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AL ESTILO MALFOY por ANTARES

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Notas del capitulo:

 

Lucius despierta sano y salvo y todo parece felicidad. Pero una terrible verdad es revelada y su mundo perfecto se derrumba. Cuando todo lo que amas resulta una mentira, ¿qué hacer? Para evitar lastimar y lastimarte aún más… ¿que hacer?... Harry  parece creer que el único camino es marcharse, marcharse sin mirar atrás.

 

El universo de Harry Potter es propiedad de J.K.Rowling. Yo solo tomo prestado los personajes, sin fines de lucro, para haceros pasar un rato de sana diversión (Ojo: 3º entrega subida el 31/01/11.  No te saltes o no vas a entenderlo, lee primero los otros dos).

 

 

CAPITULO XVIII

 

 

Oph dormitaba en un sillón y Draco miraba el rostro sereno de su padre. Mientras, sentados en la cornisa de la ventana, Harry y Draco conversaban tomados de la mano.

–  No se como explicártelo. Digo… Tú discutes con una persona y de repente esta  se accidenta. Y  entonces te das cuenta de que puedes perderla… y que quizás nunca tengas tiempo de decirle cuanto la amas.

–  No vas a perder a Lucius… Él va a despertar. Y va a estar bien –   Harry repetía esa idea como un mantra.

–  Pero y si no… ¡Oh, papá, de dije tantas cosas horribles!

–  Lo imagino. Pero de seguro actuaste por la sorpresa de vernos juntos. Tu padre sabe que no lo sientes realmente.

–  No fuiste el único…. –  Draco murmuró sin dejar de acariciar los largos cabellos del durmiente  –  Yo también le dije cosas… Estaba celoso. Y molesto… Ahora, al verlo así…

–  Supongo que todos dijeron cosas inadecuadas –   dijo Oph despertando –  Cosas que no sentían y de las que ahora se arrepienten. Padre saldrá de esto… –  se acercó y apretó el hombro del rubio –  todo va ha estar bien… hermano.

            El rubio  lo miró emocionado y le devolvió el apretón con una minúscula sonrisa. Luego ambos se fundieron en un abrazo cargado de arrepentimiento, culpa, y sobre todo miedo al futuro. Ambos estaban unidos por el amor a ese mago que peleaba por su vida.

            De pronto el mayor se separo, algo avergonzado, y mirando a su otro hermano le susurró confundido.

–  Siento que se arruinara tu cumpleaños.

–  Eso no importa –  Ras se dio cuenta de que trataba de que ignoren el emotivo momento y lo ayudó con sus palabras –  Todo lo que quiero es que mi Padre despierte y nos perdone. Entonces, los cinco seremos por fin una familia.

–  Ras… –   Lucius susurró sin abrir los ojos.

–  ¡¡¡Padre!!! –   Draco se giró y apretó la mano del enfermo.

–  ¡Ayyy!… Dragón… tranquilo…  –  El mago lo soltó apenado mientras los demás rodeaban la cama lanzando  preguntas a diestra y siniestra. Hasta que se les ocurrió llamar a la enfermera,  y entonces si que tuvieron que salir para que examinen al paciente.

Después de una hora de inquietante espera,  una medibruja se presentó a darles el parte: era francamente alentador. Lucius estaba bien y sin problemas de memoria. Las otras pociones ya habían regenerado los órganos dañados y la crecehuesos sanaría cualquier fractura menor en cuestión de horas.

–  Fuiste afortunado –   le dijo Harry cuando entró al cuarto.

–  Dicen que hierba mala nunca muere –  respondió el enfermo  ya sentado en la cama.

–  ¡Oh, padre! ¡Siento tanto las estupideces que te dije! –  Ras corrió y se le echó a los brazos.

–  Ya, pequeño.

–  De verdad. Oph y yo… hablamos…  y él me hizo entender. Y luego papá me explicó como eran las cosas… ¡Perdóname!

–  OK. Ras. No te martirices.

–  Es que, en verdad, me alegra de que mis dos papás estén juntos. Y no quiero que se separen por mi culpa.

–  Hijo, no sé lo que te habrá dicho Potter, pero mi decisión no tiene nada que ver contigo.

–  Yo no le he dicho nada, Lu…

–  Padre –   Draco intervino –  Si él es tu felicidad esta bien para nosotros. Para mí. De verdad. Lo nuestro, “nuestra vieja rivalidad” –   y le dio una mirada significativa –   no debe interponerse. Es algo que quedó en el pasado.

–  Hijo…

–  Te amo Padre. Después de tanto, solo quiero que seas feliz.

–  Ya oíste Lu –   Harry se acercó a la cama –   tus hijos están de acuerdo. No te niegues la oportunidad. Yo estoy dispuesto.

            El otro dudó aún, clavando sus pupilas en su hijo mayor, como temiendo. Pero Draco solo le devolvió una mirada cálida, y le sonrió asintiendo. Entonces Harry finiquitó el asunto tomando suavemente su rostro y dándole un dulce beso, que lo hizo enrojecer mientras que sus tres hijos soltaban pifias, aplausos y carcajadas.

            Aun se estaban riendo cuando entró la enfermera y, luego de darle una chequeada, solicitó a los familiares se acerquen al recién inaugurado laboratorio de análisis.

–  ¿Y eso? –  Draco no entendía nada.

–  Una costumbre muggle que estamos tratando de implementar. Requerimos que los familiares donen una unidad de sangre para nuestro almacén.

–  ¡¿Y para que necesitan sangre?! Nosotros tenemos una poción que la reconstituye casi de inmediato.

–  ¡Oh! –   la enfermera  lo miró indulgente –   ¿Y si esa poción se agotara? Un atentado, un desastre… que se yo. Además  ¿No le gustaría que haya un archivo suyo donde conste su tipo sanguíneo, sus enfermedades, su código genético…?

–  ¡¡¡NO!!! –   Draco le gritó molesto mientras Lucius se carcajeaba de buena gana. Sin dejar de burlarse comentó:

–  ¡Merlín, los hijos de muggles y sus estupideces! Somos magos, no necesitamos de esas cosas. Dígame, tan brillante idea… ¿provino acaso de la súper genial Hermione Granger?

–  ¡¿Cómo lo supo?!

            El enfermo volvió a carcajearse mientras Draco daba un bufido y Harry trataba de defender a su amiga:

–  No es tan malo.  La ciencia ha avanzado mucho y quizás deberíamos incorporarla a nuestro mundo.

–  Basta… –   Draco lo cortó aburrido –   Scorpius y a Albus me mandaron un mensaje por celular hace unos minutos, se enteraron de la desaparición y se escaparon del colegio; están en casa; debo informarles. Y de paso a reportarme con Madre y Astoria. Han de creer que me fui de fiesta con Blaise y estarán furiosas ¡¿Quién aguanta ahora a esas dos?!

            Y salió del cuarto llevándose por delante a pobre bruja que retrocedía amedrentada.

– ¿Es que nadie quiere cooperar? – parecía ofendida – ¿Por la ciencia?

–  Yo podría ir y donar una muestra. Si no hay problema… –   y Ras miró a Lucius con carita de cachorro.

–  No veo para que pueda servir pero si quieres…. –   el aristócrata asintió resignado.

–  Iré ahora. Papá Harry podrá ir después

–   Iré –   afirmó el ojiverde; y Ras se puso de pie para seguir a la mujer. Oph tomó la posta y también se levantó:

–  Creo que yo regresaré a la mansión. Ya saben… a cambiarme, dar órdenes a los elfos y avisar al Ministerio que te hemos encontrado.  Volveré en unas horas. Harry ¿cuidarás de él, verdad? No lo agites mucho  –  y dándole un guiño los dejó solos.

            Harry  se dijo que ese muchacho era genial. Ojalá que sea cierto lo de él con su hijo: nada lo haría más feliz. Volviendo a mirar a su rubio sonrió y se le acercó seductor, pensando que en esos momentos definitivamente  sí había algo que le daría más placer: un sensual y húmedo beso.

 

 

*****************

 

 

Draco había llegado a Malfoy Manor  y apagado el conato de histeria que su madre y su esposa estaban iniciando. Luego había subido al cuarto de su hijo, donde este y Albus estaban encerrados desde hacía horas, para comunicarles secretamente las nuevas sobre el abuelo (eran los únicos enterados de su reconciliación).

Los adolescentes sonrieron algo fastidiados y, tras escucharle lo malo que era que hubiesen salido de Hogwarts sin permiso, se lo quedaron mirando… como diciéndole “¿algo más?” Entonces el rubio se dio cuenta de que les había interrumpido la follada y refunfuñando se retiró. Como cambiaban los tiempos, pensó, si su padre lo hubiese encontrado en su cuarto con un hombre, ya no digamos Potter, un Slytherin cualquiera; le habría mandado un crucio por el culo hasta hacerlo defecar.

            Pero claro, el crió a su muchacho libre; le dio confianza en lugar de miedo, abrazos en lugar de palizas… y ahora no le tenía el más mínimo respeto. Ni a el ni a nadie. Regresó a la biblioteca  solo para encontrarse a Astoria celosa, lista para reclamarle en privado lo que delante de su suegra no se atrevía. Lo olió, lo revisó, le lanzó cuanto hechizo oscuro conocía para asegurarse de que no haya tenido sexo clandestino y finalmente se puso a gimotear reclamándole su conducta. No paró hasta que el rubio le confesó donde había pasado las últimas dos noches y con quien.

–  ¡¿Te has reconciliado con ese impresentable?! ¡¿Con esa perra en celo?! ¡¿Con ese puto barato?! – la mujer volvió a sus chillidos y aspavientos hasta que quedó afónica. El pobre esposo solo la escuchó mudo. Tranquilizada quizás por su sumisión, señal inequívoca de que aceptaba su culpa, comenzó a analizar lo “inconveniente” que era para ellos la relación entre el salvador y el patriarca. Suscitaría el odio de los magos comunes y atraería una atención innecesaria sobre la familia.

–  ¿Y que esperas que haga? ¿Qué los separe? –  preguntó Draco en un tono neutral, sinceramente ya harto de todo.  Entonces la bruja lo miró astuta y recurrió al manoseado pretexto del amor maternal. Muy crudamente le hizo a entender como “devastaría” a “la pobre Narcissa” la noticia de que ese par estaban juntos. Y habló y habló hasta que el rubio se sintió nuevamente un traidor y una basura… tan solo por haber aceptado el romance.

            Finalmente, Astoria le indicó que su “deber de hijo” iba por dos caminos: o hacía que la oveja descarriada vuelva al redil; es decir, que Lucius regrese al seno familiar, pida perdón de rodillas y mande lejos a sus bastardos olvidándose de su amante… o simplemente que lo obligue a regresar a Norteamérica, para que deje de escandalizar a la recatada sociedad inglesa con su licenciosa vida.

            Con todo el tacto que le fue posible, Draco le explicó que él no hacía milagros. Su padre jamás había amado a su madre, y tras veinte años de libertad no iba a amarrarse a una relación heterosexual cuando eran más que claras sus preferencias.

            Entonces ella le gritó las conocidas arengas: el era un Malfoy y para los Malfoy no había imposibles,  era un Sly y un Sly siempre sabe como cambiar las cosas a su favor, su fortuna conseguía cualquier cosa… y bla, bla, bla, bla… Cuando  al fin se marchó el otro se quedó pensando durante casi dos horas presa de una terrible jaqueca. Amaba a su padre, eso lo tenía claro; y deseaba que sea feliz por sobre todas las cosas; pero también quería recuperar la familia que le arrebataron cuando solo era un muchachito. Diecisiete años eran tan pocos años cuando se había crecido siempre mimado y protegido… cuando uno se veía obligado a madurar en cuestión de meses… Y además estaba Potter.

Durante los juicios lo había odiado aún más que en el colegio. Todavía le dolía el recuerdo de cuando no quiso ayudarlos a que Padre regrese con ellos. Incluso le parecía escuchar a Narcissa suplicándole por una prisión domiciliaria, llorándole y comprometiéndose a mantenerlo dentro de los límites de la mansión. Ofreciéndole un inquebrantable e incluso cayendo de rodillas a sus pies mientras que él miraba la escena con los puños apretados, sin atreverse a intervenir. Se había sentido tan humillado.

            Y todo lo que lograron del héroe esa horrible noche, recordó, fue cambiarle la prisión  por el destierro.

Ahora, 20 años después, Potter era el amante de su padre y este le regalaba un perdón que les juró era imposible conseguir. Golpeó el escritorio lleno de rabia, y se dijo que Potter no merecía a su Padre. No podía pretender tan alegremente que todo el daño que les hizo  nunca existió. No podía llegar y formar parte de la familia que ayudó a destruir, no importa cuan progenitor de Rasalhague sea. Él no lo permitiría.

            Entonces, como buen Slytherin, comenzó a trazar rápidamente sus planes.

            Otra hora después, y tras hacer una no tan rápida visita a la clínica de fertilidad, estaba listo para su solución final.

 

*****************

 

Harry y Ras conversaban con Lucius cuando Draco entró a la habitación. Pretendió escuchar, con su mejor cara de ángel, las bobadas que su hermanito le contaba. Y comenzó, mentalmente, la cuenta regresiva: tres, dos, uno…

–  Señor Potter, necesito hablar con usted un momento –  el Jefe del Piso se apareció con aire serio.

–  ¿Pasa algo con mi padre, doctor? –   preguntó Ras preocupado.

–  Nada serio, muchacho. Solo son trámites burocráticos  –   el chiquillo sonrió pero Lucius taladró al hombre con la mirada. Se había dado cuenta de que parecía furioso y que deliberadamente evitaba mirarlos. Harry también notó algo extraño por lo que, dándole un breve beso en los labios, le apretó el brazo para susurrarle:

–  Cualquier cosa lo solucionaré, amor. Tú tranquilo –   y aparentando fastidio salió con el medimago.

–  Señor Potter, necesitamos conversar urgentemente. En privado. Sígame a mi oficina –   y lo condujo a un cuarto al que le puso un doble sello de aislamiento para evitar escuchas. Ya nervioso,  Harry lo encaró:

–  ¿Qué esta pasando doctor? ¡Me esta asustando! ¿Se trata de Lucius? ¡¿Tiene algo malo?!

–  Mire, no hay manera diplomática de decir esto así que iré al grano. Es de conocimiento público el súbito regreso de ese mortífago indeseable y libertino, y de que le ha adjudicado  la paternidad de uno de sus bastardos.

–  ¡¡¡Yo no le permito que insulte a mi pareja!!!

–  Y yo no puedo permitir que un puto aprovechado le vea la cara. Soy Gryffindor, señor Potter. Estaba en primer año cuando lo de la última batalla y he crecido admirándolo… Por eso me duele que lo tengan en una mentira. Ignoro como es que se hizo amante de ese sujeto, Malfoy, pero puedo asegurarle que el tal Rasalhague no es su hijo.

–  ¡¡¡¿Qué?!!!

–  La ciencia muggle no miente. Sé que usted es mestizo ¿Esta familiarizado con lo que ellos llaman “tipos de sangre”?

–  Sí, pero… ¿Eso que tiene que ver? –  Harry sentía un frio mortal invadiéndole el cuerpo.

–  Que estamos implementando nuestro banco de sangre como un respaldo a la poción restauradora que utilizamos. Y como una manera de tener material para pruebas biológicas y genéticas… En fin, su hijo y usted fueron donantes voluntarios ¿recuerda?

–  Sí. Ras donó… y yo…

–  Pues bien, señor, Lucius Malfoy es “AB Positivo”, yo mismo revisé su historial médico… y usted es del tipo “O”… Y dado que Ras supuestamente es hijo suyo, por obligación y mandato de las leyes genéticas debería ser del tipo “A” o “B”. Un hijo de ambos tendría el 50% de probabilidades de ser “A” y un 50% de ser “B”; ya que usted, por ser “O” tiene dos genes de este grupo, “OO”, y el gestante “AB” tiene un gen “A” y otro “B”. Por tanto, ya que cada padre aporta la mitad del código, las únicas combinaciones posibles serían “OA” u “OB”… leyéndose el “OA” como “A”… y el “OB” como “B”… ¿me sigue hasta allí? (1)

–  Claro. Eso cualquiera que ha estudiado biología básica lo sabe. Viví 11 años como muggle. Fui a sus escuelas ¿sabe?

–  ¡Qué bueno!

–  ¡Muy bueno!  Ahora ¿me dice cual es el problema?

–  Que Rasalhague, su supuesto hijo, es también es del tipo “AB”.

–  Eso… no es posible… se han debido equivocar.

–  Cuando la enfermera me llamó para mostrarme los resultados yo mismo rehíce las pruebas. Tres veces. No hay error, el muchacho es “AB  Positivo”. Igual que su gestante.

–  Quizás porque somos magos…

–  La genética es igual para muggles y brujos. Nosotros también tenemos lo mismos tipos sanguíneos y es científicamente imposible que de un padre “AB” y uno “O” salga un hijo “AB”. Créame que lo siento, pero no hay error. Ese chico no puede ser su hijo. Su padre debe ser un mago tipo “A”, “B” u “AB”.

            Harry cerró los ojos y se sintió desvanecer. Tuvo que sentarse en una de las camillas. Hizo grandes esfuerzos por no dejar aflorar sus lágrimas mientras el medimago esperaba, compasivo… Luego, como un poseso, se extrajo sangre y rehízo el mismo sus pruebas… tres veces. Era tipo “O”. Finalmente, cuando pudo serenarse, encaró al otro y le preguntó:

–  ¿Quién sabe de esto?

–   Solo la enfermera que hizo la prueba y yo.

–  ¿Esta seguro?

–  Nos ata un juramento de confidencialidad. Es lo usual entre los empleados del hospital, ya sabe, por la información privilegiada que manejamos.

–  Entiendo… puede mandarla llamar por favor. Necesito hablarle.

            El mago asintió y la convocó. Harry aprovechó que no lo miraba para sacar su varita y apuntarle:

–  Obliviate. Desmaius

            Momentos después, cuando la mujer entraba, repitió los hechizos. Antes de reanimarlos modificó su memoria y se dio una vuelta por el laboratorio: allí, tomó la muestra de sangre Ras. Tras despertarlos y comprobar que no recordaban nada salió y se apareteó a las afueras de la maldita clínica de fertilidad: necesitaba sus propias respuestas.

 

******************

 

            Había pasado más de una hora desde que Harry se fuera cuando este regresó a la habitación. Estaba pálido y todos se asustaron esperando malas noticias:

–  ¿Pasa algo? –  Lucius preguntó mortificado.

–  No, solo papeleo de rutina. Nada que deba inquietarlos.

–  ¿Seguro?

–  Seguro.

–  ¡Oh, bueno, si no pasa nada creo que debemos darle la noticia! –   su hijo le creyó y pasó a otra cosa. Su carita de felicidad arrancó una breve sonrisa a nuestro héroe.

–  Ahora soy yo el que pregunto ¿qué pasa?

–  Que aquí mi hermanito al parecer se ha echado novio –  explicó Draco –  Y dentro de la familia nada menos.

–  ¡Oh, cállate! Deja que sea el mismo Ras quien se lo diga. Quiero verle otra vez esa carita de cordero degollado que pone –  su padre lo retaba divertido.

–  A ver, explícame… –   la voz del héroe era triste.

–  Pues nada… solo que Oph y yo… ya sabes… Él iba a pedirme como novio, en mi fiesta de cumpleaños, pero con todo esto… Así que pensé,  ahora que estamos en el hospital, que era mejor prevenirlos por si surgía algún inconveniente.

–  El tonto de tu hijo y Ophiuchus están enamorados. Y él creía que yo podía molestarme e intentar separarlos, y que por el coraje podía enfermarme  –   Lucius reía de buena gana pero la falta de reacción de Harry lo cortó en secó. Ras seguía parloteando hasta que  la mano de Draco le apretó el hombro, haciéndolo callar.

–  Desembucha Potter –   le dijo el rubio mas joven –   Desde que llegaste estás raro. A leguas se nota que te pasa algo ¿Se trata de mi Padre?

–  ¿Te molestaría dejarnos solos? –  le pidió el moreno.

–  ¡No! –   Lucius lo miró serio –  Draco es mi hijo y no hay nada que no podamos discutir en su presencia. ¡¿Qué ocurre?!

–  ¿Se trata de las pruebas de sangre, verdad? –  Draco preguntó de golpe – Solo puede tratarse de eso, ya los médicos dijeron que Padre estaba fuera de peligro. ¿Encontraron algo malo en Rasalhague?

            El patriarca abrió los ojos asustados mientras Harry bajaba los  ojos.

–  Sí. Se trata de las pruebas. Pero Ras no tiene nada malo.

            Ante su silencio Lucius lo animó:

–  ¿Entonces? 

–  ¿Qué tan familiarizados están con la biología y los tipos de sangre?

–  Lo llevamos como curso básico en la Salem University. Es igual en muggles y magos. Cuatro tipos: A, B, AB y O. Con dos factores: positivo o negativo –  Ras contestó de paporreta y Harry asintió orgulloso.

–  Excelente alumno. Veo el por qué de tus primeros puestos. Verás… tu padre, Lucius, es “AB”.

–  Eso ya lo sabía –   terció el aludido.

–   Y Ras…

–  Yo soy “AB” también. Esta en mi ficha médica, en el hospital mágico de Massachusetts –  explicó el muchacho.

–  ¿Y tú, Potter? –  Draco lo taladró con la mirada.

–  Yo soy “O” –   dijo –  Me acabo de enterar.

–  No es… eso no es posible… –   Ras se paró temblando. Lucius miró a los demás sin entender.

–  Yo mismo me saqué sangre y rehíce la prueba ¡Tres veces!… Soy “O”. Genéticamente es imposible que de mi sangre y la de Lucius salga un “AB”. Y dado que él fue tu gestante… yo no puedo sr tu padre.

 –  ¿Seguro? –  la voz del patriarca era un susurro.

–  Seguro. Fui a la clínica de fertilidad y pedí ver tu expediente… llevé la muestra sanguínea de Ras. Lo obtuve y traté abrir los datos de tu donante con mi sangre… no funcionó (2).

–  Pero… pero… –   el muchacho boqueaba.

–  ¿Por eso te llamó ese funcionario, verdad? –   Lucius lo encaró –   Para informarte.

–  Nuestra historia es de conocimiento público. Él quiso…

–  ¿Prevenirte de que el hijo que te estaba adjudicando no era tuyo? ¿Avisarte de la trampa en la que el puto y promiscuo mortífago pretendía atraparte? –   ahora el rubio de verdad que apretaba los puños furioso. Hasta Draco retrocedió amedrentado.

–  ¡¡¡Yo no pienso eso!!! ¡¡¡Jamás lo pensé!!!

–  ¡¡¡Pero ellos lo piensan!!! ¡¡¡Piensan que es una mentira mía!!!

–  Los obliviatee y me llevé la muestra de Ras. Nadie tiene que saber nada.

–  Nosotros sabemos –  sentenció Draco.

–  Yo… yo… lo juro… yo vi tu nombre… yo… ¡Esto no fue una trampa mía!

–  Cálmate Ras. Hablé con la enfermera y ella cree que fue por el hechizo que utilizaste. De seguro falseó los resultados. La magia busca proteger la confidencialidad a cualquier precio. Es un hechizo de sangre, suelen reaccionar así.

–  ¡No puede ser!

–  Busqué mi expediente y no figuro como donante. La enfermera López recuerda que su antecesora le contó que por esos días, un gran número de muestras se contaminaron y fueron desechadas. Piensa que de seguro la mía fue una de ellas.

–  Yo… yo…

–  Ras, te equivocaste. Solo eso. Nadie esta pensando otra cosa. Yo no estoy pensando otra cosa… –   Harry le tomó la mano y quiso abrazarlo al ver su dolor. Solo un maldito creería que el muchacho mintió adrede.

–  Yo… ¿Cometí un error? ¿Todo esto? ¿Nosotros?... ¿No fue más que un error? –  Harry intentó de nuevo cobijarlo pero el otro se alejó aterrado –   Yo… arruiné tu vida… tu reputación… hasta tu matrimonio… ¡¿Y era un error?!

–  Tú no hiciste nada. Lo mío con Ginny ya estaba muerto y sobre mi reputación… Tarde o temprano iba a saberse.

–  ¡¡¡Cometí un error!!! –   Ras comenzó a llorar desesperado –  ¡¡¡Cometí un maldito y estúpido error!!! –   y salió corriendo del cuarto.

            Harry se quedó contemplando la puerta vacía mientras que Lucius tenía la mirada perdida, gruesas lágrimas surcando su rostro. Draco, en un rincón, trataba de fundirse con la pared para no ser notado: todo eso era obra suya y se sentía realmente malvado. Un sucio y despreciable gusamoco que no merecía nada más que un buen avada.

–  ¿Creen… creen que deba ir a buscarlo? –  el ojiverde preguntó deshecho.

–  No –  reaccionó Lucius –  Ras necesita estar solo. Debe superar esto solo.

–  Yo… bueno… creo que debo irme –   evito mirar a su amante que lo observaba  desconcertado –  No podré venir por unos días… tengo que hacer un viaje… cosas del Ministerio…

            Draco rechinó los dientes y se contuvo de maldecirlo. El había anticipado esa reacción, su antiguo rival era tan predecible. Pero aún así, le dolía por su padre. Lucius esbozó una minúscula sonrisa sarcástica, como si ya se lo esperara, e irguió la cabeza para replicar orgulloso:

–  Entiendo.

–  Al volver te busco ¿si? –  y  se acercó para darle un beso. El rubio  ladeó entonces la cabeza y los labios chocaron con su mejilla. Potter se enderezó, como si ese rostro quemara, y caminó apresurado hacia la puerta. Cuando iba a abrirla escuchó a sus espaldas:

–  Adiós… Harry  –  dijo la voz serena de su amante

–   Adiós…  –   y el héroe salió sin volver la vista atrás.

 

 

*****************

 

 

Mientras tanto, en Montague Manor, Ophiuchus se disponía a regresar a la clínica cuando vio a su hermano aparecerse para luego caer al piso; llorando desesperado. Corrió a su lado y se agachó para abrazarlo temiendo lo peor:

–  ¡Amor! ¡¿Qué tienes?! ¡¿Dime que tienes?! ¡¿Le ha pasado algo a nuestro padre?!

–   ¡Oh, Oph! ¡Merlín! ¡Merlín Santo! –    y volvió al llanto convulso. Su hermano lo sacudió frenético.

–   ¡¿Qué sucede Ras?! ¡¡¡Dime!!!

–   ¡Harry! ¡¡Harryyy!! ¡¡¡Harryyyyyyy!!!

–   ¡¡¡Le ha pasado algo a Harry!!!

–   ¡¡¡Él no es mi Padre, Oph!!! ¡¡¡No es mi Padre!!! –    y se derrumbó por completo –    No lo  es… No lo  es… No lo  es…

–   Eso… no puede ser.

–   Nos sacaron sangre. A los dos. Yo soy “AB”, padre “AB” y él… él es “O”.

–   Es… ¿posible?

–   ¡¡¡Sabes bien que no!!!

–   Peo el hechizo… los papeles…

–   Harry personalmente rehízo su prueba: es “O”. Luego fue a la maldita clínica y pidió mi ficha; trató de abrir los datos de mi donante y no pudo. No es mi padre.

–   ¿Pero como…?

–   Datos falsos. La magia de sangre buscando proteger la confidencialidad –    explicó entre sollozos desesperados.

–   Amor… cuanto lo siento. Pero podremos intentarlo de nuevo. Intentar averiguar quien es tu verdadero Padre.

–   ¡¡¡No quiero!!! ¡¡¡Ya no quiero!!! ¡¡¡No me interesa tratar más!!!... (llanto desesperado). Yo buscaba un papá… y lo encontré… Harry era mi Padre.

            Oph lo acunó entre sus brazos mientras lo mecía:

–   Va a pasar… te juro que va a pasar.

–   Harry era mi papi… él era mi papi… yo busque a mi papi y lo encontré… era mi papi. –    Y siguió llorando en los brazos de su hermano hasta que cayó la noche.

A kilómetros de allí y en brazos de Draco, Lucius también se permitió llorar la partida de su amante. Por segunda vez en su vida sus lágrimas cayeron por  un amor que se fue, y que él sabía, no regresaría más (3). Lloró delante del único ser que podía entenderlo; lo hizo en ese momento, sin que sus otros hijos lo vieran, porque delante de Ras no se permitiría flaquear. Ahora que estaban nuevamente solos no podía faltarle.

 

*****************

 

Tres días después y sin que Harry hubiese dado noticias, Lucius Malfoy fue dado de alta y se trasladó a Montague Manor. Tras dos semanas de inútil espera, Ophiuchus supo que allí no tenían ya nada que buscar. Se reunió con Draco y le dijo que lo mejor para su hermano y su Padre era que regresen a Estados Unidos. No quería admitírselo pero Harry Potter había resultado un cerdo infeliz; y mientras más lejos más fácil olvidar todo lo referente a su nefasta persona.

Ya el patrimonio Lestrange estaba en sus manos, le explicó, y dado el brillante manejo que había hecho del mismo no veía problema en que se lo siga administrando. El caso de las violaciones a mortífagos presos también había sido denunciado en la Corte Internacional de Derechos Mágicos, y el proceso iniciaría pronto. Los abogados de la Malfoy Corporation podrían igualmente encargarse... Por lo que, creía, la misión a la que vino estaba cumplida. Sin embargo reconocía que desde el abandono de Potter Draco había sido una ayuda inestimable para su Padre y hermano. Había suplido con ganancia al voluble Gryffindor y no quería dejarlo atrás.

–   Si no quieres que Padre abandone Inglaterra estas en tu derecho. Yo lo entendería… –   Draco levantó la mano haciendo stop.

–   Estoy de acuerdo. Jamás pensé que la ausencia de ese maldito les afectara tanto. Ras ni siquiera sale de la cama y jamás vi tan triste a Padre. Ni durante su juicio, tras la derrota del Lord. Trata de disimular frente a ustedes pero esta destrozado.

–   ¡Héroe de pacotilla! ¡No sabes cuanto lo aborrezco!... Tú sin embargo… se que comenzamos fatal pero es un alivio tenerte ahora a nuestro lado. El papel de cabeza de familia no me queda, hermano, gracias por ser el mayor y dejarme descansar en ti –    Draco lo miró conmovido –   Te quiero dragón. Te me has metido en el alma.

            El rubio levantó su copa y la bebió de un golpe mientras luchaba con el sentimiento de culpa: su orgullo, su miedo, el amor que sus recién descubiertos hermanos  y la animadversión hacia su antiguo némesis… todo peleando una dura batalla en su angustiado corazón.

–   ¿Tú crees…? ¿Es decir…? ¿Y si se equivocaron en el hospital? ¿Y si Potter fuera en verdad padre de Ras?

–   Draco, sé que te criaron con esa devoción por el apellido y el árbol genealógico. Sé que es algo difícil de erradicar. Pero a mi me vale. En realidad, si Potter va a estar con Padre solo porque este le ha parido un hijo, y si nos va a querer solo porque Ras lleva su sangre… ¡Puede irse al carajo! Tú estas aquí –    y se golpeó el pecho –  no porque seas el primogénito ni porque seamos primos hermanos. Estas aquí porque en el peor momento de nuestras vidas nos apoyaste. Porque pese a lo que Lucius te hizo, que reconozco fue horrible, tuviste en tu corazón la nobleza para perdonarlo sin subterfugios ni maquinaciones ulteriores –   Draco quería que la tierra se lo tragase –    Así que y olvida el asunto. Y no bajes la cabeza. No nos llevamos bien al principio pero ahora eres parte de esta familia y te queremos con nosotros… ¿Crees que podrías darte una vuelta por Norteamérica? No sé… ¿Uno meses de vacaciones quizás?

            El rubio le sonrió:

–   Mi hijo se la pasa en Hogwarts, en casa de sus amigos o en la cama de su Potter. Mi madre anda de tiendas todo el día y mi mujer me tiene loco… nuestros administradores hacen todo ellos solos y bastante bien. ¡Claro que puedo tomarme unas vacaciones! Además somos magos, para eso existe la Flu y los Trasladores Internacionales.

            A Draco Malfoy no le tomó mucho dejar sus asuntos arreglados: encargó el manejo de las empresas a Zabinni, su mano derecha; se pasó por el colegio para despedirse de Scorpius y de su pegote (tradúzcase Albus) y  dejó contentas a las mujeres de la casa con un viaje de 3 meses por la India, que les pagó al contado. Hizo sus maletas y llegó justo a tiempo para cerrar  la Mansión de los Montague y encargarle a los elfos el mantenimiento de la misma. Luego, él, su padre y sus hermanos, se agruparon y activaron su traslador internacional. Segundos después… habían partido.

 

Continuará...

 

 

 

(1) Es bastante lioso pero totalmente cierto. La fuente es un médico y una enfermera amiga mía me lo confirmó.

(2) ¿Recuerdan? El expediente de Ras esta sellado. Siendo que sus dos padres decidieron permanecer anónimos, solo la sangre de estos puede abrirlo. Si la de Harry no revela al donante de esperma, es que él no lo fue.

(3) El primero por el que lloró fue Severus.

 

Notas finales:

 

Y con esto cumplo con los tres capítulos que les venía debiendo en enero (al menos en este fic). Solo queda uno (y el epílogo) para que sepamos en que termina la historia de Harry Potter y Lucius Malfoy.

Mis otras dos historias las actualizaré apenas pueda. También en bloque de tres capítulos, así termino todas a la vez. Gracias por su paciencia…

 


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