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ATENTADO EN PALACIO por DRAGIOLA

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Notas del capitulo:

Aqui por fin les traigo el segundo capitulo y final de esta historia, ojala no los defraude.

Como siempre, Kyo Kara Maou no me pertenece.

 

 

Sucedió un día que el acababa de llegar de una visita a Carolia, un soldado calvo se le acerco casi sin aire, apenas balbuceando por falta de oxigeno, apenas dijo un nombre tanto el como su padrino supieron enseguida que algo había ocurrido en su ausencia y antes que el pobre de Dorcas pudiese terminar de dar la noticia corrieron a toda prisa a la habitación de cierto bello durmiente.

 

Risas, se escuchaban desde la puerta, una niña feliz vio entrar a dos hombres preocupados que no dudaron en suspirar de alivio por pensar lo peor.

 

 

-Yu…ri-

 

Apenas se escucho decir, esa voz frágil y rota la conocía, hace muchos años atrás sus últimas palabras fueron “Deseo que seas feliz”.

 

-Wolfram-

 

 

Todo fue llevado con suma discreción, tanto que parecía secreto de estado, los recién llegados estaban contentos sin duda pero también molestos con cierto General que no les informo de lo que ocurría con el respectivo prometido de uno y hermano de otro.  La respuesta fue simple, “Ordenes de Gisela”, aquello les sorprendió, desde cuando la peli verde mandaba en aquel hombre, a decir verdad la muchacha solo ordeno que no bombardearan de información al recientemente despertado rubio, ya que eso seria dañino para su recuperación, después de todo ya habían pasado tres años y muchas cosas habían cambiado, solo tenían que recordar la expresión extrañada del príncipe al ver a su hija tan crecida.  Otro punto era que el joven no recordaba con claridad los últimos meses antes de caer en ese profundo sueño, mucho menos el rompimiento del compromiso o cierta jovencita amigable que daba ciertas clases a su hija.  Lo que en realidad Gwendal con mas ahínco quería evitar, era el populacho  volcándose por días en palacio deseando ver a su pequeño hermano o simplemente escuchar los gritos interminables de “Viva el príncipe consorte, el único y legitimo”, de imaginarse lo que tendría que hacer esta vez para alejarlos sin crear conflictos, ya se le formaba una arruga, acompañada rápidamente por otra cada vez que recordaba a los nobles exigiendo alojo por el viaje sin sentido que hicieron por culpa de eso rumores que en palacio no podían controlar.

 

La recuperación de Wolfram fue lenta, aunque este deseaba salir de la cama en solo una semana, por suerte su hija no le dejaba solo ni por un segundo, ya parecía su sombra, la pequeña se había convertido en la asistente perfecta de Gisela quien la veía como una futura colega.

 

Cuando el rubio ya pudo ponerse de pie, siempre era acompañado de su hija, además de dos soldados que el reconoció en seguida, como no, si se trataba de sus hombres.  De a poco fue valiéndose por si solo pero aun así seguía siendo franqueado por dos soldados que siempre evitaban ser vistos, hasta que un día les llego una bola de fuego, se alegraron al verlo tan recuperado pero también se sentían frustrados, deseaban protegerlo pero el les hacia difícil su tarea y es que ellos aun desconfiaban de cierto moreno infiel, como habían apodado al prometido de su superior.

 

Con el tiempo el mazoku de fuego comenzó a hacer preguntas sin mayor importancia, peor habían otras que el mismo Yuri se encargaba de cambiar de rumbo o simplemente decirle que era por su saluda, es que el rubio insistía en regresar al cuarto que compartiera con el moreno pero este se negaba con escusa tras escusa, en ocasiones tenia la sensación que estaba a punto de decirle algo pero entonces se arrepentía cambiando de tema nuevamente.

 

El moreno pudo notar la tristeza y confusión de su amigo, no deseaba herirlo o que por su causa su recuperación se viera afectada por eso ordeno, sin informar a nadie, que trasladaran las pertenencias del demonio al cuarto real.  Todos se mostraron contentos, los hermanos agradecían el gesto, aunque un peli gris no estaba muy convencido del actuar de su rey.  La más alegre, aparte de Wolfram, claro esta, era Greta, quien ya veía a sus padres entrando de la mano al altar.

 

De a poco su relación volvía hacer la misma, claro que ya sin tantas recriminaciones por parte del rubio, con sus típicos, infiel o traidor, esos ya se los había dicho a su prometido apenas le vio por primera vez, pudo notar entonces como este se ponía triste negando secamente, “pobre Yuri”, se dijo así mismo, jurando no volver a acusarlo nuevamente.

 

Aunque todavía le era imposible viajar por su condición, tanto el moreno como el se fueron uniendo cada vez mas, las risas acompañadas por travesuras, adoptadas como nuevo hobby de un rubio aburrido y un moreno cómplice, les acercaba sin darse cuenta, hasta que un día ante el asombro de los presentes en la cena, fueron testigos de cómo el Heika les informaba que dentro de dos meses se casarían, pidiéndoles que se ocuparan de organizar los pormenores de la boda.  ¡Por menores!, grito un aireado Gwendal de solo imaginarse el barullo que todo eso acarrearía, ni contar con los reinos vecinos que aun ignoraba si se habrían enterado de la recuperación de su hermanito.

 

 

-¡Cinco meses, no menos!-

Fue la petición del peli gris que sonaba mas como orden que otra cosa, pero que luego de ver los ojos de cachorro a punto de llorar de su pequeño hermanito, cambio sin pensar su decisión.

 

 

-Esta bien un mes- dijo ante la sorpresa y risas de los presentes.

 

 

No podía decir que su primera vez había sido fácil, mucho menos su noche de bodas, tanto él como su consorte estaban muertos de miedo, tanto fueron los nervios que no consumaron la unión hasta pasado el mes, entonces supo que el sacrificio como le había dicho en forma burlesca su amigo Ken, no lo era para nada, es mas, lo encontraba excitante, lujurioso y mas satisfactorio que con una mujer, si en cierto momento tuvo temor por como seria el rubio en la cama, luego lo tendría por su condición, su salud aun seguía endeble por lo cual todavía no podía retomar su vida en donde la había dejado antes de caer enfermo.  Grata fue la sorpresa al notar cuan nervioso y tímido estaba el mazokus  junto a el aquellos primeras noches para luego comprobar con agrado como se esforzaba por complacerlo hasta el mas mínimo capricho en sus íntimos momentos de amor, como solían llamarle al acto sexual.

 

Ya llevaban un buen tiempo casados, por lo cual decidió sincerarse con su esposo, no deseaba que llegare el día se enterara de ciertas cosas que pudiesen herirlo, lo primero era hablarle de lo ocurrido aquel día fatídico en el cual perdió la conciencia.

 

Mientras relataba su historia pudo notar como su amor bajaba la cabeza, estaba triste, sorprendido, una lagrima rodó por su mejilla y se odio por haber tenido ese ataque de sinceridad.

 

El rubio le miro apenado tomando sus manos, temblaba, en un susurro pudo escucharle decir.

 

 

-Lo sabia-

 

Actúe tarde, me dije a mi mismo, que mas le contarían, quien se atrevió arriesgar su salud, no importaba, luego se encargaría de los culpables. Le beso en la frente, pudo escuchar como le pedía perdón, el moreno se sintió peor, era él quien debía hacer eso, no el.  Entonces su consorte prosiguió.

 

 

-Fue mi culpa…que no pudieras…casarte…con ella-

 

 

En ese momento se pregunto cuanto le habrían contado, en palacio se llego al acuerdo de no contar los por menores catastróficos de esos años de inconciencia del rubio, sobre todo del atentado vivido por este, mucho menos del responsable, no deseaban mas dolor y caos en el reino mucho menos en el convaleciente mazokus de fuego.  Lo  único que sabia Wolfram, era que ciertos alimentos en mal estado le produjo una intoxicación que le enveneno la sangre y le hizo quedar en ese estado.  Al principio lo encontró raro por lo cual un castaño agrego que había sido exportado de tierras humanas y que para su mala suerte, nadie se percato que venia de tierras ricas en piedras de yozenkis, hasta que fue demasiado tarde.

 

 

-No lo pude soportar-

 

Continuaba el rubio entre los brazos  de su esposo que intentaba de calmarlo.

 

-Cuando me lo dijiste…no pude-

 

-Tranquilo cariños eso quedo en el pasado- le decía el rey.

 

-No...fue…la comida-

 

 

Estaba helado, se atrevieron a contárselo, crueles, pensó, lo perderé, era lo único que resonaba en su mente.

 

 

-Yo..- decía entre sollozos el rubio.

 

-Yo..lo deseaba…no pude…perdóname-

 

-Wolfram tranquilo, esto no te hace bien cariño-

 

 

Al verle tan mal anhelaba tener al chismoso que le hacia sufrir en desmedida a su consorte.

 

 

-Fui al laboratorio de Ansina…le robe…-

 

 

Pero de que estaba hablando su demonio, sintió como este respiraba profundo para continuar hablando.

 

 

-Quería morir…por eso…lo bebí…yo…perdóname-

 

 

El maou no daba crédito a lo que oía, Wolfram Von Bielfield, un orgulloso mazoku de pura sangre, un noble, intento quitarse la vida por él.  Cada conflicto, cada dolor, sufrimiento y penuria tenían un responsable.

 

Sentía la sangre hervirle, la cólera apoderándose de sus pensamientos, la ira apoderándose de su cuerpo, lo agarro con fuerza de los hombros, dedicándole una mirada de repudio, acto seguido le golpeo por cada oportunidad que le vio llorar, cada vez que dudo de su inocencia, de los momentos perdidos con su amada, del odio volcado hacia su persona por parte de quienes le amaban y respetaban, solo sus manos teñidas de sangre junto al cansancio pudieron detenerlo, estaba poseído, deseaba verlo muerto, le había engañado, todo, absolutamente todo era su culpa.

 

 

Respiro profundo, claro que habría deseado hacerle eso, pero en el fondo lo entendía, como no hacerlo, si el mismo intento algo parecido al enterarse que su amada se había casado tan solo a dos meses de su exilio, que al año ya era madre y aunque le hubiese gustado alegar que el recién nacido era suyo, no podía, hacia meses que no intimaban, por miedo, dudas, culpas y muchas otras excusas.   Si no hubiese sido por la oportuna intervención de Conrad, aquella daga le habría atravesado el corazón, sin darle la oportunidad de reencontrarse con su rubio amigo.

 

 

Lo abrazo con fuerza, aun temblaba.

 

 

 

-Per…dona…me- repetía el rubio.

 

 

El moreno lo tomo de los hombros, alzando su rostro hacia el.

 

 

-No hay nada que perdonar- le dijo volviéndole abrazar con ternura, apoyándole con cuidado en su pecho.

 

-Soy un…cobarde- dijo el demonio anegado en lagrimas, ante un pensativo rey.

 

-No Wolf, ambos lo somos-

 

 

 

Terminaba por decir el rey de los demonios aun pensativo, deseándole felicidad a quien hubo amado y mucho más a quien amaba ahora.

 

 

 

 

 

 

Fin

 

 

 

 

 

Notas finales:

Quizas algo cliche, quisas romantico, quizas no les agrade, pero bueno asi me quedo, el corazon humano es algo tan fragil y el amor es una de las peores experiencias que pude tener una persona, mas si no es correspondido, que triste.

Gracias por haber leido esta historia y sobre todo por los comentarios, disculpen si hay faltas ortograficas, al parecer ni con word me salvo, jejeje.


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