-Fue muy complicado, pero estoy feliz- comentó sin demostrarlo, sus mejillas no alzaron sus labios ni un centímetro, pero hace tiempo que había aprendido a valorar las palabras de su Taichô; de lo poco (y nada) que hablaba, todo era muy transparente y honesto. A veces complicado de interpretar, como cuando intentó expresarle sus sentimientos la primera vez.
-Yo también me alegro. Pensé que nunca cederían- le respondió el más joven con angustia.
-Y no tendrían que. Más bien, yo solo cumplía con el deber de informarles que tu eres mi amante, Renji.- Nervioso, el aludido jugueteó con su cabello suelto.
-Te costó a pesar de todo, planeabas esto desde meses- se aventuró a tutearle, obteniendo una buena respuesta.
-¿Cuántos meses?- afiló su mirada para su diversión. En el trabajo surtía algún efecto, pero en su hogar no. Renji se acercó a gatas hasta el cojín donde se sentaba Byakuya y le beso los labios.
-Fueron treinta y seis largos meses.- le respondió al terminar el beso- Me has hecho esperar mucho. No soy de palo- terminó por sentenciar con una muca que desaprobaba lo recién mencionado. El Kuchiki solo atinó a acariciar su rostro y asentir. Llevaba razón al criticar la espera, hasta él mismo había sufrido muchas noches en las que se regodeaba caminando por sus aposentos.
-No te haré esperar más- le beso-, no te preocupes.- Y con soltura acarició la cintura de Renji, acercandolo hasta sentarlo sobre él. Allí, ambos vestidos con una Yukata livianda y nada más, acariciaban la espalda de su compañero en lo que duraba el beso. Subiendo de tono, al separarse, el menor se aferró con sus labios entre el cuello y el hombro de su amante, repartiendo lamidas, besos y mordisco que estremecían al mayor.
-Ah...- Renji ya sabía lo sensible que era su cuello. Solía besarle a la mitad de el, bajo su oreja y luego lamía esta última cuando llegaba a su oficina y se encontraban completamente solos. Eran sus "buenos días".
Volvió a subir a sus labios suplicando por probar la lengua de Byakuya. Rápidamente la atrapó entre sus labios y la succionó. Fue inevitable, un escalofrío recorrió a ambos, y en ese momento Byakuya desesperó al sentir a Renji moverse encima suyo. No queria que se detubiera, y sus manos, incrustadas ahora en el culo del pelirrojo, intensificaban los roces, que dejaba en evidencia las erecciones de ambos.
Renji se colgó de su cuello al sentir que le recostaba sobre el tatami y se posicionaba sobre el. Le abrazo con las piernas y le volvió a besar. Cada beso era más y más apasionado, los suspiros chocaban y los gemidos se escondían en la garganta del otro. Habiendo bebido suficiente de los labios de sus amantes -realmente nunca es suficiente, pero la magia de la noche radicaba en avanzar- Byakuya bajó a su pecho, besando cuanta piel se le cruzase al ir quitando la prenda, con tanta hambre que pronto le desnudó.
-¿V-Vas a...?- preguntó, no inseguro, pero si nervioso el pelirrojo. Byakuya, un hombre de pocas palabras, derrotó cualquier frase al lamer la longitud del miembro erecto de Abarai.- O-oah... ah- infló su pecho con aire y aguardó expectante la siguiente oleada. Al momento el moreno continuó con la labor de sacarle gemido a Renji, lamiendo y mas tarde, engullendolo. Paseo sus labios sobre su miembro hasta que Renji empezó a contraerse en su posición. Le faltaba poco, y entre gemido intentaba hacerle saber:- Ya... ya no más, ah... voy a... venirme.
-¿Qué esperas?- Renji dejó de contenerse, arqueó su espalda y levantó sus caderas acordé al movimiento de su amado y entonces culminó abundante. Casi ahogado, Renji se sentó y observó como Byakuya se limpiaba los labios del tibio fluido y lamía sus dedos. Tragó-Déjame prepararte.
Puso una mano sobre su pecho tatuado y le volvió a recostar. Sin agacharse demasiado, levantó las caderas de Renji y colocó las piernas sobre sus hombros. Entonces comenzó a lamer su entrada y a hurgar con su lengua en el interior.
-No hagas... eso, ah es... ah- inhabilitado para seguir hablando, Renji se vio ahogado en sus propias palabras y suspiros al sentir como el Kuchiki se aventuraba introduciendo un dedo y luego otro, moviendo ambos y dilatandole para introducir un tercero. En ese momento, Renji no respiraba sin jadear el nombre de quien amaba, y su erección había vuelto a palpitar.- Byakuya... ah, Byakuya rá-rápido...
-Relájate...- Bajo sus caderas y se acomodó entre sus piernas. Comenzó a introducir su miembro con lentitud y control, mirando el rostro contraído de Renji. Ya dentro, se acercó a Renji y tomó sus manos, subiendolas sobre su cabeza. Le besó demandante (necesitaba mucha atencion en ese momento, sentía que pronto enloquecería).- ¿Puedo moverme?
-S-Sí, con un demonio, rápido...- y Byakuya no le hizo esperar. Comenzó a envestir con un ritmo pausado, acomodándose dentro de Renji y dándole tiempo a su cuerpo para que se acostumbrase. Cuando ambos se encontraban al límite de cordura, Byakuya aumentó el ritmo, asegurándose de conseguir aquel punto placentero dentro de Renji y cumplir como buen amante.
-Renji... mírame-El segundo al mando obedeció, y sin volver a cerrarlos, buscó los labios de su capitán. El beso fue torpe pese a las envestidas, pero fue ideal para descargarse de la sobrexitación que alterabas su respiración. Llegando al límite, Renji se escondió en el hombro de Byakuca.
-Ah, Bya... kuya, uhn...- ahi gimió hasta que se corrió sobre su vientre, contrayendo su interior y estimulando a Byakuya a llegar enseguida.
-Ah- se mordió el labio-, Hn, Renji...- el pelirrojo sintió el fluido en su interior y sus manos apresadas, y desemboco en un espasmo.- Te amo.- dijo con mayor articulación. Sacó su miembro del interior y se sentó, recuperando el ritmo natural de su respiración en un momento.
Renji se incorporo, e inmediatamente se tensó. Byakuya temió haberle dañado a pesar de todo el trabajo que significo hacerlo despacio. Noto como renji se ponía de cuclillas y tiritaba por la tención.
-¿Estas bien? ¿te dañé?- Sujetó el rostro de Renji. El joven le miró y se mordió los labios. Negó con la cabeza. Muy silencioso ahogó un gemido y se sujetó de los fuerte hombros del Kuchiki.- ¿Que sucede?
-E-es mucho, no p-puedo... contenerlo.- Agachó la mirada a su entrepierna.- Lo siento, Byakuya...- El aludido miró donde miraba su compañero y notó como su orgasmo se resbalaba por las piernas abiertas del pelirrojo, y este mismo se encontraba de una manera muy insinuante.- Aaah~ ¿q-que haces?- le preguntó al sentir una mano abrazar su miembro y moverse a lo largo de él.
La primera noche juntos. Sería larga, inolvidable y todo eso, pero por sobre todo seria placenteramente agotadora.