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AL ESTILO MALFOY por ANTARES

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Notas del capitulo:

 

Pese al escándalo y a lo que toda la comunidad mágica debe de estar pensando de él, Harry toma las cosas con bastante humor; no así  Lucius, que no puede con su alma sobre todo al pensar en Draco. Por otro lado, el clan Weasley se reúne y se enteran de las andanzas de la pelirroja… ¿Qué dirán sus hijos, sus hermanos, Molly y Arthur? ¿La apoyaran o podrá más su afecto hacia el ojiverde?

 

 

 

Como siempre: HP y su universo son de J.K.Rowling. Yo no gano nada con esto… salvo un rato de sana diversión.

Capítulo dedicado a acm2099 por su cumpleaños. Siento la demora linda, he tenido una semana fatal (y aún no termina).

 

 

 

CAPITULO XIII

 

 

Lucius, sentado en una butaca de la biblioteca, curaba el rostro de un adolorido Harry; que estaba apoltronado en el sofá favorito del dueño de casa ante el fastidio de este. Oph servía unos tragos mientras que Ras, la más dulce e inocente carita, se ubicaba a los pies de su papi nuevo escuchando a los mayores:

 

–  Realmente hijo: no se como tuviste la estúpida idea de decir semejante disparate ¡Y en medio de todo el Ministerio!  – Lucius seguía mascullando su indignación por lo del  “… a mi padre le cumple estupendamente bien”.

 

–   Pero es que la muy perra lo llamó impotente. Gritó que no le respondía en la cama.

 

–  ¿Y tenías que enlodarme para ayudarlo? ¿No podías quedarte callado? Esos son líos de marido y mujer… Si la comadreja hembra se queja, por algo será.

 

–  ¡Hey! ¡Eso no es justo! –   el moreno intervino para defenderse – Yo soy bastante hombrecito. Es solo que con ella…

 

–  Lo dicho, algo de razón tendrá.

 

–  Ya, padre… –   Ras, desde su posición, estiró una mano para posarla sobre su pierna  –   Deja de zaherir a Harry.  Suficiente tiene con lo que le hizo la loca de tu ex. Lo dejó como en pelea de gatos, todito arañado.

 

–  Sí –   añadió el herido –   las uñitas que se gasta. Me marcó toda la cara. ¡Ni Ginny, que es aún mi esposa! ¿No que ustedes dos estaban divorciados?

 

–  Lo estamos. Pero Cissa… Presumo que todavía me sigue queriendo y estará algo dolida. No puedo creer que en estos 20 años… ¿Es cierto que no ha habido nadie Potter? Es decir, ¿en la vida de ella?

 

–  Pues… desde que te exiliaron se retiró de los círculos sociales. Vive en la mansión Malfoy y casi nunca sale, mucho menos se le han conocido romances.

 

–  Es una bella mujer –   Oph intervino mientras les entregaba sus vasos, y todos lo miraron sorprendidos –  ¿Qué? El que este medio loca y odie a nuestro amigo aquí presente no le quita que sea hermosa. Tienes un gusto exquisito padre.

 

–  También lo tengo para los pavorreales y eso no significa que quiera uno en este momento de mi vida –   bebió y escupió el líquido: era té frío. Miró feo al ojinegro para luego añadir  –   Narcissa es pasado. Es solo que siento que no haya rehecho su vida. Fue una buena compañera.

 

–  ¿La amaste mucho? –  nuestro héroe lo observó. No sabía si era por sus lesiones, pero de pronto la bruja se le tornó antipática.

 

–  La quise y respeté como madre de mi hijo. Pero a quien realmente amé y amo todavía es a Severus.

 

–  ¡Pero ya esta muerto Malfoy! –  la mención del ex espía lo sacó de cuadro –  ¡Hace más de 20 años para ser exactos! Como que eres un poquito obsesivo en tus afectos.

 

–  ¡Ese no es problema tuyo!

 

–  No es que me quiera meter –  Oph intervino de nuevo antes de que esos dos comiencen a pelear en serio –  pero en lugar de estar hablando de ex parejas, vivas o muertas, por qué mejor no piensan en como vamos a afrontar el maldito escándalo que se ha suscitado.

 

–  Con no hacerle caso… –   Harry hizo un gesto como para restarle importancia.

 

–  ¡¡¡PERO ES QUE ESTAS LOCO!!! –   Lucius sintió que su corazón comenzaba una desbocada carrera. Notó, algo preocupado, que una de las venitas de su ceja izquierda  comenzaba a palpitar.

 

–  Mira Malfoy… A ti te van los tíos y a mi también. ¿Cuál es el problema de que digan que somos amantes? No es como si Severus pueda enfadarse… en donde quiera que este.

 

–  ¡¡¡Pero no te das cuenta!!! ¡¡¡Las habladurías!!!

 

–   Tú has estado fuera de circulación dos décadas y a nadie aquí le interesas. Al menos a nadie importante –   el rubio lo miró con odio –   Y tu familia no tiene que reclamarte a estas alturas. Además, ya debes estar acostumbrado a que los diarios digan pestes de tu persona…  Yo, por otro lado, estoy o estaba felizmente casado. Y trabajo o trabajaba para el  Ministerio y el Departamento de Aurors.  Debía mantener una reputación intachable. Y aquí me tienes: dispuesto a echarme a la espalda a Rita, Lavender y toda la maldita comunidad mágica. Si yo, que soy el que más pierdo, me río del asunto… ¿De que coño te estas quejando tú?

 

–  ¡¡¡De que piensen que somos amantes!!! ¡No puedo permitir el que Draco crea que hubo algo entre nosotros!... ¡Que todavía lo hay!  Es mi hijo y quiero recuperar nuestra relación.

 

–  ¿Prefieres entonces salir a explicar que te preñaste en una clínica de fertilidad? ¿Hacer público que Rasalhague es fruto de la probeta? ¿Quieres que lo señalen? ¿Qué le nieguen sus derechos como hijo mío?

 

–  Harry… –   Ras intervino,  estaba sumamente conmovido.

 

–  Para el resto de gente nació de una aventura nuestra. Déjalos que lo piensen. Tú no le debes explicaciones a nadie y yo ya estoy bastante grandecito para que quieran manipular hasta con quien me acuesto.

 

–  ¿De verdad no te importa? –   el rubio estaba perplejo.

 

–  De verdad no. Me preocupan mis hijos y lo que dirán mis amigos… Pero me importa más Ras y la protección que mi nombre puede darle. Yo les explicaré luego. A mi modo. Y si es preciso mentir para protegerlo pues mentiré, lo he hecho durante años después de todo. Que mejor ahora que es por una buena causa. Además, quisiera reconocerlo, si no te opones.

 

–  ¡¡¡Él lleva el apellido de Severus!!! –   Malfoy saltó tratando de serenarse. No esperaba eso.

 

–  ¡Severus no es su padre! ¡Su padre soy yo!

 

–  Ejem… –  el aludido  quiso inmiscuirse.

 

–  Nadie te niega eso. Pero cambiar su apellido…

 

–  No quiero que nadie llame bastardo a mi hijo. Yo no estaba casado cuando él nació; así que pretendo darle mi nombre. Puedo decir que no sabía de su existencia hasta hoy, cosa que es cierta.

 

–  Si lo reconoces, por ser el mayor, será el heredero de la Casa Potter. ¿Estas dispuesto a quitarle sus derechos de primogenitura a tu hijo James? –   ahora habló Oph, quien enfocó el asunto desde otra óptica. El ojiverde le dio la razón: quería a Ras pero James no era culpable de nada. No estaba dentro de sus planes perjudicarlo.

 

–  ¡Papás! –  esta vez el menor lanzó un grito –  Creo que quien debería decidir el nombre que va a llevar soy yo. Te agradezco, Harry, pero mi hermano tiene razón. Reconocerme implicaría aceptar que soy tu primogénito y eso perjudicaría a  tu otro  hijo. No quiero crear conflictos en tu familia.

 

–  Tú no creas nada. Y tienes derecho a parte de mi herencia. Es solo que no sé como tome esto James… no quiero que se sienta desplazado. ¡Debe de haber alguna manera!

 

–  Seguramente la hay… –  Oph estaba cavilando.

 

–  ¡Qué nadie va a escucharme! –   Lucius trataba de controlarse para no estallar –   Repito: Ras lleva el apellido Snape. Si se lo cambian; este y la antigua dinastía Prince desaparecerán, se perderán en la historia. ¡Tú tienes dos hijos varones Potter! ¡¡¡¿Por qué quieres hacerle esto a mi Sevi?!!!

 

–  ¡¡¡Yo no quiero hacerle nada!!!  ¡¡¡Pero Ras es mi hijo, no el suyo!!!

 

–  Ejem… –   otra vez Ras –  Lo dicho. Sobre mi nombre decido yo. Y Snape Malfoy esta bien para mi. Por el momento. Si quieres estudia la forma de añadir tu apellido, “papá” – y sonrió a Harry al darle el título –   sin que esto perjudique los derechos de herencia de tus otros hijos, por mi perfecto. Añadir, no cambiar. Y no necesito nada económico, gracias. Padre nos lo ha dado todo y tú no fuiste responsable de mi concepción. Tus hijos y tu esposa, por más perra que sea, no merecen que yo les quite lo que por derecho es suyo – suspiró al terminar su discurso y Lucius lo miró con verdadero orgullo.

 

–  Rasalhague Snape Malfoy-Potter… No suena mal  –  Ophiuchus zanjó el asunto con una sonrisa  –  ¿Almorzamos?

 

 

 

 

 

*****************

 

 

 

Más tarde,  en la Madriguera, todo el clan Weasley estaba reunido el pleno;  los hijos de Harry incluidos. Ginny despotricaba contra su esposo, ahora casi ex, mientras que Molly lloraba y Arthur bajaba la cabeza compungido.

 

–… ¡Y el bastardo ese se atrevió a escupirme en la cara que a Malfoy si le cumplía en la cama!

 

–  ¡¡¡Ginebra!!! – el patriarca del Clan se paró de un salto –   ¡No tolero ese vocabulario en mi casa, mucho menos delante de tus hijos!

 

–  ¡Mis hijos ya saben que el maldito de su padre es un condenado marica!

 

–  Ginny…  –   ahora fue Molly quien la cortó totalmente abochornada.

 

–  Esta bien, abuela –  Albus se dio por ofendido –  Creo que ya todos aquí saben que mi madre es una homofóbica.

 

–  Cariño, tu madre no quiso… –  Hermione trató de explicar.

 

–  Descuida tía –   el chico los miró serio –  la estoy oyendo desde hace horas: “Maricón de mierda”, “Puto”, “Maldito impotente”, “Zorra”… Con ese carácter no me extraña que papá se haya inclinado por los hombres.

 

–  ¡¡¡ALBUS!!! –  la pelirroja estaba histérica.

 

–  ¡¿Qué quieres?! Armas un escándalo y despotricas contra mi padre cuando tú lo engañabas con el tío Seamus –   todos en la sala la miraron pasmados –  Y no, no intentes negarlo, esta en la edición de la tarde –  le tiró el diario a la cara –   Scorpius sobornó a un periodista para que le envíe una copia apenas editada… Debe estar distribuyéndose en este momento.

 

Ginny vio una foto suya abofeteando a su marido en el Ministerio. Al parecer algunos periodistas habían estado presentes durante la pasada discusión, y habían oído su “confesión”. Molly le arrebató el diario y se puso a leer, cada vez más blanca conforme iba avanzando, hasta que no pudo más y estalló:

 

–  ¡¡¡Ginebra Molly Weasley Prewett!!! –  bramó –   ¡¿Cómo es posible que le montases los cuernos a tu marido?!

 

–  ¡¡¡Hija!!! –   Arthur le quitó el diario a su mujer y lo revisó a conciencia, mientras sus hermanos y cuñadas lo rodeaban buscando también enterarse. Al parecer James y Lily ya lo habían leído, porque solo la miraron tristes.

 

Totalmente avergonzada, trató de explicarse con su familia; pero su madre estaba fuera de sí y su padre, rojo de la ira,  simplemente abandonó la sala seguido de Percy; quien trataba a todas luces de calmarlo. Ron se mordía la lengua para no soltar la información que tenía, pues no iba a regarla hablando de más sin antes conversar con su amigo. Y los demás… los demás no sabían que partido tomar. Harry era uno más de la familia; y si bien en un principio estaban indignados por Ginny, ahora sencillamente no entendían nada de nada. Siempre habían pensado que esos dos eran “almas gemelas”.

 

–  Él nunca me cumplió como marido… yo simplemente no existía… ¡Tienen que entender!

 

–  Para mi, madre, uno o cincuenta da lo mismo –   Albus estaba furioso –  los dos se engañaban mutuamente. Pero por lo menos mi padre solo tenía aventuras sin importancia, con desconocidos… ¡Tú te encamaste durante años con su mejor amigo! ¡Con el esposo de Luna, tu cuasi hermana! ¡Nosotros y sus hijos nos tratamos de primos!

 

–  Al…

 

–  ¡No madre! Y encima tratas de dejarlo mal insultándolo, llamándolo “maricón”.

 

–  Y es que lo es… ¡¡¡Es un maldito maricón!!!

 

–  ¡¡¡¿Entonces por qué seguiste casada con él?!!! ¡¡¡Te hubieses divorciado y asunto arreglado!!!

 

–  Lo hice por ustedes… y así me pagas.

 

–  No lo hiciste por nosotros – esta vez fue James el que habló, y todos se sorprendieron pues era el favorito de Ginny –   Lo hiciste porque te gustaba ser la esposa del héroe, del Salvador. Y no te juzgo, pero las cosas claras. Ni tú lo amabas, ni él a ti. Se casaron demasiado jóvenes y es lógico que con el tiempo… Lo que duele es la mentira. Y duele por parte de ambos. En lo que a mi respecta no pienso tomar partido. Espero que tengan la suficiente madurez para llevar un buen divorcio, por el bien de la familia.

 

–  Yo opino lo mismo –  Lily intervino –  Y si me disculpan me regreso a Hogwarts. Tengo exámenes. Espero, tía Mione, que en vacaciones pueda quedarme contigo. No quiero pasarla con ninguno de esos dos.

 

–  Aquí siempre serás bien recibida, queridita –   Molly habló al borde de las lágrimas –  Y si tú y tus hermanos necesitan un lugar tranquilo donde estar… esta es su casa.

 

–  Yo me pienso quedar en Hogwarts. Ya soy mayor y no necesito niñera – James zanjó el asunto.

 

–  Yo me voy con Scorp. Su familia me lleva bastante bien y afortunadamente no me culpan por esta catástrofe. El propio Draco escribió a su hijo para informarlo de la escena que mi padre protagonizó con Narcissa; por lo menos él tuvo la decencia de avisarle antes de que la lea en El Profeta. Me envió decir que Malfoy Manor siempre estará abierta para mí.

 

–  ¡¡¡Te vas con esa gentuza!!! ¡¡¡Después de lo que Lucius Malfoy nos hizo!!!

 

–  A mi no me hizo nada. Por lo que sé fue amante de papá antes de que este se case contigo; y ha estado fuera de su vida 20 años. Es lógico que si tuvieron un hijo, mi hermano quiera saber sus orígenes.

 

–  ¡¡¡Ese bastardo no es tu hermano!!!

 

–  Lo es. Aunque yo aún no estoy listo para verlo como tal. Pero no lo odiaré por lo que crees que Malfoy abuelo te hizo.

 

–  ¡¡¡Entonces ódialo por lo que le hará a tu hermano!!!

 

–  ¿Qué? –  y esta vez fue James el sorprendido.

 

–  ¿No han pensado que ese maldito engendro es el primogénito de Harry? ¿Que nació cuando él aún era soltero y que por lo tanto, si quiere reconocerlo, será su heredero? ¡Será él el que se quede con el título y el grueso de la fortuna!

 

–  ¡¿En eso estas pensando Ginny?! –   Y ahora fue Ron quien la miró decepcionado –  ¿En el dinero de Harry?

 

–  Pienso en el bienestar de mi hijo.

 

–  Tú tienes tres hijos madre… – el mayor de los Potter Weasley habló –  También están Albus y Lily.

 

–  Pero tú eres el primogénito. Y las costumbres…

 

–  Costumbres pureblood – Albus intervino – Mal que te pese nosotros somos mestizos. Pero yo siempre he sabido hacia quienes tiran tus afectos. Descuida, a mí el dinero no me interesa. James puede quedárselo enterito.

 

–  Yo no lo quiero –  James miró a Albus solidario –   Si padre quiere dármelo lo dividiré entre los tres. Si se lo da a Lily ella verá… lo mismo contigo. Y sí se lo da a ese otro hijo por mi perfecto. Si me disculpan, yo también tengo asuntos que atender.

 

Y el pelirrojo se paró seguido de su hermana. Ambos se marcharon, vía Flu, sin que nadie hiciese nada por detenerlos; todos estaban muertos de la pena con ellos. Albus miró un rato más a su familia y le sonrió a su madre. Como buena serpiente le había saltado directo a la yugular: no le perdonaba su abandono después que se enterara de lo suyo con Scorp.

 

–  Bien, en vista de que ya todo esta dicho, me marcho. Pasaré por Malfoy Manor, ¿algún mensaje? –   miró burlón a los presentes –   ¿No? Que pena. Después de todo ahora somos familia. Ya vez madre, no soy el único que pierde el culo por un Malfoy.

 

Todos abrieron tamaña bocota pero antes de que alguien reaccione ya el muchachito había tomado las de Villadiego. Cuando le contase a su amor iban a reírse hasta el hartazgo. Eso, claro, después de evaluar los daños que la clandestina relación de su padre y el aparecido patriarca les causase a ellos. Faltaría que por eso Astoria y Narcissa ya no quieran aceptarlos.

 

Cuando Ginebra por fin pudo reaccionar tuvo que enfrentarse a sus hermanos, que no podían creer su desvergüenza (hombres tenían que ser, se dijo, de la desvergüenza de Harry nadie hablaba); y a su madre, que no dejaba de reclamarle: “yo te crié como una mujer decente y no como una callejera”. Callejera ella, que solo se había acostado con Seamus aparte de Harry… ¡Callejero el maldito de su marido! Que había arrasado con todos los gays muggles de Europa.

 

Su padre por supuesto, fue cosa aparte. Con  una frialdad que no le había conocido en casi 40 años de vida le oyó llamarla a la cocina, donde conversaron en privado: Le informó que no toleraría el escándalo, así que esperaba que ambos lleven a cabo un divorcio discreto. Se negó a siquiera escuchar hablar de dinero y le advirtió que ni se le ocurra reclamar nada más de lo que Harry quiera darle… Y por supuesto, Seamus Finnigan no volvería a poner un pie en su casa. Por lo menos hasta que ambos formalicen su relación. A Dios gracias, le dijo, el tipo ese ya estaba divorciado; y esperaba por el bien de Ginny no enterarse de que se hicieron amantes cuando aún estaba casado con Luna. Sino, se podían ir despidiendo de volver a pisar la Madriguera. Ambos.

 

 

 

******************

 

Kingsley no podía creerse el escándalo que se había armado. Ni que él, como Ministro, recién se haya enterado del chisme al medio día y por la cotorra de su Secretaria. Estaba pensando como afectaba eso a su gobierno (el perdón dado a Lucius ahora le pesaba en el alma) cuando su Jefe de Aurors entró pálido y le extendió un reporte con las palabras TOP SECRET selladas en rojo. Lo abrió, lo leyó, y se puso blanco. Con voz trémula preguntó:

 

–  ¿Cuándo?

 

–  Ayer en la noche.

 

–  Están seguros de que fue él.

 

–  Seguros no. Pero quien más. Y hay otra cosa preocupante: no estaba solo.

 

–  ¿Cuantos?

 

–  El ADN revela por lo menos otros dos.

 

El negro se pasó la mano por la calva (era un gesto característico suyo) y suspiró:

 

–  Era demasiado bueno el creer que solo iba a desaparecer ¿verdad?

 

–  ¿Sabes qué si los muchachos Malfoy lo ayudaron a escapar de Askabán, son cómplices?

 

–  ¡Déjalos fuera de esto! ¡Ellos no tienen nada que ver!

 

–  ¡Sabes bien que si tienen!

 

–  ¡Rasalhague es hijo de Harry Potter, por Merlín! ¡Piensa en lo que le debemos!

 

–  Si el muchacho ayudó al maldito licántropo lo refundiré en la cárcel. Y me importará un bledo que el héroe del mundo mágico sea su padre. Ni siendo tu amante se libraría de mi ira. Asesinaron a toda la familia, Ministro; violaron a los niños y a la mujer… Se follaron a una pequeña de tan solo 9 años hasta romperla. Tenía el ano destrozado.

 

            Y le dio un manotazo al file desperdigando su contenido. Unas macabras fotos que Shacklebolt aún no había visto se mostraron sobre el escritorio. El negro tuvo que contener el vómito.

 

–  ¡Si ellos están involucrados de algún modo yo mismo los encerraré y tiraré la llave! –   Y salió de la oficina dando un portazo. Kingsley solo se quedó mirando la puerta, sin saber que hacer.

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 


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