¿QUIEN DIJO QUE POR LA APARIENCIA SE DEFINE AL UKE?
El cambio conlleva un Karma existencial
Un nuevo año y muchos cambios habían sucedido después de su décimo sexto cumpleaños, y es que, a la mañana de la celebración de su natalidad, vio que su desgarbado cuerpo había adquirido ciertos cambios.
En primer lugar su muy delgado cuerpo tomó una musculatura leve, pero compacta; su piel se había vuelto más suave y había adquirido un tono dorado claro sin cambiar mucho la apariencia blanca de la misma, sus caderas, antes estrechas, se habían anchado y su redondez se había tornado más visible y su cintura, antes plana como una tabla, había cogido curvas como las de una chica; su rostro había tomado una forma más angulosa, sus labios se habían colocado más rojos y sus mejillas más sonrosadas, sus ojos se veían más grandes y brillantes que nunca, inclusive detrás de sus usuales gafas; y su cabello, ¡Eso era lo más sorprendente!, su cabello, antes un inusual nido de pájaros tan negro como la noche, ahora era una cascada de seda azabache suave y manejable… y extremadamente larga; sino es porque seguía conservando sus genitales, ¡Hubiera pensado que se había convertido en una chica! y ahora, caminando con sus inseparables amigos por el andén 9 ¾ se sentía como una, ya que toda la población masculina de Hogwarts lo miraba como si de un pedazo de carne se tratase, o mejor dicho como si de una guapísima chica se tratase, por más que estuviera con ropa de chico y careciera de pechos ya muchos habían tratado de ligar a la “lindura” de ojos verdes en que se había convertido para su total karma.
Por otro lado tenemos a un rubio a quien su décimo sexto cumpleaños le había sentado de maravilla ya que esa misma mañana notó como su delgado y fibroso cuerpo había conseguido un poco más de musculatura corporal, sólo lo necesario. Sus pectorales se habían marcado al igual que su abdomen, el cual se había endurecido y una espectacular cuadrícula se notaba en ella (lo que se conoce como abdomen de chocolatina, o abdomen de lavadero), su cabello platinado se veía más brillante que nunca, sus facciones más definidas por una mandíbula levemente cuadrada y con un poco de fino vello facial rubio imperceptible a la vista, su piel como el más fino mármol brillaba, tan blanca e impoluta, sus labios se veían más carnosos y sonrosados y su mirada, ¡Oh su mirada!, era como la de un felino a punto de capturar a su presa. Todo él digno de una escultura de un Dios griego, definido en una sola palabra: PERFECCIÓN.
Y esta obra de arte viviente, esculpida por los dioses, era el centro de miradas no sólo de la población femenina de Hogwarts, quienes lo miraban con adoración, sino también de la masculina, en donde algunos lo miraban con deseo y otros con desprecio, haciendo que éste bello adonis sonriera con altanería al pasar entre la gente, hasta que la vio; una bella figura de curvas perfectas y cabellos como la noche, la cual tenía unas estupendas y muy redondeadas nalgas, si, las mejores que había visto en toda su vida, pensaba el chico con su plateada y felina mirada dispuesta en su próxima presa.
Por otro lado un muy azorado y enfadado ojiverde se trataba de esconder detrás de su muy risueño pelirrojo amigo al ver al doceavo chico que invitaba al pelinegro a salir y que por décima vez no le interesó que en vez de una guapísima chica, más bien sacada de una revista de modas, fuera un chico y no cualquier chico, sino, EL CHICO, tratara no sólo de ligárselo, sino de propasarse con él ¡Y frente a sus amigos! agarrándole descaradamente el trasero, lo que le hizo acreedor al pobre chico un buen golpe cortesía de la castaña amiga del moreno, quien se sentía indignada por toda esta situación que ya parecía un circo, mientras, por otro lado el pelirrojo ya no podía contener más las ganas de reír y ahora se carcajeaba a pleno pulmón, indignando más a la castaña quien furiosa decidió dejar al pelirrojo, no sin antes halar al ojiverde consigo, haciéndolo por poco caer; mientras el pelirrojo veía como su novia estaba enfadada, calmándose de su ataque de risa y echándose a correr tras la castaña que apuraba el paso con el moreno todavía sosteniéndolo de la mano.
Cuando el pelirrojo por fin dio alcance a su novia, estos dos comenzaron a pelear, dejando momentáneamente solo al moreno, quien metido en una discusión consigo mismo, siguió camino hacia el tren sin fijarse por donde iba, hasta que chocó con un fuerte torso que lo tumbó de nalga al piso, causando que se le alborotara su largo cabello negro el cual fue a parar a su rostro.
El rubio desde lejos y junto con sus amigos había visto el show formado por un Ravenclaw de séptimo, quien se quiso pasar de listo con la azorada jovencita que se escondía detrás de la comadreja, que inútilmente contenía la risa mientras la sabelotodo le daba su buen golpe al chico. Cuando el pelirrojo de una manera indecorosa empezó a carcajearse, haciendo que la castaña tomase a la chica de la mano y se la llevara consigo misma furiosa, vio la oportunidad perfecta para conocer a la nueva alumna, ya que por lo visto era nueva y estaba siendo custodiada por los amigos del chico dorado de Dumbledore, así que ella debía de ser importante; pero no contó con el factor comadreja quien al ver a ambas chicas alejarse salió corriendo tras de ellas, pero ¡Oh bendito Merlín que traía la suerte consigo! Ya que el pelirrojo en un patético intento de excusarse con su novia dejaron a la morena a un lado, ¡Y ella ni por enterada!, siguió su camino cabizbaja, ahí el rubio entró en acción chocando “accidentalmente” con la chica, quien cayó de nalga al piso haciendo que su negra cabellera fuera a parar directamente a su rostro. El rubio compuso su mejor sonrisa y se inclinó hacia la chica tendiéndole una mano.
—Disculpa no te vi —Habló el rubio quien ayudó a parar a la todavía despeinada morena.
—No, no te preocupes, fui yo quien estaba… —Se quedó de piedra el moreno viendo el apuesto joven que le había tendido la mano para ayudarle a pararse mientras colocaba en orden sus cabellos.
Esa voz, esa voz la conocía, era un poco suave, pero masculina, y esos ojos… El rubio, al reconocer quien era la “hermosa damisela”, se quedó estupefacto y es que no era ninguna chica, ¡No señor!, la persona de las monumentales nalgas no era nada más ni nada menos que…
— ¿Potter?