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AL ESTILO MALFOY por ANTARES

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Notas del capitulo:

Kingsley debe reconocer sus sentimientos ¡y por un Malfoy nada menos! Y mientras un Ministro suspira enamorado los hermanitos Malfoy se odian cada vez con más fuerza… hasta el punto de batirse en un duelo en pleno San Mungo. Tras esto, Rasalhague se arma de valor y va a buscar a Harry: “Pues bien… veras… yo soy tu hijo mayor” le dice a boca de jarro.

 

Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling. Yo los tomo prestados sin ningún interés comercial.

 

 

 


CAPITULO VIII

 

          Ophiuchus y Rasalhague ingresaron a la carrera al servicio de Emergencia de San Mungo. Iban  acompañados de un nutrido grupo de aurors y del propio Ministro de Inglaterra.

          Tras unas horas de tensa espera, Lucius Malfoy quedó internado. Le diagnosticaron  arritmia cardiaca como consecuencia de un tremendo colerón, y los médicos  querían tenerlo en observación  para evitar posibles complicaciones. Su estado era delicado.

          Ya para ese momento Perkins recibía la regañina del siglo de su furibundo jefe, quien terminaba de darse cuenta de que no hubo ataque ni bomba alguna, solo una real rabieta de esas a las que el antiguo mortífago los tenía acostumbrados 20 años atrás.

–  ¡¿Bomba?! ¡¿Ataque mortífago?! Me hiciste molestar al Ministro para nada, hechicero de quinta… ¡Esta no te la perdono! –  musitaba bajito al aterrado uniformado –   Te voy a tener ordenando archivos hasta que te salgan arrugas.

          Y es que al Ministro se le notaba algo cabreado. Por el despliegue y el natural bochorno, se entiende;  y porque ambos muchachitos lo estaban mirando feo producto de sus nervios y del saberse espiados. Aun así y contra todo buen juicio, Kingsley quiso salvar su orgullo y se dispuso a simular un interrogatorio que le permitiese algo de dignidad. Claro que ninguno de los Malfoy quiso colaborarle.

          Ras simplemente gemía abrazado a su hermano mayor, murmurando que por su culpa su padre iba a morirse del disgusto. Aurors y Ministro no se explicaban como el hijo de un Malfoy podía ser tan emotivo… aunque claro, al negro  esa emotividad le afectaba de modo distinto. Cosa aparte era Lestrange que si hacía honor a sus apellidos, pues a miradas frías y sarcasmos nadie le ganaba.

–  Y bueno, Ministro – le soltó irónico apenas lo escuchó abrir la boca –  Me es grato saber que pese a su cargo baja al llano cuando uno de sus compatriotas sufre una arritmia. ¡Oh!... ¡Olvidaba que no era una arritmia!… Era un ataque mortífago a… ¿un antiguo camarada?... ¡No! ¡Quizás no era eso! ¿Una conjura de Padre que salió mal, tal vez?  ¡Si! ¡Ya se! Estaba armando una bomba para mandársela por correo… lástima que esta le explotó en las manos. Me hubiera hecho caso, yo le dije que pruebe a envenenarle el café.

–  Déjese de ironías y no sea impertinente. De no ser por la rapidez con que actuamos y trajimos a su padre, ahora estaría llorando un cadáver.

–  Sí. Es cierto. Pero dudo que haya sido su preocupación por la salud de un Malfoy lo que los llevó a mi casa tan rápido… ¿Acaso nos espiaba Ministro? ¿Quizás buscaba un momento en que estemos solos y vulnerables? ¿Piensa, acaso, desaparecernos en Askabán y mandar a todos estos monos a violarnos?

–  ¡No te permito mocoso malcriado! –   un viejo auror saltó indignado –  Nosotros no somos de la misma calaña que el asesino de tu padre… que violaba mujeres y niños muggles cuando servía a Voldemort.

–  No fue mi padre el que sodomizó presos en Askabán.

–  No, claro¸ él utilizaba los sótanos de su mansión.

–  ¡Ya cállense! – Ras les lanzó un grito –   Padre esta grave y ustedes solo hablan sobre cosas que pasaron hace 20 años.

          El auror y Oph tuvieron la decencia de cerrar la boca al ver la desolación del más joven. Su cara era un monumento a la culpa.

–  Vamos muchacho –   Kingsley lo vio con algo de pena –  Tu padre va a estar bien. Hierba mala nunca muere.

–  Fue por mí. Yo lo hice enfadar hasta el punto de enfermarlo. Nunca va a perdonarme esto...

–  No lo creo. Me cuesta aceptarlo pero e nota que Lucius te quiere demasiado… si es que él es capaz de tal sentimiento. Y cualquier cosa que hayas hecho para enfadarlo estoy seguro de que para este momento ya esta olvidada. Como dije, hasta un ciego comprendería que eres su vida… ambos –  se corrigió al ver el rostro inescrutable del otro chico.

          Entonces Ras corrió y se le abrazó a la cintura sollozando. Todos se quedaban pasmados con la escena… Mucho más el hombre negro que, una vez superada la sorpresa,  solo pudo sentir simpatía y acariciarle la cabeza con ternura. Por ser mestizo y gay jamás había podido tener hijos propios. Y ese niño…. Bueno, no eran sentimientos filiales los que le despertaba… pero eran sentimientos conocidos… y olvidados hace tiempo.

–  ¡Ya basta Ras! –   Oph saltó y de un tirón lo alejó de la cintura del Ministro –   ¡Compórtate! ¡Eres un Malfoy y un Slytherin!

–  Jamás fuimos sorteados ¿Cómo sabes que soy Sly? Hay un 50% de probabilidades de que pueda ser un Gryffindor.

–  ¡CA-LLA-TE! –   Oph lo fulminó con la mirada y Ras se mordió el labio. Había hablado demasiado.

          Kingsley, que no era idiota, supo de inmediato que la visita de ambos muchachos a la Clínica tuvo consecuencias; consecuencias que ahora saltaban a la vista: Malfoy padre internado por una soberana rabieta, los hermanos peleando y el más joven sintiéndose miembro de su antigua casa.

–  Bien muchachos: espero que su padre se recupere y que amarre su magia, no quiero explosiones que confundan a mis hombres. Nos retiramos. Ophiuchus –  un ligero movimiento de cabeza hacia el mayor de los jóvenes –   Ras, estoy seguro de que todo saldrá bien y que tu padre te quiere tanto o más que siempre –   una caricia a la mejilla del chico hizo que su hermano rechinara los dientes –   Vámonos caballeros, no habiendo delito que perseguir nuestra presencia esta de más –   su voz se volvió melódica e insinuante –   Lo que necesites, Ras, en serio… sabes donde esta mi oficina.

          Y cuando Oph al fin pudo reaccionar, y se disponía a lanzarle un  crucio al impertinente  Ministro, se dio cuenta de que se habían quedado solos. Una ira irracional lo recorrió entonces al ver la expresión embobada de su hermano y, sin decir palabra, ingresó al cuarto de su Padre dejándolo en el Hall; tocándose la mejilla y con los ojos aún fijos donde Shacklebolt había estado parado minutos antes… ¿coqueteándole?

 

*****************

 

          La bruja jamás había estado en el despacho del Ministro. Nunca en su vida. Y ahora había sido mandada llamar con tanta urgencia que sospechó allí había gato encerrado. Por eso se arregló lo más que pudo, en los escasos minutos que el auror que la fue a buscar le dio para cerrar la oficina;  y mando un mensaje a la recepcionista del otro turno para que deje cualquier cosa y vaya a poner en orden papeles y expedientes. No sea cosa de les hayan puesto una denuncia e  Inspectoría les caiga de sorpresa. Ellas hacían una labor impecable pero una nunca sabía.

          Cuando el Ministro la hizo pasar entendió que los rumores, que lo situaban como uno de los solteros más codiciados en el Mundo Mágico: hombre negro más bello y sensual nunca fue visto. Sin embargo, el rostro serio con el que le habló la puso a temblar:

–  Enfermera López, he sido informado de que el día de ayer usted recibió una visita de un par de jóvenes. Quiero saber a que fueron.

          La mujer se estrujó el cerebro preguntándose: “¿Jóvenes? ¿Cuales jóvenes?”

–  Disculpe Ministro, creo que debe ser más específico: ¿De que jóvenes me habla? Comprenderá que trabajo en una Clínica de Fertilidad que compra esperma. Los jóvenes son nuestras visitas más asiduas.

          Por toda respuesta el hombre le tendió unas fotos mágicas. En ellas Ras y Oph miraban serios a la cámara.

–  ¡Oh! Ya veo de quien me habla. A este –   y señaló la fotografía de Oph –  no lo he visto en mi vida. Pero a esta ternurita si.

–  ¿A que fue a la Clínica? –  su voz sonó acerada, la palabra “ternurita” en labios de la mujer no le había gustado nada.

–  Buscaba saber de uno de sus padres. Al parecer su gestante se embarazó en nuestra sede  con esperma donado… el pobre murió hace un tiempo y él, huérfano y solo, quería ver si tenía familia en algún lado… ¡Lastima que su expediente estuviese sellado!

–  ¿Sellado? – preguntó Kingsley, sonriendo ante la supuesta orfandad del muchacho.

–  Pues si, su gestante y su donante se identificaron tan solo con códigos. Ninguno de ellos quiso que sus nombres saliesen a luz. Y como sabe, toda nuestra oficina funciona con magia de sangre; es imposible sin la de los firmantes que el expediente se abra.

–  ¿Ni para el niño concebido?

–  Ministro, usted y mistress Weasley crearon el hechizo. Nadie, ni siquiera ustedes pueden abrirlo. Es para evitar posibles chantajes.

–  Si. En esa época aún era joven e iluso.

–  ¿Perdón?

–  Nada. Yo me entiendo. ¿Entonces, no hay manera de ver el expediente?

–  Ninguna que yo conozca.

–  ¿Y por qué diablos regresó a la clínica?

–  ¿Regresó? ¡Ah! ¡Sí! ¡Ahora lo recuerdo! Estaba con un posible donador cuando escuché un grito horrible, y un ruido; y cuando fui a ver el chico estaba en la recepción. Pasó corriendo y me tiró en el proceso. Creo que el donante a mi lado pensó que era un ladrón, porque salió persiguiéndolo y no supe más. ¿Le hicieron algo?

–  Nada. Solo que… ¿no le resulta extraño que haya vuelto?

–  Pues no… no sé…

–  ¿Quizás volvió para hurgar en sus archivos? … Mmmm…  ¿Tratar de abrirlos?

–  Eso es imposible Ministro. Necesitaría una gota de sangre de los firmantes. Y así tuviera la de uno, eso solo revelaría los datos del dueño de la sangre… no del padre anónimo que él esta tratando de localizar.

          Kingsley asintió; pero algo le dijo que los malhadados mocosos habían logrado burlar esa barrera. Su visita al callejón Knockturn no era casualidad y,  conociendo el pasado de Lucius con la Magia Negra, no era como si sus angelitos no tuviesen algunos trucos heredados bajo la manga.

          Así que el Ministro despidió a la enfermera y buscó a Ronald Weasley. Otra vez. El desdichado acababa de volver del descanso que ayer le dieron y recién se estaba enterando de lo de Perkins cuando fue llamado de emergencia.

          Recibió órdenes estrictas de tomar a un novato y no perder pista de los dos muchachos Malfoy; pero sobre todo, debía centrarse en Rasalhague. A donde el ojigris fuera Ron debía de seguirlo. Sin hacerse notar y sin intervenir viese lo que viese. Iba su ascenso en ello.

–  ¡¿Quizás si me devuelve los recuerdos que me quitó ayer?! –  el auror tanteó el terreno, eso de no saber lo fastidiaba sobremanera.

–  Mi querido Ron, que te conozco desde niño. Si no te hubiese obliviateado ya medio Londres hablaría de  lo que no puedo dejar que se sepa. Era eso o un despido sin paga y una temporadita en Askabán por infidente ¿De verdad quieres arriesgarte?

          Ron abrió tamaños ojotes y se cuadró en un saludo formal.

–  Ni de broma señor Ministro. Gracias por cuidarme de mi mismo. Siempre es un placer trabajar para usted.

–  Soy amigo de tus padres Ron. Siempre voy a estar para ti. ¡Ah! Y si haces bien tu trabajo, no pierdes al joven, y descubres algo tan jugoso como lo de la otra vez… si, lo que te Obliviate, fue bueno en verdad… pues… estoy pensando en promoverte a detective mayor y darte un buen aumento… ¿quizás unas vacaciones pagadas para ti y Hermy?...

          A Ron se le llenaron los ojos de lágrimas:

–  Eres el mejor Kingsley.

–  Eres mi familia. Haz un buen trabajo y no me decepciones. Y no lo olvides, así los veas asesinando a alguien no intervengas; vienes y me das el reporte. Solo a mí.

          Cuando el pelirrojo salió de su despacho Shacklebolt sacó de su escritorio la foto de Ras y se la quedó viendo. Ya no podía negarlo: “No hay tonto más tonto que un viejo tonto”, le había escuchado farfullar a Hermione cada vez que veía a un mago ya entrado en años del brazo de un chiquillo. Y el jamás había sido tonto, aunque con pesar se dio cuenta de que era más viejo que Lucius… 

          El  muchacho que últimamente le quitaba el sueño podría ser holgadamente su nieto; además, era hijo de un Malfoy (nada menos, ¡Merlín bendito que estaba pagando!) y definitivamente jamás lo miraría como a otra cosa que no sea  el enemigo de su padre… además del hombre que ordenó violar a los presos mortífagos en Askabán. No importaba que él no supiese nada del asunto hasta que Bill Weasley, horrorizado, hizo la denuncia  y le dio su renuncia al cuerpo. Tampoco importaba que haya sido él quien permitió a Lucius permanecer en Inglaterra, libre y sin restricción alguna, cuando todos sus asesores abogaban por  refundirlo en Askabán al violar su destierro.

          Ahora debía reconocer que no lo hizo por magnanimidad ni sentimiento de culpa (1)… lo hizo por esos ojos grises… que lo hicieron sonreír cuando se puso a contar, inocente y maquiavélico, como planeó engañar a Minerva y a Lucius para ir tras la sombra de un padre héroe de guerra que al final resultó no serlo.

          “Tonto, tonto, tonto… no eres más que un viejo tonto” se dijo, cuando se dio cuenta de que había plantado al embajador francés por estar mirando un retrato durante horas.

 

*****************

 

          Había pasado ya un día y medio desde que Lucius fuera internado cuando Draco Malfoy abrió la puerta de la habitación de un sonoro Alohomora. Ras y Oph saltaron ante la presencia de su hermano y se pusieron delante del enfermo protectores. Ellos habían querido avisarle apenas su padre despertó, pero este se había negado en redondo; por lo que un viajecito del mayor por la mente del rubio, que no era ni remotamente tan bueno como sus hijos en Oclumancia, y las escenas con Astoria y la secretaria habían dejado de ser un secreto.

          Ras pudo entonces dejar la propia culpa para acusar a los Malfoy ingleses de haber provocado la crisis de salud. Y ambos se pusieron furiosos. Por eso ahora la presencia del heredero los enervaba y ponía en pie de guerra.

–  ¡¿Cómo es posible que a mi padre casi le haya dado un infarto y yo recién me entere?! ¡¿Quiénes  se han creído para callarse unan cosa así?! –   Draco olvido al enfermo para gritarle  a los muchachos.

–  ¡Y a ti que puede importarte! –   saltó Ras –   ¡No que andabas muy ocupado para recibirlo y lo enviaste con tus abogados! ¡Casi le da un ataque en tu oficina y  ni te asomaste! ¡Basura! Y ahora vienes a dártela de buen hijo…

–  Muchachos… –   Lucius trató de intervenir.

–  ¡Tú no eres quien para reclamarme nada, bastardito de mierda! –   el rubio más joven contraatacó irónico –  Anda y primero averigua quien es tu otro Padre antes de atreverte a levantarle la voz a un Lord Inglés.

–  Hijo…

–  ¡¡¡Tú a mi padre no lo insultas infeliz!!! – Oph intervino iracundo. La escena con Astoria aún le quemaba la sangre –  Él no es ninguna puta para que mi hermano no sepa de quien es hijo… Y ve y dile a la perra de tu esposa que como vuelva a faltarle el respeto yo personalmente voy a cruciarla hasta la locura. ¡Maldita ramera que solo sirve para abrirte las piernas!

–  ¡¡¡No te atrevas!!! ¡¡No la insultes!! ¡Mi mujer no es ninguna ramera como el idiota de tu padre! Bien que debió disfrutar que el Lord le rompiera el culo…

–  ¡¡¡Draco!!!

          Y fue tarde. El grito de Lucius se perdió en el Depulso  con que Ophiuchus sacó a su hermano mayor de la habitación, estrellándolo en la pared del pasillo. Para cuando pudo reaccionar estaba envuelto en el  escudo protector de Ras, quien miraba boquiabierto como esos dos se batían a duelo por los pasillos de San Mungo.

          Media hora después y tras la intervención del personal de Seguridad, Lucius estaba sedado, sus hermanos expulsados y Ras sentado solo frente al cuerpo dormido de su padre. Tenía por delante dos días hasta que, si no había cambios, el enfermo pudiese salir de alta. Entonces, había decidido Oph, volverían a América a olvidarse de toda esta locura. Y es que Ras también estaba de acuerdo en que su padre ya había sufrido demasiado y su salud no era la de un jovencito. No iban a exponerlo al desprecio de la gente que un día fue todo su mundo. Eso lo mataría. Era el deber de ellos darle la tranquilidad y la felicidad que siempre había huido de su vera.

          Pero Ras se maldecía una y otra vez por recordar las hirientes palabras de Draco: “Bastardito de mierda”. Había estudiado las leyes y los niños concebidos a través de Inseminación, en las mentadas Clínicas del Gobierno Inglés, no tenían el estatus de bastardos. Es más, esa palabra ya no existía en la legislación actual. Y el era hijo de Harry Potter, Salvador del Mundo Mágico… Su otro padre ¿lo querría si supiese de su existencia? ¿Alguna vez pensaría en el hijo que pudo tener con el esperma que donó? ¿Por qué habría hecho aquello? ¿Era que no le importaba regar su semilla por doquier? ¿Sería un libertino? ¿Qué sentiría de saber que engendró a su primer varón con Lucius Malfoy, su enemigo jurado de toda la vida? Y mientras veía la respiración acompasada del cuerpo que velaba se perdía en un mar de preguntas que no lo dejaban en paz. Hasta que su mente se pobló de imágenes con el rostro del salvador hablándole, riéndose, abrazándolo… queriéndolo… y esas fantasías parentales no lo abandonaron más.

          Por eso, cuando Lucius ya estaba en la antigua Mansión Montague preparándolo todo para volver a Norteamérica, Ras salió sin ser detectado en busca de su destino.

          Había averiguado la dirección de Harry Potter y se apareteó allí. Pudo verlo despidiendo a una arreglada pelirroja que se marchó montada en una escoba, cual quinceañera…  mientras él le decía adiós con la mano. Entonces se armó del valor que seguramente le había heredado y lo interceptó:

–  ¿Es usted Harry Potter?

          El ojiverde miró al delicioso muchachito que tenía delante, anhelante y embobado. “Un fans”,  pensó, “quizás quiera un autógrafo… quizás una encamada”. Sonriendo coqueto preguntó:

–  Si… ¿Y tú eres?

–  Pues… verá… usted a mi no me conoce… yo… –   tomó aire y lo dejó salir –  Mi nombre es Rasalhague Snape Malfoy y… aunque no lo crea… ¡Soy su hijo mayor!

 

Continuará…

 

(1) Podría pensarse que fue la culpa por lo que pasó en Askabán (lo de los aurors violando a los presos mortífagos) lo que instó a Kingsley a hacerse el de la vista gorda con Lucius y sus muchachos.

 

 

 

 

Notas finales:

Siento mucho la demora en subir los capítulos. Me fue imposible hacerlo antes. Por lo mismo, no voy a poder actualizar hasta el día sábado 9 de octubre porque mi país entra en elecciones municipales, y además quiero avanzar con SANGRE ENTRE MIS PIERNAS, que la tengo bastante abandonada. Mil gracias por entender.


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