-¿Enserio puedes hacer eso por mi?-
-Por supuesto, Shinobu. Cualquier cosa –
-Muchas gracias, doctor Uemura –
-Y no te preocupes, tus padres no sabrán nada –
-Se lo agradezco. Aún no estoy muy seguro si hacerlo… pero le responderé en esta semana-
-Esta bien, Shinobu, piénsalo. Buenas noches –
-Buenas noches, doctor –
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Esa tarde, Miyagi fue a trabajar. Un día normal como todos. Y al salir, fue a recoger a Shinobu a la Universidad.
-¿Ah? ¿No vino hoy?-
-No, lo siento, señor. Shinobu parece estar enfermo y no vino – respondió su amigo extranjero
“¿Qué este tipo no piensa regresar a Australia?” pensó en cuanto vio a aquél rubio con el cual tuvo problemas por Shinobu “Incluso aprendió japonés”
-Bueno, muchas gracias –
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-¡Shinobu! ¡Abre la puerta, soy yo, Miyagi!- tocó en su casa
Shinobu abrió la puerta un poco, solo para mirarlo.
-¿Qué quieres? ¿No te dije que hoy estaré ocupado?-
Miyagi suspiró aliviado al verlo bien.
-Fui a recogerte a la Universidad, pero tu amigo me dijo que estabas enfermo. Creí que tendrías algo –
-¿Acaso nunca justificaste una falta en la escuela así?-
-Bueno, no solía faltar mucho, que digamos… ¿Porqué faltaste?-
-Amanecí con náuseas. Mi doctor dice que es normal en los primeros meses de embarazo –
-Ah… sí, lo eh escuchado. ¿Has tenido otros síntomas más fuertes?-
-No. Estoy bien, gracias por preocuparte. Ahora, si me disculpas, Miyagi, estoy algo ocupado en estos momentos. Adiós –
-¡Shino…!-Antes de que pudiera siquiera terminar de decir su nombre, el menor le cerró la puerta.
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Shinobu se tiró al suelo en cuanto le cerró la puerta en la cara a Miyagi, de nuevo.
-Demonios… Demonios…- susurró en su llanto
Se levantó y caminó hacia la cocina. Abrió unas puertas que estaban ahí y movió las cosas hasta que se topó con el ácido fólico.
-¡…!-
Lo miró unos momentos y después lo arrojó contra la pared, quebrándose en miles de pedazos.
-¡¡MALDITA SEA!!-lloró
Se fue hacia el sofá, se acostó y abrazó la almohada. Con el rostro cubierto en lágrimas y la mirada perdida en algún punto inexistente de la pared.
-Miyagi…- susurró –Te amo… no quiero perderte… pero…-
Entonces, estiró su brazo hacia el teléfono y marcó.
-¿Hola, doctor? Ya lo pensé… acepto su propuesta…-
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-Shinobu – Miyagi volvió a buscarlo
-¿Qué quieres? ¿No te dije que te fueras?-
-Te traje algo de comer. ¿Me dejas pasar?-
Shinobu ya se había tranquilizado un poco y le abrió la puerta al peli-negro.
-Gracias. Vaya, si que tienes un desastre –
-Perdón por eso. Sinceramente, no creí que volverías hoy-
Miyagi fue a la cocina, donde depositó la bolsa. Luego tomó dos platos. Shinobu por su parte estaba sentado en el comedor, mirando hacia la ventana, perdido en su mente.
“¿Qué es eso?” Se preguntó Miyagi al ver trocitos de vidrio por la cocina
No le tomó mucha importancia. Preparó las cosas y las llevó a la mesa.
-Es tu favorito- mencionó el mayor
-Gracias… no tengo hambre…-
-¿De qué hablas? Ahora tienes que comer por dos. No hagas que el bebé también muera de hambre. Come –
-En verdad lo agradezco, Miyagi… pero tengo unos exámenes en el hospital en unas horas y tengo que ir en ayunas –
-…¿Es acerca del bebé?-
-Sí. Me atenderá el médico familiar, el doctor Uemura. Es una muy buena persona. Solo en él puedo confiar ahora –
-¿Fue él quien les dijo a tus padres acerca de tu fertilidad?-
-Si…-
-Oh, bueno. Haz lo que quieras-
-…Miyagi…-
-¿Si?-
-Acerca de lo de ayer… lo de escoger entre mi hermana o yo…-
Miyagi se quedó helado unos momentos. No sabía que responder…
-…Shinobu, yo…-
-Ya no tienes que preocuparte por eso –
-¿Eh?-
-…Puedes escoger a mi hermana, si lo deseas –
-Sabes que te quiero a ti - le dijo Miyagi, dejando el tenedor en el plato. En algún momento, el ambiente se volvió tenso.
-…Pero es tu hijo…-
- Ya te dije que eso no es verdad. Y, aunque lo fuera, el tuyo también es mi hijo, ¿no?-
-…Sí, pero… ya no lo será más…-
-¿A que te refieres?- preguntó Miyagi, confundido
-Me refiero a que ya no tendrás que preocuparte por él… abortaré…-