Sonreír de forma irónica y amarga ya se había vuelto una costumbre que deseaba eliminar lo más pronto posible, un mal hábito que había dejado de pasar desapercibido para los integrantes de su familia, en especial para el único que le importaba realmente: Itachi.
Últimamente prefería todo menos estar en su casa, mas concretamente si estaba Itachi en esta, para su buena fortuna su hermano mayor solía estar demasiado ocupado, ya fuera con la escuela, sus amigos o su novio, así que podía pasar bastante tiempo deambulado de forma distraída por las tantas habitaciones, acostado en la azotea o en el pasto del jardín, sin que nadie notara esas sonrisas que para su mala suerte se presentaban ya muy seguido.
Sin embargo, los fines de semana, al menos los domingos, su hermano hacía acto de presencia en la casa y Sasuke terminaba por salir en dirección a la residencia de uno de sus amigos. Y tanto como si al dueño de la casa le gustaba como si no, tenia que tener todo el domingo a Sasuke haciéndole compañía.
La casa de Gaara había pasado a ser el refugio de Sasuke, además del mas reciente y estratégico punto de reunión para Naruto, Sai, Kiba y Shikamaru, y aunque hubiera preferido gritarles a todos que se buscaran una vida y salieran de su casa, había terminado por aceptar la presencia de todos ahí. Naturalmente Sasuke llevaba un libro o algún videojuego portátil para no importunar al dueño de la vivienda, así que a Gaara no le molestaba del todo su presencia, el problema estaba cuando Sasuke no tenia nada que leer o jugar y Gaara pasaba a “tereaperlo” (de muy mala gana) al escuchar todos sus males, casi siempre ante la mirada atenta de de los demás presentes: Naruto burlándose de vez en vez, cuando escuchaba algo muy estupido o sin sentido. Sai escuchando todos los detalles completamente fascinado ante todos los problemas que relacionarse sanamente con un hermano podía causar. Kiba en las mismas condiciones que Naruto. Y al final Shikamaru, quien de hecho parecía estar más interesado en cosas como “El asiento de Gaara se ve más cómodo”.
En cualquier caso, ya todo su círculo de amistades estaba enterado del problema de Sasuke, ese que lo hacia sonreír con amarga ironía: Itachi. Casi sin darse cuenta, Sasuke comenzó a analizar (gracias a un trabajo escolar que ni siquiera entrego) su vida familiar, percatándose, muy repentinamente, de que los sentimientos hacia su hermano mayor habían ya rebasado los sentimientos normales hacia un hermano mayor. Lo admiraba, y mucho, cosa que por si sola no debía preocuparle, y no le hubiera importado si no se hubiera visto así mismo mirándolo con adoración, si no se hubiera dado cuenta de que ya había rebasado la admiración. Gracias a ese maldito trabajo, logro caer en la cuenta de que su relación con Itachi siempre estaba (al menos de su parte) rodeada por una tensión sexual, además de una atmosfera de enamoramiento que realmente le molestaba. Si lo que sentía solo hubiera sido una llana atracción física, lo hubiera pasado por alto, pero debido a que en sus pervertidas cavilaciones se encontraba pensado en un encuentro sexual por demás romántico (algo nada propio de su personalidad), noto que sentirse así por su hermano no estaba bien, en especial cuando unos horribles celos le carcomían el alma.
Itachi tenia pareja, su nombre era Deidara, hermano mayor de Naruto, y si bien el chico nunca le desagrado en ningún aspecto, el día en que Itachi le dijo (en medio de una conversación en la que Sasuke apenas y prestaba atención, pues prefería imaginar a su hermano poseyéndolo) que se había vuelto novio de Deidara casi le da un infarto y grita “¡Pero si me tienes a mi!”, algo que afortunadamente contuvo.
Lo que de hecho lo mantenía despierto por las noches, y con una actitud de “No te me acerques” hacia Itachi, no era la compleja paradoja de “Me gusta mi hermano mayor ¿Qué debo hacer?” (pues hacia tiempo que había superado esa etapa), si no el saber que Itachi, nunca de los nunca, lo iba a ver como algo mas que no fuera su querido hermano menor, el saber que nunca podría estar con Itachi como deseaba, que nunca podría decirle lo que realmente sentía por el y que además, su hermano mayor no lo necesitaba para eso, pues tenia a Deidara, porque ese espacio en la vida de Itachi que Sasuke hubiera estado mas que dispuesto a llenar, era ocupado por Deidara.
Naturalmente, era pensar en todo eso lo que lo hacia sonreír de esa forma, en especial después de haber escuchado una canción llamada “Pastillas para no soñar”, pues si bien el no quería vivir cien años, esas pastillas le hubieran hecho bien, pues el realmente ya no quería imaginar numerosas y disparatas situaciones donde se encontraba con su hermano siendo todo menos eso, hermanos.
La idea de las pastillas ya se la había comentado a sus amigos en medio de una de sus tantas “terapias” con Gaara (quien de hecho solo se limitaba a asentir con la cabeza de vez en cuando), idea por que el romanticismo que encerraba y lo estupida que podia resultar, les había enseñado a todos la magnitud de lo afectado que estaba Sasuke por aquel “silencioso y no correspondido amor”.
Sasuke, un día, ya conciente de que ir a casa de Gaara casi todos los días solo iba a terminar con una matanza, decidió pasear de manera solitaria por la ciudad, sin reparar mucho en la hora hasta que la noche lo tomo por sorpresa. Para cuando el sol se ocultaba el había ido a parar a un callejón, y sin pensarlo mucho entro en el, para sentarse en una caja de algo y mirar el suelo, perdiéndose en sus cavilaciones (nada propias de el), esta vez sin sonreír.
Cuando termino de lamentarse internamente, pudo notar los pasos de varias personas acercándose. Sin darle mucha importancia al hecho decido esperar a que la gente se alejara.
Para su sorpresa el grupo de cinco personas entro en el callejón, deteniéndose a prudente distancia. “Hey” escucho que una conocida voz lo llamaba, así que alzo la cabeza encontrándose con todos sus amigos. Gaara le arrojo algo que el atrapo al vuelo, mientras Naruto lo miraba con una sonrisa.
Sasuke miro lo que le habían dado, que no era más que un pequeño frasco de plástico, con la etiqueta original arrancada y reempezada por una hoja de cuaderno (cuadro chico) mal pegada con cinta adhesiva, y que tenia escrito: Pastillas para no soñar. Dosis: La que el paciente crea necesaria. Efectos secundarios: Salpullido, nauseas, no visitar a Gaara XD. No se administre en: Gente normal. Todo escrito con la letra de Naruto, además de que en la tapa tenia el dibujo de un zorrito.
Sasuke levanto la cabeza, viendo la orgullosa cara del rubio y las sonrisas de los demás, excepto la de Gaara quien se limitaba a mirarlo. Sasuke sonrío de forma extraña, medio mezcla de dolor, de humor, de amargura, quizás de agradecimiento, al final, descifrar ese gesto no era lo que ellos había ido a hacer.
Naruto le hizo un gesto para indicarle que abriera el frasco, al hacerlo, Sasuke se encontró con un montón de pastillas de menta, y otros tantos dulces, además de un pequeño trozo de papel, el cual la luz de los postes le permitió leer:
Si después de esto sigues igual,
vas a dejar de soñar
a patadas.
Gaara.
El mensaje le saco una risa sincera, luego volvió a alzar la mirada y escucho a Gaara diciendo:
-- Todavía puedes venir a mi casa.
-- No se si aun quiera hacerlo –Contesto Sasuke, recibiendo como respuesta la fugaz sonrisa de Gaara.
Lo siguiente que Sasuke escucho fue Naruto diciendo que había que celebrar comiendo ramen, seguido de los reproches de todos.
Si la menta no lo obligaba a dejar de soñar, si lo haría su extraño círculo social: La realidad era aun más disparatada que cualquier sueño.