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La Liria de Orfeo por yaoiana

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Notas del fanfic:

Como lo prometido es deuda;aqui les dejo la continuación:  ^^.  La historia de Orfeo es un mito griego, no es invento mio hhe.

Notas del capitulo:

Este fic va dedicado a cuatro personitas muy especiales :

- NICOLE ( Gracias por tu apoyo linda editora)

- LAURA ( primita te extraño)

- FRIDA ( Sin ti, este fic no seria posible)

- DIANA ( Feliz cumpleaños... hehe aunque ya paso)

Aqui anexo un video que cree con esta hermosa Pareja

http://www.youtube.com/watch?v=g7W-N0UYZ_Q&feature=channel    Espero que les guste mucho ^^

 

LA LIRA DE ORFEO

 

 

 

 

-          Por fin  *suspiro cansado*

 

 

 

Había leído alrededor de  diez libros pero no hallaba algo interesante en ellos, hasta que se topo con un libro llamado “Secretos de los Dioses”; un libro que abarcaba mitos y leyendas sobre deidades.

 

 

 

Por que leía?, simplemente quería vengarse de lo que anteriormente le había hecho su demonio-mayordomo; lo había engañado con aquella leyenda “ El diabólico vals” y obligado a entregarle su cuerpo… no esperaba algo menos vil por parte de ese demonio.

 

Pero el no dejaría las cuentas sin saldar, el era Ciel Phantomhive y jamás perdía; ni siquiera contra un demonio. 

 

 

 

Retomo la lectura y pudo hallar un interesante escrito llamado “La liria de Orfeo”.  Aquel era un relato griego que consistía en que el dios del averno Hades; había confinado a tocar la lira a un joven llamado Orfeo; el cual se había sometido a este pedido del dios para poder salvar el alma de su novia Eurídice.   El dios puso una sola condición para que la pareja volviera al mundo de los vivos y esa era que mientras cruzasen el infierno, no podían mirar hacia atrás.  Orfeo fue engañado, voltio su cabeza al ver una luz, la cual confundió con el resplandor del cielo… marcando así sus destinos; Eurídice se convirtió en piedra y Orfeo se quedo en el inframundo para tocar la lira por toda la eternidad.

 

 

 

-          Interesante historia; pobres idiotas por confiarse en las palabras de un demonio.

 

 

 

Prosiguió con la lectura y su rostro formo una sonrisa macabra, como una sub historia de ese relato, se decía que aquella lira había sido confinada por los dioses por su magnánimo poder al someter a la persona que escuchase la bella melodía, el receptor quedaba en un completo transe quedando a merced del sujeto que tocase la lira… Definitivamente Sebastian pagaría por su osadía

 

 

 

Toco la campanilla que llamaba a su mayordomo y en breve momento este golpeaba la puerta de su despacho.

 

 

 

-          Adelante

 

 

 

-          Me mando a llamar Boochan?

 

 

 

-          Sebastian necesito que busques esto * dijo extendiéndole un trozo de papel con un breve resumen de la lira *

 

 

 

-          Boochan, sabe usted que esto es una leyenda? * pronuncio ante la petición  de su amo*

 

 

 

-          Pensé que tu respuesta seria: “¿Como un sirviente de la familia Phantomhive no podría hallar esto?

 

 

 

 

 

Sebastian sonrió ante el comentario del conde; aquel humano era realmente testaruda e interesante, a lo largo de su vida, era el único humano que lo había logrado sorprender con sus actos; se inclino ante su amo y espeto…

 

 

 

-          Yes, my lord

 

 

 

El conde tan solo sonrió, sabia que al retar a Sebastian con sus palabras era provocarlo y el como demonio amaba los desafíos.  Ambos con el tiempo habían adquirido la manía de retarse, cada cual valiéndose de su orgullo para divertirse, pero, para su gusto, Sebastian  había llegado muy lejos con el reto anterior; cuando se entregaron mutuamente algo en su interior había despertado, se sentía un tonto al pensar en la posibilidad de lo que sintiese por su sirviente fuese amor.

 

 

 

-          Tsk, que idiotez

 

 

 

Decidió tomar una pequeña siesta mientras su mayordomo cumplía su recado, de desplazo a su habitación y se recostó en la mullida cama quedándose dormido al instante. 

 

En la oscuridad de la noche, el demonio-mayordomo ingreso en la habitación de su amo para informarle que había conseguido su recado.

 

 

 

-          Boochan… Boochan *moviendo delicadamente el cuerpo de su amo*

 

 

 

-          Mmm… Sebastian¡  * tallando sus ojos*

 

 

 

-          Veo que ha aprovechado mi ausencia para hacer de las suyas

 

 

 

-          Cállate… has traído lo que te pedí?

 

 

 

-          Si, aquí esta

 

 

 

El sirviente le entrego un paquete de tamaño medio; el conde disimulando su expectación, comenzó abrirlo con protocolo, cuando finalmente tomo la lira entre sus manos, sonrió maléficamente.

 

 

 

-          No preguntare donde la hallaste ni como la conseguiste, solo quiero saber si es la verdadera

 

 

 

-          Por supuesto Boochan, ha sido una orden suya

 

 

 

 

 

Ciel acomodo la lira, la toco un poco para afinarla y luego de esto entono una breve melodía.

 

 

 

-          No sabia que Boochan tocase la lira

 

 

 

-          Aun hay muchas cosas que desconoces de mi Sebastian

 

 

 

 

 

El mayordomo observo atentamente como los finos dedos del menor se paseaban por aquel instrumento; no podía negar que el porte orgulloso y refinado de su amo le atraía de sobremanera.

 

El oji turquesa tocaba la melodía observando disimuladamente a su sirviente,  quería divisar y los efectos de la lira comenzaban a propiciar reacciones en Sebastian… ahora su diversión comenzaría.

 

 

 

Ciel noto que al paso de su melodía, la mirada de Sebastian se perdía, era como si mirase al vacio o a la nada; detuvo la melodía y dejo a un lado el instrumento.

 

 

 

-          Sebastian… oye Sebastian * llamaba con insistencia a su sirviente pero este no reaccionaba*

 

 

 

-          Oh… pero que interesante * sonriendo malévolamente*

 

 

 

-          Sebastian agáchate

 

 

 

Y en efecto el mayordomo se agacho; los ojos del conde denotaban diversión, pero quería estar seguro de que su sirviente no lo estuviese engañando y por eso dio varias órdenes.

 

 

 

-          Salta… hazte el muerto… ronronea… ladra… actúa como perro

 

En el mismo orden que el conde había mencionado, Sebastian cumplió a cada mandato; Ciel tan solo propicio una carcajada, aquello solo era el comienzo; haría que su mayordomo realizara algo sumamente vergonzoso y así estarían en igualdad… nadie jugaba con Ciel Phantomhive.

 

 

 

Se sentó en su cama, estaba meditando  que cosa pondría hacer a  Sebastian; se fijo en su mayordomo y noto unos cuantos botones abiertos… eso sin duda le dio una maravillosa y vil idea.

 

 

 

-          Sebastian desvístete

 

 

 

El mayordomo comenzó a retirarse sus guantes y corbata rápidamente, siempre atento ante la mirada turquesa de su amo.

 

 

 

-          Así no, quiero que lo hagas lentamente y además quiero que bailes mientras te desvistes… provócame * sonriendo con prepotencia*

 

 

 

Sebastian comenzó a moverse insinuantemente ante su amo, sus carmines ojos no se despegaban de los azules de su amo; retiro su chaleco negro sensualmente y luego desabotono uno por uno los botones de su impecable camisa blanca, dejando ver su bien formado torso.  Incito a que su amo lo tocase y el conde gustoso, pasó uno de sus finos dedos por aquel blanquecino abdomen, haciendo que su sirviente jadeara levemente.

 

 

 

Su camisa callo al frio suelo y luego llevo sus manos a la perilla de su pantalón.  El conde tan solo veía entre divertido y emocionado los felinos movimientos del mayor; no podía negar que la belleza demoniaca de su sirviente era apasionante y lujuriosa.

 

 

 

El mayordomo contoneaba sus caderas al paso de que retiraba sus oscuros pantalones; Ciel pudo ver las ligeras y formadas piernas de su sirviente, detallo el cuerpo que estaba al frente suyo y denoto que aun faltaba una prenda.

 

 

 

-          Retírala * ordeno el conde*

 

 

 

Sebastian se acerco a su amo, lo recostó delicadamente y luego se hinco encima suyo, retiro aquel parche cobertor de la marca de su contrato y agarro las muñecas del menor.

 

 

 

-          Que haces?, solo te ordene que retiraras tu ropa

 

 

 

-          Ya me canse de fingir, vaya que tiene una mente vil, Boochan

 

 

 

-          No estas bajo el hechizo?

 

 

 

-          El hechizo solo funciona en humanos, creo que ha olvidado que yo soy un demonio mi querido Boochan

 

 

 

-          Fue suficiente Sebastian, quítate de encima *molesto*

 

 

 

-          Eso no creo que pueda hacerlo y menos en nuestras condiciones  *tocando la erección de su amo*

 

 

 

-          Quítame las manos de encima Sebastian, quiero que acabes tu juego ahora mismo

 

 

 

-          Acabar?, apenas esta comenzando Boochan

 

 

 

El mayordomo poso sus labios en el níveo cuello del conde y luego lo lamio lenta y gustosamente aquella piel; Ciel se exalto y trato de liberarse pero su fuerza era mínima en comparación a la de su demonio.

 

 

 

-          Detente Sebastian, creo que no te gustaría verme molesto

 

 

 

-          Boochan, porque es usted tan terco; usted sabe al igual que yo que deseamos que esto suceda… desde lo ocurrido la última vez, he deseado volver a probar su piel.

 

 

 

-          Yo no seré tu objeto sexual Sebastian

 

 

 

-          Boochan, en ningún momento lo he visto así y usted me tiene ordenado jamás mentirle  *sonriéndole*

 

 

 

-          Tsk *gruñendo*

 

 

 

-          Eso es un si?

 

 

 

-          Cállate

 

 

 

Sebastian sonrió para sus adentros, el orgullo de su amo siempre prevalecería ante cualquier otra emoción, pero el había logrado entenderlo  al paso del tiempo; aquello era un rotundo  “adelante”.

 

El demonio unió sus labios con los de su amo, el conde al principio se renegaba pero aquella lengua lujuriosa le hizo rendir ante sus encantos; sus lenguas se enredaban una con la otra, ninguno quería ceder por lo que sus lenguas se revolvían salvajemente, al final se separaron por la falta de aire, cada quien respirando toscamente.  Sebastian acaricio los azulados cabellos del menor y metió su lengua en una de aquellas albinas orejas, metía y sacaba esta con lasciva.

 

 

 

-          Mmm…. Ahhh Sebastian….

 

 

 

-          Le gusta esto Boochan?

 

 

 

-          Solo continua Sebastian

 

 

 

Los rojos carmines del mayordomo, cambiaron de su normal tono a uno fucsia fluorescente, Ciel se fijo en ellos y un escalofrió recorrió su cuerpo… aquel era el color del deseo… deseo que sentía su demonio por poseerlo.

 

 

 

-          Tanto añoras mi piel?

 

 

 

-          No sabe cuanto

 

 

 

El conde tan solo sonrió, le agradaba hacer que su demonio llegara hasta el limite por el; tomo el rostro de su sirviente en sus manos y lamio los labios del mayor.  Ante aquella acción Sebastian beso con violencia los jóvenes labios para luego descender hasta aquel cuello y marcarlo con sus dientes.

 

 

 

Arranco las ropas de su amo con fuerza, haciéndolas añicos; el podía aguantar cualquier cosa, menos probar la perlada piel de su amo y marcarla como suya.  Descendió por el pecho del conde y degusto aquellos botones rosa; mientras acariciaba uno con su mano, su lengua se pasaba por el otro… moviéndolo, lamiéndolo… marcándolo.

 

 

 

-          Ahhh…mmm…

 

 

 

-          Que embriagante es su fragancia Boochan

 

 

 

-          No digas sandeces… solo sigue

 

 

 

-          Si, mi amo

 

 

 

Prosiguió por aquel infantil cuerpo, hasta toparse con el agujero de su abdomen, incrusto su lengua varias veces robando jadeos de la boca de su amo… aquellos suspiros eran como adrenalina para sus sentidos.

 

 

 

Tomo las frágiles piernas de su amo y las monto en sus hombros, su lengua y dientes se pasaron por los delicados muslos del conde; sus labios succionaban con fuerza dejando pequeñas manchas moradas.

 

 

 

-          Mmmm…ahhh… Sebatian… acaso piensas comerme?

 

 

 

-          Esa seria una muy buena idea

 

 

 

-          Idiota

 

 

 

Llego hasta la intimidad de su amo, la tomo con ambas manos y comenzó a lamer la punta; Ciel tan solo se sostenía fuertemente de las sabanas, sentir aquella cálida lengua recorrer su anatomía era una sensación casi fatal.

 

 

 

Su lengua se enredo por todo el falo del menor, lamia con imponencia e ímpetu, no por nada era un vil demonio;  lo metió por completo en su boca y comenzó un torturante vaivén; arriba – abajo, mete y saca…  todo con tal de escuchar los melodiosos jadeos de su Boochan.

 

 

 

-          Ahhh… Sebastian… no puedo… mas

 

 

 

-          Aun no Boochan *tapando con su dedo la punta de aquella erección*

 

 

 

Giro el cuerpo de su amo, dejándolo boca abajo, puso cada mano en una de las caderas de Ciel y las fue abriendo para luego pasar su lengua por aquel estrecho agujero.

 

El conde sentía como la experta lengua intentaba incrustarse en su interior, aquello lo excitaba, apasionaba y enloquecía.

 

 

 

-          Ohh… mmm…. Mas a fondo Sebastian

 

 

 

El azabache lamio uno de sus dedos y luego lo introdujo en el cálido interior de su amo, lo movió lentamente, ensanchando aquella entrada.

 

 

 

-          Que… que haces Sebastian?

 

 

 

-          Lo preparo Boochan

 

 

 

-          No necesito eso, hazlo ya

 

 

 

-          Le dolerá

 

 

 

-          Acaso crees que soy una dama de la cual te tienes que estar preocupando?... Calla y obedece

 

 

 

-          Entendido

 

 

 

Embistió entrando de ipso facto en Ciel; el joven tan solo mordió la almohada y se aferro de las sabanas; sin dolor no había gozo; y el mas que nadie sabia de sufrir; sintió la lengua de Sebastian pasarse por su desnuda espalda y eso le encanto… siempre estaría en las garras de su demonio.

 

 

 

-          Continua Sebastian

 

 

 

Inicio con movimientos sutiles; sus caderas se movían a un compas sensual e insinuante; aumento el ritmo, cada vez mas la estreches de su amo se iba perdiendo.

 

 

 

-          Ahh… Sebastian… mas rápido

 

 

 

Sin mas autocontrol, arremetió con fuerza, robando un grito de placer del conde; sus penetraciones eras fuertes, violentas y certeras; logrando tocar un sinfín de veces el punto de ebullición del joven.

 

 

 

-          Mmmm…. Ohhh.. sii… ahí Sebastian… mas fuerte

 

 

 

-          Boochan déjeme mirar su rostro;  quiero mirar su cara cada vez que le penetro

 

 

 

-          Ahhh… ni loco… mmm

 

 

 

-          Entonces gima mas fuerte… para que se convenza de a quien le pertenece

 

 

 

-          Mmm… imbécil

 

 

 

 

 

Para ambos, aquella sensación de sentirse unidos, no querían que se esfumase; Sebastian embistió con ahínco y Ciel recibo con anhelo; pero luego de unas embestidas más, ambos culminaron; el menor en las pulcras sabanas y el mayordomo en aquel cálido interior.

 

 

 

Sebastian retiro su hombría y pudo detallar su semilla rodando por las piernas de su amo; esa escena le encanto, tanto que no pudo evitar pasar su lengua por sus labios.  Ciel quien había notado el mutismo de su sirviente se sonrojo.

 

 

 

-          Ni creas que habrá una segunda ronda

 

 

 

-          No pensaba en eso; pero ya que Boochan lo sugirió, no seria tan mala idea *sonriendo*

 

 

 

-          Dame un respiro

 

 

 

-          Eso es un si?

 

 

 

-          Solo si dejas la tonta idea de seguir jugando a los cuentos y leyendas

 

 

 

-          Sabe Boochan, los mitos y las leyendas tan solo son inventos de  los demonios para jugar con los humanos, nos divierte verlos sufrir y por eso los creamos.

 

 

 

-          Entonces tu has inventado una leyenda a costas mías?

 

 

 

-          Así es

 

 

 

-          Idiota… y como se titula?

 

 

 

-          KUROSHITSUJI

 

 

 

 

 

FIN

 

 

Notas finales:

Saben que espero con ansias sus mensajes; me harian muy feliz.. hehe y gracias por leer


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