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AL ESTILO MALFOY por ANTARES

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Notas del capitulo:



 

 

 

La venganza de Greyback ha comenzado y una foto del despedazado Baldfour ocupa los titulares de El Profeta. Pero nuestros jóvenes han hablado de más y Minerva recurre a los aurores. En medio de todo, el secreto de Lucius Malfoy esta por descubrirse…

 


 Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling. Yo los tomo prestados sin ningún interés comercial


 

 

 

 

CAPITULO IV

 

 

 

           Esa mañana, durante el desayuno que se servía en el Gran Comedor, todos los alumnos de Hogwarts estaban más conmocionados que lo usual. Cuchicheos, murmullos, voces destempladas y uno que otro grito eran las reacciones al leer las páginas de los periódicos que las lechuzas acababan de entregar.

 

          En la mesa de profesores las reacciones no eran distintas. El Profeta se habría ante ellos y la foto de un despedazado Arsemio Baldfour se llevaba la primera plana.

 

– ¡Un hombre lobo suelto, que horror! ¡Yo creía que Fenrir Greyback estaba muerto! Pobre guardia – La profesora Sprout parecía compungida.

 

– Si – la voz de Oph era helada – pobrecito auror que retuvo a un hombre sin juicio por más de 20 años.

 

– Que lo violó durante todo ese tiempo al igual que a otros reclusos a su cargo – Ras hacía eco de su rabia.

 

– ¡Eran mortífagos! – la voz de Minerva sonó indignada.

 

– ¿Y por eso, directora, esta bien violar presos? – otra vez Ras – ¿La sodomía es parte del castigo de la justicia inglesa?

 

– ¿Donde hablan de eso? – la profesora de adivinación hojeaba las páginas internas del periódico morbosamente excitada – No encuentro nada aquí.

 

          Minerva dirigió a ambos jóvenes una dura mirada.

 

– ¿De donde sacaron que ese hombre lobo estuvo detenido sin juicio? ¿O lo de las violaciones a los presos? ¿Profesores? ¡Los aurors JAMAS han violado a nadie a su cargo!

 

          Los hermanos se miraron  nerviosos.

 

– Debimos oírlo por ahí – explicó Ras evasivo.

 

– Sí, ustedes saben, los muchachos hablan – añadió Oph.

 

–  Ya es tarde – continuo el ojigris – mejor vamos a prepararnos para ir a clases.

 

          Minerva los vio marcharse y se paró resuelta. Se dirigió a su oficina y de allí pidió una conferencia con carácter de urgencia con Kingsley Shacklebolt, el actual Ministro. Al verlo a través de las llamas, y ver su cara de preocupación y desaliento, supo que había echo lo correcto.

 

– Minerva, siempre es un placer salud….

 

– ¡Kingsley, tenemos problemas! – la bruja lo cortó en seco – ¡¿Quién esta enterado de las violaciones a los mortífagos ocurridas tras la última batalla?!

 

          El hombre se puso blanco, cosa increíble si se tiene en cuenta su raza.

 

– Minerva, ese asunto esta muerto. Los culpables fueron sancionados.

 

– Tengo aquí en Hogwarts dos profesores americanos, de intercambio, que soltaron en el desayuno que los aurors han estado violando presos en Askabán.

 

– No hay violaciones en Askabán ¡no más! Yo personalmente coloqué los hechizos de monitoreo y protección…

 

– ¡Ya! ¡¿Y que hay de Fenrir  Greyback, el licántropo?! ¡¿Es cierto que estuvo encerrado sin juicio más de 20 años?! ¡¿Qué ese auror muerto lo estuvo violando todos ese tiempo?!

 

– Yo firmé la orden de ejecución para ese genocida Minerva. Personalmente. Ignoraba que no se hubiese cumplido. Espulgué a todos los violadores de la prisión. Quince aurors fueron pasados al retiro sin pensión por lo que hicieron. Pero debes comprender las circunstancias. Esa gente había perdido familia, amigos… los mortífagos hacían lo mismo con los que capturaban… De saberse los hubiésemos convertido en víctimas.

 

– No me interesan tus excusas. Lo que me interesa es como esa información, que se supone es un secreto de Estado, esta en poder de dos jovencitos de apenas 20 y 21 años. ¿Alguien pudo filtrarla a la prensa? ¿Algún periódico ha publicado algo?

 

– Minerva, yo personalmente obliviaté a los que estaban en el secreto. Y mi oficina de Prensa estudia minuciosamente todas las publicaciones mágicas y muggles de Europa y Norteamérica. No ha salido nada ¡nada! ya me hubiese enterado.

 

– ¿Entonces como?

 

– Lo de Greyback fue un lamentable error. Esa bestia debería estar muerta. Lo otro no me lo explico, aunque… tengo mis sospechas. ¿Tus profesores son de confianza? ¿Qué sabes de ellos?

 

– Lo que el decano de la Salem University me ha contado. He hablado con él personalmente y le he pedido que me envíe fotografías del rostro de sus recomendados. Y son ellos. Alumnos de tercer año, ambos brillantes, apolíticos, casi santos… si el hombre no fuese viejo y abuelo de cinco nietos juraría que anda enamorado de alguno de ellos, tantos elogios que les lanzó. Al parecer ambos son intachables aunque…

 

– ¿Qué pasa?

 

– Actúan raro. Preguntan demasiado, simpatizaron con los Slytherins apenas entraron al colegio y siempre que tocamos algo referente a la Segunda Guerra nos cuestionan. Además, en más de una ocasión los he visto mirándome… no se… como con odio o algo parecido. Y yo no les he hecho nada ¿por qué?

 

– Según registros de Askabán, dos  aurors en entrenamiento fueron introducidos por Baldfour a la prisión horas antes de que el lobo escapara. He consultado con el Jefe de este cuerpo y ninguno de sus efectivos fue comisionado para ir a la isla, ni los que están en actividad ni los chicos de la Escuela.

 

– ¿Qué crees entonces? ¿Qué mis dos profesores…?

 

– ¡No se que creer! Pero lo que si sé es que necesito hablar con tus muchachos. Mandaré dos aurors por ellos mañana en la mañana. Esto puede ser peligrosos Minerva. Hiciste bien en avisarme.

 

 

 

***************

 

 

 

          Las clases acababan de terminar y Ras y Oph exploraban las mazmorras aprovechando que todos estaban almorzando.

 

– ¿No sería mejor hacer esto de noche? – preguntó Oph.

 

– No lo creo. Ahí si que sería sospechoso.

 

– Alguien puede vernos.

 

– ¿Y que? Nuestras habitaciones están en las mazmorras. Podemos decir que nos perdimos.

 

– Llevamos mes y medio aquí. Ese cuento ya no nos lo cree nadie.

 

          Los hermanos se miraron y sonrieron tristes. Una pequeñísima parte de ellos estaba contenta de que por fin, aunque sea con uno de los malditos, se hubiese hecho justicia por lo de las violaciones a los presos. Pero el sentimiento de haber contribuido a la muerte de alguien pesaba en sus espíritus. Cuando recién se enteraron y la rabia los poseía, creyeron que sería fácil y hasta placentero. Ahora ya no estaban tan seguros. Estaban cansados, hartos, querían de una vez encontrar sus respuestas y regresar a casa; al lado de su padre, a su vida y al mundo rosa y perfecto del que nunca debieron haber salido.

 

– Peeves me informó que las habitaciones de Severus Snape estaban en este pasillo. Y que el castillo había sellado el lugar. Nadie, ni siquiera el tal Harry Potter, pudo abrir su cuarto.

 

– ¿Crees que…?

 

– ¡Estoy seguro! – Ras hablaba convencido – Lo selló con un hechizo de Sangre. Papá siempre dice que Padre era el mejor.

 

–  Si esta sellado con sangre nadie, excepto algún descendiente directo, podrá abrir el cuarto.

 

– O sea, yo. Ya verás hermano, abriré esa puerta y encontraré el bendito diario. Y por fin todo esto habrá terminado. Regresaremos a casa.

 

– ¿Y Padre?

 

– Ahora lo entiendo mejor. Despreocúpate. Se enfadará, pero cuando sepa que estamos enterados de la verdad, y que no lo juzgamos, nos perdonará. Ya somos adultos y esos bastardos del Ministerio no pueden dañarnos. Una vez en América iniciaremos las acciones legales para recuperar tu patrimonio y traer el cuerpo de mi otro padre a casa.

 

– ¿Crees que yo también encuentre las respuestas que busco?

 

– Sí. Se que el nombre de tu otro padre debe de estar en ese Diario. Lo más seguro es que haya sido un mortífago y ya esté muerto, pero por lo menos sabrás quien fue, y si tienes algún legado que reclamar.

 

– Lucius me lo ha dado todo. No necesito títulos ni herencias… Pero tú… eres un Malfoy pero también un Snape. Y el marquesado  de los Prince te corresponde.

 

– Eso no me interesa. Además, siempre puedo ser un Lord por matrimonio.

 

          Oph lo miró curioso y Ras enrojeció de golpe. Los últimos acontecimientos y el interés que Baldfour tenía en su “hermano” habían despertado cosas en él, cosas en las que era mejor no explorar por el momento. Ya habría tiempo para ello cuando volviesen al continente.

 

          Llegaron al frio muro, donde se suponía estaban antes los aposentos del ex espía, y aquel que se creía su hijo inició el rito de reconocimiento:

 

–  La sangre llama a la sangre. Como es el padre así es el hijo. Por esta sangre que es la suya yo te pido, magia protectora, déjame entrar….

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

Capítulo cortito pero necesario. La próxima semana, grandes verdades serán reveladas y Lucius por fin se enterara en que andan sus “angelitos”.


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