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Rojo Sangre por Hatake Saori

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Notas del capitulo:

Espero que disfrutes este capítulo. Probablemente haga una carátula para el fic, pero la pondré hasta que tenga mi nueva computadora

En una habitación en penumbras, un hombre maduro de cabellos largos y rostro viperino era azotado con una larga y delgada vara de metal por un hombre musculoso y que usaba una extraña máscara con forma de gato.

 

-Este es un mensaje para los tuyos-dijo el "Gato negro" con voz monocorde, que rayaba en la indiferencia-no se metan más con la familia Hyuuga

 

El hombre frente a él no pronunciaba palabra alguna, su rostro estaba empapado por un fino sudor que le cubría desde la frente hasta los pliegues amarillentos de su cuello. Las comisuras de su boca parecían surcadas por enormes y finos cortes verticales, que le conferían el aspecto de un macabro muñeco ventrílocuo. Tenía un ojo fuertemente cerrado, a causa de los golpes recibidos en la última media hora, cuando el "Gato Negro" había conseguido colarse hasta su bodega justo después de matar a sus guardias, y el otro lo tenía lleno de un líquido de dudosa procedencia, color verde, que el hombre de la máscara le había introducido con una jeringa para ver los efectos, según él.

 

-¿Te gusta?-preguntó el gato, mostrando un enorme óleo, de marca sencilla, pero en el que se observaba la cabeza sin vida de un hombre de piel blanca, a la que previamente, habían desprendido la piel hasta el cuero cabelludo.

 

Orochimaru profirió un grito que nadie pudo escuchar...

 

···

 

Minato corría por la calle como alma que se lo lleva el diablo. Después de meses de investigación y por una feliz coincidencia, había logrado ubicar al "Gato Negro", que en esos momentos se encontraba en las bodegas Hebi.

 

El policía llegó hasta su auto y lo encendió, extrañado de haber encontrado las puertas abiertas, preparado para partir en dirección de las bodegas, pero al llegar, se dio cuenta de que hace bastante tiempo que el "Gato Negro" había terminado su trabajo.

 

Volvió a montar en su auto, pensando en lo que debía de hacer: Fugaku le dijo que no podía llamar refuerzos para no llamar la atención y ahuyentar al Gato, así que todo dependía de él y su capacidad como policía, y aunque su hijo mayor lo dudara, estaba dispuesto a mostrarle a todo el mundo que era un oficial competente.

 

Arrancó el auto y se coló en la avenida principal, buscando entre los muchos vehículos uno que le indicara que tal vez se trataba del asesino, pues no hace mucho que había abandonado Hebi, y tenía la esperanza de que pudiera encontrarlo si se daba prisa.

 

Y de pronto, llegó como un rayo fulminante: frente a él, unos cuantos carriles a la derecha, había un viejo auto color negro, sin placas y conducido por una figura misteriosa, a la que era imposible distinguirle el rostro.

 

-Debe ser mi día de suerte-dijo Minato para sí, cuando vio al auto misterioso virar en una remota y casi imperceptible salida que conducía a los lejanos bosques, en los que era tan fácil perderse como un grano de arroz en medio del desierto.

 

Minato estaba tan concentrado, que no escucho los grititos ahogados que salieron del asiento trasero de su auto cuando el dio la vuelta sin nada de tacto.

 

···

 

Sai aún no se había desprendido de la máscara. Sabía que a pesar de su gran talento para escabullirse después de terminar sus trabajos, esta vez había dejado demasiados cabos sueltos, había sido demasiado descuidado, olvidando las precauciones que tomaba tan a menudo para poder salirse con la suya sin ser descubierto, sin levantar sospechas siquiera.

 

-Sin levantar sospechas-murmuró suavemente, sonriendo de una forma fría e indiferente, parecida más una mueca de dolor que una sonrisa, que enseguida se desvaneció de sus labios cuando se percató de que un auto al que había visto por primera vez en la carretera detrás de él, ahora le seguía por el estrecho sendero que había tomado.

 

No es que estuviera asustado, ni mucho menos. Simplemente estaba sorprendido de que hubieran conseguido seguirle hasta ahí. Sonrió de nuevo. Sabía que el intruso no llegaría muy lejos.

 

Aumentó la velocidad y comenzó a adentrarse cada vez más en el bosque, hasta perder de vista a su perseguidor.

 

Mientras, Minato se ponía cada vez más nervioso. Se había internado en lo profundo del bosque del que ni siquiera conocía su existencia, sin mencionar que no llevaba ningún arma consigo. Pensó un par de veces en pedir ayuda, pero desechó esta idea recordando su propósito de mostrar que era un policía con tanta valía como cualquier otro de sus compañeros.

 

Aceleró detrás del asesino, pero, cuando quiso darse cuenta, el auto de este acababa de desaparecer, como si la tierra se lo hubiera tragado.

 

Confundido, frenó el auto, mirando a su alrededor en busca de algún indicio que delatara al "Gato Negro", pero toda búsqueda le fue inútil, así que decidió bajar para investigar.

 

Lo que sucedió a continuación, fue tan rápido que apenas pudo darse cuenta.

 

Un cuerpo delgado y fuerte le cayó encima, derribándolo y causándole un dolor terrible en la parte baja de la espalda. Entonces, tuvo frente a él al "Gato Negro", joven y pálido, sosteniendo un largo cuchillo sobre su cabeza.

 

Minato intentó golpearlo para liberarse, pero a pesar de que su puño impacto contra el huesudo rostro, al levantarse, una mano firme y poderosa lo sujetó por la cabeza, como si de un melón se tratara, y le impactó la cara contra el frío suelo.

 

Sai se encaramó sobre él, sin soltarlo, procurando provocar el menor daño posible. No es que no le encantara ver sufrir a sus víctimas, mientras él las asesinaba de manera lenta y despiadada, pero aquella tarde ya había tenido suficiente sangre, y matar a ese pobre hombre, no le representaría ningún reto en lo absoluto.

 

-Será rápido-susurró sonriendo bajo su máscara, provocando que Minato se sacudiera de forma impotente y violenta bajo él, aunque Sai sabía que no había punto de comparación en su fuerza.

 

Empuñó con más fuerza su katana, preparando para encajarla en la cabeza del rubio cuando, de la nada, una figura se abalanzó sobre él y lo derribó.

 

-Naruto-gritó Minato de forma desgarradora, al ver a su hijo pequeño sobre su cuerpo, intentando protegerlo-Naruto, vete ahora mismo.

 

Pero era demasiado tarde, Sai se había recuperado con un ágil movimiento, casi felino, y había apresado a Minato del cuello, esperando terminar con aquello de una vez por todas.

 

-Haz caso-le ordenó a Naruto-si te vas ahora, no te asesinaré-añadió, mirando fijamente al rubio menor, que no se movió ni un ápice, en cambio, sujetó el brazo de Sai y dijo:

 

-Mátame a mí, pero deja a mi padre libre

 

-No Naruto-gritó Minato horrorizado con la sola idea-lárgate ahora mismo-ordenó furioso, esperando sonar convincente.

 

Pero su hijo no hizo nada, estaba casi tan inmóvil como Sai, que observaba la escena, muy extrañado. No entendí de ninguna manera, como es que ese chico, tan joven, pretendía dar su vida por un hombre, que encima, se había buscado su propia muerte.

 

-A mi padre no-repitió Naruto, elevando el tono de su voz-llévame a mí.

 

Sai no dijo nada, solo miró a Naruto bajo su máscara, y señaló con uno de sus pálidos dedos su auto escondido entre los matorrales.

 

El rubio no sabía lo que sucedería a continuación, ni le importaba siempre y cuando su padre pudiera volver a casa sano y salvo, así que subió al destartalado vehículo, cuando de improviso recibió un fuerte golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente.

 

Minato emitió un potente alarido e intentó alcanzar el cuello de Sai

 

-Mi hijo no, maldito monstruo

 

Pero todos sus esfuerzos fueron en vano y terminó desmayado en el suelo.

 

Cuando despertó, el "Gato Negro" había desaparecido...

Notas finales:

Es un capítulo corto, pero los próximos serás más largos. No olviden dejar sus comentarios


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