Un doncel guerrero
By Pikacha and Lindura
Capítulo uno:
~Brindar honor~
La Gran Muralla China consideraba una de las siete maravillas del mundo, con una altura incomparable, con 8,581.8 kilómetros de largo, tan indestructible y magnifica, el orgullo de su nación. Era perfecta pero no impasable.
Esta era custodiada las veinticuatro horas del día, porque más de ser una maravilla, era considerada una ventaja en la batalla, cualquier enemigo que se infiltrara en China sería descubierto santiamén.
Era una noche de invierno fría, que los del Sonido aprovecharían.
El guardia en turno recorría el lugar para revisar que todo estuviera en orden, era algo cotidiano que todo el tiempo se llevaba en calma, solo alguien demasiado estúpido o peligroso le declararía la guerra a China.
Este iba tranquilamente en su recorrido, cuando de la nada una serpiente le golpeo la cabeza, sorprendido se fijo en el animal, que ahora se encontraba en lo alta de una de las casetas. Tan enfrascado estaba mirando fijamente los ojos de la serpiente que apenas se dio cuenta cuando un gancho se agarró de la pared sosteniéndose, cuando el hombre lo notó se acercó para fijarse y de ser posible cortar la cuerda que sostenía el gancho, pero en ese momento decenas de estos salieron de entre las penumbras aferrándose a la Gran Muralla.
– ¡¡Nos están atacando!! – Gritó el guardia corriendo – ¡¡Enciendan la señal!!–.
Lo que no se esperaba es que tres hombres salieran de la caseta para atacarlo, lo más seguro es que sus compañeros estuvieran muertos. Despavorido corrió hacia las escaleras esquivando el ataque de la espada del más musculoso de los enemigos.
Cuando logró subir y llegar a lo alto de la caseta, tomó una de las antorchas para así prender fuego a la señal, fue cuando visualizó de entre la oscuridad de la noche al líder del Sonido. Este era un hombre alto y pálido como la cera, con una línea morada al contorno de sus ojos de serpiente, fríos y oscuros como el animal rastrero que era, su cabello era largo y oscuro.
El villano le dedico una sonrisa malvada, ante la mirada penetrante del guardia cuando logró encender la señal, seguido de esto las demás luces comenzaron a iluminar la Gran Muralla, revelando que el enemigo había llegado.
– Ahora toda China sabe que están aquí – dijo sabiendo que después de esto moriría.
– Perfecto – comentó el otro, mientras tomaba la bandera del emperador y le prendía fuego.
°~°~°~°
En el palacio real, se encontraba el general Uchiha Fugaku entrando con rapidez junto con sus tropas, se iban acercando a donde estaba el gran emperador de China, Sarutobi-sama, para informarle sobre el acontecimiento que acababa de suceder en la Muralla.
– Su majestad– Hablaba el Uchiha – Los del sonido han atacado la frontera Norte…– decía pero es interrumpido por la consejera.
– Imposible, nadie puede cruzar la Gran Muralla–pero es callada por el Emperador.
– Orochimaru es el líder– Reveló seriamente, mientras miraba la reacción gobernante de China– Pondremos tropas alrededor de su palacio de inmedia…– Continuó pero nuevamente fue interrumpido, esta vez por el emperador.
– ¡¡No!! – Dijo poniéndose de pie – Las tropas protegerán a mi pueblo – seguido de esto volteó a ver a su consejera – Sakura – la llamó.
– ¿Si alteza? – contestó haciendo una pequeña reverencia.
– Envía avisos de reclutamiento a las provincias – ordenaba – convoca a las reservas, recluten a toda la gente posible – decía mientras comenzaba a caminar con elegancia, bajando las escaleras.
– Disculpe majestad– dijo un poco indignado el Uchiha – pero creo que mis tropas podrán detenerlo – argumentó.
– No correré ningún riesgo, general – lo contradijo – Un grano de arroz puede inclinar la balanza – decía con sabiduría – Un hombre puede ser la diferencia, entre la victoria y la derrota – y sin duda lo sería, pero no precisamente tenía que ser un hombre del todo.
°~°~°~°
En otro lugar de China, se encontraba un hermoso rubio de cabellera larga repasando lo que más odiaba en su recamara.
– Callado, reservado, gracioso – decía antipáticamente el chico, mientras comía un poco de arroz – educado, delicado – dijo con la boca llena mientras escribía con tinta en su brazo lo dicho – refinado, equilibrado… ¡¡Puntual!! – Gritó exaltado mientras el gallo cantaba escandalosamente afuera – Es tarde… – comentó, en seguida se puso de pie y comenzó a correr– ¡¡Hermanito, hermanito!! – gritaba.
El chico corría por toda la casa, soplando su brazo para que la tinta se secara, paró cuando encontró a su adorada mascota – Ahí estas – dijo con ternura – ¿Quién es el perro más listo del mundo? – Preguntó, mientras el pequeño perrito ladraba – Vamos amigo ¿me ayudaras con mis labores de hoy? – cuestionó lanzando un costal con trigo a los pies del animal, enseguida de esto lo amarro con un palo a la espalda de este, poniendo un hueso en la otra punta del palo.
El perro comenzó a correr hacia la puerta que el muchacho abrió dándole paso, pero siendo tan “listo” terminó estrellándose contra la pared, el doncel puso cara de dolor, pero al parecer el canino ni siquiera lo notó y corrió hacia afuera, dejando un camino de comida para las gallinas.
En el pequeño santuario del hogar se encontraba un hombre rubio, encendiendo una varita de incienso, disponiéndose a rezar – Honorables ancestros – Decía mientras se arrodillaba ante las pequeñas lapidas que los representaban – Ayuden, por favor a Naruto a impresionar hoy a la casamentera – Pedía, no mejor dicho suplicaba, mientras llegaba el perro, interrumpiendo el momento de paz y trayendo tras él a todas las gallinas.
Tratando de ignorar que el causante de esto era su propio hijo, imploro más: – Por favor, ayúdenlo ¡¡POR FAVOR!! – perdiendo la paciencia.
Naruto se dirigió al santuario llevando consigo la tetera y un vaso para darle el té a su padre, en la entrada se encontró con su “hermanito” parado sobre dos patas, tratando de alcanzar su sabroso hueso, como buena persona que es él, jaló el aperitivo y se lo dio al perro.
– ¡¡Padre, te traje tu…AHH!! – gritó el chico chocando contra su otou-san y tirando las cosas que traía, en un movimiento rápido su progenitor salvo la tetera, pero el vaso no corrió con la misma suerte, rompiéndose en el piso.
– Naruto…–
– Tranquilo, traigo repuesto – lo interrumpió mientras sacaba otro vaso.
– Naruto…– decía pero su hijo no lo escuchaba.
El chico sirvió té en el vaso mientras hablaba – los doctores dijeron tres tazas de té en la mañana…–
– Naruto…– su padre seguía insistiendo porque le tomara atención.
– y tres en la noche – continuo el doncel.
– Naruto – hablo por fin teniendo la atención de su primogénito – ya deberías estar en la ciudad – lo cuestionó – contamos contigo para…– decía pero fue nuevamente interrumpido por su hijo.
– Mantener el honor de la familia– dijo el menor cargando con el peso de sus palabras– no te preocupes padre, no los defraudare ´ttebayo – decía sonriendo mientras ocultaba bajo su manga las palabras que antes había escrito sobre su muñeca – ¡¡deséame suerte!! – gritó marchándose del lugar.
– ¡¡Date prisa!! – Le gritó su padre mientras se perdía de vista, su único hijo era algo despistado y sería un milagro si las cosas no terminaran mal. Volteó a ver al perrito que seguía ahí con el hueso entero dentro del hocico – Iré a orar, un poco más… – comento, luego se dirigió al interior del santuario.
°~°~°~°
En la ciudad había mucho alboroto; gente andando de aquí por allá, caballos corriendo, campesinos comprando, carrozas andando, lo común en el lugar. Fuera de un pequeño alojamiento se encontraba una mujer de cabello color rojo, con cara de preocupación ¿a qué horas llegaría? Estaba algo desesperada.
– Kushina, ¿Tu hijo no ha llegado? – Preguntó una señora que salía del cuarto, un tanto molesta, tenía esperando al chiquillo desde hace un tiempo – La casamentera no es una mujer paciente – Continuó mientras volvía a entrar en el condominio.
– Tenía que llegar tarde hoy – Se quejaba la pelirroja, pero que podría hacer ella – Les hubiera pedido suerte a los ancestros – Terminó algo desanimada, mirando hacia la calle, en busca de su retoño.
– Ellos ¿Cómo van a darte suerte?, están muertos – Alegaba una mujer rubia y de pechos grandes que se dirigía a la madre desesperada, con una pequeña jaula de madera en las manos, la cual traía dentro un grillito – Además tengo toda la suerte que necesitamos – Comentó con una mirada picara, camino hacia la calle transitada por muchos conductores – Es tu oportunidad de demostrar quién eres – Le susurró al grillito con amabilidad, confiando en la suerte que este le podía proporcionar, el animalito cual puso cara de desconcierto al ver que la rubia se tapaba los ojos y se disponía a cruzar la calle.
– Oba-chan, ¡¡NO!! – Grito Kushina, mientras veía a la señora cruzar la calle.
Esta sin importarle nada camino y paro hasta llegar al otro lado, causando todo tipo de accidentes entre las personas que circulaban por la vía con caballos.
– ¡¡SII!! – Gritó la rubia desde el otro lado de la calle, sin ningún rasguño – ¡¡Este grillo es el de la suerte!! – Terminó mientras levantaba la jaulita con la mano, en donde el grillo casi moría de un ataque al corazón.
La pelirroja suspiro, su suegra definitivamente no tenía solución en ese aspecto. Después de pasar el susto, por los descuidos de la oba-chan, escucho el relinchar de un caballo, inmediatamente giro para encontrar a su hijo -que bajaba del animal- más desarreglado que de costumbre.
– Ya estoy aquí – exclamó felizmente el muchacho, mientras su madre lo miraba con un gran enfado – ¿Qué? – Preguntó ingenuamente y al ver la reacción que su progenitora puso al escuchar esa pregunta, trato de excusarse – Pero mamá te… – Pero no logró ni argumentar absolutamente nada, cuando la pelirroja lo interrumpió.
– Ya basta de excusas – Decía algo enojada por la actitud despistada del menor. Tratando de apurar el asunto lo empujo dentro del lugar donde estaban esperando sus amigas – Ahora vamos a prepararte – Terminó de decir cuando ya lo tenía casi adentro del condominio.
Entraron al alojamiento, mientras el chico hacia un puchero ¿Cómo si él se quisiera casar? Todo esto solo lo hacía por el honor de la familia, a él no le gustaría estar casado con alguien arrogante y frío, él quería ser libre y expresarse sin que la sociedad lo tachara.
Inmediatamente al estar dentro la mujer que antes había preguntado por el chico, lo jalo de su lado, Naruto no objeto nada en contra de ello, apenas comenzaba el show con este tipo de cosas.
Miren este lindo retoño
Querido, he visto peor
Hay que quitar lo feo
Serás un primor
La mujer castaña lo estaba desvistiendo sin una pisca de vergüenza, al terminar de hacerlo lo metió en la tina llena de agua.
– ¡¡Esta helada!! – se quejo inmediatamente al entrar a esta, su cuerpo titiritaba de lo fría que estaba.
– Estaría caliente si hubieras llegado a tiempo – Le echaba en cara su madre con reproche.
A lavar y a secar
Deslumbrante te voy a dejar
Esta fórmula no va a fallar
Nos vas a brindar honor
El cabello del doncel era rápidamente enjabonado con varios tipos de shampoo, podía oler el aroma a vainilla y canela que mezclaban en su cabellera. Su madre se dedico a comenzar a tallar sus muñecas, cuando se dio cuenta de un pequeño inconveniente.
– Naruto, ¿Qué es esto? – Le interrogó mientras tomaba el brazo de su hijo, mirando lo escrito en ello.
– ¡¡Notas!! – Contestó asustado el chico, soltándose del agarre – Para no olvidar nada – Terminó mientras escondía el brazo de su madre.
– ¡¡Sostén esto!! – Dijo la rubia de pechos grandes al aparecer de la nada, entregándole el pequeño grillito de la “suerte” – Necesitaras más suerte de la que creí– argumento mirando irónicamente a la pelirroja, mientras desaparecía de nuevo.
Ya verás por aquí
Los muchachos pelearán por ti
Con fortuna y un peinado así
Nos vas a brindar honor
Una nueva mujer apareció, mientras que la anterior tomaba un mecho de su cabello, cepillándolo y aspirando ese delicioso aroma que tiraba, estaba segura de que con eso podría impresionar a la casamentera. Las dos mujeres arreglaban su cabello, haciéndolo un chongo tradicional al doncel, este solo movía su cabeza de lado a lado dejándose hacer.
Esto sería más problemático de lo que imaginaba.
A su familia gran honor
El chico va a brindar
Si un buen partido es el que podría ganar
Al terminar el peinado, su madre la llevo a rastras hacia afuera del lugar, caminando rápidamente hacia otro.
El muchacho se distraía con facilidad, pudo observar como dos ancianitos jugaban un amistoso juego de ajedrez, parecía que el más canoso había ganado, pero mentira todavía quedaba esperanza mientras el rey estuviera bien, miro el tablero mientras rascaba su barbilla, sonrió de medio lado al encontrar la victoria. Con maestría Naruto se acerco a ellos eh hizo un jaque con mucha facilidad, dejando casi en la derrota al que parecía el ganador.
Lástima que los hombres los preferían tontos ante todo.
Su madre al ver que se retrasaba lo jalo de nuevo con ella.
Debes ser especial
Calmada, obediente, muy servicial
Gusto fino y figura ideal
Nos vas a brindar honor
Las mujeres que ayudaban a su madre, lo vestían con un hermoso kimono de color blanco con pequeños toques naranjas, por lo menos el había podido escoger como lo vestirían para ir con la casamentera, con lo que no contaba es con que lo apretaran tanto para resaltar sus caderas, no entendían que él no era un chica ¿o qué?
No lo era, pero era un doncel, algo que se consideraba casi igual ante la absurda sociedad.
Servimos al Imperio que
A los hunos va a vencer
Con armas, el varón
Con hijos, la mujer
Ahora se dirigían al lugar donde lo maquillarían, algo tedioso para su gusto, Naruto simplemente prefería lo natural, pero la maldita casamentera era un caso especial.
Su madre seguía a un lado de él, guiándolo, pero el chico se volvió a distraer.
Unos niños jugaban con sus espaditas, pero al mirar a la hermosa niña jugando no pudieron evitar hacerle una pequeña travesura. En un descuido los pequeños le quitaron la muñeca a la chibi. El rubio inmediatamente fue en su ayuda devolviéndosela y regañando a los otros, por el acto de injusticia.
Al final, triunfarás
Como flor de loto lucirás
La mejor oferta tú serás
Nos vas a brindar honor
Odiaba las cosas superficiales y en ese momento se sentía como uno.
Su madre y otra mujer lo maquillaban; un poco de polvo por aquí, un tono rosado para sus labios, unas mejillas sonrojadas y sus ojos sin sombra, para hacerlo más neutral.
Kushina le entrego un pequeño espejo de mano, en donde miro su reflejo, se miraba tan diferente a como era, y dándole un toque más personal a su apariencia, este saco un pequeño mechoncito de su cabellera.
– Ya estás listo – Le dijo orgullosamente su okaa-san.
– Aun no – Dijo Tsunade interrumpiendo el momento, llegando con varios objetos en las manos – Una manzana para la serenidad– le decía mientras Naruto mordía esta – un pendiente para el equilibrio – le entrego un representante del ying y yang, mientras lo colaba en el listón de la cintura del kimono – Un collar de jade, orgulloso llevas – el rubio se agacho un poco mientras que su abuela le ponía el accesorio y lo escondía bajo su ropa – y un grillito suerte da, así no habrá problema – le giño un ojo, al momento de infiltrar la pequeña jaula del animalito bajo su vestimenta.
Suspiro, este hecho era demasiado importarte para arruinarlo, tenía que hacer las cosas bien y por un momento dejar de ser tan descuidado, sus padres creían en él, y tenía que brindarle honor su amada familia, solo esperaba que los ancestros le ayudara un poco en todo ese show.
Voy con fe a pedir
Que esta vez me ayuden a cumplir
Mis ancestros han de intervenir
Y a mi padre daré honor
Naruto caminaba dirigiéndose en donde encontraría a los demás chicos o chicas que serían “calificados” para tener un marido. Cuando se dio cuenta iba algo atrasado que los demás y corrió a alcanzarlos, la casamentera no toleraba la impuntualidad.
Sí, a la casamentera vamos
Ay, qué miedo, vamos, vamos
Perlas son, que cuidar
Su destino pronto va a cambiar
Muñequitas hechas para amar
Dignas de un aparador
El rubio siguió corriendo hasta alcanzarlos, para llegar justo a tiempo, miro como iban todos caminando – con la espalda recta, la cabeza levantada, y una pequeña sombrilla en las manos-, con rapidez se puso en la misma pose que los demás, tenía que hacer las cosas bien.
Nos vas a brindar…
Nos vas a brindar…
Nos vas a brindar honor
Todos los muchachos seguían avanzando con pie firme al hogar de la casamentera, con una sonrisa en el rostro, honor tenían que dar a su familia, comportándose con delicadeza. Al llegar hicieron una línea ovalada y se cubrieron la cabeza con un paraguas de color a esperar que las nombraran.
El rubio los imito y se coloco en la misma posición, esperando que la anfitriona llegara al lugar y diera iniciar con todo, como si la hubiera invocado, una señora gorda salió de la casa medieval de enfrente, esta era rubia y de ojos verdes claros, su cabello lo traía amarrado en un chongo, la verdad es que su cara no parecía nada agradable, esperaba no ser el primero.
– Namikaze Naruto – dijo desganadamente la casamentera, leyendo uno de los papeles que llevaba en mano.
– ¡¡Presente!! – gritó el chico muy animado levantándose en un solo movimiento de su posición.
– Hablando sin pedir permiso – decía la gorda, mientras tomaba nota.
Esto no había empezado nada bien…
CONTINUARÁ…