--No sé si sea él.
--Gracias por todo-Dijo Sena cambiándose.
--No es nada, les deseo suerte-Respondió el mayor también cambiándose.
Salieron y después el castaño se fue acompañado de Monta y las chicas hacia sus respectivas casas. Por su parte, el pelinegro fue caminando sin rumbo, dejando a su koibito Mizumachi con Ohira y Onishi. Llegó hasta el instituto de los Bando y cuando estaba en el campo de entrenamiento del equipo de americano, apareció el chico que buscaba: Akaba Hayato, o Aka-baka para Kotarou, su actual y flamante koi.
--Necesito confirmar algo-Dijo el linebacker.
--Uuuh... Está bien-Contestó el pelirrojo Tight end. (+)
Como lo supuso, el pelirrojo, al ser tight end, lo bloqueó sin complicaciones al mismo tiempo que corría... Sin duda era demasiado bueno. Posiblemente el verdadero Eyeshield 21. (++)
El dolor recorrió hasta la espina dorsal del ojiturquesa y lo hizo retorcerse en el suelo.
Akaba se dio la vuelta, satisfecho por lo que había realizado. Caminó unos pasos y se detuvo, estaba feliz por haber vencido tan fácil a ese chico aunque por un momento creyó que sería más complicado.
--Oye, levántate ya... No fue tan duro el golpe.
--Ni si-siquiera puedo respirar-Medio contestó el pelinegro.
--Creo que me pasé un poco-Regresó y lo ayudó a levantarse-Lo siento... Como disculpa, acepta ir a mi casa por favor.
El ojiturquesa no puso objeción y llegaron a una lujosa casa en las orillas del distrito.
--Pasa, mis padres están de viaje por casi dos semanas así que podemos estar cómodos... Aunque no puedo ofrecerte comida caliente, pero si quieres hay pizza.
--Yo estoy bien, gracias.
El pelirrojo fue a buscar un botiquín para curar al otro. Regresó con vendas y un ungüento.
--Déjame revisarte para ver si no tienes moretones o algún golpe fuerte.
Le iba a quitar la camisa cuando el otro lo detuvo.
--¿Qué haces?
--Quitarte la camisa...
--Yo puedo solo...--Le dijo medio incómodo.
Se quitó la camisa, dejando ver su claro y bien formado pecho (*¬*) a un sorprendido Akaba que creía haberlo visto todo con el abdomen de su koi.
--Te dejé un moretón... Lo siento. Pondré esto en esa área y para mañana estará muy bien-Una sonrisa pequeña y estilizada [Sonrisa de ligador] apareció.
Le untó la medicina y le puso una compresa para resguardar el efecto. Esperaron unos minutos para que su ropa no se impregnara del fuerte olor.
Ninguno sabía qué decir, había un silencio incómodo. De repente, el pelirrojo sintió hambre y le ofreció comida: Pizza y sodas.
Kakei, muy amablemente le dijo que no podía comer eso porque no le gustaba. El tight end se decidió a tomar té, que le pelinegro si aceptó, y se quedó viendo la forma de su rostro, su cuerpo, sus piernas, y lo que estaba entre ellas, de una forma que el otro supo interpretar.
--¿Qué pasa?
--Nada... Sólo te observo... ¿Acaso te da vergüenza?
--No, pero me siento raro. Además, ¿Qué no estás con Kotaro?
--Si, pero eso no tiene nada qué ver con que te observe... Estás muy bien, aunque no sé cómo es que estás con ese rubio alocado.
--¿Conoces a Mizumachi?
--Kotaro me ha dicho mucho de él... Lo admira porque le parece muy "inteligente" con sus metas y ese entusiasmo pero yo creo que es muy infantil. Aún así, respeto tu relación con él y no estoy ofendiéndolo.
--No te preocupes. Bueno, creo que ya me voy a poner la camisa... Comienza a haber frío y el olor ya se disipó, es momento de retirarme.
Se acomodó la ropa y estaba por irse cuando la voz del pelirrojo lo detuvo.
--Espero que no te moleste lo que voy a decir pero... Me gustas. Eres muy sexy y tienes un trasero delicioso a la vista de cualquiera-Se puso de pie y siguió a Kakei.
--Akaba, no sé cuál sea tu propósito pero debo decirte algo: Un día de éstos te golpearán por ser tan atrevido.
--Vamos, será sólo una vez. Ninguno debe enterarse y... Te dejaré ser el seme.
--¿Qué? ¿Me dejarás ser el seme? ¿Es una broma?
--¿Tú eres uke?-Le preguntó sorprendido el pelirrojo.
--Ni en las desquiciadas fantasías de Mizumachi.
--Entonces no tienes nada que perder... Yo también lo soy, pero eres demasiado sexy y quiero ver qué tan bueno eres.
Se quedaron en silencio por unos segundos.
--Verás que bueno soy.
Un beso lujurioso dio inicio y como pudieron, llegaron a la habitación del tight end y terminaron sobre la cama desnudos.
--Con o sin uniforme, eres un sueño.
El pelinegro respondió acariciando las torneadas piernas y lamiendo el cuello. Ambos poseían un cuerpo que despertaba sueños húmedos en las chicas y varios chicos.
Akaba sabía que estaba mal lo que estaba pasando pero bien valía la pena. Un dedo entró en su cuerpo, doliendo y estimulando de una manera profesional. Una mano sobaba su miembro provocando espasmos involuntarios y gemidos ahogados. Una dulce boca se unió chupando sus tetillas, aumentando sus sensaciones.
--Aaahhh... Nnn...
No pudo evitar el orgasmo que el otro le provocaba y dejó salir todo.
--Ah... Lo siento... Es que fuiste...
--Falta lo mejor...
Sobó su miembro que ya le dolía, y lubricó la entrada un poco más. Comenzó a empujar y se excitó más por las expresiones de dolor que mostraba el otro. Esa manera de sonrojarse era incomparable.
Entró de una sola estocada, haciendo que el pelirrojo se arqueara en la cama. Por más que intentaban permanecer impasibles, ambos se desbordaban.
El pelinegro comenzó a moverse sin dejar de masturbar al otro y cuando tocó de lleno la próstata, ambos gritaron, la sensación era demasiado buena. Sus movimientos se volvieron frenéticos hasta que el orgasmo los atrapó e hizo que su mirada se nublara.
--Eso... Estuvo...--Dijo Kakei aún sosteniendo las piernas de Akaba sobre sus hombros [Posición del misionero].
--Eres grande en todos los sentidos...
Kakei pasó la noche en casa de Akaba, aunque en camas separadas. Se dieron una ducha y el pelinegro tuvo que avisar a sus padres, más bien a su ama de llaves, que no llegaría porque estaba en casa de un compañero; aunque también hizo la llamada de rigor a su koibito diciendo que lo quería y que tuvo un problema a resolver pero que en recompensa, habría galletas de fresa cuando se vieran... El rubio le perdonó todo.
Akaba también recibió una llamada de su madre, y platicó unos minutos [45 en realidad], después llamó a Kotaro y le prometió llevarlo al cine al día siguiente... Uno más que perdonó todo.
Ambos sonrieron cuando platicaron en el desayuno, eran rivales en el campo pero no significaba que eran malvados. Eso que había pasado, era un secreto, un encuentro secreto que quizás algún día se descubriera, pero ellos harían lo posible para que no. Por ahora, vivirían del recuerdo.
FIN