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Lolita por samadhi06yaoi

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Notas del fanfic:

Este fic lo escribí hoy, cuando me encontré con el libro de mi papá de la novela, me llamo la atención la imagen del libro, que es esta:   y me puse a leerlo, me llego inspiración, ¿o perversión?, xD, da igual, de ahí salió este fic. Sé que a much@s,(me incluyo), les gusta ver a los Ukes con traje tipo Lolita, bueno, ahora yo me centro en la personalidad de una Lolita, y también un poco en el lucir de una. Espero que disfruten este fic. Por cierto, los derechos son reservados, y blah blah blah, a Vladimir Nabokov, autor de la obra maestra “LOLITA”, ok, ahora sí, aquí está el fic.

Notas del capitulo:

Disfrutenlo! :D

Lolita

 

Itachi povs.

 

Me he acostado con mi hermano menor, lo admito y me enorgullezco, a decir verdad.

 

Sasuke, ese era su nombre, pero yo, cariñosamente, a veces le decía “Lolita”, por la novela de Vladimir Nabokov, (y también porque me gustaba que se enojara cuando se lo decía)…

 

Era como si él hubiera estudiado con fervor el personaje de Lolita y se hubiera plasmado su personalidad en cada uno de sus sentidos. Era una buena representación de ella.

 

En realidad era más que eso; era incluso mejor.

 

Sasuke tenía 14 años, se comportaba como un niño. Eso él lo hacía inconscientemente, pero sabía que no era la clase de niño que te deja jugar con él…

 

No, él juega contigo. Siempre tenías la sensación de tener entre tus brazos a un chiquillo inocente. Pero tenías que tomar en cuenta  que ese “chiquillo inocente” había jodido tantas veces como respirado y aun así, parecía como si fuera virgen.

 

Sabía cómo moverse por el terreno, como deslizarse sutilmente para obtener lo que quería en cualquier situación.

 

Lo digo: simple e infantil encanto, perfecto equilibrio entre vulgaridad e inocencia: Lolita.

 

Así era mi hermano menor.

 

“Es sexy”, es lo que me había dicho Deidara, un amigo, cuando lo vio.

 

Yo lo sabía, y de sobra. Vivía con él y le conocía mejor que nadie.

 

Bueno, pues solamente le he llegado a conocer a un novio. Y digamos que no funciono.

 

Sasuke no es de esos que se quedan quietos por mucho rato. Se aburría con facilidad y eso le enseño la primera lección:

 

No te comprometas si no quieres terminar hiriendo a alguien.

 

Claro, él sabía lo que causaba y era bastante listo, sinceramente, para saber cuándo huir de la relación con elegancia y la frente en alto.

 

Era sexy, como ya he aclarado, y me encantaba su estilo.

 

Por ejemplo, podía ponerse una paleta de caramelo en la boca y unas finas calcetas, sobre sus blancas y perfectas piernas, por una noche, y al día siguiente maldecir la resaca que se cargaba, mientras cogía un café en mano y se paseaba en ropa íntima por el apartamento para después platicarme animadamente sobre lo que había hecho.

 

Me encantaba él. Pero, siendo honesto, al principio no aprobaba tanto el incesto entre él y yo, claro, él si lo hacía y hasta me manoseaba en público.

 

Cuando llegue a acostarme con él, me gustaba no serle tan fácil de conseguir, él estaba acostumbrado a eso y me gustaba cuando le desconcertaba mi comportamiento y se esforzaba por parecer aún más apetecible de lo que ya era.

 

Lo repito y afirmo: Sasuke era una buena versión de la chica del libro.

 

Hablaba vulgarmente, a la vez que “suavizaba” la oración llamándote “Amor”, “Cariño”, etc…

 

Se vestía tan provocativamente para mí.

 

Se veía tan sumiso y realmente apetecible vestido cuero…

 

No era de dudar que el pudiera acostarse con cualquiera que quisiera y, de hecho, lo hacía y aprovechaba bastante bien.

 

Pero la mayoría de las veces era a mí a quien terminaba rogándole, (si, rogándole), que le perforara el culo.

 

Claro que él sabía que a mí me encantaba, pero le gustaba el reto de pensar con que nueva ropa me seduciría esta vez, lo cual me excitaba bastante y casi todas las noches, (casi, ya que ambos jodíamos con otros), me lo tiraba hasta la madrugada.

 

Entrando en una de los mejores atributos de mi querida “Lolita”, (Sasuke), era su culo, no había palabras para describirlo. Simplemente “hermoso”, se quedaba corta la palabra.

 

Lo que más me gustaba de su trasero es que parecía ser virgen a pesar de haberlo perforado ya como unas diez mil veces, (estoy casi seguro de que el número es ese o mayor). Su maldito y delicioso culo era tan suave, firme y virginal. Su interior era tan estrecho y a la vez moldeable. Lo cual me hacía gritar su nombre cada vez que le penetraba.

 

Él soltaba grititos de dolor y arqueaba la espalda, haciendo que de verdad pareciera que era virgen… a lo cual uno pensaba “¿Quieres que te destroce más el culo?, con gusto”. Sasuke sabía bien que eso era lo que se pensaba de él y eso quería que fuera.

 

De igual forma, era excelente en la cama, (bastante obvio con todo lo que he dicho de él), se dejaba dominar si es que te atrevías a desafiarle.

 

Una vez lo hice, él, al ver que no bromeaba, se detuvo y cumplió mis órdenes al pie de la letra.

 

Me gustaba eso, ya que Sasuke siempre había sido orgulloso y soberbio, (no lo culpo, a decir verdad, con ese cuerpo).

 

Recuerdo que una vez, loco de placer, Sasuke se vino en mi pecho y yo le ordene que lo lamiera…

 

Lo hizo sin replicar.

 

Me excite tanto al ver su lengua pasar de milímetro a milímetro sobre mi piel, manchada de su hirviente sustancia, que me vine dentro de él casi al instante.

 

Era sexy, no me cansare de decirlo.

 

Mis amigos me lo decían todo el tiempo.

 

Los fines de semana, cuando Sasuke iba a mi trabajo contoneando las estrechas caderas enfundadas en jeans y con una sonrisa de lado, siempre me percataba de como todos se comían su culo con los ojos.

 

Me reía cuando él, después de abrazarme, me decía al oído:

 

“O les gusta mi culo o la marca Levi´s.”

 

Salíamos del edificio e íbamos a la quinta avenida a pasar la tarde.

 

Nos sentábamos en una banca del centro, Sasuke con las piernas flexionadas y los pies puestos infantilmente sobre esta.

 

Me gustaba la forma en que se ponía los Ray-Ban y comentaba, en voz baja y picara, sobre el culo de los demás mientras lamia su paleta. Claro, se ponía los lentes para que nadie, más que yo, (me lo había dicho cuando le pregunte “¿Qué haces?”, la primera vez), notara su interés claramente sexual, o simplemente para criticar.

 

Él y yo, cuando no teníamos ganas de hacer nada, nos divertíamos evaluando a cada uno de los chicos que pasaban, como si fuera un concurso de “¿Quién me follaría mejor?”, mientras comíamos del mismo helado, aunque Sasuke siempre llevaba dulce en la boca, ya fuera un pedazo de chocolate Hershey´s o una paleta tutsi pop.

 

Me gustaba que cuando lo besaba su boca siempre sabia a golosina, (pudiera ser sabor fresa, cereza, chocolate, bombón, etc.), por eso nunca me moleste en corregir su “sana” adicción por lo dulce.

 

No recuerdo si siempre había sido tan “perra”, pero siempre le había considerado “Lolita”.

 

Cuando tenía 10 años y salía de bañarse, saltaba sobre mí, me sacaba la camisa que llevaba y se la ponía, le llegaba, máximo, a la mitad de los muslos y eso dejaba ver su maravillosa piel adornada con pequeñas gotas de agua al descubierto.

 

Recuerdo que las veces que se quedaba dormido en ropa interior, en el sofá frente a la televisión, y yo le cargaba para llevarlo a su habitación, él, cuando sentía que lo soltaba levemente, se aferraba a mí y me pedía infantilmente que durmiera con él.

 

No podía negarme a eso.

 

Ni ahora ni hace cuatro años.

 

Me encantaba Sasuke en todos los sentidos.

 

Me volvía loco, por ejemplo, como su piel despedía naturalmente una estela dulzona que me embriagaba y atontaba…

 

Lo llevaba a mi cuarto, me recostaba con él entre mis brazos y con su trasero rozando mi entrepierna.

 

Él, “inocentemente”, se movía suavemente en la noche y gemía dormido. Eso me excitaba a sobremanera, no me resistía y comenzaba a lamerle el cuello.

 

A los 12 años, él me pidió que lo desflorara. Y, aunque me complacía más que nada saber que traía a mi hermano menor babeando, sabía que eso no era lo correcto…

 

Él no se inmuto ni se decepciono por mi cordura; solo me dijo:

 

“Itachi, amor, tarde o temprano, no te resistirás y te enamoraras de mí, lo sé.”

 

Me quede mudo e impactado ante la seguridad con la que lo decía y después se giraba y caminaba sensualmente hasta el sillón de nuevo.

 

Y, adivinen que…

 

Al día siguiente de esa “platica”, no me resistí más, (como el maldito y presumido niño me había dicho que pasaría), le separe las piernas, le tape la boca y me lo tire por primera vez, desflorándolo.

 

Llegue, al igual que al orgasmo, a la conclusión de que tenía mucha razón.

 

Ahora estaba enamorado de él.

 

Me encantaba que en el desayuno se sentara en el borde de la mesa y meciera infantilmente las piernas mientras me preguntaba qué haría ese día; me gustaba, también, como se estremecía y suspiraba cada vez que le besaba el cuello.

 

Me parecía una prueba más de su hiperactividad impulsiva cuando íbamos al cine y él, a los cinco minutos de haber iniciado la película, se pusiera a besarme el cuello hambrientamente; como si las palomitas que tenía en el regazo no fueran suficiente golosina.

 

Por esta razón, (ya que yo no paraba de gemir, al igual que él), más de una vez nos sacaron de la sala, jodíamos en baños públicos, y nunca pude ver, desde hace más de dos años, una película completa en el cine. Lo cual me importaba una mierda al ver a Sasuke gemir y clamar mi nombre, intentando al mismo tiempo callarse para que el empleado de limpieza de los baños del centro comercial no escuchara las “cosas” que hacíamos cada vez más acalorados.

 

Otra cosa que me hacía enamorarme de él era lo sencillo que era hacerle sonreír.

 

Podía comprarle un pastel de chocolate y el sería feliz por todo lo que restaba de la quincena. Podía meterle la lengua entre sus labios y eso igual le hacía sonreír. O podía hacerle cosquillas hasta llegar a oír los gritos de piedad de su boca, rogándome que parara ya que le dolía el estómago por tanta risa.

 

Esas cosas aun lo hacía reír, me gustaba ver sus sonrisa y escuchar su risa.

 

Me gustaba como los viernes por la noche, se sentaba frente a la pantalla del televisor, con un bote de helado con sabor a galletas Oreo y una cuchara en mano, y se ponía a ver dibujos animados que veíamos de niños. Como Tom & Jerry, Bob Esponja y cualquier otra cosa que encontrara en Nickelodeon y Cartoon Network.

 

Era tierno ver cómo, cuándo me miraba, sus ojos tenían restos de lágrimas por haberse reído tanto y su boca tenía un halo de helado derretido, el cual yo saboreaba al besarlo, interrumpiendo sorpresivamente sus carcajadas, hambriento de un poco de “dulce”. Él se molestaba infantilmente, reclamándome con una mueca aniñada que no le dejaba ver la tele en paz, pero al sentir mis manos en su trasero y entrepierna, agarraba rápidamente el control remoto y apagaba la televisión.

 

Entre las miles de cosas que me hacían desearlo solo para mi cada vez más, destacaba cosas como lo bien que lucía en su uniforme de deportes en la secundaria. O como se tardaba tanto tiempo apropósito en la bañera, (a conciencia de que yo quería bañarme), y cuando le decía del otro lado de la puerta: “Sal ya”, el pronunciaba con una risita: “Entra tú”.

 

Y, así, ambos ganábamos y quedábamos “muy limpios”.

 

Definitivamente Sasuke era irresistible.

 

Lo único que me molestaba, no de él, (bueno, en parte si, ya que era su culpa ser así de sensual y tentador), era que yo no era el único que lo creía apetecible para los sentidos.

 

Y, por lo tanto, no era tampoco el único que se deleitaba con él.

 

Esto me sorprendió y me tomo desprevenido, (como el primer ataque de celos que tuve al verlo besándose con un chico afuera de su escuela).Nunca me había mostrado posesivo con él. Era su hermano mayor, así que no le daba demasiada importancia y cada quien a veces iba por su lado de la cama.

 

Pero últimamente ya no era lo mismo.

 

No sé en qué momento comenzó a importarme tanto lo que él hacía, con quien lo hacía, quien le llamaba, etc.

 

Así que ya tenía dos cosas que, claramente, TENIA que hacer:

 

1)      Le pondría una gargantilla de cuero con una placa, (como una linda correa para mascotas), “Sasuke es MI propiedad”, eso diría a cada chico que se atreviera a mirarle.

 

2)      Tirar por un puente su teléfono. O, en su defecto, arrojarlo al tráfico matutino en la calle madison.

 

Todo esto da vueltas en mi cabeza unos segundos y de pronto se borra cuando lo veo entrar en la habitación.

 

Amaba que usara ropa entallada.

 

Esta vez llevaba puesto unos Converse bota, color negro, le llegaban hasta la rodilla, y un ajustado y corto short de mezclilla deslavada; lo demás, era solo su perfecta piel al desnudo. Se contoneaba mientras caminaba hacia mí, presumiendo lo bien que le quedaba.

 

Y eso no podría haberse discutido; su piel blanca con matices rosas contrastaba tiernamente contra el rudo negro de los converse y le hacía ver tan infantil usar tenis negros y mezclilla. Obvio, era más que seductor.

 

Se sentó a mi lado y yo, al instante, sin reaccionar, me incline sobre él y aprese sus muñecas contra el sofá, me miro confundido.

 

De pronto escuche como algo vibraba en su bolsillo.

 

Sasuke miro hacia este e intento moverse, yo, molesto de aquel aparato,  fui más rápido, casi le arranque el celular del bolsillo y, olvidando todas las formas dramáticas en las que pensaba destruirlo, simplemente lo arroje al suelo con todas mis fuerzas.

 

Se descompuso, ups.

 

Sasuke me miro enojado y soltó:

 

-¡¿Qué carajo hiciste, idiota!?...

 

Intento levantarse y yo rápidamente lo empuje de nuevo haciendo que su cuerpo quedara entre el sofá y el mío, lucho infantilmente y yo solo le miraba complacido.

 

Me gustaba verlo un más indefenso.

 

Me gustaba la habilidad que tenía para quitarse tan rápido la ropa, pero esta vez, yo se la quite a velocidad luz, solo era un simple short. Le deje los Converse, me excitaba ver sus piernas enfundadas en esos maravillosos tenis, resaltando su bellísima y perfecta forma.

 

Me encantaba más que nada, mordisquearle los pezones color rosa bombón, (los comparo con ese dulce, porque, aparte de la obsesión de mi hermanito con el dulce, a mí así me sabían), y contemplar como sus mejillas instantáneamente se encendían en carmín al sentir mi saliva inundándole el pecho. Pronto me estaba ya gritando para que siguiera.

 

Me gire en el sofá, poniéndome cómodo para contemplar el desnudo y perfecto cuerpo de Sasuke mientras el soltaba risitas cada vez que yo le daba una nalgada.

 

Me encantaba ver como se traslucían, por sobre su blanca y tersa piel, los huesos de su cadera y costillas, como con cada contracción su cuerpo le delataba cada vez más.

 

Lo alce por la cadera y le deje caer de lleno en mi erección.

 

Soltó un grito de dolor y echó la nuca hacia atrás, mientras que yo me deleitaba al sentir su húmedo y, (por decirlo de alguna forma), elástico interior.

 

Sentía cada vez como su cuerpo me pedía más, y yo forzaba, obligaba y sometía al suyo a darme cada gota de placer que saliera de él.

 

Deliraba de placer tanto como él. Me encantaban sus expresiones en la cama, (o en este caso, sofá).

 

Desde “Fóllame” hasta “¡Itachi, basta! ¡Me destrozas el culo!”.

 

Se veía un contraste hermoso ver salir tanta vulgaridad de su rosada y húmeda boca sabor cereza.

 

Y lo que más me encantaba de tener sexo con él, era como de sus labios salía, con un grito de dolor y placer por igual, la palabra “¡Dios!” cada vez que le hacía, una y otra vez, llegar al orgasmo.

 

Lo cual ocurría precisamente en estos momentos, siento su interior contraerse espasmódica y furiosamente sobre mi miembro endurecido, que le empalaba hasta los pulmones, y me vengo con un grito de placer en su interior.

 

Sus ojos se abren como platos, su boca forma una “o” y su cuerpo cae sin fuerzas sobre el mío. Implorándome que lo deje descansar…

 

Lo cual hago antes de susurrar “Lolita” en su oído y plantarle un beso húmedo en este.

 

Veo como frunce infantilmente el ceño al oírme llamarlo así, pero sus muecas no resisten el cansancio y sueño, y cae rendido sobre mi pecho.

 

******

 

Despierto agotado pero con una sonrisa de placer en el rostro al ver el cuerpo de mi hermano menor sobre el mío, ambos desnudos, (sin contar los Converse de él), y cansados.

 

Llamo suavemente y lo veo despertar confundido, para después sonreírme con descaro.

 

-Estoy pensando en ponerte una correa…-Susurro contra su mejilla, con mis labios rozando la sonrojada piel de esta.

 

Él soltó una exclamación de placer.

 

-¿P-Porque?-Preguntó con cierta curiosidad y ansiedad.

 

“De seguro quiere saber qué hiso mal y como lo voy a ‘castigar’”, pienso un poco divertido al ver sus enormes y preciosos ojos negros clavados en los míos.

 

De seguro a él le excitaba tanto como a mí la idea de que fuera mi gatito… pero la respuesta es un poco más trillada y cursi que un “Miau… eres solo mío”, (lo cual no estaría de más aclararle a mi “mascotita”, ¿cierto?).

 

-Tenías razón… me enamore de ti-Le digo mientras le beso la frente y me concentro en su expresión, primero de sorpresa, (definitivamente no se lo esperaba), y después de soberbia y satisfacción.

 

-TU lolita-Me susurra al oído y siento sus dientes rozar el lóbulo caliente de mi oreja.

 

Nabokov, creo definitivamente que MI Lolita es mejor que la tuya.

 

♥ ¿Fin? ♥

Notas finales:

Bueno, la verdad no he terminado de leer el libro, pero obvio que lo hare, y despues vere la pelicula *¬*

xD... Ojala hicieran una yaoi de ella.

Bueno, como siempre, muchas gracias por leer mi fic, espero que les haya gustado. XD

(x cierto puse "fin" entre signos de interrogacion ya que estoy pensado si podria hacer una continuacion... La verdad no lo habia pensado, pero dije "Mmmmm, seria divertido", ya que si me diverti escribiendo el fic, jiji n_n
Bueno, no aseguro que habra, al igual que tampoco se si no la habra. Asi que, a esperar. xD)

¿REVIEW?

♥ Samadhi ♥


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