CAPITULO II
Rasalhague Smith y Ophiuchus Jones eran los dos pasantes recomendados por el decano de la Salem University, que venían a Inglaterra en un intercambio estudiantil, para cubrir las vacancias de Pociones y Defensa contra las Artes Oscuras en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Los profesores titulares dejaban la cátedra por tres meses para tomar un curso de post grado en Alemania.
Minerva McGonagall los había recibido y, luego de explicarles las normas del colegio y chequear sus referencias, escoltado al gran comedor donde esperaban los alumnos. Tras contemplar la ceremonia de selección comían informándose de todo lo concerniente a las costumbres y problemas de sus nuevos cargos.
– Los chicos que más trabajo les darán son los de la Casa Slytherin, pues la mayoría son hijos de las familias pureblood que sobrevivieron a la guerra. Tienen ideas arcaicas y toleran mal a los profesores mestizos – explicó la profesora de Vuelo.
– ¿Y usted asume que somos mestizos?
– Heee… como son norteamericanos… sabemos que ustedes no le dan importancia a esas ridiculeces – explicó Aurora Sinistra, profesora de Astronomía.
– Yo soy inglés de nacimiento señora. Aunque mi padre me registró en Francia. Y si bien somos mestizos no despreciamos a aquellos que tratan de mantener la pureza de su sangre. Respecto al recelo que esas familias le tienen al mundo muggle... Bueno, en Norteamérica esos muggles hicieron una carnicería con sus propios hermanos acusándolos de brujas y brujos… y ni que decir del genocidio que efectuaron con los magos locales, llámense siux o cherokies, los cuales eran tan pacíficos que ni siquiera usaron su poder para defenderse.
– Yo…
– Descuide madame – Ras trataba de quitar el hierro – mi her… colega… es demasiado apasionado cuando se trata de defender a las minorías. No estamos contra los pureblood pero tampoco nos gusta el terrorismo, ni creemos en la dominación mundial por la fuerza. Solo que preferimos conocer antes de juzgar; y además, creemos en las segundas oportunidades y en la redención de la gente. Usted sabe, consecuencia de crecer en Norteamérica.
– Claro muchachos. Y me alegro por ello – McGonagall intervino – Yo no tengo favoritismos con ninguna casa pero debo reconocer que la guerra me dejó algunos anticuerpos que es difícil erradicar.
Ambos chicos se miraron con cara de “lo dudo”, y recordaron lo que su padre solía contar de los Gryffindors: el tal Dumbledore viejo-come-caramelos y la tal Minerva, que ahora estaba ante ellos llenecita de prejuicios pero abogando por una igualdad que no practicaba ni de lejos… Hasta ahora, no había mentido ni exagerado en nada.
– ¿Alguien de la Casa de las Serpientes con el que deberíamos tener cuidado? ¿Qué tal el rubio de allá? Parece que todos lo rodean… – Ras lo miraba inquieto. Era la viva imagen de Lucius.
– Como al padre. Lo llaman el Príncipe de Slytherin. Es Scorpius Malfoy. No da problema pero su familia fue seguidora de quien ya saben… – Sprout explicaba seria.
Malfoy, Malfoy, Malfoy… el apellido daba vuelta en la mente de los dos muchachos.
– ¿De quien sabemos? – Ras simplemente no entendía.
– Del Lord Oscuro. Su padre fue quien dejó entrar a los mortífagos a Hogwarts… – explicó Neville Longbottom.
– Profesor, – Minerva sonó molesta – no creo que nuestros colegas americanos estén interesados…
– Despreocúpese directora, estamos interesados – la voz de Ophiuchus era cortante.
– Si – Ras sonrió encantador – en América estudiamos sobre la guerra contra Voldemort y pensábamos utilizarla como base para nuestra tesis sobre el mal uso de las Artes Oscuras.
– ¡¿Pero es que las artes oscuras pueden tener un buen uso?! – Neville sonaba indignado.
– Los indios siux creen que la magia es magia, no buena no mala, todo depende del uso que le des.
– Pero… las artes oscuras tienen como fuente de su poder el mal…. – ahora hablaba Filius Flitwick.
– Su fuente de poder son las potencias inferiores. La tierra. El fuego… claro, también el mal… pero puedes utilizarla para el bien. Como salvar la vida de un niño o…
– …revivir a un mago oscuro. Ahí tienen al que no debe ser nombrado – otra vez Longbottom.
Los muchachos se miraron divertidos. Su padre, al igual que estos ingleses, temía pronunciar el nombre de tío Voldy, como lo llamaba Ras, bromeando con la posibilidad de que fuese el progenitor de su hermano.
– ¡En fin! Cada quien con su forma de ver el mundo. Volviendo al tema… me decían que el padre de ese chico fue mortífago.
– Eso no es del todo cierto – Minerva explicaba – Draco era aún un menor cuando ocurrió eso. Su padre estaba en la cárcel y él… Voldemort los amenazó, a él y a su madre, con matarlos si no obedecían.
– ¿A la madre del tal Draco?
– Si. Narcissa Malfoy. Hoy por hoy vive en Malfoy Manor con su hijo. Se ha retirado de la vida social y no da problemas.
– ¿Y su esposo? – Oph preguntó adelantándose a su hermano.
– Afortunadamente ese mal bicho desapareció del mapa. Lo exiliaron y por lo que sé, algún auror vengativo o sus propios colegas deben haberle ajustado las cuentas. Tengo entendido que murió en América.
Ophiuchus apretó la mano de Rasalhague, que temblaba de cólera. Ambos sospechaban que el “mal bicho” era su propio padre. Buscando una confirmación, y con la voz más calmada que pudo aparentar, el mayor preguntó como al descuido.
– ¿Y como se llamaba el padre de Draco?
– El padre de Draco… Lucius Malfoy, pensé que lo sabían. Era mortífago. Fue la mano derecha del Dark Lord hasta que cayó en desgracia. Debió recibir el Beso del Dementor pero como su esposa le salvó la vida a Harry Potter, este les pagó el favor salvándolo de morir y exiliándolo a perpetuidad.
– ¿Su esposa?
– Narcissa Malfoy. Es la esposa de Lucius, la madre de Draco.
– Esta casado… Y el tal Draco es su primogénito… Por eso ostenta el título… – murmuraron ambos mirándose perplejos.
– ¿Perdón? – Minerva cuestionó extrañada.
– De Lord… ¿Draco Malfoy es un Lord Ingles no es así? ¿Heredó el título de su padre? – Ras le devolvió la pregunta.
– Ah, claro, Draco recibió el título de su padre. Este lo declaró su heredero universal ante de abandonar Inglaterra. Y como su tía Bellatrix murió sin hijos, y el menor de los Lestrange tampoco tuvo descendencia, también ostenta los títulos de esa casa y la de los Black, ya que por línea materna es el último descendiente varón vivo.
– Así que es estúpidamente rico.
– Sí. Aunque como les digo, el muchacho, Scorpius, es bastante tranquilo y no da problemas.
– Es bueno saberlo – ambos hermanos tenían las manos a punto de reventar por la fuerza con que se las apretaban.
– La cena estuvo riquísima – Ophiuchus, el más calmado de los dos, agradeció y se disculpó poniéndose de pie – Con su permiso, nos retiramos. Mañana es nuestro primer día de clases y queremos descansar temprano.
– Por supuesto profesores, faltaba más – Filius Flitwick se despidió confiado junto con los demás docentes, pero Minerva se quedó mirándolos. Algo en ellos la había puesto alerta. Decidió observarlos más de cerca.
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– ¡¡¡Una esposa!!! ¡¡¡Tiene una esposa y un hijo!!! ¡¡¡Y donde queda mi otro padre en todo esto!!!
– Tu otro padre esta muerto Ras. Igual que el mío… Al menos eso creo.
– ¡Me mintió! ¡Nos mintió!
– Sí. Nos mintió. ¿Pero por qué?
– ¡No importa por qué! ¡Me ha mentido! ¡Me ha negado! ¡Me ha escondido de su familia!
– Piensa Ras. El siempre ha estado con nosotros. Nunca ha salido por más de una hora de casa. Esa familia no existe para él. No los ve.
– Pero están aquí. Y les dejó todo. A ellos.
– Y se fue contigo. Contigo y conmigo. No pienso que nos esconda porque le avergoncemos o quiera negarnos lo que nos corresponde. Pienso que tiene miedo. Por nosotros. Y quiero saber por qué. Que es capaz de aterrar tanto a la primera espada del Dark Lord para mantenerlo alejado de Inglaterra y de su hijo.
– ¡Y de su esposa!
– Presiento que esa “esposa” ya dejo de serlo hace tiempo. Tranquilízate mi pequeño hermano. Tenemos tres meses. Y te aseguro que antes de 4 semanas ya sabré que puertas tocar para averiguar lo que necesitamos: el por qué tu padre te esconde de tu familia inglesa y el por qué nadie sabe que existo.
– ¿Crees que mi padre te haya escondido para que ese hijo que tiene, el tal Draco, usurpe tu patrimonio? – la voz de Ras sonaba rota.
– No. ¡Y no te permito que siquiera te atrevas a dudarlo! Papá nos ama y no sería capaz. Creo que teme que nos lastimen… que me lastimen… no se, pero presiento que a Rabastan le pasó algo terrible en la prisión.
– ¿Qué podría ser peor que el Beso?
– Es lo que debemos averiguar.
– Bien. Pero esta noche debemos hacer algo primero. Algo que he venido soñando desde hace 20 años, desde hace una vida.
– ¿Tu padre?
– Si. La bruja esa dijo que esta sepultado en la colina, en los jardines de Hogwarts. Quiero… necesito ir a verlo.
– ¿Te acompaño?
– Por supuesto. No podría hacerlo solo. Creo que…me derrumbaría.
– Estaré contigo. Tu sueño… Al fin…
– Si. Después de tanto podre ver la tumba de mi padre, dejarle flores, llorar su muerte prematura.
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Minerva McGonagall miraba por la ventana de su torre cuando vio a sus nuevos colegas salir del castillo abrazados. Afinó la vista mediante un hechizo y pudo distinguirlos, caminando hasta el mausoleo de mármol negro donde descansaba Severus Snape.
Vio al más joven llevando un ramo de rosas blancas. Lo vio caer de rodillas, mientras el otro muchacho permanecía dos pasos atrás con la cabeza baja en señal de respeto. Y luego lo vio derrumbarse y abrazarse a la fría loza. No tenía que estar allí para saber que estaba llorando. Los vio por horas…hasta casi el amanecer… para luego contemplar al mayor, al tal Oph, levantar en brazos a su exánime compañero y transportarlo de vuelta al edificio.
Minerva frunció el ceño. Lo que observó podría tener un sinfín de interpretaciones. Pero no se le ocurría ninguna que no sea oscura. Preocupada, decidió escribir al decano de Salem University. Necesitaba que le responda algunas interrogantes.
Continuará…