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AL ESTILO MALFOY por ANTARES

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Notas del capitulo:

Oph y Ras siguen investigando, buscando las respuestas que los hicieron viajar a Inglaterra. Sus pesquisas los llevan a Askabán y a un preso que creían muerto hace 20 años…


El horror de un secreto develado, el comportamiento injustificable de un grupo de aurors y la sed de venganza tejen la trama de este capítulo.


 


Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling. Yo los tomo prestados sin ningún interés comercial.

CAPITULO III

 

 

 

 

 

          Un mes había pasado, y tanto Rasalhague como Ophiuchus hubiesen deseado nunca venir a Inglaterra. Sobre todo Ras, quien cada día se decepcionaba más de su padre y comprendía poco a poco las mentiras que este le había inventado durante toda su vida.

 

          Ahora sabía que estaba casado, bueno, divorciado, que tenía un hijo y un nieto inglés… y que si hubo algo entre él y su papá Sev, ese era el secreto mejor guardado en esta parte del planeta. No solo nadie hablaba de eso, sino que oficialmente su otro padre, Severus Snape, traicionó al Dark Lord por amor a Lily Evans, la madre de un tal Harry Potter quien era aclamado como el  Salvador del Mundo Mágico.

 

– Era eso lo que papá quería esconderme –  decía Ras – que fue solo un “polvo complaciente” para  mi otro padre… y que si éste hubiese vivido quizás  no me hubiese querido.

 

          De otro lado, Oph insistía en que había algo más y que ese “algo” tenía que ver con su propio padre y Askabán. Los muchachos no se ponían de acuerdo en como proceder y el tiempo pasaba inexorable.

 

          Así que Oph comenzó a visitar, sólo, los bares frecuentados por los aurores; y en uno de estos conoció a Arsemio Baldfour, un tipejo que prestaba servicio en Askabán y que al parecer gustaban de los chicos jóvenes.

 

          Cuando Ras se enteró casi enloquece del pánico al pensar que a su hermano pudiese pasarle algo. Ellos, pese a su edad, no habían salido más que con algunas noviecitas y su experiencia sexual era casi nula. Lucius los había criado demasiado cuidados, casi como si fueran niñas.  Así que tras mucho discutir decidió acompañar al otro joven para guardar sus espaldas (por no decir su virtud) y, entre los dos, engatusar al guardia. Le contaron una historia tirada de los pelos: que eran huérfanos ingleses de la segunda guerra criados en Norteamérica por familiares lejanos, y que sus padres, hijos de muggles, fueron asesinaron por los Lestrange durante una incursión mortífaga.

 

– Vinimos buscando venganza. Solo para enterarnos de que esos malditos ya estaban muertos – le explicó Ras con su mejor cara de odio. Oph solo permanecía callado.

 

– Si lo que buscaban era venganza han sido servidos. Esos asesinos pagaron todas las que hicieron.

 

– ¿Los Lestrange? Sí, claro, los dementorizaron.

 

– Sí. Pero antes los tuvimos en nuestras manos diez días. Y duraron toda una semana después del Beso.

 

– ¿…Y…? – Ras no quería preguntar.

 

– Pues digamos que esas putas basuras terminaron siendo “putas” en el sentido literal de la palabra.

 

          Ophiuchus apretó los puños furioso y Rasalhague intensificó la presión de su  mano por debajo de la mesa. Utilizó su poder de oclumántico para invadir la mente de su hermano y enviarle un mensaje: “Tranquilo, le pidió mentalmente, recuerda lo que siempre nos decía Padre. Sobrevive hoy para vengarte mañana”.

 

– Te agradecemos que quieras consolarnos – Ras lo picaba buscando pruebas –   Pero sabemos que ustedes son aurors y chicos buenos. Jamás le harían algo así a un preso.

 

          El odioso hombrecillo sonrió ladino:

 

– Me han caído bien muchachos. Unos huérfanos de esos bastardos siempre tendrán mi simpatía. Solo por eso les daré un regalito. Espérenme.

 

          Y el brujo abandono la mesa para aparetearse afuera del local.  Regresó en unos minutos con un sobre que les tendió. Ras le abrió y le dio una ojeada para cerrarlo de golpe.

 

– Interesante – y se guardo el sobre al descuido acariciando la mano de su interlocutor – Eras un Dios a esa edad ¿sabes? Sexi como ninguno – le dedicó una sonrisa feral –  Quizás tú puedas ayudarnos en algo – Oph quiso hablar pero Ras lo cortó – ¡Queremos entrar! Descargar nuestra furia y nuestras naturales hormonas. Debe quedar algún bastardo amigos de los Lestrange con quien podamos… tú entiendes… divertirnos y vengarnos.

 

– Jajaja…que poco piden chicos. Después de 20 años la mayoría ya esta muerto.

 

– ¿No queda nadie?

 

–  No he dicho eso. Pero estalló un pequeño escándalo a raíz de la denuncia de un gilipollas y ahora los guardias ya no tenemos acceso a los presos como antes. Hay hechizos…

 

– ¿Que no pueden ser burlados?

 

–  No. No pueden. Pero siempre… puedo encontrar una manera… después de tantos años, las putas esas han perdido la vergüenza y se regalan por cualquier cosa… Mientras no los violenten sexualmente… al menos no sin su consentimiento… puedo ver que hacer. Pero va a costarles.

 

– Tenemos cinco mil galeones. Toda nuestra herencia.

 

– Pensaba en otra cosa – y su mano acarició la de Oph mientras le lanzaba una mirada lujuriosa –   Aunque el dinero esta bien.

 

– Si puedes hacer que entremos y nos dejas a solas con algún bastardo por media hora, te prometo que te daré lo que mereces. Algo que jamás olvidarás – y Ophiuchus le acaricio la pierna al tipejo y lo haló de la camisa para plantarle un beso. Rab rechinó los dientes de rabia.

 

– ¡Carajo! – el guardia jadeo excitado.

 

          Ras tomó nota mental de lanzarle un par de maldiciones a su hermano mayor. Si Padre se enteraba de que estaba jugando con su cuerpo le lanzaría una imperdonable. Él, que los había alejado de  toda la sordidez de su pasado.

 

– Ahora tenemos que irnos – Ras haló de un brazo al otro chico –   Debemos volver a Hogwarts antes de que nos echen de menos. Pero vendremos el próximo fin de semana y hablaremos entonces ¿OK?

 

          El hombre levantó su copa brindando a su salud y los muchachos se fueron sonriendo. Apenas traspasaron la puerta Ras tomó  del brazo a Oph y se apareteo del lugar hasta la entrada del colegio. Una vez allí el mayor  cayó de rodillas y se deshizo en violentas arcada.

 

– Tranquilo…

 

– Asqueroso…bastardo asqueroso…

 

– ¡No puedo creer que lo besaras!

 

– Ese cerdo… a mi padre… ¡¿Qué viste?! ¡¿En el sobre?! ¡Por favor Ras, necesito verlo!

 

– No… no puedo...

 

– ¡¡¡DAMELO!!!

 

– ¿Para qué? No vas a poder cambiarlo. Pasó hace más de 20 años.

 

– ¡¡¡DAMELO!!!

 

–  Oph. Te quiero. No voy a lastimarte

 

          Ophiuchus se irguió de un salto y puso sus dedos en la frente de Ras invadiéndola con furia. El muchacho era un gran oclumante peso su primo lo era mucho más y además lo había agarrado de sorpresa. Como en un sueño vio a través de los ojos del ojiazul las fotos donde 5 aurores sodomizaban a los hermanos Lestrange, quienes se debatían mediomuertos. Eran fotos mágicas, por lo que el moreno contempló como en una película barata el como su padre era penetrado por delante y detrás, mientras era golpeado e insultado.

 

          De un violento tirón fue expulsado por Ras, quien lejos de enojarse lo abrazó mientras el moreno se derrumbaba presa del llanto.

 

– ¡Malditos! ¡Malditos!

 

–  Pagaran Oph. Cada uno de ellos. Te lo juro.

 

          El llanto del otro chico fue su única contestación.

 

          Minerva hacía una última ronda cuando los vio llegar. Eran la imagen misma del desconsuelo y el mayor se aferraba a su compañero como un enfermo.

 

– ¡Merlín Santo! ¡Profesores!… muchachos… ¿que pasó?

 

          Los ojos de odio con que ambos le contestaron paralizó a la bruja. Los vio alejarse y se maldijo por no poder identificar que era lo que estaba mal con ellos. De la Salem University solo le habían enviado elogios y unos expedientes impecables.

 

 

 

*****************

 

 

 

          A los jóvenes Malfoy les tomo dos semanas más convencer a Arsemio Baldfour de ayudarlos a entrar a Askabán, y otros dos días que desista de cobrarle a Oph “en carne y por adelantado” el inmenso favor que les estaba haciendo. Los cinco mil galeones que Ras le pasó por las narices hicieron el milagro.

 

          Cuando ambos muchachos llegaron a la tétrica prisión eran un manojo de nervios. Baldfour había falsificado un permiso del Ministerio y se suponía que eran aurors en entrenamiento de la Academia, quienes estaban de inspección porque iban a ser asignados a la prisión apenas egresaran.

 

          Ras y Oph caminaban por los fríos corredores precedidos por Baldfour, quien se alumbraba con una antorcha y llevaba su varita en ristre.

 

– Del Antiguo Círculo Interno ya no queda nadie. Fueron dementorizados y murieron. A algunos, su propia familia pidió que les diéramos Asistum Morte (1).

 

– ¿Pero debe quedar alguno…? Alguien con quien podamos… vengarnos. – Ras hablaba calmado.

 

– Pues saben lo que dicen… los lobos son fuertes… y al Ministerio no les importan demasiado.

 

          La cara de extrañeza de ambos le indicó al auror que ignoraban de qué hablaba.

 

– Se dijo que Fenrir Greyback  había muerto en la última batalla… pero no fue así. Lo trajeron acá agonizante, lo curamos, y aquí ha estado desde entonces.

 

– ¡¿Sin ir a juicio?! – Oph los miraba boquiabierto.

 

–  Los muertos no necesitan un juicio. Los hombres-lobo tampoco. Si atacan a un mago simplemente son exterminados. Pero mis amigos y yo queríamos un mortífago con quien jugar y… digamos que nos lo quedamos.

 

– ¿No es peligroso? – Ras recordaba lo aprendido sobre estas bestias.

 

–  Quizás lo fue antes de caer con nosotros… ahora es nuestra puta. Y será la suya por cinco mil galeones.

 

          Los muchachos llegaron al final de un pasillo ubicado en las mazmorras de la prisión. El guardia les abrió una puerta revestida de plata y tras desearles “buen provecho” los dejó solos. Todo era oscuridad pero Ras alumbró hacia el fondo de la celda y vio a un hombre preso en un cepo, amarrado con cadenas de plata que le laceraba las carnes… llevaba una mordaza en la boca, estaba desnudo y con terribles cicatrices en el cuerpo. Su parte trasera totalmente expuesta estaba lacerada y del ano le escurría sangre y semen.

 

          Ras se dobló y cayó al piso vomitando. Oph palideció pero se mantuvo de pie y se acercó al prisionero. Este se debatió violento y trato de zafarse lacerándose aun más. Oph en medio de su horror sonrió. Después de 20 años aún tenía el espíritu de rebeldía intacto.

 

          Con cuidado, con mucho cuidado, Ophiuchus se acercó a Greyback y le apartó los cabellos grises de su maltratado rostro. La mordaza le destrozaba la boca pero el joven, pese a la piedad que el cautivo le inspiraba, no se dejó engañar. Era una bestia sanguinaria que había sido torturada por otros sádicos como él. En su mente y en sus venas solo existía una palabra: “VENGANZA”,  y no serían ellos quienes pagarían un crimen que no era el suyo.

 

– Hola camarada – utilizó el viejo saludo mortífago – Tú no me conoces pero yo he oído historias sobre ti. Buenas y malas, dependiendo de quien me las haya contado. Se que fuiste un mortífago a las órdenes de Lord Voldemort, que asesinaste innumerables muggles, la mayoría niños, que infectaste a infinidad de magos con tu licantropía… y que ya deberías estar muerto, pagando tus crímenes. Pero también sé que por más cosas malas que hayas hecho nadie merece esto – le señaló el cepo –  no somos Dios para adjudicarnos su justicia. Dime ¿crees en Dios? Porque si no crees deberías empezar…  ya que somos la respuesta a tus oraciones.

 

– Mi hermano y yo estamos aquí para obtener respuestas, respuestas que solo tu puedes darnos – Ras se había incorporado y hablaba ahora sin poder ocultar el temblor de su cuerpo –  y si nos ayudas y prometes hacernos un trabajito… te daremos lo que más anhela tu alma… ¡Tu libertad!

 

          Ambos hermanos ni siquiera se miraron. No era necesario para saber lo que estaban tramando.

 

– Ahora voy a quitarte la mordaza – Oph volvió  al ataque – y quiero que pienses bien lo que vas a hacer. Si me muerdes quizás me contagies. Quizás no. Pero de seguro nos iremos y dejaremos que los bastardos que te han violado cada día durante 20 años lo sigan haciendo por otros veinte años más… ¿Quieres eso?

 

          La cabeza del licántropo se movió negativamente. Entonces Oph se adelantó y con mucho cuidado le quitó la mordaza. El hombre lobo solo se le quedo mirando, totalmente quieto.

 

– ¿Quienes son? – preguntó con voz ronca. No había hablado en años, solo había chillado y chillado mientras lo maltrataban, pero no había hablado en años.

 

– ¿Todavía puedes hablar? ¿Conservas la coherencia?

 

–  Siempre. Vivo para la venganza.

 

– Eso es bueno. Siempre que te vengues en los culpables y no en los inocentes.

 

– ¿Quiénes son? ¿Por qué están aquí?

 

– Dicen que los licántropos tienen un sentido del olfato altamente desarrollado. Dinos tú… ¿a que olemos?

 

– Huelen a enemigo. Pero también a amigo.

 

          El mayor de los muchachos lo miró impasible.

 

–  Soy, Ophiuchus Lestrange Malfoy, hijos de Rabastan y de Lucius…

 

– ¡Mientes! – Greyback lo miró colérico – Rabastan jamás se habría metido con Lucius… no le gustaban los hombres.

 

– Mi padre – habló Ras – lo adoptó y lo crió cuando Rab fue capturado. Hemos vivido por 20 años en Norteamérica y recién volvimos a Londres, buscando respuestas a nuestro pasado. Investigamos y conocimos a la basura de Arsemio Baldfour. Necesitábamos hablar con alguien del Círculo Interno y compramos nuestra entrada aquí. Nos cree huérfanos de muggles buscando venganza. A propósito, yo soy Rasalhague Snape Malfoy.

 

          Greyback rompió a reír de buena gana.

 

– Eso si que lo creo. Esos dos han estado juntos desde que eran unos críos y ni Narcissa ni la cosita rica de Draco pudieron separarlos. ¿Quién te parió? Snape era mestizo así que no podía…

 

– Lucius.

 

– Es gracioso. Que haya sobrevivido embarazado los cuatro meses que estuvo aquí en prisión.

 

– ¿Mi padre estuvo cuatro meses en prisión? Pensé que su juicio había sido rápido y que solo estuvo algunos días…

 

– Pues no chiquillo. Tu padre estuvo aquí con nosotros… y como nosotros, estoy seguro, recibió visitas inesperadas… por eso me sorprende que haya podido mantener su embarazo pese a las torturas y violaciones. Los malditos aurores hicieron de esta cárcel su lenocinio durante meses… hasta que una denuncia atrajo la atención de los de arriba y cortaron el asunto.

 

– ¿Y por qué a ti…?

 

– Porque los infelices no se preocupan por los de mi especie. Me dejaron como su juguete sexual. Pero no importa… Tu padre, muchacho, solía decir que la venganza es un plato que se come frio.

 

– ¡Sobrevive hoy para vengarte mañana! – Oph sonrió siniestro y Greyback lo miró orgulloso.

 

– Si. Eres hijo de Rab. Y de seguro Lucius hizo un buen trabajo contigo.

 

– Bien. Entonces… ¿nos darás las respuestas que necesitamos?

 

– ¿Me sacarán de aquí?

 

– Sacarte no podemos. Pero digamos que te daremos las armas para que puedas vengarte y, con un poco de suerte, escapar. ¿Cuántos guardias…? ¿Cuántos eran los que sodomizaban a los presos?

 

– Unos 15 o 20. Al menos los que lo hicieron conmigo. Tengo su cara y su olor impregnados en mi piel.

 

– Greyback, seamos claros. El mundo ha cambiado en estos 20 años. Y no nos interesa que vuelva a hacerlo. Si te ayudamos a escapar debes jurar con un inquebrantable que no irás por allí cazando niños muggles, ni convirtiendo a la gente… los mortífagos son una reliquia del pasado y no necesitamos el terror que acarrearon con sus actos. Aprovecha que has regresado de la tumba y piérdete, busca una vida y olvida.

 

– ¿Quieres que olvide a los malditos que usaron mi cuerpo durante 20 años como si fuera su mujerzuela?

 

– No. – La voz de Oph  sonaba dura – Para ellos no hay olvido ni perdón. Los monstruos deben ser juzgados por los monstruos. Arregla tus cuentas con aquellos que te hicieron esto, a ti y a los otros presos. Y luego desaparece. Pero debes jurar por tu vida que no atacaras civiles ni inocentes. Caerás muerto si incumples esa promesa.

 

          Greyback los miró solemne y asintió. Los muchachos efectuaron el juramento y luego, haciendo gala de la magia sin varita que dominaban, cambiaron la estructura molecular de las cadenas de plata a aluminio.

 

– Tendremos que colocarte la mordaza pero podrás romper las cadenas de un tirón cuando quieras. Y te daremos esto – Oph sacó un reluciente puñal – y esto – saco una capsula – Es cianuro. Un potente veneno muggle. Te matará en segundos. Supongo que si el plan de escape te falla, no querrás volver a...

 

– No. No volveré. Pero descuida. No fallaré. Y ustedes y Lucius tendrán mi eterna gratitud por lo que han hecho.

 

– Júralo. Con un inquebrantable.

 

– Lo juro. Que caiga muerto si alguna vez levanto mi mano contra alguno de ustedes. Ahora, hagan sus preguntas. Yo haré el resto y descuiden, antes de morir me llevaré por delante a los bastardos que me usaron como a una mujer.

 

– Quiero saber de mi padre. Mi otro padre. Lucius me ha dicho que Rabastan me gestó. Por que a él se lo dijo el mago que me entregó… pero no sabe más.

 

– Yo compartí celda con ambos hermanos cuando los capturaron. Los encerraron conmigo antes de darles el Beso. Los sodomizaron en mí delante. Como una forma de humillarlos. Tu padre, Rabastan, ya te había parido. Estaba muy débil y por eso no pudo escapar con el otro mago con el que estaban… y Rodolphus no quiso dejarlo.  Estaba medio muerto pero ni por eso los malditos lo perdonaron. Lo violaron diez días seguidos ¿sabes? Lo único que los consolaba era pensar que tú estabas a salvo… y que su apellido no moriría con ellos. Lucius ya había salido… exiliado. Rab me dijo que te había enviado con él… para que te criara… porque eran familia. No me dijo más.

 

– ¿Te habló de mi otro padre?

 

– No. Ni Rodolphus sabía quien era. Rab solo me dijo que fuiste producto de una violación, y que aunque tu padre era un mestizo era poderoso. Que tú serías un nuevo Lord Oscuro y que los vengarías. ¿Piensas alzarte con el poder? ¿Yo podría servirte?

 

– Escucha camarada. Y escucha bien – Oph le levantó la cara – Esos tiempos pasaron y no volverán. Si sales y buscas a quien servir solo cambiarás una esclavitud por otra. Nadie merece eso, ni siquiera tú. Y pienso que ya has purgado tus crímenes bastante. Pero solo tú sabrás si aprovechas la oportunidad que te damos. Si vuelves a matar a otros que no sean los aurores que los violaron, así sea a sus familias… morirás. Recuerda el juramento.

 

          Greyback asintió.

 

– Y de Lucius y Severus Snape ¿Qué sabes? ¿Es cierto que fueron amantes? ¿Pareja? – Ras preguntaba ansioso – ¿Se amaban? ¿Por qué dicen que traicionó a los mortífagos por Lily Evans?

 

– Tu padre un traidor… quien lo hubiera creído. Aunque considerando que el viejo Lord se lo dio de comida a su serpiente, creyéndolo su más leal servidor,  bien le estuvo la traición. Fue un justo pago para el psicópata ese.

 

– ¿Tal parece que no lo querías demasiado? – Ras sonaba sardónico.

 

– No. Estaba loco. Pero nos prometía libertad. Del otro lado solo estaba el Ministerio y sus leyes opresivas contra mi raza.

 

– ¿Seguiste al Lord porque no tenías otra opción?

 

– Como todos. ¿Crees que Lucius o Rab eran felices siendo las putas del mestizo de Voldemort? Pero que les quedaba. Era eso o las leyes estúpidas del Ministerio.

 

– Mi padre y el Lord… –  Oph no se atrevía a preguntar.

 

– Mira niño. Voldemort se encamaba con todos sus mortífagos. Y eso incluía hasta Snape. No lo hacía conmigo porque temía contagiarse… solo por eso.

 

–  Y todos lo… ¿permitían?

 

– Era eso o el Avada. Elige.

 

– ¿Entonces no sabes nada de mis padres? – Ras sonaba triste – ¿O del otro padre de Oph?

 

– Las respuestas que buscas no las tengo yo. Pero se donde puedes hallarlas. Una vez Colagusano me dijo que Snape escribía un diario… y Rabastan me confió que el pocionista lo chequeó durante su embarazo. Hasta la batalla final. Por eso ni él ni Rodolphus participaron en esta, Rab te estaba pariendo en los cuartos privados de Severus. Quizás si encuentras el maldito chisme encontrarás lo que andas buscando. Se que esta en Hogwarts. No se más.

 

          Los ruidos de unos pasos los alertaron.

 

– Ya vienen. Prepárate Grey – Ras comenzó a desabrochase los pantalones y la camisa para simular que habían estado follando – Y recuerda, espera hasta la próxima visita y no dejes a nadie vivo, nadie que pueda relacionarnos con tu escape. 

 

– Sí. Sobre todo, debes asegurarnos que Arsemio Baldfour no saldrá de esta celda.

 

– Vistes  las fotos ¿verdad? Lo que hizo con tu padre. El bastardo se divertía sacándonos fotos mientras sus amigos…

 

– Las  vi. ¿Te asegurarás de…? – Oph no pudo continuar.

 

– Descuida Ophiuchus Lestrange. Baldfour acostumbra venir casi a diario. A golpe de medianoche. No verá otro amanecer.

 

          Cuando el tal Baldfour abrió la puerta los chicos acomodaban sus pantalones y Greyback parecía inconsciente.

 

          Caminaron hacia la salida en silencio. Y ya para despedirse el carcelero tomó la mano de Oph ansioso.

 

– He cumplido contigo. ¿No crees que merezca algo más que tu dinero?

 

          Oph se acercó a su oído y susurró.

 

– Mi hermanito no tuvo estómago para… pero siempre he querido un suvenir de hombre lobo. Te espero mañana en las Tres Escobas. Tráeme uno de sus dientes en un colgante y alquilaremos una habitación. Ras y yo estaremos gustosos de pagarte en especies.

 

          La mano del joven acarició la entrepierna del guardia y este corcoveo excitado.

 

– Mañana. A las 10… (gemido)…  Tendrás tu suvenir.

 

           Dicho esto se encaminó de vuelta a la prisión dejando a los muchachos en la fría playa.

 

– ¿Y si Greyback falla?

 

– No fallará. Porque si falla, mañana yo terminaré su trabajo.

 

          Ambos jóvenes se miraron con igual hielo en sus ojos: negros y grises. Luego se abrazaron y desaparecieron en la quietud de la noche.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

(1) No se si es un hechizo conocido del mundo de Harry Potter o si lo inventó la autora para su fic. Pero para evitarme problemas: lo leí en “Perdido en tu Memoria”, de Helena Dax. Nombra así a la eutanasia mágica que se le da a los dementorizados.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Siento la demora...el viernes estuve de parranda con mi hijo... y llegue muerta. Pero aquí esta, lo prometido es deuda...


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