Estaba recostado viendo el techo de mi habitación ¿Cuánto tiempo había pasado allí recostado? No tengo ni la más mínima idea, pudieron haber sido horas, pero yo estaba rendido.
Todo el día en clases solo pensaba una cosa, en que al día siguiente me la pasaría de perlas con mi hermano en la feria ¡de solo pensarlo sentía como la felicidad recorría todo mi cuerpo! Y todo comenzó por una tonta llamada…
- Hola Kouji ¿Cómo estás? –dijo con ese tono dulce y afable que adoraba de el
- Hola Koichi, pues muero de aburrimiento, no tengo nada que hacer
- ¿Y el fin de semana estarás igual? – me pregunto con un tono dulce y esperanzado
- Si, los exámenes están lejos y ya hice todos mis trabajos.
- Tan responsable… ¿de verdad eres mi gemelo? –dijo riendo – en ese caso… ¿irías a la feria conmigo?
- ¿Qué? –pregunte desconcertado pero feliz -¿solos?
- Si –dijo algo tímido – es que nunca hemos estado solos como se supone que hacen los hermanos
Como se supone que hacen los hermanos…
- Entiendo –dije con aprensión, me dio algo de tristeza pero aun seguía feliz de salir con el –está bien, vamos, será divertido
- ¡Gracias Kouji! ¡vamos en metro! ¿sí? Paso por ti a la 1:00 p.m y nos vamos juntos – me dijo entusiasmado
- S… si –dije sonrojándome, menos mal que no podía verme –aquí te espero
- Pues nos vemos ¡Bye hermanito! –dijo con voz claramente feliz
- Ciao manis –dije y oí su risa ligera antes de colgar…
Fin de flasback
Por lo general era excelente alumno, pero la verdad es que la ilusión en mi cabeza no me permitió prestar atención.
Desde que llegue a mi casa me recosté en mi cama mi observaba el techo, simplemente había comido, bañado y acostado allí solo con mi bóxer y el cabello suelto, miraba arriba solamente por mirar y pensaba
Pensé en porque enrojecí
Pensé en porque estaba feliz
Pensé en porque aquellos lo veía como una cita.
Y me sentí raro… ¿es mi hermano no? ¿Por qué estaba asi? Apenas lo conocía, pero lo adoraba, lo adoraba como si fuera mi alma, y si de algo agradezco de mi corta y tormentosa estadía en el digimundo, además de valiosos amigos, me dejo conocer a mi hermano, a aquel pequeño sol que me hacía falta, mi otra mitad,
Asi que tal vez esa era la razón:
a) Me volvía loco, y
b) Lo quería demasiado
Me puse los audífonos y me quede dormido hasta el día siguiente.
Me levante a las 8:00 a.m hice el almuerzo para papá y mamá (no me gusta decirle madrastra, tengo dos mamás) y yo.
A eso del medio día estaba listo, me volví un pulpo, cocine y me arregle rápido, me puse un jean cómodo, una camisa de algodón blanca y, aunque no hacía mucho frio, un suéter de jean, me recogí el cabello pero no puse la pañoleta, no se veía bien. Creo que me eche todo el frasco de colonia, mi padre me regaño “ni que fueras con una chica” me dijo, a lo que mi mama respondió “sí, pero nunca se sabe ¿verdad Kouji?” yo reí por lo bajo.
El llego puntual como esperaba, usaba una linda bermuda color marrón con una franela de algodón beige, una gorra gris y el cabello alborotado bajo ella, éramos dos gotas de agua tan iguales y diferentes a la vez…
- ¡Ototou! –me dijo y me abrazo
- ¿Ototou? ¿Cómo sabes que no soy tu Aniki? –dije sonriendo y correspondiendo su abrazo
- Mamá me lo dijo –dijo soltándome –hueles genial ¡vámonos!
- Em claro –trate de ocultar el rubor en mi cara
Montamos en el metro hacia shibuya, donde estaba la feria, el pago, nos sentamos juntos a hablar puras idioteces:
- Y entonces monte una bici ¡y no sabía que estaba dañada! Los frenos no servían –reímos juntos –pero aun asi llegue a mi examen a tiempo
- Qué suerte tienes –dije con una sonrisa, el hacia salir la parte más cálida de mi.
- Ahora te toca a ti –me dijo sonriente –es tu turno de contarme más sobre ti
- ¿Eh? –dije un poco confundido
- Siempre soy yo quien cuenta su vida –dijo sacándome la lengua –es tu turno
- Siempre la cuentas porque la mía es aburrida –dije con una sonrisa
- Bah patrañas, anda Kouji dime algo de ti –dijo con sus ojos grandes mirándome con ternura
- P… pues vivo estudiando, y tocando mi guitarra…
- Wow ¡tocas guitarra! ¡yo quiero! –dijo con una sonrisa enorme
- Claro, si quieres te enseño, aunque es acústica
- Y eso que… podríamos ahorrar entre los dos y comprar una eléctrica –dijo viéndome a los ojos
- Pues… no es mala idea –la idea de tener una eléctrica compartida con mi otra mitad no sonaba tan mal
- Eso es, tú me enseñaras, te juro que aprenderé –dijo con una gran sonrisa
- Pues entonces –puse mi meñique –promete que apenas aprendas a tocar compramos una eléctrica, pero debes decirme si apesto siendo profesor
El me sonrió y entrelazo su meñique con el mío, eso quería decir que aceptaba. Ya estábamos llegando al parque y al parecer ¡seria un gran día!
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