Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

AL ESTILO MALFOY por ANTARES

[Reviews - 76]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

El ritual ha fallado y los muchachos han sido descubiertos. Tras una intensa persecución caen en manos de los aurors; aunque claro, Scorpius los ha visto y escuchado, ya sabe que son familia y decide ayudarlos avisando a su padre. ¿Draco tendrá tan buena disposición hacia los chicos como su pequeño?… Ministros que interrogan, pruebas de paternidad fallidas,  ex mortífagos que regresan e hijos que reclaman… En medio de todo, una verdad que no quiere ser revelada.

Como siempre: Harry Potter y su universo pertenecen a JK Rowling. Yo solo lo tomo prestado sin ninguna intención de lucro.

 

 

CAPITULO V

 

 

 

 

          La supuesta puerta que debía abrirse con la sangre de Rasalhague ni siquiera se dignó mostrarse. El ojigris miró a su hermano extrañado.

 

– No lo entiendo…

 

– Quizás estés haciendo algo mal  –  le dijo el otro – Trata de nuevo y concéntrate.

 

          Llevaban media hora ante una pared totalmente ensangrentada y la famosa entrada brillaba por su ausencia.

 

– Tampoco lo entiendo…  –  Ophiuchus repitió contrariado – Puedo sentir el sello que esconde el lugar. ¡Es magia de sangre! ¡El hijo de Severus Snape debería poder romperlo! ¡¿Qué mierda pasa?!

 

          Ras abrió sus ojos con espanto y las lágrimas los inundaron. Mortalmente pálido se aferró a su acompañante. Lo que imaginaba, era la única respuesta posible, pero era tan horrible que ni siquiera se atrevía a decirlo. Finalmente se armó de valor y lo dejó salir:

 

– A no ser que… mi sangre no sea la suya… Que yo no sea un Snape.

 

          El muchacho estaba a punto de desmayarse y su hermano lo abrazó, aferrándolo por la cintura.

 

– Tranquilo Ras, no pienses tonterías. He visto fotos de padre embarazado. De ti recién nacido. Tienes los ojos de Lucius, su mirada, su nariz… ¡Eres su hijo por Merlín! ¡De eso no hay duda! Si estas pensando que te adoptó o algo parecido…

 

– ¡¡¡Sí!!! – Ras gritó entrando en crisis –  ¡¡¡Soy hijo de Lucius pero no de Severus ¿qué no lo ves?!!! ¡¡¡Por eso el rito no funciona!!! ¡¡¡Por eso mi sangre no sirve!!!

 

– Ras no…

 

– ¡¿Te fijaste en la fecha de la muerte de Snape?! ¡¿Y en la de mi cumpleaños?! ¡Trece meses Oph! ¡Casi año y medio! ¡¡¡Que maldito crío se queda en el vientre trece meses!!!

 

– ¡Salazar… no lo pensé! – la voz del otro sonó rota.

 

– Estuvo preso… y sabes que adentro violaban a todos. ¡Él es sangre Pura! ¡Puede concebir!

 

– Ras…

 

– ¡Por eso no quería venir a Londres! ¡Por eso no reclamaba tu herencia! No era que quisiera esconderte a ti, era a mí. No quería que viniésemos porque entonces leería esa fecha en la tumba, y sabría lo que pasó… Al verla pensé: quizás es un error, o mi padre me registró meses después de haber nacido por que sé yo que motivos… no le di importancia hasta hoy… ¡Mi otro padre no es su amante muerto! ¡Mi otro padre es uno de esos bastardos, de esos guardias asquerosos…! ¡Uno de esos gryffindors violadores! ¡No soy hijo de Snape, soy hijo de uno de los aurors!

 

– Y él ha callado…

 

– Todo este tiempo hermano. Por eso su familia no sabe de mí.

 

          El Barón Sanguinario y los otros fantasmas se habían acercado y escuchaban a los muchachos cabizbajos. Los chicos les agradaban, y al enterarse que uno de ellos era el supuesto hijo de Severus (por un cuadro chismoso), se habían sentido felices. Ahora solo callaban.

 

– Mi padre… mi padre… ¡El me mintió! ¡¡¡ME MINTIO!!! ¡¡¡ME MINTIO!!! ¡¡¡ME MINTIOOOOOO!!!

 

          Ras estaba arrodillado llorando y dando de puñetazos contra la fría pared de piedra, que seguía sin abrirse. Oph se había acuclillado abrazándolo. Estaba acariciándole el pelo cuando Peeves llegó hecho una exhalación a avisarles.

 

– ¡Huyan… huyan... huyan Slytherins…! ¡Ayudemos al hijo de Snape, que los aurors vienen por él!

 

          Los muchachos se incorporaron tensos:

 

– ¿Peeves? – Oph interrogó levantando su varita.

 

– Seis aurors del Ministerio. Minerva les avisó ayer de que ustedes sabían de las violaciones en Askabán... y han venido a llevárselos. Dicen que ingresaron y liberaron a un licántropo.

 

– ¡Ras, rápido, corre!

 

          Un grupo uniformado irrumpió en ese momento por un extremo del pasillo y Oph les hizo frente.

 

– ¡Escapa Ras, a nuestros dormitorios! ¡Avisa a Padre! ¡Avisa a la Embajada! ¡Si no consigues dar la alarma nos desaparecerán como a Greyback y jamás volverá a saberse de nosotros!

 

– ¡Por aquí muchacho! – el fantasma del Barón lo apuró – ¡El hijo de Severus es nuestro! ¡La Casa Slytherin y las mazmorras te ayudarán!

 

          Ras entabló una lucha entre su lealtad y su prudencia. Entre su corazón y su razón. Por un lado se negaba a abandonar a Oph a su suerte y por otro su cerebro le decía que huir y dar la alarma era su única salida. Finalmente otro grito de su hermano, que lanzaba hechizo tras hechizo contra sus atacantes, lo hizo salir corriendo.

 

– ¡¡¡Huyeeee…!!! ¡¡¡No dejes que el sacrificio de nuestro Padre sea en vano!!!

 

          El Barón Sanguinario condujo al aterrado joven hacia la Sala Común de las serpientes y le franqueó la entrada. Tras ingresar, el ojigris bloqueó la puerta con un hechizo ante los pasmados muchachos. Corrió hacía la chimenea y, aunque no pudo trasportarse por ella, se dio cuenta de que las comunicaciones no estaban bloqueadas del todo, pues si podía hablar vía Red Flu.

 

– Embajada Mágica Norteamericana – gritó arrojando los Polvos. Ante una sorprendida bruja explicó – Soy Rasalhague Snape Malfoy, ciudadano americano de nacimiento. Mi hermano y yo hemos descubierto claras violaciones a los Derechos Mágico-Humanos por parte del Gobierno Inglés…  en la prisión de Askabán. Un grupo de Aurors busca secuestrarnos y desaparecernos. Estamos en Inglaterra de incógnitos, rastreando información que nos lleve al paradero de nuestros otros padres, desaparecidos durante la Segunda Guerra; mi progenitor gestante, Lucius Malfoy, es refugiado político en su país. ¡Avísenle! ¡A él y al Decano Brahams, de la Salem University….!

 

          Las protecciones saltaron y los aurors ingresaron. Ras se sacó del pecho el sobre con las fotos sobre los Lestrange y las envió por chimenea.

 

– ¡Entrégueselas al embajador! ¡Son las pruebas de que los aurors han venido sodomizando a sus presos sly por más de 20 años! ¡Rasalhague Snape Malfoy, hijo de Severus Snape y Lucius Malfoy…! ¡Ophiuchus Lestrange Malfoy… hijo de Rabastan Lestrange y Lucius Malfoy…! –  gritaba mientras forcejeaba con los recién llegados, que trataban en vano de arrancarlo de la chimenea – ¡Avisen al embajador que nos secuestran…!

 

          Un auror le mandó un Desmaius, ante los ojos de la aterrada secretaria, y cortó la comunicación. Minerva McGonagall estaba lívida de todo lo que el jovencito había soltado, y todos los alumnos de la Casa Slytherin miraban la escena boquiabiertos.

 

– Aurors, llévense a ese hombre. Alumnos, aquí no ha pasado nada. Permanezcan en sus habitaciones hasta nueva orden. Las clases se suspenden.

 

          Y la bruja y los atacantes salieron del lugar levitando al inconsciente maestro. Todos los muchachos se quedaron estáticos hasta que la puerta se cerró. Entonces una niña de segundo se volteó a mirar a Scorpius Malfoy, parado en primera fila.

 

– ¿Scorp… dijo que se apellidaba Malfoy? ¿Cómo tú?

 

– Como yo… Y Snape… como el antiguo jefe de esta Casa… El héroe de la Segunda Guerra… el padrino de mi padre.

 

– Mi madre siempre dice que en Askabán los gryffindors les hicieron cosas terribles a los sly… tú sabes… – Apollus Crabbe Parkinson habló anonadado – ¿Dijo sodomizando?

 

– A mi me caen bien los profesores – otro niño de primero parecía que iba a llorar – No quiero que los torturen ni que los sodomicen… ¿qué es sodomizar?

 

– ¿Scorp? – habló Albus Potter.

 

–  Necesito una lechuza. Debo comunicarme urgente con mi padre.

 

– Usa la mía… esta en mi cuarto – otra vez Albus –  ¿Oye, Lucius Malfoy no era tu abuelo?

 

          Scorpius afirmó con la cabeza y los chicos salieron corriendo a poner a Malfoy Manor sobre aviso. Al parecer miembros no conocidos de la familia estaban de regreso en Londres. ¡Y vaya que si tenían problemas!

 

 

 

****************

 

 

 

          Ras y Oph se hallaban sentados, lado a lado, frente a seis molestos aurors y a un muy cabreado Ministro. Minerva estaba parada más atrás; mientras afuera de la oficina un funcionario de la embajada mágica norteamericana exigía a un aterrado Percy Weasley que se le deje ver a los muchachos, y que se le garantice su integridad. Hablaba de una protesta internacional y de que su Secretaría de Estado ordenaría el retiro de la Delegación Diplomática si no se les atendía. Asimismo, reclamaba saber el por qué del arresto de sus ciudadanos y que su médico personal los revise, ya que  uno de ellos era menor de edad en su país.

 

– Bien jovencitos – la voz del Jefe de Aurors Anthony McKee, quien iba a conducir el interrogatorio, se escuchó grave – Lo primero es lo primero ¿Quiénes son realmente ustedes?

 

– Mi nombre es Ophiuchus Lestrange Malfoy – habló el mayor – Soy hijo de Rabastan Lestrange. Lucius Malfoy es mi padre adoptivo. Y mi hermano menor aquí presente es Rasalhague Snape Malfoy…

 

– ¡Eso no es posible! – gritaron a la vez Minerva y Kingsley – Severus Snape murió en la última batalla.

 

– Y Lucius Malfoy – añadió McGonagall – pasó por un examen médico completo antes de ser ingresado a la prisión: dada las circunstancias de su detención y por pedido expreso de Harry, su integridad fue preservada. Y puedo asegurar que no estaba embarazado. Es más, Poppy lo revisó en las instalaciones del Ministerio: estaba tenso, algo anémico, pero no embarazado.

 

– Eso significa… –  Oph musitó…

 

– Que Severus Snape no es mi padre. No importa lo que Lucius y mi certificado de nacimiento sostengan – Ras habló con voz rota – Y si él no es mi padre… no quedan más candidatos que alguno de los aurors que violaban presos en Askabán.

 

– Dejen de decir sandeces. Nadie violó a nadie en…

 

– ¡Vimos las fotos! – Oph rebatió con rabia – De Baldfour violando a los Lestrange. A Rabastan, mi padre. Y nos contó lo que les hicieron a los otros presos.

 

– Pero Malfoy jamás fue tocado – el Jefe de Aurors explicaba al Ministro –  va mi magia en ello señor. Nadie excepto los Weasley podía entrar en su celda. Estaba en régimen de aislamiento. Como lo ordenó.

 

          De los hermanos Weasley Ron era el único que seguía siendo Auror. Estaba presente en ese interrogatorio y palideció cuando todas las miradas se dirigieron a él.

 

– ¿Supongo que no estarán insinuando que uno de mis hermanos… o que yo…? – Todos los presentes, incluso los detenidos, seguían mirándolo serios. Bufó indignado y declaró orgulloso – Existen pruebas. La huella mágica de mi familia es conocida.

 

– ¡Por Salazar! – Ras musitó bajito a su hermano – Dime que ese idiota no es mi padre.

 

          Pese a que lo dijo en un susurro casi todos lo escucharon. Ron rechinó los dientes y Kingsley sonrió. Contra lo que cabía esperar los dos muchachitos le habían caído bien, y si lo que afirmaba el más joven era cierto… realmente le daba lástima. Enterarse así de que quien creías tu padre no lo era…

 

          Suspirando, propuso efectuar una prueba mágica simple para saber si el muchacho era miembro de la familia Weasley. Tanto el pelirrojo como el ojigris aceptaron de inmediato y el propio Ophiuchus se ofreció a realizarla.

 

–  Se lo que hago – explicó- En la universidad seguí un curso de Medimagia.

 

          Cuando la sangre de ambos estuvo mezclada en un vial, efectuaron la prueba respectiva y esta salió negativa. Ras hizo que la repitan tres veces hasta que su hermano le aseguró que era confiable; él mismo había revisado que nada estuviese adulterado.

 

          Entonces los jóvenes (y todos en la sala) exhalaron un suspiro de alivio.

 

– ¿Ven lo que les decía? Y puedo asegurarles que nadie ingresó a esa celda. Bill en persona levantó las alarmas.

 

– ¿Entonces quien…?  – Minerva resumió la duda de todos.

 

– ¡Oh! ¡Vamos! No es como si no pudo follarse a cualquiera al día siguiente de salir libre. Es Lucius Malfoy por Mer…

 

          No pudo terminar de hablar porque Oph se le lanzó hecho un basilisco. De un solo puñete lo tumbó al suelo antes de que los presentes pudiesen detenerlo. Ya preso entre cuatro uniformados le gritó furioso:

 

– ¡No te atrevas a hablar de mi padre maldito auror-violador de mierda! ¡Mi padre es un tipo decente!

 

– Jamás ha habido otro hombre en su vida – Ras explicaba mirándolos dolido – No sé lo que habrá sido para ustedes, pero para mi hermano y para mi ha sido un padre modelo –  las lágrimas asomaron a sus ojos –  Nos ha querido, cuidado y protegido desde que tenemos memoria. Sin hacer distinciones. Sin odios. Con el recuerdo de  Severus Snape en un altar…

 

         Percy ingresó corriendo a la Oficina.

 

– Ministro… disculpe la interrupción.

 

– ¡¿Que pasa Percy?!

 

          El pelirrojo miró a los muchachos como dudando.

 

– ¡Habla, por Merlín! – y lanzó una burbuja de silencio sobre los detenidos – ¡Ya no te oyen, habla…!

 

– Draco Malfoy acaba de llegar. Con sus abogados…

 

– ¡¿Cómo diantre se enteró?!

 

– Eso no es todo – miró a McGonagall antes de responder – el excelentísimo mago Corazón Purpura Primera Clase, Gran Bisonte Blanco, decano de la Salem University míster Icarius Brahams esta afuera, venido directamente de la Embajada Americana a donde arribó vía traslador internacional…

 

–…apenas se enteró de la noticia… – Minerva se puso pálida.

 

– Exige verla. En el colegio le informaron que usted estaba acá…y aún hay más…

 

– ¡¿Qué?! – el Ministro se preparó para lo peor.

 

– Míster Brahams no arribó solo… Lucius Malfoy esta con él.

 

– ¡Ese criminal! – Ron gritó colérico – ¡Tiene prohibido poner los pies en Inglaterra!

 

– Vino con dos escoltas de la embajada, con pasaporte diplomático. Exige ver a sus muchachos.

 

– ¡¿Que hacemos señor Ministro?! –  McKee preguntó.

 

– ¿Que pruebas tenemos de que fueron estos chico los que ingresaron a Askabán? – A Kingsley le dolía la cabeza.

 

– Pues ninguna, salvo que han reconocido que conocían a Baldfour.

 

– ¡Claro que conocían a Baldfour! ¡Quien sino les dio las fotografías que enviaron a la embajada!

 

– Déjeme interrogarlos Ministro – el Jefe de Aurors se creía un tipo duro – Yo los haré confesar.

 

– Adelante pues. Percy, entretén a nuestros invitados.

 

          Y el pelirrojo puso cara de espanto. Una cosa era lidiar con un embajador americano y otra con el ex lugarteniente del Dark Lord en su faceta de "mamá".

 

          Una hora después, y tras hacer un coraje digno de Voldemort, Anthony McKee se dio por vencido. Como no sea cruciándolos esos muchachitos nunca hablarían. Se mantenían en sus trece: aceptaban que conocían al auror asesinado (medio Hogsmeade lo conocía) pero nada más.

 

– ¿Qué interés podríamos tener en ir a Askabán?

 

– No es como si allí quedase alguien de nuestra familia preso.

 

– Baldfour era un promiscuo que intentaba meternos mano. Apenas pudimos quitarle las fotos nos escabullimos.

 

          Draco en una habitación, y los americanos con Lucius en otra, estaban a punto de las imperdonables cuando Percy apareció cansado.  Primero fue con los yanquis y el ex mortífago, ahora trabajador de la embajada (lo que se logra con la suma de dinero correcta) y los trasladó al salón donde esperaba el otro rubio y sus abogados. El encuentro entre padre e hijo fue de película.

 

          Después de no verse por más de 20 años cualquiera diría que ambos correrían, se abrazarían… incluso se gritarían o se reclamarían. Pero Draco no había crecido con el Lucius de la post guerra sino con el hombre de hielo que servía a Voldemort. Todo lo que éste pudo obtener de su primogénito fue un seco movimiento de cabeza y un “Padre. Es bueno verlo vivo. ¿Es cierto que tengo dos hermanos presos en esta oficina?”

 

           Y antes de que pueda decir nada una puerta se abrió, y los presentes pudieron ver a dos asustados jovencitos que corrieron hacia Malfoy Padre, el cual corrió también a envolverlos entre sus brazos.

 

          Totalmente pasmados, Draco, Minerva, Kingsley y los aurors observaron como el mago oscuro más buscado después de Voldemort lloraba y besaba a sus muchachos, aferrándolos mientras estos se colgaban de su cuello:

 

– ¿Están bien? ¿Están bien? ¿Salazar bendito, díganme que están bien?

 

– Padre… padre…  – los chicos solo lo abrazaban y gemían.

 

– Es horrible padre… ellos… ellos… ellos lastimaron a Rabastan… yo lo vi... ¡Ese auror asqueroso!

 

– Shhhh… shhhh… tranquilo Oph, pequeño, ya pasó… – y le limpiaba las lágrimas que corrían por sus mejillas.

 

– ¡Quería meterle mano a Oph padre!... Ese cerdo… se atrevió… a besarlo…

 

          Ras no podía con sus emociones y dijo lo primero que se le vino a la mente. Lo que le había estado quemando en sus pesadillas... su hermano en encuentros sexuales con otros hombres. No contó con Lucius y su desbocado amor paternal.

 

– ¡¡¡Qué!!! – bramó al más puro estilo mortífago. Todos en la sala, hasta el Ministro, retrocedieron unos pasos. – ¡¡¡ ¿Quién se atrevió a tocarte?!!!

 

– No pasó nada padre – Oph miro a su hermano molesto – Solo me estaba coqueteando y yo… pues le di por su lado para obtener las pruebas…

 

           ¡Plaf!

 

           Las mandíbulas cayeron al suelo.

 

          El muchacho se agarró la cara y bajo la cabeza avergonzado, mientras su  hermano se mordía los labios. Lucius no era de levantarles la mano a sus hijos, pero las escasa veces que lo había hecho había sido con razón. Ambos sabían que esta era una de esas veces.

 

– ¡¡¡Te pusiste en riesgo con un pederasta solo por unas malditas fotos!!! ¡¡¡Y si te pasaba algo!!! ¡¡¡Si se enteraba de quien eras y te violaba solo para vengarse de mí!!! ¡¡¡No sabes lo que son!!! ¡¡¡Lo que hacían en Askabán!!!

 

– ¡¡¡Un momento Malfoy, no te permito…!!! – el Ministro protestaba colérico.

 

– ¡¡¡Cállese!!! – Lucius le respondió igual – Los haré pasar por un examen médico completo. Si usted o alguno de los cerdos que tiene por esrribos se atrevió a tocarlos…

 

– Te juro que nadie me tocó Padre. Yo no lo permitiría…

 

– ¡Permitiste que te besara! ¡¿Acaso te he enseñado a utilizar tu cuerpo como moneda de cambio?! ¡¿Es así como te he criado?!

 

– Lo siento… Era mi padre… Necesitaba saber… entender… Jamás le hubiese dejado llegar a más…

 

– No se trata de lo que tú le dejes… – lo acarició con ternura – Pudo haberte puesto una celada… ¿Qué hubiesen hecho los dos contra veinte aurors borrachos? ¡Pudieron violarlos Merlín! – Lucius temblaba abrazando a Oph.

 

– Es lo que te hicieron ¿verdad?... Lo que te pasó en Askabán… Allí me concebiste… – Ras se había alejado de su padre y hablaba cada vez más cortado, las lágrimas cayendo de sus ojos a raudales – Por eso no querías que viniéramos… Sé que no soy hijo de Severus Snape.

 

– Ras… – Lucius se dispuso a luchar hasta el final – Tú eres hijo de Severus… Cualquier otra cosa que te hayan dicho es falsa.

 

– ¡No es cierto! ¡No me mientas más!

 

          Ron trató de intervenir pero el Ministro lo detuvo con un gesto. Por un momento había pensado que los muchachos Malfoy estaban aquí como parte de una avanzada de su padre, buscando la forma de desestabilizar su gobierno con quien sabe que oscuros propósitos. Ahora, al verlos interactuar, se daba cuenta de que solo eran dos chicos queriendo saber de su pasado… y de que el rubio trataba de evitarles un gran dolor.

 

– Padre… trató de abrir el cuarto que Sev tenía en Hogwarts. Está sellado con magia de sangre… – Oph creyó oportuno avisarle  – No pudo.

 

– Eso es cierto – Minerva intervino triste – El cuarto de Severus se selló tras su partida de Hogwarts, durante la batalla final. Nadie, ni Harry, ha podido abrir la puerta. El Castillo no lo permite.

 

          Lucius miró a todos lados como una fiera acorralada. Era patente que estaba desesperado.

 

– Nadie te juzga – Oph se acercó y le tomó una mano – Eres nuestro padre y te amamos. Ras solo necesita saber.

 

– ¡Padre! – la voz de Draco hizo saltar a todos. Había veneno en su tono – Harry Potter tenía una deuda de vida con mi madre. Garantizó tu seguridad y tu libertad. Si alguno de estos cerdos te tocó… digamos que pronto asistiremos al entierro de un héroe.

 

          Ron saltó asustado.

 

–Mi familia en persona custodió a tu padre. Por más que nos hubiera gustado, nadie le hizo nada. Ni siquiera podíamos entrar a la celda a excepción de Bill. Él en persona lo aisló y la comida le llegaba directamente de la Madriguera. ¡Di la verdad Mortífago!

 

          Ya Oph estaba volteando cuando Lucius le apretó la mano que mantenía sobre la suya. Todos vieron la desesperación en sus ojos, que se clavaron en la de su hijo mayor con una muda suplica.

 

– Tu eres hijo de Severus Snape Ras – habló, pero no dejaba de mirar a Oph, como implorándole – Juro por mi magia y mi vida que nadie me violó en Askabán, al menos a mi no. Sé que lo hicieron con todos los demás mortífagos porque los oía, era su manera de torturarme. No entendía porque no lo intentaban conmigo…  ahora se que le debo eso a Harry Potter.

 

– Ningún le debes… – Draco otra vez trató de intervenir pero la voz de Ras se le adelantó.

 

– ¡¿Quién es mi otro padre?! ¡Sé que no es Severus Snape… esa es una mentira que me contaste! ¡Tengo derecho a saber!

 

          Minerva iba a hablar pero el Ministro no la dejó. Veía el drama en el que  inconscientemente había participado y sentía pena, por el muchacho y por Malfoy Padre, que se veía a todas luces estaba devastado. No que le perdonase todo su pasado, pero verse así, acorralado por un hijo… Sabía que el muchacho no podía ser hijo de Snape, y que no era producto de una violación en Askabán… ¿una calentura en su viaje a América? ¿una violación posterior  quizás…?  No era cosa que debiera interesarles a ellos.

 

– ¡Dime! ¡¡¡¿Quién es mi otro padre?!!! – Ras continuaba gritando mientras Lucius se comía con los ojos a Oph. Este por fin entendió.

 

– Tu otro padre es Severus Ras, seguro hicimos mal el ritual.

 

– Pero…

 

– ¡¡¡Cállate!!! ¡Si Padre dice que eres su hijo, eres su hijo! ¡Cualquier otra cosa la trataremos EN PRIVADO una vez que salgamos de aquí!

 

          Hubo un duelo de miradas entre ambos hermanos hasta que el menor bajo la cabeza  asintiendo.

 

– Si padre lo dice… así es. Pero luego… en privado…

 

– En privado – recalcó Oph, quien luego abrazó a su padre que temblaba como una hoja – Siento el disgusto padre, merecía la bofetada.

 

– Yo… lo siento tanto… me aterré… Si algo llegara a pasarte… Te quiero Oph, eres mi hijo y lo sabes…

 

– Lo sé. Era solo que necesitábamos saber… lo siento.

 

– No. Yo lo siento.

 

– Ejem… – Draco intervino por tercera vez…

 

– Draco…– su padre se percató recién – Creo que no te he presentado a tus hermanos como debiera –  y sonrió tristemente – Este es mi hijo mayor, Ophiuchus Lestrange Malfoy, es hijo de Rabastan, él lo gestó y yo… me encargue de él cuando un… amigo… me lo trajo con 6 meses de nacido. Su padre acababa de ser arrestado.

 

– Hola hermano – Oph le tendió la mano y Draco apenas la tocó.

 

– Y este… – Lucius seguía hablando, es mi hijo Rasalhague… – deliberadamente obvió los apellidos – Yo lo gesté.

 

– Ya veo – Draco estaba cada vez más furioso – Así que no solo gestas un hijo ilegítimo y de dudosa paternidad, sino que encima adoptas  a otro… ¿bastardo?... O es que ya se sabe quien fue su otro padre.

 

          Ambos muchachos saltaron insultados pero fue Lucius quien encaró a su hijo mayor.

 

– ¡Mi hijo no es ilegitimo! ¡Es hijo del hombre que amé desde que era un adolescente, y a quien renuncie por quedarme a tu lado, criándote!

 

– Padre…

 

– Y cuando la guerra terminó, hice por ti lo mejor que podía hacer, desaparecerme después de heredarte toda la fortuna. Lo menos que espero ahora es que comprendas las especiales circunstancias del nacimiento de tu hermano y que no ofendas a Oph, que viene a ser tu primo por sangre y en mi corazón es mi hijo mayor.

 

– Entiendo – Draco seguía enfrentándole  – Es bueno ver que con ellos si supiste ser un padre. Que los cuidas y defiendes. Porque a mi me dejaste a merced de un monstruo megalómano; y no estuviste para protegerme cuando después de la guerra todos me atacaban por ser tu hijo.

 

– Draco…

 

– No Padre, déjalo. Ya soy un hombre y no te necesito. En realidad nunca lo hice. Me criaste así ¿recuerdas? los Malfoy no lloran, no abrazan, no sienten…

 

– Hijo…

 

– Es bueno ver que a ellos si los quieres… que por ellos si derramas lágrimas y suplicas, y te arriesgas aún a costa de volver a Askabán. Es bueno ver que  abrazas a un bastardo que no lleva tu sangre, y del  que llevas separado apenas dos meses; pero que  a tu primogénito, al que no ves hace 20 años, apenas le dedicas un frio movimiento de cabeza.

 

– Merlín, yo…

 

– Tengo asuntos que atender. Mis abogados están a tu servicio. He ordenado que se encarguen de sacar de prisión a tus “pequeños”, que después de todo llevan el apellido de la familia; y que una de las mansiones en la ciudad  sea acondicionada para ustedes. Permanezcan el tiempo que deseen.

 

– ¡Draco!

 

– Eso es todo Padre. Disculparán que no los reciba en Malfoy Manor pero mi madre no tiene ganas de conocer al hijo, perdón, a los hijos bastardos de tus amantes muertos. Y a mi esposa, que es toda una dama, tampoco puedo imponerle sus presencias…

 

          Y Draco salió dando un portazo de la habitación. Caminó con paso firme hasta lograr entrar a uno de los elevadores y allí se derrumbó. Paró la cabina entre dos pisos y se dejó caer al suelo mientras golpeaba la pared con un puño:

 

–Padre… padre… te quiero padre – lloraba convulso.

 

 

 

*****************

 

 

 

          Y mientras Draco daba rienda suelta a sus emociones los otros tres Malfoy enfrentaban al gobierno británico. Ayudados, claro, por un anciano con pinta de Dumbledore y un muy molesto embajador.

 

– ¡¿Quiero saber bajo que cargos han arrestado a mis hijos y quiero saberlo ya?!

 

– Sus “hijos” – el jefe de aurors pronunció la palabra con ironía – están acusados de haber ingresado ilegalmente a Askabán y haber liberado a un mortífago licántropo…

 

– ¿Mortífago Licántropo? ¿Quién?

 

– Fenrir Greyback.

 

– Greyback fue ejecutado hace 20 años. Él – señaló a Kingsley – lo condenó.

 

– Ejem… – Oph llamó la atención del rubio – Al parecer el lobo no murió.

 

– ¿Qué?

 

– Baldfour nos contó que estaba preso. Que era su “puta” particular…

 

– Se da cuenta señor embajador – Ras terció hacia el diplomático – Preso 20 años, sin juicio, siendo violado por ese maldito…

 

– ¡Y ustedes lo liberaron! – terció Ron.

 

– ¿Cómo podríamos? – respondió Ras.

 

– ¿Acaso cree que nos meteríamos a esa prisión llena de aurors violadores?

 

– ¡Que nadie viola a nadie en Askabán! – gritó Minerva.

 

– Disculpa Minnie – habló el decano americano – pero eso no es lo que me han dicho en la embajada, ni lo que he visto con mis propios ojos en unas fotos verdaderamente asquerosas.

 

          La bruja enrojeció y el Ministro se dispuso a asumir su papel.

 

– Señor decano, señor embajador, “señor” Malfoy… ambos jóvenes fueron traídos para interrogarlos, nada más. Minerva sospechaba que no eran quienes decían, y como ahora sabemos tenía razón. Si no se hubiesen resistido esto hubiese terminado en unos minutos… – paró y tomo aire – Mi oficina desconoce el tema de las violaciones y si los muchachos quieren hacer alguna denuncia pueden hacerlo por los canales respectivos. Respecto a lo de liberar a un licántropo, bueno, no hay indicios que los vinculen al hecho y una vez aclarado el misterio de su identidad no hay motivo para retenerlos – los aurors presentes iban a protestar pero el mago los contuvo con una mirada – Ambos quedan en libertad con mis respectivas disculpas y la de todos los presentes. Se les devolverán sus varitas al abandonar el edificio.

 

– ¿Pueden abandonar Inglaterra? – el decano Brahams preguntaba dubitativo.

 

– Si así lo desean no veo porque no. No creo que Minerva ponga objeciones, aunque eso la deje sin dos profesores.

 

– Despreocúpense Ministro – la directora habló – me comunique con los titulares de ambas cátedras y estarán aquí mañana por la mañana. Los servicios de estos jovencitos ya no son requeridos.

 

– Entonces nos vamos a la embajada y desde allí… – Lucius ya caminaba a la salida cuando...

 

– ¡No! –  Ras era el que había hablado.

 

– ¡¿Qué?!

 

–No nos vamos Padre. Aún no. Si la vieja no nos quiere en Hogwarts ni modo. Utilizaremos la casa que el estirado de tu hijo mayor dejó a nuestra disposición. Pero Oph necesita respuestas y recuperar su herencia. Y tú y yo tenemos un asunto por discutir.

 

– Ras escucha…

 

– Padre, lo siento pero yo lo apoyo – Oph lo miró serio. – Pienso iniciar una denuncia contra el gobierno inglés por las violaciones de mi padre, mi tío y los demás mortífagos presos. Y pienso recuperar el título y la herencia que por derecho me pertenecen. Además, necesito encontrar a mi otro padre.

 

– Yo también – Ras enfrentaba a Lucius.

 

– Aquí no hermano. Padre, ¿nos muestras esa mansión de la que hablaba Draco?

 

          Lucius miró a los presentes como animal acorralado. Kingsley creyó que se pondría a lanzar Avadas solo para lograr que lo arresten y no tener que enfrentarse a sus hijos. Sin embargo, su turbación duró solo unos minutos; se recompuso hasta adoptar la típica mascara de snob de antaño y asintió:

 

– Por supuesto. Déjenme arreglar las cosas en el Ministerio, y con la gente de la embajada, y los llevaré. Eso, en el caso que el Ministro me permita quedarme. No olviden que fui exiliado de Inglaterra.

 

          Y posó sus ojos en Shacklebolt con esperanza. Quizá si le ordenaban salir del país podría…

 

–Por mi no hay problema señor Malfoy – la voz del Ministro corto sus sueños – No seré yo el que le impida darle a sus hijos las explicaciones que les viene debiendo. Se le extenderá un permiso de permanencia.

 

          Todos lo gryffindor sonrieron. Enfrentar a esos dos chicos sería mayor castigo que mandarlo a Askabán o botarlo del país, pensaron. Y por la cara del rubio, no se habían equivocado.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).