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MI MAS PRECIADO SECRETO por DRAGIOLA

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Notas del capitulo:

Pude haber dejado este on-shot como eso, pero es obvio que es la continuacion de este otro, para quienes se preguntaron quien era la madre del hijo ilegitimo de Gwendal, aqui les va la respuesta.

 

 

MI PECADO

 

 

 

 

Cuando el niño salio de su cuerpo, lo único que deseaba era sostenerlo en sus brazos, mas el se lo negó, no importo cuanto suplicara, el se lo llevo lejos de su lado.  Ahora en frente suyo se encontraba su hijo, aquel niño con el cual soñara desde aquella noche, el pequeño que hasta ese día prefería pensar como muerto, antes que desaparecido.  Supo en ese momento que la vida le estaba dando otra oportunidad y que esta vez no la iba a desperdiciar. 

 

Cuando escucho de su boca acerca del destino del niño, lo hizo callar enseguida, no deseaba saber lo que le había ocurrido, ya que era obvio que al igual que el, él tampoco decidió quedarse con su retoño, mas al escucharle decir el nombre de su hijo, su corazón dio un vuelco, dolía, no por tristeza, si no por felicidad, ese niño, ese precioso infante que tanto quería, mas que no veía tan a menudo como desease, él era su tan precioso bebe, el mismo que no pudo sostener apenas naciera.

 

Estaba tan nervioso cuando se lo entregaron, le dio aquel abrazo que tanto deseara darle apenas naciera, brindándole un dulce beso en la frente, el niño se extraño por aquel contacto, claro, su familia no era conocida por tales contactos físicos, ni mucho menos por ser cariñosos, pero eso iba a cambiar, por el seria capaz de todo.

 

Lo encontró llorando desconsoladamente, ya se había enterado que no volvería a pacto de sangre, lo único que hacia era llamar a su supuesta madre y él lo único que deseaba decirle desde el fondo de su corazón era que estaba a su lado, mas sabia que no podía hacer eso, como explicarle aquello a un niño tan pequeño, como enfrentar el escándalo, peor aun, como sobre llevaría  aquello su hijo en el futuro, cuando lo mas seguro es que fuera apuntado de por vida por sus errores.

 

Cada noche le iba a dar las buenas noches, en ocasiones lo arrullaba en sus brazos hasta que se quedaba dormido, lo estaba consintiendo demasiado, lo sabia, además que sus mas cercanos y sirvientes también se percataban de ello, sobre todo aquel que conociera su secreto.  El que por mucho tiempo odio, pero por mas que quisiera matarlo, o alejarlo, no podía, no era su culpa, ya que fue él quien le había dado la orden de hacer aquello esa noche desde que se enterara de su estado.

 

Estaba comprometido, su padre ya había arreglado todo con el padre de Lady Chamfort,  para cuando el se entero no le quedo mas que aceptar los designios de este, olvidando al joven enamorado con el cual ya tuviese algunos momentos de intimidad.

 

Sabia que le dolería, pero que podía hacer, él jamás le había propuesto un compromiso formal, lo de ellos fue un amor clandestino, comenzó como un simple juego para luego transformarse en algo mas, cada vez que saliera el tema del compromiso, de que su amor saliera del anonimato, el simplemente le ignoraba, mientras que él debía dar por hecho que si deseaba seguir con su amado seria mejor olvidar todo aquello, entonces paso, su padre llego a informarle de su decisión, entonces supo que todo había sido nada mas que un lindo sueño. 

 

Termino su fugaz romance sin que su amado pusiera objeción, es mas, parecía aliviado, claro, quien querría a otro Bielfield en palacio, para los miembros de esa familia seria tener otro dolor de cabeza, de seguro pensaba eso.

 

Cuando los malestares empezaron no dudo en pensar que se trataba de algo pasajero, un alimento en mal estado, hasta que se trataba de nervios por los preparativos de su compromiso formal, pero cuando su fiel sirviente le dijera de sus sospechas, no pudo mas que reírse en su cara, para luego ponerse pálido al percatarse que su vientre comenzaba a crecer con el paso del tiempo. 

 

¿Qué haría?, debía decírselo, pero si lo hacia, como reaccionaria su padre, el ya tenia suficientes dolores de cabeza con el desastre de hombre que tenia por hermano mayor, para colmo el rumor de que tenia una humana embarazada se hizo fuerte, para colmo su esposa la maou esperaba al heredero de la casa Bielfield, todo aquello había enfermado a su pobre padre, mas el se negaba a aceptar este hecho, y ahora, como guinda de la torta, su hijo menor en estado, esto de seguro lo mataría, lo que no lograra su hermano mayor el lo haría, eso no, no podía permitirlo, quizás su relación con su progenitor no fuera la mas buena, pero aun así lo amaba y no deseaba que nada malo le ocurriera.  Esa misma tarde llego a una decisión que seria trascendental por el resto de su vida, se sentó frente a su escritorio, tomo una pluma y una hoja, comenzando a redactar una extensa carta explicando con detalle los motivos de lo que haría en un futuro lejano, dicha carta seria la que llegara a manos de aquel hombre junto con su retoño apenas le diera a luz.

 

Los primeros días se le partía el corazón al recordar el llanto de su pequeño clamando por su calor, al tocar ese vientre vacío que tanto le agradaba acariciar en aquellos meses, deseaba morir, no, deseaba ir por el, pero entonces su sirviente le recordaba lo que ocurriría si hacia eso, su compromiso era todo un hecho, su matrimonio se acercaba, de todo lo que hicieron para ocultar su embarazo, hasta del hecho que debía negarse a ir a palacio nuevamente con algún pretexto, no debía verle, no podía permitirse flaquear, ya no había vuelta atrás.

 

Su padre lo había dicho aquella vez que regresara de conocer al heredero de su casa, era una preciosidad, digno descendiente de su línea, pero jamás pensó que tales exageraciones fueran ciertas.  Por primera vez conocía a su hasta ahora desconocido sobrino, lastima que fuera en aquellas trágicas circunstancias. 

 

Apenas fuera enterrado su padre su hermano exigió hacerse cargo de las tierras que por derecho de ser el primogénito le correspondían, la sorpresa que se llevo fue grande cuando el abogado que había estado presente en el funeral les pidió que le acompañaran.  Sus gritos se podían escuchar por toda la mansión, cada vez mas fuerte, ¡traidor!, ¡cínico!, ¡maldito viejo!, esa y un sin fin de insultos se iban acumulando para luego golpearlo, pero apenas sacara su espada el hizo lo mismo, podía aguantar todo pero la muerte a causa de un hermano energúmeno, ¡eso no!

 

Nunca soñó ni en sus mas extrañas fantasías el ser designado heredero de la casa Von Bielfield, sabia bien que ese honor seria de su hermano mayor, siempre lo supo y nunca tuvo problemas con ello, ahora debía enfrentarse con el hecho de hacerse responsable de tan digno honor y con ello llevar adelante su linaje, sin importar las rabietas, además del odio creciente de quien hasta ese momento fuera el consorte real. 

 

-¿Que esperaba el joven amo? , mi señor jamás dejaría su tan preciada casa a un sinvergüenza como el y mucho menos teniendo como esposa a una casquivana que aunque sea la maou, todos están consientes de sus aventuras, perdóneme mi señor-

 

 Le decía un tanto avergonzado su fiel mozo.  Eso era cierto, pero a caso su padre le hubiese dejado a él tal responsabilidad de haber conocido su pecado, nunca lo sabría, esa seria su culpa secreta, por ello, ante el asombro de todos, decidió hacer publico que el futuro heredero de la casa Von Bielfield seria nada menos que su sobrino menor, ese al cual no viera mas que en un par de ocasiones.

 

La noticia recorrió todo el reino, llegando a oídos de la familia de su futura esposa, quienes no estaban contentos con aquella decisión, por lo cual para hacerle desistir de ella le amenazaron con romper el compromiso, pero el ya no era un niño, ya no dependía de otros para regir su vida y mucho menos dejaría que ellos, una familia de medio abolengo a la cual su padre prácticamente le había vendido el hijo menor a cambio de su apellido le viniera a decir lo que debía hacer.   Así fue como tras dos meses de su ultima pelea con el padre de su prometida una carta llego a sus manos, informándole del compromiso y matrimonio inmediato de esta en un par de semanas, no podía creerlo, aquello era una afrenta a su persona, una humillación a su casa, por primera vez sintió esa ira tan bien conocida en su familia con ansias de quemar vivo a quien se le pusiera en frente.

 

La solicitud fue hecha, hasta la misma maou los recibió para mediar en aquel asunto que en cierta forma también le incumbía, la familia de la muchacha no daba su brazo a torcer y el nuevo prometido rogaba clemencia, es mas, hasta ofrecía una compensación económica para el agraviado, a lo cual este indignado lo reto a duelo.

 

Esa mañana era fría, todos los presentes temblaban mas por ello que por lo que estaba a punto de ocurrir, como muchos lo supusieron, Walterona Von Bielfield gano el reto, alzo su espada y cuando estaba a punto de matar a su contrincante un grito se alzo, ella corría suplicante, rogando su perdón, su padre espantado le seguía para detenerla pero entonces ella volvió a gritarle su verdad.

 

Al igual que el, su prometida había sido forzada a aceptar aquel compromiso, al igual que el ella tenia un enamorado, a diferencia de él, ellos no se habían separado, todo lo contrario y ahora, mirándola mejor podía percatarse de ese hecho.

 

 

-Cobarde, no puedo creer como nuestro padre te dejo a cargo de nuestra casa, tu que ni siquiera defiendes tu honor por lo que esa puta te hizo- le reclamo su hermano tras la decisión que tomara. 

 

No porque el no pudiera ser feliz significaba que le quitaría esa oportunidad a esa pareja, mucho menos a un ser inocente que aun no nacía.

 

 

Los años pasaban y cada vez se sumergía mas en sus deberes, era la única forma de olvidarse de su pecado, hasta el simple hecho de buscar su propia felicidad la dejo de lado, ese seria su castigo, nunca tendría una familia propia, no merecía hijos, debía pagar por lo que le había hecho a su propia sangre.

 

 

Cuando recibió la paloma con aquel mensaje, no dudo en tirarlo a la basura, pero al recibir un segundo alegando que se trataba de su sobrino, no dudo en ir al encuentro de quien fuera hace muchos años el amor de su vida.

 

No entendía sus razones, como podía tan si quiera alejar  al pequeño de su madre, él su propio hijo, sabia que la Heika seguía con su vida licenciosa luego de la muerte de su hermano, pero seria para tanto.  Se negó, no podía aceptar tal obligación, criar a un niño, a su sobrino, claro que le quería, era su única familia, pero no se lo merecía, si no había sido capaz de ver crecer a su propio hijo, menos merecía hacerlo con el de su hermano.  Entonces le dijo algo horrible, algo que lo saco de sus casillas, iría a exigirle explicaciones a su cuñada, aquello que escuchaba debía tratarse de un error, así fue como le grito la maou, a quien por primera vez noto como la mujer que describiera despectivamente su fallecido hermano.  Le había dejado con la palabra en la boca, le grito un par de insultos e ignorándole por completo se marcho a los brazos de un sujeto que de seguro era su nuevo amante. 

 

Ya no tenia dudas, debía sacar a su sobrino de aquel lugar pero como, estaba pensando en eso cuando él llego y le pidió que le siguiera hasta su despacho.  Pudo notar por su expresión que aun pensaba que no se llevaría a su sobrino, estaba a punto de decirle que eso había cambiado cuando de su boca salieron aquellas palabras.

 

 

-Wolfram no es hijo de mi madre-

 

 

¿Qué cosa?, no lo podía creer, acaso esa mujer había tenido el atrevimiento de engendrar un bastardo, aun estando casada con mi hermano, peor aun, lo había hecho pasar por un Bielfield, uno que heredaría mi casa, como se había atrevido.  Supo enseguida en lo que pensaba por lo cual alzo su vos para seguir con la conversación y sacarme de mi estupor.

 

 

-Tampoco es de tu hermano, no es lo que estas pensando-

 

 

En ese momento estaba mas que confundido, entonces agacho la cabeza, comenzando a contarme de cómo aquel niño había llegado a palacio.

 

Hubiese llorado de haberse encontrado solo, lo hizo al estarlo, no daba crédito a lo que escuchaba, su sobrino muerto, su hijo ocupaba su lugar, y el deseaba que se lo llevara para criar, ¿acaso se lo merecía?   Pero en ese momento nada tenia que ver si se lo merecía o no, en esos momentos debía velar por la seguridad de ese niño, su sobrino estaba en peligro, no, su hijo, su tan preciado bebe al cual abandonara por cobardía.  Si, una vez lo había hecho pero con seguridad, no habría una segunda.

 

 

Ella estaba furiosa, no se lo entregaría tan fácilmente, el ya le había comentado que no sabia nada del asunto pero que de ser necesario se lo diría, al parecer lo había hecho, ya que se lo había entregado sin mayor problema, ahora era tutor legal, podría llenar ese vacío que le quedara al alejarlo de su lado, esta era una nueva oportunidad que le daba la vida, una que no pensaba desperdiciar.

 

 

Fue difícil dejarlo ir cuando decidiera seguir con su carrera militar, mas al no verle con tanta frecuencia pero el ver llegar proposiciones de compromiso formal, eso si no lo soportaba, antes de que llegaran a sus manos se tomaba la molestia de leer cada una de ellas, las mas osadas las tiraba al fuego para luego pedir cortésmente no volver a molestar, mientras de las mas suaves solo le hacia llegar un par de quienes consideraba buenos partidos para el futuro, todo su esfuerzo en cuidar de la tan preciada inocencia de su pequeño fueron a dar a la basura apenas llegara al palacio, ya se había enterado que las cartas empezaron a llegar por montones aquel lugar y a diferencia de él, el idiota de Gwendall ni siquiera se tomaba la molestia de desecharlas, es mas al parecer la casquivana de la reina se encargaba de hacerle llegar y hasta presentarle a esos degenerados sin pensar en las consecuencias.  Estaba furioso, realmente no entendía que tenia esa mujer en la cabeza, el era aun un niño, acaso no lo entendía, porque no se ocupaba de sus hijos mayores, eran ellos quienes debían casarse no su hijo. 

 

Se puso pálido al escucharle, hasta pudo notar como una arruguita se le formaba en la frente, como pudo haber encontrado eso en otros tiempos seductor, nunca lo sabría, había que ver como las hormonas adolescentes nos hacen actuar de forma extraña.

 

No se le había ocurrido pensar en aquella posibilidad pero al verle supo enseguida que ignoraba todo aquello, ¡pero que diablos!, si el estando a dos días de palacio lo supo como era posible que él no, entonces pudo notar el porque, un soldado tras pedir permiso entro con una ruma de documentos para revisar, los cuales aquel hombre debía revisar.  Entonces supo que el rumor era cierto, la reina solo estaba de adorno y quien manejaba los hilos de palacio era su hermano mayor, pero nunca pensó que además de el su hijo mayor también debiera pagar por sus obligaciones denegadas.  Desde ese día tuvo un aliado para cuidar la pureza de su retoño.

 

Prometido, el Heika, ¿como sucedió eso?, ¿que estaba haciendo aquel sujeto en ese momento?,  aunque debía aceptarlo, ser el prometido del nuevo maou era un gran honor y de seguro algo que seria de gran ayuda en un futuro para la casa Bielfield, sobre todo para cuando su hijo tomara control de esta.  Al menos eso pensaba hasta el momento en que se enterara de su origen, si no hubiese sido nuevamente por sus reproches al sacarle en cara sus errores, no se hubiese echado para atrás, menos al enterarse de que su hijo le amaba, eso si, le había dejado bien claro, tanto a su retoño como al idiota que tenia como supuesto aniki, que antes del matrimonio no debía ocurrir nada de lo contrario, maou o no maou, el dichoso prometido perecería bajo su espada.

 

 

Hasta ese momento solo había logrado conocerlo por un retrato, cada vez que fuera a conocerlo ya había partido a su hogar, el hecho lo encontraba de lo mas sospechoso pero tal como se lo explicaran, al parecer él no decidía los viajes, si no el mismísimo Shinoun, y si ni ellos o el mismo heika no ponían pretextos, quien era el para hacerlo.

 

De prometido a Maou, ese era un gran cambio para su sobrino, pero el había regresado para echar abajo el futuro glorioso de su heredero, para colmo el lo apoyaba.  Estaba contento al escuchar su decisión, rompió el compromiso y apenas le viera lo reto a un duelo. 

 

Su corazón sintió un revés al verle tirado en el suelo, lo perdería, como había llegado aquello, el iba ganando, entonces aquel muchacho adopto aquella forma, su mayoku era fenomenal, los rumores eran ciertos, ahora comprendía como le había ganado a Shouji, pero que pretendía hacer, su mente se nublo.

 

Lo amaba, solo eso debía significar, porque entonces regreso aquel ataque feroz contra si mismo en vez de ganar el duelo definitivamente, ahora comprendía porque le amaba,  ahora podía aceptar aquel compromiso y darle su preciado hijo aquel individuo.

 

Un bebe, de uno de los hijos de la Maou, ¡quien!, exigía saber pero nadie le daba respuesta, el mayor no tenia prometida, aunque sabia que eso no seria obstáculo para engendrar, el del medio, no se le conocía romance alguno, pero quien sabia, ahora solo quedaba, ¡no!, eso no podía ser, pero era el único comprometido, además que sabia de buena fuentes que dormía junto a su prometido, pero también de que entre ellos nada había pasado gracias a sus fuertes convicciones de crianza, pero estaba ella, aquella mujer que hasta el día de hoy era un fuerte dolor de cabeza, de seguro, si algo había pasado era por su  culpa.

 

 

Por fin había llegado a palacio, lo encontró sin demoras, gracias al cielo, se dijo, debía conocer la verdad, fuera cual fuera, apenas intentara hablarle este se pronuncio asegurándole de que no era cierto, pero apenas le formulara la pregunta de su duda, pudo notar como su rostro cambiaba, entonces supo que no hablaban de lo mismo.

 

 

Era un alivio, tras llevarse a la fuerza a los dichosos prometidos reales, todo quedo aclarado como un simple mal entendido, eso si, la amenaza que le hizo al maou fue bien clara.

 

 

-Tócale tan solo un cabello antes del matrimonio y dese por muerto-

 

 

Se notaba que aun era un muchacho, sonrío tontamente asegurando que jamás se atrevería, para luego huir como una rata del despacho, mientras su sobrino indignado gritaba a mas no poder por la ofensa a su honra, ni siquiera pudo pedirle disculpas al caso porque apenas viera salir a su prometido se fue tras el, sin siquiera despedirse.

 

 

-A todo esto, que quisiste decir con eso de que todos sabían que no era cierto, a que te referías-

 

-Corre el rumor de que tengo un hijo ilegitimo-

 

 

Dijo seriamente, ante lo cual sentí hervir mi sangre.

 

-Vaya que sorpresa, quien es el bastardo-

 

-¿¡Quien crees!?-

 

 

Me sorprendí al escuchar aquello, entonces caí en cuenta a quien se refería aquel rumor y sentí el mundo caerse a mis pies.

 

 

-No te preocupes, lo he negado todo, nadie tiene porque sospechar, además quienes sabían al respecto ya no existen-

 

 

-Pues hiciste bien-

 

 

Le respondí, a lo cual él molesto me corrigió.

 

 

-No es lo que piensas, a todos nos llega la hora-

 

 

Realmente se había molestado con mi comentario, vaya que estaba sensible con todo aquello.

 

 

-En todo caso, aunque llegaran haber pruebas, solo yo seria involucrado, no tienes porque preocuparte, nadie sospecharía de ti, ni mucho menos de él-

 

 

-Gracias-

 

 

Ahora lo recordaba, lo que hizo que me enamorara de Gwendall Von Voltaire, mi primer y único amor.

 

 

 

 

 

 

 

FIN

Notas finales:

Bueno, como lo dije antes, pude subirlo como historia independiente, no es necesario leer el otro para entenderlo, al menos eso creo, espero que como en el anterior les haya gustado y que recuerden que esta historia es ficticia, por algo es fanfics.

Gracias por leer.


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