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Vampire Lover por licherni

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Notas del capitulo:

muchisimas gracias a todos por los reviews, aki os dejo el proximo capi ya ke por la noche no estare ^^


kisses

Capítulo 2: Los antepasados de Malfoy

 

En la sala de los vampiros todo estaba en silencio, cada uno metido en sus cosas sin molestar a nadie más y mucho menos a su príncipe, sentado sobre Orión en el trono y leyendo el libro de pociones mientras hacía la redacción que aquel día los demás debían haber entregado. Sintió clavarse en el lóbulo de su oreja un colmillo y la sangre ser chupada con cuidado, gimió bajito.

-Ahora no, padre, tengo que terminar esto y Snape querrá hacerme tomar el sol si no se lo entrego.

-Pero ya lo tienes terminado, mi ángel.

-Con Snape nunca es suficiente, sobretodo si se trata de mí.

-¿Puedo echarte una mano?

-No- puso el punto al final del párrafo y lo releyó en un momento.- Creo que ya está listo, espero que esto le valga.

-¿Puedo echarle una mano a él?

-Tampoco, no niego que esté necesitado de un buen polvo pero no, todavía no le interesas, es más, le importas bastante poco- lo besó en los labios con una sonrisa divertida, mordió el labio inferior y chupó la sangre de la herida provocando un gemido.- Además, tú eres mío, sólo mío, amado padre- volvieron a besarse mientras las manos del rubio viajaban por el cuerpo de Harry.

-¿Viejo, te importa no abusar de mi ahijado? Y además con público, eres una momia muy morbosa- dijo una voz desde la entrada.

-¡Sirius!- el ex-Gryffindor se separó y corrió a saludar a su padrino para colgarse de su cuello.- ¡Pensé que no vendríais! ¿Y Remus?

-Cenando, ya sabes que tiene mucha hambre siempre.

-¿A quién crees que llamas tú viejo, enano? Además, con mi príncipe yo hago lo que me da la gana- respondió Orión abrazando posesivamente a Harry.

-¿Ya estamos con las peleas?- preguntó Remus entrando. El moreno lo saludó con un abrazo.- Hola cachorro, ¿cómo estás de lo de Ron y Hermione?

-Mejor, Orión ha sido un gran consuelo.

-Me alegro, he hablado con Severus sobre la sangre sintética y ha aprovechado para recordarme que tienes que entregarle el ensayo, por eso llego tarde.

-Bien, iré ahora a verlo, acabo de terminarlo.

-Así me gusta.

-¿Cómo vas llevando la transformación Moony?

-Cada vez me acostumbro más, pero voy a echar de menos el sol.

-Lo sé, yo también, aunque es mejor que ser un lobo cada luna llena ¿no?

-Sí, cachorro, lo es.

-Me alegro- besó a todos en la mejilla.- Me voy donde Snape.

 

Draco volvía de hacer su ronda nocturna, no tenía ganas de dormir y la verdad es que sólo tenía ganas de una cosa, volver a ver a Harry. Apenas se veían, tampoco hablaban, ¿cómo conseguiría así conocerlo como él había dicho aquella noche? Oyó abrirse una puerta al final del pasillo y lo vio salir de ella, llevaba unos ajustados vaqueros y una camiseta de red, su piel brillaba en dorado pálido y sus ojos en verde profundo. Levantó la cabeza cuando el corazón del rubio dio un vuelco, sonrió enseñando todos sus dientes, Draco los imaginó clavándose en su cuello y la sangre empezó a bombear con más fuerza. La sonrisa desapareció de repente, casi al instante lo tenía frente a él, una mano le acarició el rostro y el corazón paró un microsegundo para volver a latir con más fuerza, la mano viajó hasta el cuello y de repente todo desapareció. El rubio miró a todos lados pero ni rastro de Harry, habría vuelto a su habitación, tal vez lo encontrara por el camino.

 

Harry chocó contra Orión en su carrera de vuelta la habitación, el mayor lo abrazó para que no cayera, sintió besos siendo repartidos por su cuello y subiendo en busca de sus labios. Concedió el deseo a su hermoso hijo, sintiendo la pasión contenida y el hambre del menor, sin poder resistirse más él tampoco lo levantó haciendo que enroscara las piernas en sus caderas y lo estrelló contra un hueco en la pared que estaba en sombras. Mordió el lóbulo de la oreja chupando la sangre que salía de la herida, consiguiendo en compensación pequeños gemidos y un descarado restriego de caderas.

-Padre, por favor, lo necesito, ahora- suplicó el ex-Gryffindor.

-Hazlo, ángel mío- concedió, luego besó el cuello del moreno y lo mordió a la vez que el suyo también era mordido, bebió un sólo trago y ambos llegaron al clímax.- ¿Entregaste el trabajo?

-Sí, volvamos a la habitación, necesito una ducha.

-Claro- lo besó lento por última vez antes de bajarlo para después irse de la mano.

 

Ninguno notó la presencia de un Malfoy bullendo de furia por lo que había presenciado, ese maldito rubio, ese maldito vampiro que se apropiaba de Harry, tomándolo cuando y donde quisiera. Y ese moreno imbécil que se dejaba hacer, que acudía a su llamada como perro a su amo, pero ya se encargaría él de que eso cambiara, no habría otro amo para Harry Potter que no fuera Draco Malfoy, lo juraba por todos sus antepasados.

 

Intentó llamar la atención del moreno durante el resto de la semana pero nunca conseguía nada, cuando se encontraban solos por los pasillos, mientras hacía ronda, el ex-Gryffindor escapaba. Siempre que intentaba seguirlo se lo encontraba con su amante y creador teniendo una corta pero ardiente sesión que lo hacía hervir de ira. Llegó el sábado y la primera salida a Hosmade, como siempre pasaron por Honeydukes y mientras buscaba sus dulces favoritos encontró un buen cebo, piruletas de sangre. Cogió unas cuantas olvidándose por completo de sus dulces y las pagó absolutamente eufórico por la nueva oportunidad que se le presentaba.

 

Aquella noche la cena no fue diferente de las demás, Lupin y Black estaban en la mesa de los vampiros, al parecer se habían unido al clan, pero ésa era la única diferencia. Varios alumnos intentaban noche tras noche, sin descanso, tener un encuentro con alguno de los vampiros, dejando cuellos al descubierto, tentándolos continuamente, aún así ninguno tenía interés en ellos. Apenas comían, según había leído Draco, eso se debía a que con la antigüedad el hambre disminuía, por lo que los únicos que tenían problemas para mantenerse a raya eran Harry, Lupin y Black, aunque Black parecía desenvolverse con total naturalidad en el ambiente.

 

Su mirada se cruzó con la de Harry y la sostuvo durante un rato, con el corazón acelerado y la esperanza de que pudiera haber una forma de acercarse a él. Sacó una piruleta y la hizo girar entre sus dedos, los ojos verdes brillaron al identificarla y los labios rosados y llenos esbozaron una sonrisa divertida, mostrando los colmillos que ya empezaban a ser objeto indispensable en los sueños más húmedos del rubio. Malfoy curvó un dedo llamándolo en silencio hacia él. Sin pedir permiso de ningún tipo, sin siquiera mirar a su padre, Potter se levantó con elegancia dejando la copa bacía sobre la mesa y se acercó a él con un suave movimiento de caderas que muchos ojos seguían con deseo. Se paró a su lado haciéndolo girarse un poco para mirarlo mejor, los pantalones caqui de hoy se le pegaban sólo hasta medio muslo y la camiseta color crema marcaba cada una de las curvas de sus músculos.

-Buenas noches, Malfoy.

-Buenas noches, Potter.

-¿Intentas tentarme, pequeño mortal?- preguntó sentándose a su lado, apoyando la espalda y un codo sobre la mesa.

-No más de lo que tú intentas seducirme, oh, poderoso inmortal- respondió divertido balanceando la piruleta entre sus dedos todavía.- Todavía tenemos cuentas que ajustar, pero siempre que lo intento tú desapareces.

-¿Y qué cuentas tenemos que ajustar, según tú, Malfoy?- susurró acercándose hasta que sus caras estuvieron a pocos centímetros.

-Me invitaste a conocerte, pero de momento sólo sé que puedes ser muy bipolar, primero te acercas, luego te alejas, vuelves a acercarte, ¿cómo respondo así a tu invitación?

-Tal vez hayas encontrado la manera.

-¿Sobornándote?- sonrió.

-O alejándome de la tentación- respondió casi contra sus labios, entonces hubo una brisa y la piruleta y Harry estaban de vuelta en la mesa de los vampiros.

 

Harry quitó el envoltorio y se la metió en la boca, el sabor a la sangre le llenó por completo la boca, sonrió contento y se la sacó tragando el caramelo derretido. Orión, al otro lado de la mesa, alzó una ceja pidiendo explicaciones de lo ocurrido, él sólo sonrió y lamió la piruleta con lentitud. Se la metió a la boca para ir sacándola de nuevo muy lentamente, cerrando los ojos para disfrutarlo al máximo y dejando sus labios tintados de rojo por el caramelo que se había quedado en ellos al sacar la golosina teniéndolos un poco cerrados. Se pasó la lengua por los labios para limpiarlos y abrió los ojos para mirar primero a los grises de la mesa de Slytherin y luego a los azules que tenía frente a él, era consciente de que todos lo observaban y le divertía eso. Mordió un borde de la piruleta para quedarse con un trozo a parte, se lo sacó de la boca y lo tomó entre dos dedos por las esquinas. Lo lamió como si tuviera todo el tiempo del mundo para hacerlo hasta que quedó un pequeño trozo que se metió a la boca y tragó después de morderlo un poco más. Se fijó en sus dedos llenos del caramelo rojo y se dedico a limpiarlos con lo único húmedo que tenía a mano, la lengua. Mordió la piruleta hasta comérsela por completo y terminó lamiendo el palo mientras miraba a su creador con los labios entre abiertos, alzó ambas cejas mientras sonreía, se limpió los labios mientras se levantaba y dejó el comedor soltando la servilleta en la mesa antes de irse. Intentando mantener la compostura Orión se levantó y lo siguió lo más rápido que pudo, al darse cuenta de esto Malfoy quiso darse de golpes contra la mesa.

 

Después de cenar fue a hacer su ronda con ganas de encontrarse con alguien por los pasillos para así poder ponerle una penalización, un castigo y quitarle puntos, en un intento de desahogarse un poco. No se dio cuenta de que estaba de camino a la antigua torre de Astronomía hasta que oyó voces y música desde dónde debía estar la entrada. Se acercó en silencio, escuchaba la voz de una mujer cantando, algo que debía ser inglés pero que no entendía bien por la pared que había. Oía a Harry hablar con alguien, parecía estar pidiéndole algo, se pegó a la pared para ver si entendía mejor, tan concentrado estaba que no vio a las dos figuras que estaban tras él.

 

Harry intentaba hacer bailar a Orión mientras él se movía al son de la música, con lentitud deliberada y movimientos suaves, sabía que si lo hacía bien el rubio acabaría rindiéndose a él para tenerlo pegado a su cuerpo. Se acercó con lentitud para besarlo de nuevo, jugando con su lengua y sus dientes, cuando su padre fue a atraerlo hacia sí se alejó con una sonrisa de picardía en los labios. La puerta de entrada se abrió dejando entrar una pareja de súbditos que traían a alguien forcejeando contra ellos, la música paró al instante.

-¿Jack, Vanessa, qué pasa? ¿Qué hacéis con... ¡Malfoy!?- preguntó sorprendido el ex-Gryffindor.

-Estaba espiando, pegado a la pared intentando escuchar- respondió la mujer.

-¿Qué hacemos con él?- preguntó el hombre.

-Pequeño entrometido, ¿quién te crees para estar espiando?- le preguntó otro de los súbditos mientras todos se acercaban al rubio apresado.

-Huele bien, tiene una piel preciosa.

-Basta- ordenó Harry.- Soltadlo- ellos obedecieron.- Malfoy, ven aquí- el rubio hizo lo mandado empezando a asustarse un poco.- Padre, él es de la familia, debe saberlo, tiene derecho.

-Es mi sobrino, viejo, es el hijo de Narcisa- comentó Sirius desde una esquina.

-Harry tiene razón, debería saberlo- apoyó Remus a su lado.

-Padre, por favor- pidió el moreno sentándose en las piernas de su creador y besándolo en la mejilla.- Malfoy es un buen amigo, él fue el primero en ofrecerme una oportunidad y acabo de conseguir arreglar mi error, te caerá bien y no dirá nada- aseguró, esta vez miró serio al Slytherin dándole a entender que más le valía hacerlo.- ¿No querrás hacerme sufrir, verdad? Es importante para mí ahora que sé la verdad, por favor- esta vez lo dijo contra su oreja para morder después el lóbulo con delicadeza y lamer las dos gotas de sangre que salieron de la herida antes de cerrarse.

-De acuerdo, siéntate pequeño rubio- ordenó, Draco se sentó en un sillón que había frente al trono, Harry sonrió contento y besó a su padre en el cuello después de susurrarle algo al oído.- Bien, ¿Harry, cielo, empiezas tú?

-Por supuesto padre- se levantó y se sentó en el reposabrazos del sillón de Malfoy.- Draco Malfoy, te presento a mi creador y tu bisabuelo, Orión Rigel Black. Orión tiene trescientos cincuenta años, y todo empezó cerca de finalizar la era medieval, cuando sólo había unas pocas familias de magos y todos eran cargos importantes de la sociedad en aquél tiempo. Existían tres familias muy poderosas en aquella época, los Black, los Malfoy y, por supuesto, los Potter, como era normal de la época las tres familias se relacionaban entre ellas, incluso Potter y Malfoy. Había muchos herederos en aquellos tiempos y por eso se diseminaron las ramas de la familia, aún así los primogénitos eran quienes llevaban la sangre pura de cualquiera de las tres familias.

-¿Entonces, somos algo así como familiares?

-Sí, no tan lejanos como crees ya que hasta después de la revolución francesa siguió el intento de mantener el lazo entre las tres familias. El problema era que Orión era el último Black, por raro que parezca no tenía hermanos, su mujer había muerto y no habían conseguido tener hijos, y él se moría. Las familias buscaron una solución y ella apareció ante ellos, rubia, salvaje y bella, se llamaba Arabella. Quería dar su don a alguien antes de que ella fuera atrapada por la inquisición que la seguía, y se lo entregó a Orión. Desprovisto de cualquier sentimiento, de cualquier cosa que no fuera el simple intercambio de necesidades no se forjó ningún lazo y Orión quedó libre de la influencia que los creados tienen con sus creadores. Con el tiempo aprendió a controlarse y sobrevivir con su nueva naturaleza mientras las otras dos familias se relacionaban entre ellas. Cada cierto tiempo él daba un heredero o una hija a la familia que no pudiera tenerla y así conseguía mantener la familia Black todavía viva.

-Y en una ocasión le tocó a la madre de mi abuela, ¿no?

-Exacto, yo soy el último de los Potter y ahora los vampiros están aceptados en la comunidad mágica, por lo que al convertirme puedo mantener para siempre vivo el apellido de mi familia, por eso él vino a mí.

-Me imaginaba que aquella historia fuera mentira, pero no sabía hasta cuanto, no estaba planeado de ninguna manera ¿verdad?

-No, yo me moría y él vino a por mí.

-¿No lo conocías y dijiste que sí?

-Sí, supe al instante que podía confiar en él y mi mente me gritaba que tenía asuntos que resolver todavía, así que ¿qué mejor forma de conseguirlo?

-Lo veo un poco arriesgado, pero es una buena forma, ¿y dónde has estado mientras estabas desaparecido?

-En Grimalud Place, con Sirius y Remus acostumbrándonos a la transformación y haciendo pruebas para ver si la licantropía de Remus afectaría a la transformación, como podrás ver todo ha salido bien.

-¿Y por qué guardarlo todo en secreto?

-Porque existen más familias que quieren nuestro poder y nuestra familia y debemos ocultar nuestra sangre- respondió Orión.- Somos un clan real, de los que pocos quedan, y los nuevos quiere nuestra sangre y nuestro poder, somos grandes influencias en el mundo mágico y en el vampiro. Quieren destronarnos, para que lo entiendas mejor, en tu caso querrían apropiarse de tu apellido y todo lo que ello conlleva ¿lo entiendes?

-Sí, lo entiendo. ¿Qué pasaría si se enteraran de vuestro poder?

-Que vendrían en manadas, intentando convencernos de hacer alianzas para después apropiarse de todo lo nuestro, y ello incluye a mi pequeño ángel- respondió el rubio abriendo los brazos para que Harry se acomodara entre ellos, los cerró a su alrededor cuando se hubo sentado.

-No debes decir nada a nadie Malfoy, por favor, además tú también estás en peligro si se enteran, eres el último Malfoy, te querrán ya que ahora que tus padres han muerto toda su magia ha pasado a ser parte de ti. Un mago poderoso convertido en vampiro es mucho más poderoso que nunca, inmortal, con mayor destreza y rapidez, un mago mejorado, es una buena baza en una guerra.

-¿Habrá una nueva guerra?

-No, evitaremos a toda costa que haya ninguna más- aseguraron todos a la vez.

-Entiendo, ¿sabe Dumbledore sobre esto?

-No tiene por qué, no hasta que podamos necesitar su ayuda.

-¿No la estáis utilizando ya?- los vampiros sonrieron, sólo Harry rió abiertamente.- ¿Qué tiene de gracioso mi pregunta?

-¿Inocente Malfoy, en serio crees que le pedimos ayuda? No, en cuanto desaparecí me buscó como loco, cuando nos encontró sólo tuve que dejar caer lo interesados que estábamos en quedarnos con Hogwarts, sabe que puedo echarlo cuando quiera y nadie se opondrá. Ya me ha utilizado bastante, es hora de que me las vaya devolviendo todas, una por una.

-Potter vengativo, nunca lo habría pensado, pero me gusta.

-Me alegro, así no tendrás que acostumbrarte- miró el reloj de la pared y suspiró.- Debes irte, es tarde, te acompañaré para que no haya problemas.

-Puede ir solo, hijo- apuntó Orión.

-Sólo por si acaso- respondió el moreno levantándose.- Luego haremos lo que quieras- susurró contra sus labios antes de besarlo.

-¿Vamos?- interrumpió Draco.

-Sí, vamos- se separó y lo siguió hasta la entrada.

 

Hicieron el camino en silencio durante un rato, sin encontrar qué decir o no querer decir nada, Harry estaba cómodo con el silencio, no veía la necesidad de hablar ya que si lo hacía sería más difícil escuchar los latidos del corazón del rubio. Le fascinaba cómo conseguía estar tranquilo casi siempre, y cómo aunque su corazón fuera a toda velocidad su rostro no detonaba nada de eso. Oyó pasos acercarse a ellos y lo cogió rápido como el viento para esconderse en una esquina oscura, muy pegado a él para que nadie los viera.

-¿Qué pasa?- preguntó Draco.

-Alguien se acerca, mantente quieto- susurró contra su oído. Oyó otro corazón latir cuanto más se acercaba la persona y pronto lo identificó.- Dumbledore, ¿qué hará aquí?- siseó sin darse cuenta.

 

El anciano pasó de largo en dirección a la torre de los vampiros, Harry mantuvo al Slytherin contra la pared hasta que los pasos empezaron a estar muy alejados, finalmente dejó de oírlos y suspiró, aspirando sin darse cuenta el olor de la sangre del rubio pegado a él. El hambre y el deseo despertaron en él, era tan hermoso, con sus cabellos dorados, sus hipnotizantes ojos grises, sus rosados labios y su perfecto cuello de delicada piel blanca. Vio latir la yugular a través de la piel como una línea azulada que resaltaba con cada retumbar del corazón en sus oídos, estaba atrapado, lo quería, lo deseaba, quería probar ese dulce líquido, oírlo gemir cuando sus colmillos atravesaran su piel nívea.

-¿Potter?- su voz lo sacó de su ensoñación.- ¿Estás bien?

-¿Tienes una piruleta?- preguntó con voz ronca.

-No, sólo tenía la de la cena.

-Bien, vamos a hacer las cosas rápidas- lo sujeto por la cintura y lo subió a su espalda.- Agárrate- apenas se hubo sujetado una ráfaga de aire le dio en la cara y cinco minutos después estaba frente a la entrada de Slytherin.- Hasta pronto, Malfoy, y no te olvides de llevar siempre encima las piruletas.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Tú sólo hazlo- respondió brusco antes de desaparecer corriendo.

 

A medio camino Harry dejó de correr y se metió en un aula que no se usaba, golpeó lo primero que encontró con todas sus fuerzas convirtiendo en un montón de astillas un escritorio. Siguió pegando golpes a todo lo que encontraba para tranquilizarse pero el hambre persistía, saltó por la ventana y corrió hacia el bosque. Saltó de árbol en árbol buscando una animal grande pero no mágico, finalmente encontró un jabalí salvaje de gran tamaño que nada más verlo corrió en dirección contraria a él. Lo siguió destrozándose la ropa por las ramas y arbustos sin importarle nada más que su presa, hasta que saltó sobre ella como un león y mordió bebiendo todo lo que el animal tenía para darle.

 

Siguiendo sus instintos volvió al castillo, corrió a la torre para entrar como un torbellino y sin hacer caso a las preguntas de ninguno de sus súbditos, de sus padrinos o de su padre tomó a Orión de la camisa y lo llevó con él a su habitación. Apenas se cerraba la puerta con todos sus seguros lo mordió en el cuello disfrutando de los gemidos que obtenía en recompensa. Se vio arrastrado al ataúd mientras arrancaba sin ningún cuidado sus ropas y las de su creador, fue colmado con besos y mordiscos en todas partes que lo hacían delirar de placer.

-Orión, tómame, ahora- ordenó totalmente ido.

-Sí, mi príncipe.

 

Varias horas más tarde Harry despertaba siendo totalmente consciente de lo que había pasado, había estado a punto de perder el control con Malfoy, de atacarlo y vaciarlo por completo. Jamás había sentido tanto deseo por nadie antes, ni siquiera sus primero días, ni siquiera Orión conseguía ponerlo en ése estado. Miró al rubio dormido a su lado totalmente desnudo y rodeándolo con sus fuertes brazos, su pelo era como el de Malfoy de brillante, pero más largo y sus ojos de un azul claro precioso, ¿por qué quería ahora que fueran grises? ¿Qué coño le pasaba con Malfoy? Ese pequeño mortal, ¿cómo había conseguido sacarle de esa manera de su autocontrol sin siquiera ser consciente de ello?


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