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AL ESTILO MALFOY por ANTARES

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Notas del capitulo:

Ras y Harry al fin conversan como padre e hijo. Y contra todo pronóstico, se entienden bastante bien. Pero Lucius no esta dispuesto a permitir que otra vez el Salvador del Mundo Mágico se atraviese en su camino…

Como siempre: Harry Potter y su universo es de J.K.Rowling. Yo no gano nada con esto… salvo un rato de sana diversión.

 

CAPITULO X

 

 

          El Ministro miró a Harry y suspiró. No podía hacer esperar al chico Malfoy mucho rato, debía haberle costado una barbaridad animarse a buscarlo y en cualquier momento podía arrepentirse y e irse.

 

–  Tengo que recibirlo ahora… quizás sea mejor que se vayan – les pidió.

 

–  Si  – concordó Ron  – no es bueno que te encuentres con él, cuñado.

 

–  Pero…  – y el ojiverde titubeó  – yo… lo que le dije…

 

–  No sabías quien era  – lo consoló Shacklebolt.

 

–  Necesito verlo Kingsley… por favor.

 

–  Quizás… si te camuflas con un hechizo y espías nuestra conversación…

 

–  Yo no quiero saber nada de esto. Después no voy a poder mirar a Ginny a la cara. Mejor me voy, tengo trabajo  –  Y Ron se despidió y se marchó vía Flu.

 

–  ¿Entonces Harry?  –  preguntó el Ministro.

 

          Y ante el asentimiento del otro le lanzó un desilusionador y ordenó a su secretaria que haga pasar a Ras. Este entró en la oficina completamente descontrolado: sus ojos hinchados revelaban que había estado llorando y sus manos temblaban sin parar.

 

–  ¿Muchacho? – Shacklebolt se sorprendió de su estado.

 

–   Por favor Ministro… mi padre… Desapareció de la mansión con mi hermano y no los  encuentro…

 

–  Cálmate Ras.

 

–  Harry Potter… tuve un altercado con él… Me amenazó… dijo que iba a matar a mi padre…

 

          Oculto tras el hechizo Harry se mordió el labio furioso consigo mismo. Veía al muchacho y no lo culpaba por pensar lo peor de él… después de todas las barbaridades que le dijo. Lo observó y comprobó que eran muy parecidos en lo físico: el pelo negro y alborotado, la complexión ósea gruesa; la boca; la forma aunque no el color de los ojos… El niño era la mezcla perfecta entre los genes Malfoy y Potter.

 

–  Escucha muchacho, tienes que calmarte.

 

–  Mi padre Ministro… es todo lo que tengo en esta vida. Por favor…

 

–  Tu padre esta bien. Esta aquí en el Ministerio con tu hermano. Son mis invitados en una de las Salas de Interrogatorio.

 

–  ¡¿Qué?!

 

–  Entró con una varita no registrada y atacó a Harry Potter con un imperdonable: un crucio. Tuve que intervenir.

 

–  ¿Va a… enviarlo a Askabán?

 

–  No criatura, aunque estaría en mi derecho. Esta en este país gracias a mi clemencia.

 

–  Pero... pero… él no quiso hacerlo, se lo aseguro. –   Harry se sobó el pecho aún dolido: “Vaya que si quiso hacerlo”, pensó resentido –  Fue por lo que le dije… yo… yo… yo tengo la culpa. Todo esto es mi culpa, Ministro, por favor…–   y sus lágrimas comenzaron a caer.

 

–  Nada de esto es tu culpa. Y tu padre no va a ir a Askabán, eso te lo aseguro –  El ojiverde no aguantó más y rompió el hechizo dejándose ver; no soportaba que el chico estuviese llorando por su causa. Ras se paró de golpe, asustado, y los miró con verdadero terror. Como pudo sacó su varita y apuntó a los presentes:

 

–  No se me acerquen… la usaré si tengo que hacerlo.

 

–  Baja eso hijo – el Ministro sonrió – Puedes lastimar a alguien. Además no se como la pasaste por la entrada.

 

–  Esta bien Ras, nadie va a hacerte nada. Yo no voy a hacerte nada… te lo juro…

 

–  ¡¡¡Me dijiste que matarías a mi padre!!!… ¡¡¡Qué me enviarías a Askabán para que tus amigos Aurors me violen!!!…

 

–  Lo de tu padre lo dije de rabia. No voy a hacerle nada. No lo hice cuando era un mortífago mucho menos ahora que sé… ¡Espera! ¡Yo jamás dije que haría que te violen! ¡¿De donde sacas eso?!

 

–  ¡Dijiste que harías que me enviasen a Askabán!

 

–  Porque creía que eras un chantajista.

 

–  ¡¡Y que enviarías a tus amigos aurors a que me den un tratamiento especial!!

 

–  Una golpiza. Era sólo para meterte miedo. ¿Por qué pensaste que iban a violarte?

 

–  ¡¡¡Como si no supieses lo que pasó en Askabán con los Slytherins!!!

 

          Harry miró al Ministro y este le hizo un gesto que indicaba hablarían después. Luego, se enfrentó al ojigris con toda la ternura de la que era capaz:

 

–  Rasalhague, Harry no sabe nada de eso. No sabe nada de nada, en realidad. Apenas acaba de enterarse de que Lucius esta vivo y de la existencia de ustedes. Y eso, porque yo se lo conté.

 

–  Pero él es el salvador del Mundo Mágico… ¿Cómo puede no saber?

 

–  Porque Harry no esta metido en política. Nunca quiso estarlo. Solo quiso vivir una vida común, casarse con su noviecita del colegio y tener hijos. Y como Ministro y amigo me aseguré de que así fuera.

 

–  Si, claro… –  y el ojiverde no pudo dejar de notar la tristeza en su voz –  James y Albus… los únicos hijos que le interesa tener.

 

–  ¡Eso no es cierto! –   el héroe se estaba odiando allí mismo –  James y Albus son mis hijos, pero también esta Lily y… bueno… tú… según me han dicho… Yo quiero a todos mis hijos por igual. Debo quererlos a todos por igual. Yo no sabía Ras… te dije lo que te dije porque no sabía… no tenía ni idea…

 

–  ¡¡¡¿Y ahora vas a decirme que me ves igual que a los hijos de tu esposa?!!! ¡¡¡Tú ni siquiera querías que existiera!!!… Solo donaste tu esperma como quien dona ropa vieja, ni te preocupaste por saber que sería del hijo que te nacería de allí… ¡¡¡Ni siquiera te acordabas de haberlo hecho!!!

 

          Harry se mordía la boca para no revelarle que él nunca había querido donar nada; que todo había sido el fruto de una borrachera y la estupidez de Ronald. Pero que remedio, saber eso sólo lo haría sentirse peor.

 

–  Pero ahora sé que existes, que estas vivo… Yo… tengo una vida Ras. Hijos aún menores… No sé… no sé como afrontar esto.

 

–  Yo tampoco sé. Eres el enemigo jurado de mi Padre, de todos los Malfoys…

 

–  Lo que dije… Draco y yo tenemos nuestra historia desde el colegio. Y tu padre… Pero yo no te odio por eso Ras, no podría. Ni te culpo de sus errores. Demasiadas veces gente adulta se ensañó conmigo cuando chico, sólo por las tonterías de mi padre y mi padrino. ¿Cómo hacer lo mismo?

 

–  Entonces ¿si me crees? ¿Crees que soy tu hijo?

 

–  Dicen que eso fue lo que te reveló tu archivo de la Clínica de Fertilidad ¿Estas seguro de que leíste bien?

 

–  Por supuesto, pero... ¿Como sabes…? ¡Oh, claro! Mi buen Ministro. Nos mandó vigilar ¿cierto?

 

          Kingsley se puso rojo y se apresuró a puntualizar:

 

–  Fueron medidas de rutina, Ras; de protección más que nada. Mucha gente aún odia a los Malfoy.

 

–  No tiene porque darme explicaciones. Ha sido bastante claro al señalar que mi familia permanece unida gracias a su misericordia.

 

–  No la tomes con Kingsley, hijo… –   y ambos se cortaron ante el epíteto –   …él es… un buen hombre. Ha sido un excelente Ministro de Magia. Por eso lleva en el cargo 20 años.

 

–  Lo habrá sido para ustedes: los vencedores y la gente de su bando. Para los que perdieron fue un verdugo.

 

–  ¡Eso no es cierto Ras! –  se defendió el acusado –  ¡Tú no sabes lo que fueron los mortífagos! ¡Lo que hicieron! Sin embargo nunca supe lo que les pasaba en Askabán hasta que ya era demasiado tarde. Y apenas me informaron le puse freno. Quince hombres fueron despedidos sin paga ni pensión… ¡¿qué más podía hacer?!

 

–  ¿Refundirlos en la cárcel quizás? ¿Indemnizar a sus víctimas? ¿Reducirle la pena por el infierno que su desidia ocasionó?

 

–  ¡No hablarás en serio!

 

–  ¡¡¡Usted aprobó que se les robe el alma a esos hombres!!! ¡¡¡Que una cosa asquerosa e inmunda se coma su mente!!! ¡¡¡Y luego los dejó agonizar  en una mazmorra oscura, sin posibilidad de redención!!! ¡¡¡Volviéndolos las putas de sus guardias!!! ¡¡¡Eso no es justicia!!! ¡¡¡Es venganza!!! Y ni siquiera venganza –   terminó totalmente agotado –   …es crueldad.

 

–  Yo siempre te he dicho lo mismo –  Harry miraba a Ras orgulloso. Se notaba que tenía un corazón de oro.

 

–  Esto no tiene caso. Nunca entenderé su país, sus costumbres o sus leyes. ¡Estoy tan decepcionado! ¡Tan cansado! Mi familia y yo solo queremos volver a casa.

 

–  ¿A casa? –   Harry preguntó sorprendido.

 

–  Hoy volvíamos a América con mi padre. Mi hermano se nos uniría pronto.

 

–  ¡¿Te vas?!

 

–  Aquí no tenemos ya nada que hacer. Quería conocer  a los Malfoy ingleses y visitar la tumba de mi padre, es decir, del que pensaba era mi padre. Y Oph quería buscar a su progenitor biológico…

 

–  ¿Rabastan no esta muerto?

 

–  No él, el otro. El mort… la persona  que llevó a Oph con Lucius le dijo que Rab le confesó que era hijo de dos hombres; y que él lo gestó… Oph quiere saber quien fue su otro padre.

 

–  ¿Lucius no…?

 

–  ¡Jamás! ¡De existir alguna posibilidad nos lo hubiera dicho!

 

–  Rabastan era del círculo interno. Mientras tu hermano no sea hijo de… ¡Oh, Merlín! – Harry miro al Ministro asustado.

 

–  Bueno. El hombre que custodiaba a Oph nos contó que el “compañero” de Rabastan era un mortífago de poca monta, recién marcado  – Ras mintió para alejar las sospechas de Voldemort: el “Oh, Merlín” de su padre había sido más que elocuente.

 

–  Quizás era uno de los alumnos sly que fue reclutado el último año. Entonces puede que aún este vivo y en libertad.

 

–  Oph sueña con eso. Quiere saber sus orígenes… lo mismo que yo.

 

–  Para que estén tan desesperados por hallar a sus otros padres es que Lucius no debe de haberlo hecho muy bien… ¡Oh, Ras! ¡¿Él te lastima de alguna forma?! –  la preocupación del ojiverde era genuina pero al muchacho le sentó pésimo.

 

–  ¡¡¡¿Cómo te atreves?!!! ¡¡¡Mi Padre nos ama y jamás nos haría daño!!!

 

          Shacklebolt hizo un gesto hacia Harry indicándole que por allí no iba la cosa.

 

–  Si vas a tratar de hablarme mal de él esta conversación se termina aquí. No voy a permitirte…

 

–  ¡No, Ras, no! ¡Lo siento! ¡Lo siento de veras! Es solo que… uno oye cosas sobre los pureblood… No te enfades. Yo solo quiero… cuidarte.

 

–  Lucius siempre me ha cuidado. Muy bien.

 

–  Es que como tú y tu hermano están buscando a sus otros padres…

 

–  Eso no tiene nada que ver. Siempre hemos crecido solos, con Lucius. Adorando el cuadro de un muerto. ¡Un cuadro que ni siquiera se mueve! Padre esta envejeciendo. Nosotros solo... yo solo… queríamos saber. Tener lo que los demás: una gran familia… primos, tíos, abuelos…

 

–  ¿Ustedes y Draco…? Es decir… ¿Narcissa? ¿Astoria? ¡¿Scorpius?!

 

–  Ellos no nos quieren. Padre nunca les dijo que estábamos vivos y cuando aparecimos… bueno, Draco no lo tomó muy bien. Su esposa dijo que mi padre era una “puta” que se abría de piernas con cualquiera y a nosotros nos llamó “mestizos bastardos”. Padre casi le lanza un avada pero son familia. Del coraje le dio un infarto.

 

          Harry miró furioso a Kingsley y este le confirmó lo dicho con un gesto.

 

 –  Tú no tienes porque bajar la cabeza ante nadie ¡¿me entiendes?!  Mucho menos ante esos snob…

 

–  Ya lo sé. Oph y Draco se batieron a duelo en San Mungo por lo que le dijeron a Padre. Yo también lo hubiera maldecido pero estaba conjurando un protego sobre él. Estaba muy enfermo. Debiste verlo, mi hermano lanzó al rubio pijo ese hasta el pasillo de enfrente…

 

          Ras comenzó a contarle sobre el duelo y luego pasó a hablarle de Oph, de su casa en América; de cómo habían crecido, de sus estudios… Harry lo miraba embobado y sonreía de vez en cuando, preguntando cuando algo le parecía interesante.

 

          Le encantó saber que ambos eran mestizos; que Lucius se sentía orgulloso de eso y que no lo ocultaba para nada. Que en América la pureza de la sangre no importaba tanto como la de las cuentas bancarias, y que el rubio había hecho allá una pequeña fortuna por lo habían tenido  una vida más que holgada. Cuando se enteró de que el chico era el primero en su clase, que jugaba Quidditch como buscador y que su materia favorita era Defensa contra las Artes Oscuras ya estaba que no cabía de contento: ese era su muchachito. Tanto James como Lily jugaban, ambos bastante bien, pero ninguno tenía el reconocimiento profesional de Ras, amén que ninguno tenía tampoco demasiada dedicación al estudio.

 

          Shacklebolt suspiró aliviado cuando vio a su amigo y a su amor secreto dialogar tan amenamente, sin rastro de temor o resentimiento. Se dijo que Ras definitivamente hubiese ido a Gryffindor, pues ningún Sly tendría esa nobleza de espíritu para perdonar tan fácilmente. Y se juró en su fuero interno que no permitiría que salga de Londres, así tenga que encarcelar al rubio mayor para evitarlo.

 

          Con ese convencimiento los dejó solos en su oficina y fue a negociar con dos serpientes bastante venenosas.

 

*****************

 

 

 

          Y en la Sala de Interrogatorios Nº 3, Lucius se paseaba como fiera enjaulada mientras Oph lo miraba sentado en una de las sillas: estaba asustado de que pueda darle un nuevo ataque.

 

–  Ese estúpido, detestable, infeliz… ¡Mestizo!…

 

–  Padre, cálmate y utiliza otro insulto, que Ras y yo también somos mestizos.

 

–  ¡Oh, cállate Oph! ¡¿Cómo puedes bromear en un momento así?!

 

–  No es broma, es sarcasmo. Pensé que conocías la diferencia.

 

–  ¡Es que no te das cuenta que estamos arrestados!

 

–  Arrestados no, “invitados”… es la sutil diferencia entre salir de aquí después de una buena regañina, e ir directamente a Askabán por lanzarle una cruciatus al héroe del mundo mágico.

 

–  ¡¡¡Insultó a tu hermano!!! ¡¡¡Lo hizo llorar!!!

 

–  Padre, yo adoro a Ras, pero a veces es un exagerado… Y aún así, si matas al padre que tanto trabajo le costó encontrar no va a perdonártelo.

 

–  ¡¡¡Ophiuchus!!!

 

          El Ministro, que había estado unos minutos contemplando su interactuar por los ventanales secretos, sonrió complacido. Había estado planeando como conseguir que el rubio no se marche con su hijo menor: había pensado en amenazar, chantajear, negociar y hasta suplicar… pero luego se dijo que la forma más rápida y segura era dejar a Lucius en manos de Ras; y dejarlo en frio. Así que abrió la puerta y saludó:

 

–  Señores… espero que ya estén más calmados. Quiero dejar en claro que mi primera intención, Lucius,  era mandarte a Askabán; y deportar a su hijo por metiche –   señaló a Oph –. Pero Rasalhague ha apelado a mi clemencia explicándome el por qué de su actitud, y he decidido volver a ser misericordioso….

 

–  ¿Rasalhague esta aquí? –   preguntó el rubio angustiado.

 

–  En mi oficina. Y ya esta mucho mejor, si es lo que te preocupa. Sé de su primer encuentro con Harry y…

 

–  ¡¡¡Qué sabe usted!!! –   gritó Malfoy padre.

 

–  Que te inseminaste en una de las Clínicas de Fertilidad que creé en la post guerra; que casualmente el semen era de Harry Potter; que tu hijo lo buscó para informarle que era su padre y este no reaccionó bien… ¡Ah, claro!… Y que aquí, nuestro joven Ophiuchus, fue gestado por Rabastan Lestrange; siendo su padre otro mortífago; uno bastante joven que probablemente aún ande libre por allí…

 

          Oph pensó en su hermano y murmuró “bocazas”, agradeciendo a Salazar y todos los grandes magos que no haya mencionado las sospechas de que su otro progenitor pudiese ser Voldemort.

 

          Lucius se puso pálido y se sentó en una silla. “Él no es su padre”, susurró.

 

–  Como digas. Ese no es mi asunto después de todo. Pero necesito que sepas que si vuelves a atacar a Potter o a cualquier otro irás derechito a prisión ¿comprendes? Y si alguno de tus hijos se mete por el medio te acompañará. Es la última advertencia que te hago, Lucius, no abuses de mi bondad.

 

–  Gracias Ministro – Ophiuchus aseguró serio. – Mi Padre y mi hermano saldrán de Inglaterra apenas quedemos en libertad. No habrá más problemas –   El mago negro lo miró socarrón:

 

–  Si eso quieren. Pero por mi parte no tengo problema en que permanezcan en el país… siempre que se comporten como es debido. Y ahora, si me acompañan, Ras los espera en mi despacho.

 

          Y los guió por pasillos y corredores mientras se preparaba mentalmente para la hecatombe. Lucius Malfoy gritaría, maldeciría, y hasta era probable que lance un par de imperdonables; pero al final cedería al capricho de su hijo menor. Y este, ahora que tenía papi nuevo, dudaba que quisiese siquiera dejar el Londres mágico.

 

*****************

 

 

          Una carcajada resonó detrás de la puerta que daba al despacho de Kingsley Shacklebolt cuando llegaban. Y luego otra, y otra…  Y por un minuto, Malfoy padre suspiró aliviado pues no había escuchado a su hijo reír así desde hacía tiempo. Entonces entró… y se quedó petrificado ante la escena: Ras conversaba feliz con un alegre Harry Potter, que le pasaba el brazo por los hombros mientras le susurraba no sabía qué al oído.

 

–  Bien –   Kingsley se hizo notar –   aquí esta tu familia, hijo, sana y salva tal cual te prometí. Lucius queda en libertad ya que Harry no presentará cargos –   miró al ojiverde quien asintió vigorosamente con la cabeza –  Ras, Oph, esta bajo su cuidado. Que no vuelva a hacer una cosa así de estúpida o… –   y mientras el Ministro iba hablando se iba parapetando de tras de un gigantesco jarrón: tres, dos, uno:

 

–  ¡¡¡Qué haces abrazando a mi hijo mestizo de porquería!!! –   bramó Lucius rojo de la ira. “Ya se estaba tardando”, pensó el negro.

 

–  ¡¡¡Padre, no le hables así!!!

 

–  ¡¡¡Te insultó!!! ¡¡¡Te llamó infecta y mortífaga prole!!!

 

–  Eh… bueno… ya se arrepintió….

 

–  ¡¡¡Amenazó con violarte!!!

 

–  Y… quizás yo malinterprete… ¿las cosas?...

 

–  Te lo dije –   Oph se dejó caer en uno de los sofás laterales –   es un exagerado.

 

–  Escúchame Lucius… –   Potter trató de apelar a la razón –  esto para mi también es difícil… yo no sabía… le dije lo que le dije porque pensaba que era un chantajista…

 

–  No es mala persona padre –   y Ras se puso delante de Harry protectoramente. Lucius se sentó de golpe mirándolos anonadado. Oph bufó y se sirvió un whisky del bar sin siquiera preguntar si podía.

 

–  ¿Estas de broma Ras? –   su padre no podía creerlo.

 

–  Bueno, padre, no es como si voy a estarle guardando rencor por algo que dijo en un momento de descuido. Después de todo… también es… ¿mi padre?

 

–  ¡¡¡Jamás!!! ¡¡¡Él no es tu padre ¿me entiendes?!!! ¡¡No hay la más mínima posibilidad de que él sea tu padre!!! –  y se agarró el pecho adolorido.

 

          Harry y Ras lo miraban atónitos, sintiéndose culpables, mientras que Oph se acercó aún con su vaso de whisky en la mano.

 

–  Tranquilícese Padre, va a darle otro ataque.

 

–  No es su… eso no es posible… –   repetía el rubio fuera de sí, mientras su hijo mayor sobaba su espalda.

 

–  Podríamos realizarles una prueba de sangre para estar seguros –   sugirió el Ministro –    Es bastante simple.

 

          Y entonces los vieron: Harry y Ras, como en un reflejo, se llevaron la mano derecha al cabello alisándoselo con los dedos, nerviosos. Las matas negras se peinaron por duplicado  para luego volverse a levantar salvajes… Aún sin saber porque eran observados; ambos, otra vez, hicieron un movimiento idéntico con el cuello y se sacaron un conejo. Luego se dieron cuenta y se miraron asustados.

 

–  ¿La creen necesaria? –   Harry preguntó desde su conmoción. Ras movió tristemente la cabeza y se acuclilló junto a su gestante.

 

–  Ya Padre… no sufra más. Ya no importa.

 

          Lucius lo miró desolado… y arrebató la copa de la que bebía Oph, sentado en el reposabrazos de la silla, tomándose el contenido de un solo trago.

 

–  ¿No le hace mal beber? –  preguntó el Salvador. Por toda respuesta el rubio lo acribilló con los ojos y se puso de pie, caminando hacía el bar y tomando la botella de whisky, que se despachó en tres vasos servidos al tope y con escasos segundos de intervalo.

 

–  Padre… tiene razón… no debería tomar alcohol –   Ras trató de hacerlo razonar.

 

–  ¿Tiene razón? –   susurró Lucius –   ….Tiene razón…. ¡¡¡El no tiene razón en nada!!! ¡¡¡Es un maldito y jodido Gryffindor que vino al mundo para arruinar mi vida!!! ¡¡¡Me lo quitó todo!!! ¡¡¡Mi elfo, mi puesto entre los mortífagos, mi título, mi familia, mi libertad!!! ¡¡¡Hasta a Severus me lo quitó!!! ¡¡¡NO ME QUITARAS A MI HIJO CABRÓN!!!

 

–  ¡Ras, va a darle otro ataque! ¡¡¡Cállate!!! –   Oph se puso fuerte. Se atravesó entre su padre y Harry, a quien el primero quería saltarle encima, y lo contuvo aferrándolo de los brazos –  ¡Padre tranquilícese! ¡Nos vamos a casa! Señor Ministro, gracias por su comprensión. Entréguele nuestras varitas a mi hermano…

 

          Y se llevó al rubio a rastras. Silenciosamente, el otro muchacho recuperó lo incautado y abrió la puerta para salir.

 

–  ¿Ras? –   Harry extendió su mano hacia su recién descubierto hijo. Este volteó a verlo y le regaló la sonrisa más triste que se hubiese visto jamás:

 

–  Es mi padre, Harry –   utilizó su nombre por primera vez –   Me lo ha dado todo… siempre. Ha vivido solamente para mí. Esta enfermo y ya es viejo… si sigo con esto voy a matarlo… Y no podría vivir con ello –   las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas – Tú tienes otros hijos. No me necesitas para nada.

 

          Harry, sin saber porque, comenzó también a llorar. Quiso decirle algo pero no encontró las palabras…

 

–  De todas maneras, gracias por comprender e intentar quererme. No voy a volver a molestarte… papá.

 

          Y salió corriendo en pos de su familia.

 

          El ojiverde solo se quedó mirando hacia el dintel de la puerta, ahora vacío, sintiendo una opresiva tristeza en el pecho; como si una fuerza oscura y misteriosa le estrujase dolorosamente el corazón.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

Siento la demora pero este fin de semana mi hijo me necesito al 100%. Aunque tarde, aquí el capítulo prometido.


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