo porqué y si lo sabía, no quería enterarse, simplemente se plantó ahí, punto. Quería ir a su cuarto, tumbarse sobre la cama, pernoctar sin enterarse del movimiento de la agujas del reloj, quería cerrar los ojos y soñar; estaba lejos de esa cama, de ese cuarto solitario, en algún lugar a varios kilómetros de distancia de todos esos locos chupasangre, en algún sitio en donde su magestual presencia no pudiera alcanzarle. Se cruzó de brazos y tamborileó los dedos, no es que su figura en sí le afectara, esa era la más vil de todas las farsas. Simplemente le fastidiaba encontrárselo ¿ha quedado claro?

 

El sonido de varios pies en movimiento le sacó de sus cavilaciones; ligeros, acompasados, apenas audibles pero todos moviéndose al unísono. La clase nocturna se desplazaba para ir hacia sus dormitorios, él se encontraba muy cómodo en donde estaba, así que los vampiros tendrían que esperar, no interrumpiría su descanso porque a ellos se les antojara, suficiente tenía como fletarse a dormir entre clase y clase, soportar los ¡kya!, ¡kya!, ¡kya! de sus fans todos los días, para encima navegar a su ritmo. Además eran esas bestias las que debían ir hacia él para llegar a su destino… ese pequeño detalle le puso incómodo, obligándole a balancear su peso de una pierna a la otra, para ver si con ello se le iba la molestia, pero ya los monstruos de uniforme blanco pasaban cerca de él, con sus caras pálidas y largas, su andar rimbombante, beneplácito y ostentoso, con ese aire de poseer hasta el último rincón de este planeta.

 

El paisaje era sumamente desagradable, optó por distraerse con el paso del viento por los árboles, al fin y al cabo, él no buscaba a nadie entre ellos; ellos no le buscarían a él ¿cierto? La piel le quemaba, los ojos intentaban despejarse del abundante follaje, una a una las estrellas probaban suerte seduciéndole sin conseguirlo, no quería, no deseaba, pero su esencia fuertemente le llamaba.

 

¿Cómo decía esa canción? “Nos buscamos para evitarnos”. Él no le miraba y Zero tampoco lo hacía, pero a tientas en la oscuridad entre las miradas suspicaces, los roces insanos, los desprecios mutuos, se toqueteaban indecentemente, deseando poder consumirse en la intensidad de ese odio. Aunque un mar de reglas los separara, aunque un abismo de terquedades se interpusiera, a pesar de la imposibilidad de decir aquellas mágicas palabras, ahí estaban ellos dos, solos en la intimidad de sus propios delirios.

 

Y es que sencillamente a veces no tenía ganas de verle, no tenía ganas de recordar esa imagen, no quería volver a caer en ese juego, quería acabar su sentimiento en el desahogo del sabor a una solitaria copa de amargura, en la borrachera de su propia miseria y sufrimiento, pero… pero no se atrevía a abandonar semejante belleza siniestra.

 

Se deslizó por el tronco hasta sentarse en el suelo, contando el número de veces en las que sus sueños habían muerto.

 

—¿Cansado, Kiryuu? —Su pistola estaba muy cerca, en menos de dos segundos podría borrarle esa estúpida sonrisa impertinente, ¿para qué hacer tanto embrollo? A puño limpió lo haría, la emoción le invadió al imaginar al sangrepura en cuatro patas y suplicante, era GLO-RÍ-A.

 

—No me toques las pelotas, Kuran —Desvió la mirada, no estaba pensando en eso precisamente.

 

La sorpresa en los ojos del vampiro fue bastante evidente, aun con su gesto de galante mojigatería. —¿Por qué tan prosaico?

 

—¡Vete al diablo, Kuran! —replicó el cazador de mala gana, levantándose de un salto.

 

—Tú por delante, Kiryuu.

 

Los dos se quedaron en un silencio incómodo, de esos que son provocados al decir una pavada en medio de una reunión seria. Zero meneó la cabeza negativamente, había veces en las que no comprendía tampoco a Kuran ¿y acaso pretendía hacerlo? Cada quien vivía en su infierno mutuo “en mentiras humanas, eternas hermanas” ¿acaso esa no era una estrofa de aquella vieja canción? Ah, pero era mejor olvidarla, el significado le perturbaba demasiado.

 

—¿No vas a contestarme? —La mirada de desconcierto en el sangrepura le descontrolaba, tan descuadrada con su imperial aspecto, con su seguridad arraigada a los huesos. ¡Al diablo con el vampiro, carajo! “Y sin embargo aquí estoy, y sin embargo no me voy”. Por eso no escuchaba música le revolvía el cerebro, lo confundía, lo aturdía, lo sinceraba…

 

¿A qué esperaba? ¿Qué le gritará: vete a la mierda? ¿Por qué no podía simplemente esfumarse de su vista? ¿Por qué no podía dejarle en paz? ¿Por qué tenía esa sensación de querer decir algo? De gruñírselo, de gritárselo, de… aullárselo si era factible.

 

Ah, Kuran, Kuran, Kuran ¿qué debería hacer contigo? Probablemente aventarlo rudamente contra el tronco del árbol, aprisionando de mala gana la figura y omnipotente presencia de él, encerrando con su envenenada forma toda posibilidad de escape. Después lo profanaría sicalípticamente, dejando escurrir sus manos por debajo de la ropa.

 

—¡Ah!, ¿se te quitaron las ganas de ir?

 

A mordidas… sí, mordiendo con arrebato se adueñaría de sus labios, mancillando toda noción de otra cosa en la mente, salvo ellos dos quitándole el aire, mientras sus manos divagaban magreando el torso de su enemigo; de manera impúdica, salvaje, sucia… porque esto no era un acto de amor, sino de desprecio.

 

Sofocaría su ardiente pasión en cada suspiro de placer que saliera de la boca del sangrepura, por ello tendría la necesidad de ahogarlo, enloquecerlo, corroerlo ¡incluso de romperlo! ¿O acaso no se estaba lastimando a sí mismo?

 

—No tientes a tu suerte, Kuran.

 

Se desharía bajo su tacto, gemiría ante cada toque que él le diera; sometido a su voluntad se encontraría, prueba de ello sería el forzarlo a ponerse de rodillas a punta de pistola, para luego ordenarle que le diera placer.

 

—No sé porque, pero hoy me siento con suerte.

 

El insolente, no lo sería tanto cuando tuviera la boca ocupada en asuntos más deleitables, atendiendo las necesidades del cazador, probando su destreza de hinojos, haciendo resonar sus chupeteos con sonidos babosos, entreteniendo sus dedos en la base de su hombría y demás artillería.

 

—Hoy te ha dado por ser bastante introvertido, aburrido —comentó el vampiro, terminando la frase casi en un susurro. Cansado, harto o quizás satisfecho por fastidiarle el día, dio media vuelta con elegancia, dejándose bambolear al son del viento caminante. Su esbelta figura se delineaba perfectamente en la inmensidad de la noche, bajo la clara luna de abril, con sus ojos palpó la constitución de esas líneas dolorosamente lejanas para él, sintiendo una gran punzada al regodearse en el trasero de su amante.

 

Lo tumbaría en el suelo con fuerza, con violencia, dejándole entrever lo indefenso que era bajo su poder. Se montaría sobre de él, para arrancarle a tiras los retos de su vestuario, acariciando lo largo y ancho de su masculinidad, lo torturaría obligándole a pensar solo en las sensaciones que se acumulaban en esa sensible zona y eran provocadas por él, sólo por él. Hasta que repitiera su nombre y otra vez, una y mil veces hasta que desconociera otro sonido que el de ambos en esa ignomiosa manera.

 

Le daría a conocer la sensación de dureza, le daría a probar el orgullo de un cazador, obligándole a  revolcarse en el fango, jadeando incastamente en posiciones más allá de la indecencia, serían animales, serían gatos en celo.

 

—¡Jódete, Kuran! —le gritó completamente exasperado, sintiendo ese frío adueñarse cada más de su interior, quemando, lacerando, dañando.

 

Los pasos del joven de la Clase Nocturna se detuvieron, se metió una de sus blancas manos al bolsillo del pantalón, con basta parsimonia se volvió hacia él, una mueca de elocuencia se dibujaba en su faz.

 

—Jódeme, Kiryuu. —Eso era saber usar el modo imperativo en el lenguaje, así de simple y llano. 

Notas finales:

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Zero es un guarro (ROTFL) (la autora también). El Desliz Freudiano: dícese de una acción o una palabra que sin querer revela lo que se piensa de modo inconsciente. Zero tiene uno portentoso al decirle a Kaname que le toque las pelotas y Kaname… ¿también? OMG “Jódeme Kiryuu” ¡monumental!

 

Cuando escribí el one-shot, creí que era malo y por eso no quería publicarlo aquí pero ahora que lo volví a leer, la verdad es que... no es tan malo.


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