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AL ESTILO MALFOY por ANTARES

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Notas del capitulo:


Rasalhague sale a cenar con nuestro Ministro mientras Oph enloquece. Y Harry, quizás contagiado por el momento, comienza su danza de seducción  con Lucius ¿Qué pasará cuando Kingsley descubra sus sentimientos y su acompañante lo rechace? ¿Triunfará el honor Gryffindor o nuestro héroe de guerra sacará el lado oscuro de su carácter? Amenazas, chantajes, golpes, violaciones… cualquier cosa puede esperarse de un hombre despechado.


 


Como siempre: El mundo de Harry Potter pertenece a J.K. Rowling. Yo hago esto sin fines de lucro y sin ninguna motivación comercial.

 

  

CAPITULO XV

 

 

Ophiuchus  llegó a casa cuando caía la noche y encontró a su padre en la biblioteca, sentado en su sofá favorito leyendo un libro. Confundido como estaba, asqueado como estaba, preocupado como estaba… no vio mejor consuelo que sentarse en el suelo y recostarse entre sus piernas.

–   ¿Todo bien?   –  preguntó Lucius.

–  Sin problemas.

–  ¿Conseguiste el regalo para tu hermano?

–  Sí. Supongo.

–  ¿Lo supones?

–  Le compré un anillo en forma de serpiente, que tiene como ojos dos Turmalinas azules. Quería algo especial… no sé.

            El rubio, que lo conocía muy bien, sonrió tras su lectura cual zorro viejo. Hace tiempo que se había dado cuenta de los sentimientos del par de despistados  que criaba, y oraba porque el tiempo y las hormonas les abran los ojos.

–  Bueno… no te preocupes, de seguro le agradará  –  y entonces decidió que debía intervenir. Total, era por una buena causa  – Además, no creo que ni se fije. De seguro su cita y el regalo de esta lo van a traer de cabeza.

–  ¡¡¡CITAAA!!!

–  Sí. ¿No lo sabías? Le ha salido un galán en el Ministerio. Hoy me pidió permiso para ir a cenar con él. Le envió una invitación por su cumpleaños.

–  ¡¡¡¿Va a salir con…UN HOMBRE?!!!

–  Pues sí. Me dijo que era un hombre. Supongo que ya se dio cuenta.

–  ¡¿Cuenta?!

–  De que es gay… o más bien bi. En todo caso, que un “él” no le es tan indiferente.

–  ¡Padre! ¿Y lo dices tan tranquilo?

–  ¡Oph! Yo sería el menos indicado para reclamarle. Además, no es algo sobre lo que pueda mandar. O te gustan los de tu mismo sexo o no te gustan.

–   Y a él… ¿le gustan?

–  Supongo. Para que le haya aceptado a un hombre una cita romántica.

–  ¡¡¡¿ROMáNTICA?!!! –  el pobre comenzó a hiperventilar  –  ¡Ras va a salir con un desconocido en una cita romántica y tú estas tan tranquilo! ¡¡¡ESQUE TE HAS VUELTO LOCO!!!

            Lucius levantó el rostro y lo miró serio. Amaba a sus muchachos y les daba toda la confianza del mundo, pero esas faltas de respeto…

–  Padre, lo siento… –  Oph se disculpó a la carrera aunque siguió gritando  –  ¡¡¡¿Pero cómo puedes dejarlo salir con un desconocido?!!! ¡¡¡Con lo que se habla en la Prensa!!! ¡¡¡Siendo tu hijo!!! ¡¡¡¿Sabes por lo menos quién es, cómo se llama, qué intenciones tiene?!!!  ¡¡¡¿Y si lo utiliza para vengarse por lo que hiciste durante la guerra?!!!

–  Tu hermano ya es mayor de edad y sabe lo que hace –   fue la respuesta que obtuvo. Aunque por dentro el rubio se juró que Ras no saldría de casa sin que antes él le hubiese dado el visto bueno a su acompañante.

            Ya iba a replicarle cuando un inocente elfo se apareteó en la habitación para anunciar que tenían visitas. Oph enloqueció y sacó entonces su varita, apuntando a la puerta que se abría y por donde asomaba el sonriente rostro de… Harry Potter. El héroe perdió su sonrisa al punto y entró cauteloso. Venía cargado de regalos.

–  ¿Pasa… algo?

            Lucius lo recibió al borde de un ataque de risa, aunque sin mudar su aparente impasibilidad. Pero fue su atacante quien habló primero:

–  ¡Ah! ¡Eres tú! ¡Ya era hora que aparecieras! ¡Ras es también tu hijo así que pon orden aquí! ¡Mi Padre ha enloquecido!

–  ¿Qué ocurre?

–  Tranquilízate,  Potter. Oph no esta delirando ni nada de eso. Solo anda algo preocupado porque un muchachito del Ministerio ha invitado a salir a su hermano.

–  ¿A salir? ¿Quién? ¿No sabía que a Ras le gustaran los chicos?

            Y antes de que alguien pueda responderle el nombrado entró en el salón. Vestía de cuero negro: el pantalón ajustado marcaba sus glúteos y la camisa sus bíceps. Su cabello mojado y lleno de gel se  adivinaba rebelde, dándole un aire de chico malo que lo hacía ver bello. Bello y deseable.

Ophiuchus enmudeció y tuvo que rendirse a la realidad aplastante que se levantó entre sus piernas: a él también le gustaban los hombres.

Y más específicamente su hermano; que no sabía cuando había crecido hasta ser el bombón que tenía ante sus ojos.  Un bombón bastante  descarado a la hora de vestirse, se dijo, ya que el pantalón (en el que debió meterse con calzador)  dejaba adivinar las líneas de su tanga. Al parecer, no era el único que se dio cuenta de ese detalle:

–   Hola, papá… –   Ras llamaba así a Harry para diferenciarlo de Lucius –   No sabía que volverías hoy.

–  Decidí traerles unos regalos… Un adelanto de cumpleaños… –   la molestia del interpelado era notoria –    ¿Vas a salir vestido así? ¡Ese pantalón, Merlín, no deja nada a la imaginación! ¡¿Malfoy?! ¡¿Vas a permitirlo?!

El rubio le hizo un gesto de indiferencia. Justo en ese momento, el elfo volvió a aparecer retorciéndose las manos:

–  Amos… Kingsley Shacklebolt, Ministro del Mundo Mágico…  pide ser recibido.

            Tres pares de ojos se miraron entre sí:

–  ¿Qué diablos quiere Kingsley aquí? –   el Salvador preguntó extrañado.

–  No sé –   Lucius contestó igual –  ¡Qué pase!

            El imponente hombre entró vestido a la usanza mágica: de la más antigua y tradicional de las maneras. El chiquillo sonrojado que era Ras se le acercó un poco apenado por su facha:

–  Ministro. Tan puntual… De haber sabido que era formal… Quizás deba ir a cambiarme.

–  Llámame Kingsley, Ras. Quisiera que nos tengamos confianza. Y no te apenes. A mi me parece que estas perfecto –  y dirigiéndose al auditorio, que los miraba pasmado, saludó cortés –   Lucius, Harry, Oph; gracias por recibirme.

            El rubio frunció el ceño al preguntar:

–  ¡¿A que debo su  visita, Ministro?!

–  Viene por mi, Padre –   la sonrisa angelical del muchacho quitó algo de tensión al momento –  es mi cita… ya sabes… la persona que me invitó a salir por mi cumpleaños.

            Shacklebolt no pudo evitar la vergüenza y por enésima vez el rostro burlón de Hermione se le vino a la mente. Bajando los ojos, explicó cortado:

–  Me enteré de que tu hijo cumplía 21 mañana y quise... tú sabes... invitarlo… a una cena… –   su tono de voz había ido bajando hasta ser casi un susurro.

            Lucius adivinó en seguida lo que le pasaba a su antiguo condiscípulo y casi estalla de las carcajadas que se tragó. Pero había sido un mortífago y sabía disimular. Además, pensó, el ver boqueando a Ophiuchus bien valía la pena: al fin algo le movía el piso a su controlado muchacho.

–  ¿Así que usted es quien invitó a salir a mi pequeño? –  Decidido a seguir ayudando a sus cachorros interpretó a la perfección su papel –  De haberlo sabido le hubiese enviado un agradecimiento personal.

–  ¿No te… molesta? –  el negro lo miró sorprendido.

–  Bueno. Ya sabes lo que las costumbres pureblood dictan. Así que si lo has invitado, supongo que estas interesado.

–  Yo… este…

–  ¡¡¡PADRE!!! –   Oph saltó frenético.

–  ¡¿Costumbres?! ¡¿Qué costumbres?! ¡¿Qué infiernos pasa aquí?! ¡¿Kingsley, que hace un hombre de tu edad invitando a salir a un muchachito como mi hijo?!

            Harry no entendía nada de nada y de ningún modo iba a permitir semejante estupidez.

–  Padre… –  Ras sacó el carácter Malfoy que a veces le afloraba –   Quizás debas atender a Papá y explicarle que ya soy un hombre y tomo mis propias decisiones. Hermanito… –  hizo un gesto de despedida con el desafío bailándole en lo ojos –   ¿Nos vamos Kings?

–  Claro… –   el Ministro sintió como el joven se apoderaba de su brazo y se dejó conducir cual corderito. Le parecía estar en el séptimo cielo.

–  ¡Hey!… ¡Un momento! –  nuestro héroe no estaba listo para ceder –  ¡¡¡Kingsley!!! –   el grito lo hizo voltear –  Tráelo a casa temprano. A las… –   y miro a Oph como preguntándole cual sería la hora adecuada.

 

–  ¡A las 12!… ¡Que este en casa a las 12! –   fue la respuesta.

–  ¡¿A las doce?! ¿Acaso me crees Cenicienta? –   el mas joven ya estaba protestando cuando un gesto de Harry lo cortó.

–  ¡Ya han oído!  A las 12. Me quedaré a esperarlos y pobre de ti, Kingsley, si se demoran un minuto. ¡Y recuerda que es mi hijo a quien te llevas!

Ras boqueó furioso pero Shacklebolt le apretó suavemente el brazo mientras respondía:

–  Lo quieres a las 12 y a las 12 lo tendrás. Y no tienes que amenazarme: soy un caballero y Ras no es ningún libertino. Sé a quien llevo de mi brazo.

–  Vamos, váyanse ya. Y que se diviertan –   Lucius los despidió antes de que a Potter le de un síncope y que su otro vástago comience con las imperdonables. Cuando la pareja se hubo marchado este último lo encaró furioso:

–  Pensé que los tiempos en los que vendías a tus hijos por interés ya habían pasado…

¡PLAFF!. La bofetada bien dada y mejor recibida se escuchó por toda la habitación. Potter abrió la boca asombrado mientras que el muchacho se llevaba una mano a la mejilla y los miraba dolido. Se dio media vuelta y abandonó la habitación mientras su padre se sentaba con gesto triste: en pocas semanas era la segunda vez que le levantaba la mano.  

Harry se le acercó y le sonrió solidario.

–  No lo dijo en serio.

–  ¿Y ese milagro?  ¿Tú no vas a acusarme de que estoy vendiendo a Ras?

–  No entiendo que hace con el imbécil de Kingsley. Pero sé a ciencia cierta que lo quieres, y sí tomas el asunto tan a la ligera tus razones tendrás… Aunque sería bueno que las compartas conmigo antes de que comience a enloquecer.

–  Harry Potter siendo comprensivo.

–  La gente cambia. Madura… ¿Y bien?

–  ¿Bien?

–  El motivo por el cual has permitido esa salida con una sonrisa en los labios.

–  Tu amigo, el Ministro, se ha enamorado de Ras. El cual, he de reconocer, se ha convertido en un hombre bastante guapo y deseable.

–  De seguro merito tuyo. Pero eso no responde al por qué estas tan tranquilo con la actitud de Shacklebolt.

–  Porque mi hijo no se fijaría en él ni en mil años. Su corazón tiene dueño desde los 4, aunque no se haya dado cuenta todavía.

            El moreno lo observó extrañado hasta que la luz se hizo en su cerebro:

–  ¡Ophiuchus!

–  Por supuesto. Solo hay que ver como se miran, como se siguen. Tienen 21 y aún duermen en el mismo cuarto… y muchas  noches, en la misma cama.

–  ¡Mi Dios! ¡¿Ellos…?!

–  Ni de broma. Creo que antes de hoy día Oph ni siquiera sospechaba que le gustaban los hombres.

–  ¿Cómo así?

–  Negación. Tú mejor que nadie debería entenderlo.

–  ¿Entonces?

–  Pues nada. Supongo que Ras esta en plan de sacarle celos y tu amigo le cayó del cielo.

–  ¿Y no temes…?

–  ¿Qué nuestro bien amado Ministro le haga algo? Me jacto de conocer la naturaleza humana y el negro ese es inofensivo. Créeme, su virtud  no corre peligro.

–  Eso espero.

–  Y si me equivoco, siempre tenemos a nuestro Salvador y héroe personal cerca ¿verdad? Si algo malo sucediera, tú…

–  ¡Mataré a Shacklebolt con mis propias manos!

–   Bien dicho.

            Y ambos se miraron y se sonrieron con complicidad. Entonces el rubio le ofreció un trago y Harry, ya con el vaso en la mano,  se sentó a su lado extendiéndole  un paquete:

–  ¿Y esto?

–  Un regalo.

–  ¿Para Ras?

–  Para ti. Los de mi hijo están aquí –   y señaló un grupo aparte mientras bebía.

            Lucius lo abrió y se encontró con un bastón de plata con cabeza en forma de serpiente. Era su bastón… su primigenio bastón. Profundamente emocionado, agradeció con un asentimiento de cabeza:

–  ¿Tú… lo encontraste?

–  Cuando allanamos Malfoy Manor. Me quedé con él.

–  ¿Cómo trofeo? –   la acerada voz le indicó al moreno que no iba por buen camino.

–  Como recuerdo. Quizás esperaba devolvértelo algún día, cuando dejásemos de odiarnos.  No sé. Nadie podía negar que eras un hombre hermoso en ese entonces. En ese entonces y aún ahora. Quizás solo… quería un pretexto para acercarme.

            Lucius observó sorprendido como el más joven se mordía los labios en un gesto seductor. Y soltó la carcajada que venía aguantándose desde hacía rato:

–  ¡Oh, Merlín! ¡¿Me estas coqueteando?! ¡Es cierto lo que dice la Prensa, Potter! ¡No tienes bandera!

–  Lucius, me ofendes… – Harry había acercado a su cuerpo y ahora prácticamente se rozaban –  Yo solo pretendía ser amable con el Padre de mi chico.

–  Ya veo –   Malfoy lo miraba divertido.

–  ¡Oh, vamos! No es como si todavía fuésemos enemigos. Tenemos un hijo, esas cosas unen.

–  Para tus ímpetus, Gryffindor. No tenemos un hijo. Yo tengo un hijo. Tu solo…

–  ¿Solo…?

–  Donaste el esperma.

–  Pues mi esperma entró en ti e hizo ese maravilloso muchacho que ahora me trae de cabeza, y a quien pienso cruciar si no llega a la hora.

–  ¿Celoso, papá?

–  ¡Es un niño! ¡Y salió vestido como un Puto!

–  Igualito a ti en esas fotos que publicó El Profeta.

–  ¡Oh, mi Dios! ¡¿Insinúas que es mi culpa?! ¡¿Habrá aprendido de mi mal ejemplo?!

            El dueño de casa volvió a reír y le sirvió más whisky, llenando luego su propio  vaso.

–  ¿Quieres tranquilizarte? Es solo una cita. No es como si vayan a irse a la cama o cosa parecida.

–  ¿No?

­–  No todos follan como conejos Potter. Mis hijos son muchachitos decentes.

–  Si tú lo dices.

–  Lo digo y lo sostengo. Lo he criado con buenos ejemplos.

–  ¿Nunca te han visto follar como conejo? –   otra vez el ojiverde al ataque. El mayor lo cortó molesto:

–  ¡Jamás hubo otro después de Severus!

            Y dale la burra al trigo. Harry sabía lo que le debía a su antiguo profesor… ¡Pero llevaba muerto veinte años! Tanta devoción ya era enfermiza.

–  Oye, rubio… eso ya es obsesión. Crees que si hubieses sido tú el muerto él te hubiese guardado esa fidelidad.

–  ¡Fue fiel a la amistad con tu madre y eso le costó la vida! ¡¿Cómo puedes hablar así?!

–  ¡Yo no digo nada malo de él! ¡Pero está muerto! ¡Y tú estás vivo y mereces ser feliz!

–  ¿Lo merezco? ¿Un asqueroso mortífago que debería estar pudriéndose en Askabán?

–  ¿Aún recuerdas mis palabras antes de tu juicio?  Las cosas han cambiado… tú has cambiado.

–  Ya veo.

–  No quiero ser grosero… pero deberías ser más amable conmigo. Recuerda: mi esperma ha estado dentro de ti.

–  Y a donde va tu esperma… tú debes seguirlo.

–  Psss… –   y se acabó su trago rellenando nuevamente los vasos. –  Dime ¿no sientes el deseo quemándote? ¿A veces? ¿No sientes al hombre que hay en ti pidiendo jaleo? –   y rozó su pierna con una rodilla.

–  El hombre que había en mi murió… en la batalla final.

            El moreno olfateó su cuello:

–  Para estar muerto hueles muy bien…

–  ¡¡¡¿Quieres cenar Potter?!!! –  Malfoy  se puso de pie de un salto dispuesto a cortar todo avance. El otro solo se repantigó en el sillón y lo miró sugerente, mientras acababa su copa sin prisas. Sería una laaarga noche.

 

*****************

 

Rasalhague y Kingsley habían ido a cenar a uno de los más exclusivos restaurantes del Mundo Mágico Francés. El chiquillo, como en un sueño, había  sentido lo que era la gloria del poder y del éxito: Como las puertas se abrían al paso de su acompañante, las lenguas tartamudeaban y las espaldas se inclinaban. Como su pareja enmudecía al salón,  acaparando todas las miradas, desatando todos los servilismos… y suscitado todos los cuchicheos.

También había sentido lo que era la vergüenza por vez primera. Vergüenza por su apariencia, que definitivamente no era la adecuada; por su juventud, que despertaba gestos que iban desde la burla al franco desprecio… y por su belleza, que se prestaba a malas interpretaciones.

Incluso el maître que los atendió había tendido a traspasarlo con la mirada, y a dirigirse exclusivamente al que sabía era el Ministro de Inglaterra. Error que corrigió de inmediato cuando el negro, con la peor cara que pudo poner, le ordenó que se dirija a su pareja ya que ella era la que estaba de cumpleaños y a quien pretendía  homenajear.

Kingsley Shacklebolt se había tirado a la espalda a todos los curiosos y se había centrado en el joven: deslumbrándolo con sus comentarios, hipnotizándolo con su mirada, divirtiéndolo con sus anécdotas. Era un hombre mayor, más aun que Lucius, pero bastante cultivado e inteligente. Conocedor al máximo de las tradiciones y la política tanto europea como norteamericana. Sus opiniones eran sinceras y su lenguaje sencillo, su porte férreo y sus movimientos sutiles. Sabía ser elegante sin ser un snob, naturalmente… y pronto Ras se olvido de sus nervios y pudo ser él mismo.

Cuando un inmenso pastel ingresó hacia su mesa, con varios violinistas detrás, ya todo el mundo se había percatado que la pareja del Ministro no era un acompañante casual, o pagado, sino algún muchachito de familia que el viejo verde estaba cortejando.

Luego del “Feliz Cumpleaños” de rigor, el hombre le extendió el regaló que al ser abierto reveló una hermosa sortija con el escudo familiar de los Shacklebolt. Hasta un hijo de muggles sabía que ese anillo era único y solo se entregaba a un heredero o a quien habías elegido como consorte.

            El muchacho abrió los ojos asombrado, sin saber que decir. Pero antes de pudiese articular palabra el negro los sello los labios con un dedo y musitó un “después”. Luego colocó el anillo de nuevo en el estuche (señal de que aún la petición aún no era correspondida) y se puso de pie para extenderle una mano en una muda invitación.

            De más esta decir que en cuanto salieron a la pista esta se llenó como por arte de magia: prácticamente todo el salón quería ver más de cerca al informal sangrepura que había logrado embolsillarse al soltero más codiciado de Europa. Que debía ser un sangrepura ya lo habían deducido por sus modales en la mesa, que si bien la ropa parecía la de un vampiro o un rockanrolero  muggle, los  gestos eran los de un exquisito aristócrata.

Y de pronto, uno de los curiosos lo identificó. El escándalo Potter-Malfoy ya estaba en boca de todo el continente y los franceses, tan afectos a las historias del corazón, eran los que más la seguían. “Es el hijo bastardo de Harry Potter”, comenzaron a  susurrar. Hasta que los murmullos se hicieron tan evidentes que el chiquillo escondió su rostro en el pecho de su acompañante, totalmente abochornado. Este, protector, lo sacó de la pista rumbo a  las terrazas, donde se perdieron contemplando la noche.

–  Siento el mal rato. Si hubiese sabido… pero el mundo muggle también tiene sus desventajas. Sobre todo en lo referente a una pareja del mismo sexo.

–  Ministro yo…

–  Pensé que ya me tuteabas.

–  Kingsley… ¿Por qué? Es decir… el anillo.

–  Es mío. Es el sello familiar que lleva el heredero de mi Casa.

–  ¿Significa lo que creo?

–  Eres mestizo pero has sido criado por un aristócrata. Sabes lo que significa.

–  Yo no te he dado motivos.

–  Mañana cumples 21. Y las costumbres de tu casta dictan que a esa edad comiences a evaluar a tus pretendientes. Solo quise…

–  ¡¡¡Eso es barbárico y arcaico!!! ¡Padre jamás me obligaría a casarme por una alianza de apellidos o fortunas!  Además, no soy el primogénito…

–  No digo que tu padre te obligaría. Yo solo quise… ¡Oh, Ras! Desde que ti vi en esa Sala de Interrogatorios… No quiero que pienses que mis intenciones no son serias. No te ofrezco un romance o algo clandestino. ¡Te ofrezco matrimonio!

–  ¡Ministro!

–  Kings, Ras… me llamaste Kings en tu casa. Me gusta como suena. Se que podría ser tu abuelo, y no voy a disfrazar mi edad ni lo que soy; pero si bien no puedo darte juventud… puedo darte la serenidad, el amor, la madurez y la protección que alguien tan frágil y puro como tú merece.

–  Cállate, por favor –   y dos manos blancas le sellaron los labios –   me siento halagado pero no puedo. Amo a otro, Ministro. Sino… sería un honor y un privilegio. Un hombre como tú… fijarse en un muchacho con mis antecedentes y mi apellido… Pero amo a otro con todas las fuerzas de mi alma. Lo he amado desde que era un niño y lo seguía embobado, mientras corríamos ambos por la mansión persiguiendo una snitch. He amado su fuerza, su coraje, su valentía y esos hermosos ojos negros que me queman…

            Ras se seguía explicando pero el hombre ya no lo oía. él también había visto la luz y sabía de quien hablaba: Ophiuchus. Se maldijo una y mil veces por no haberse dado cuenta. Ahora ya no había remedio.

De pronto, sintió los brazos del muchacho rodear su cintura:

–…Pero él no me ama Kings. Y no se que hacer. Le encontré una carta que lo citaba en un hotel… y un anillo de compromiso… y yo… quiero morirme… Se que nos has mandado seguir… Dime: ¿Qué sabes? ¿Esta enamorado de otra? ¿De otro? ¿Se ven?  ¿Se encaman? ¡Dime, Kings, dime! –   y rompió a llorar desesperado.

            Entonces el Ministro de Inglaterra, mientras acunaba ese cuerpecito, tuvo que tomar la decisión más difícil de su vida: decidir entre su honor y su corazón. Entre su felicidad y lo que era correcto. Por un segundo, por una fracción de minuto, se permitió  soñar y elucubrar sobre lo que podía ser la oportunidad perfecta, la jugada maestra. Hacerle creer que Oph se veía con un amante secreto, sembrar la suficiente duda para que peleen;  involucrarlo incluso en la fuga de Greyback, solo a Oph,  y luego arrestarlo. Un juicio donde el mayor no hablaría por lealtad a los Malfoy… unos años de condena… quizás incluso un indulto después… Y un matrimonio con el hermano que se le entregaría por gratitud… ¡Sería tan fácil!

Tenía el poder, las amistades, la maquinaria… hasta la justificación perfecta. Mandar a su rival a la cárcel no sería  mentir: el había entrado a Askabán, de eso estaba seguro… él y el niño que abrazaba…

–  ¡Ayúdame Kingsley!

            Tan fácil…

            Pero Kingsley Shacklebolt era un hombre en todo el sentido de la palabra. Que podía cometer errores: como lo de Askabán y las violaciones a los presos… que podía tomar decisiones de Estado que después le remordieran la conciencia… Que podía incluso sacrificar inocentes en aras de un bien mayor como su maestro Dumbledore… Pero afortunadamente aún tenía la inteligencia para marcarse, solo, sus propias líneas morales: aquellas que nunca cruzaría ni siquiera por conveniencia. Lo que diría a continuación le cerraría las puertas de la felicidad, pero en esos momentos era víctima de su honor: no de Gryffindor sino de ser humano. Ya no había mortífagos que combatir, ya no había magos oscuros ni conspiraciones… ya no había que mentir y falsear la verdad para construir una Inglaterra Mágica fuerte. Ahora solo lucharía contra su enamorado corazón.

Presa de la más profunda desesperación levantó bruscamente el rostro del muchacho y asaltó esa boca que lo enloquecía. El consternado beso fue brutal, ansioso, forzado… como si en ese acto quisiese robarle el alma y guardarla en su recuerdo por toda esa vida de soledad a la que  se estaba condenando.

Ras, totalmente paralizado, solo se dejaba hacer. Hasta que reaccionó y de un empujón se zafó del agarre, limpiándose la boca asqueado.

Fue allí que el lado oscuro que todos llevamos dentro se apodero del mago rechazado;  su orgullo y vanidad gritándole por dentro: él se afanaba por tratar a un sucio bastardo, al hijo de un mortífago, a un criminal culpable de una veintena de asesinatos como  gente decente. Le ofrecía un nombre y la posibilidad de limpiar su apellido, de devolverlo a la perdida gloria. Le pedía matrimonio y no simplemente sexo o una follada clandestina… ¡Y lo rechazaba asqueado! ¡Por otro mocoso tan don nadie como él! ¡¡¡Maldito arrogante!!! Basura barata… ambos…

Y entonces vio su mirada. Esos ojos grises tan dolidos y decepcionados, tan inocentes… tan frágiles…

–  Me robaste… –  Ras temblaba –  Me robaste mi primer beso con un hombre…

–  Ras…

–  Yo confiaba en ti. Te admiraba… Pese a lo que mi Padre siempre me dijo de los Gryffindors… Pese a lo que hicieron en Askabán.

–  Ras entiende…

–  ¡Me das asco! –   y volvió a limpiarse la boca con furia –   No porque me hayas besado… sino por haberlo hecho a la fuerza. Porque ustedes los Gryffindors, que se las dan de Santos, que pregonan moralidad, son peores que nosotros a la hora de querer  imponerse.

–  Que yo sepa tú también te la das de Gryffindor.

–  ¡¡¡Jamás!!! ¡¡¡óyelo bien!!!  ¡¡¡Ahora menos que nunca!!! Ahora que se que pueden ser tan hipócritas como la más rastrera de las serpientes. Te fingiste mi amigo… te fingiste un hombre bueno. ¿Qué planeas? ¿Obligarme a aceptarte? ¿Encerrarme en Askabán para luego violarme?

–  ¡¡¡No Ras!!!

–  De ti cualquier cosa Ministro. No me extrañaría que ahora fueses a la caza del hombre que amo. De mi Padre. ¿Qué vas a hacer? ¿Cómo vas a obligarme a abrirte las piernas?

–  ¡¡Cállate!!! –   y los fuertes brazos lo aferraron y lo samaquearon sin contemplaciones. Tan furioso estaba, que solo lo sacudía para no golpearlo –   ¡¡¡Cállate ahora mismo o no respondo!!! ¡No soy ese monstruo que imaginas! ¡¡¡¿Qué no lo entiendes?!!!

            El muchacho lo miraba aterrado mientras las lágrimas mojaban su rostro. A lo lejos, algunos de los comensales contemplaban la discusión boquiabiertos.

–  Suélteme… me hace daño…

–  ¡Oh Ras, lo siento! –  el mayor se alejó como si quemara –   No es lo que piensas hijo. Yo te amo… en buena ley… y pensé que quizás… Pero solo eran estupideces. Ilusiones de un viejo tonto cuyo único pecado fue quererte…

–  Yo jamás le di motivos.

–  Lo sé. Lo sé. Fui yo. Yo solo. Eras tan inocente, tan blanco... tan puro. Y a la vez tan endiabladamente astuto e inteligente… eras una mezcla de luz y oscuridad… oscuridad luminosa, quien lo diría… No quise pero sucedió. No pude evitarlo.

–  No es mi culpa.

–  No. Y no quiero forzarte a nada, descuida. No podría. Aunque te juro que lo pensé por un momento. Pero así no. A la fuerza y con engaños no… No soy el monstruo que te han contado.

–  Si él no existiera… –   y de pronto se corto, tapándose la boca.

–  Tranquilo –   el Ministro acarició el trémulo rostro –   No voy a tocar a tu amado. No voy a chantajearte ni cosa parecida. Es más. Voy a ayudarte… Sé a ciencia cierta que tu hermano no tiene amante alguno ¡No se ve con nadie, Ras! Solo anda contigo o con Lucius… Y las escasas veces que lo han visto salir solo así ha permanecido. Hoy mismo, antes de venir, me llegó un informe. Y él estuvo en la mañana de compras… el anillo, el que mencionas, quizás lo adquirió allí.

–  Pero…

–  Se de alguien que cumple años mañana.

–  La nota… hablaban de un hotel en el callejón Knockturn.

–  De eso no se nada, pero puede haber un sinfín de explicaciones. Quizás algún otro regalo… uno prohibido…

–  ¡Merlín, es cierto! Y yo…  Debe de estar odiándome… ¡Soy un estúpido!

–  No eres nada de eso. Y no creo que Oph te odie. Creo que también te ama y que esta noche se dio cuenta de que puede perderte. Estoy seguro de que mañana se arreglarán las cosas… Entonces, quizás sea bueno que vuelvan a Norteamérica.

–  ¿Nos hechas?

–  No, Rasalhague. Pero lo de Greyback trajo consecuencias. Ha asesinado a 13 familias… las de los ex guardias acusados de violar presos. Mi Jefe de Aurors quiere implicarlos.

            El muchacho lo miró altivo:

–  Este también es mi país, Ministro. Y no somos culpables de nada. No me iré porque un gry rencoroso quiere achacarnos sus errores. Si hay un hombre lobo asesinando gente es porque ustedes lo permitieron. Porque ustedes lo convirtieron en un monstruo sediento de venganza. Asuman sus acciones y no inventen excusas baratas tratando de culparnos, no es de gente adulta.

–  Yo solo…

–  Descuide. De todas maneras agradezco el aviso. Hablaré con mi Padre para que prepare a los abogados; por si hay problemas.

–  No los habrá Ras. No lo permitiré jamás. Te protegeré con todo el poder que me da mi cargo.

–  ¿A cambio de…? No se equivoque. Yo no puedo ofrecerle nada.

–  No quiero nada muchacho, nada más que tu felicidad. Que sigas sonriendo. Mientras sepa que estas bien y que la maldad del mundo no te alcanza yo estaré tranquilo. Te amo demasiado para permitir que alguien, ni tan siquiera yo, te haga algún daño.

–  Kings –   Ras le acarició la mejilla y lo miró con ternura –  lo siento.

–  Lo sé.

–  Pudiste…

–  Lo sé.

–  Eres un buen hombre.

–  No soy tan bueno Ras. Por un momento, por una fracción de segundo, lo pensé. Pensé hacer cada una de las cosas de las que me acusaste y más… obligarte, chantajearte, mentirte… No soy nada bueno, mi niño.

–  De pensar hacer cosas malas todos las pensamos. No seríamos magos sino. Pero es como reaccionamos ante situaciones adversas lo que nos define… ¡Las armas que utilizamos para vencer! Si respondes al dolor con odio, con ira, con ganas de hacer daño… no eres mejor que aquellos que te atacan.

–  Tú no me has atacado. Tú solo eres un muchachito cuyo único delito es haber llegado demasiado tarde a mi vida.

            Y entonces fue el más joven quien tomó delicadamente el negro rostro y, poniéndose  de puntillas, rozo esos labios con los suyos en un casto beso.

–  No tienes que robar lo que te has ganado en buena ley. Siempre lo he sabido… que me gustaban los hombres… y siempre deseé que mi hermano se diese cuenta… y que me mirase como a algo más que un niño.  Esperaba que fuese él el príncipe que me rescatase de mi soledad… y me guardé. Pero Oph no está y eres tú quien ha llegado. No puedo irme contigo, no te amo, pero puedo regalarte mi primer beso.

            Ambos se abrazaron durante un largo momento. Y Kingsley Shacklebolt, Ministro de Inglaterra y héroe de guerra condecorado, Orden de Merlín Segunda Clase, le dijo adiós a su historia de amor.

–  Vamos Rasalhague, será mejor que te lleve a casa. Antes de que Harry piense que te he seducido y arrase con toda Europa buscándote –  Y ambos regresaron abrazados, para luego marcharse en el mágico carruaje que los esperaba.

Un cuento de hadas sin final feliz.

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

Jajajaja, por el encabezado seguro esperaban algo oscuro. Sorry, pero es Navidad y yo soy creyente. Y aunque sea por respeto,  esta es una fecha para los sentimientos positivos. Por lo mismo el lemon programado va en el próximo capi (en realidad no le vi nada de malo a que vaya en este, pero los 5 mil caracteres me ganaron y no quise que el texto salga cortado o cosa parecida). Un beso y Felices Fiestas a todos lo que me leen… este es su regalo.

PD: Como avisé al principio, este fic esta basado en una peli. Aunque lo he deformado tanto que ya ni se parecen. Sin embargo, en este episodio,  he sacado parte de los avances de Harry de la historia original porque a mi parecer las frases son geniales.

 


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