Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Último Pianista por Proyecto1143

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Pues bueno, vuelvo con un proyecto corto, no más de 5 capitulos y si se necesita, un epilogo o algo así :P

Espero que lo disfruten!

Notas del capitulo:

Pues...antes que nada... quiero dedicar este fic a Inary, por su GRAN ayuda y claro por leer este pequeño capitulo antes de publicarlo y darme su opinión  *-* :P

Como ya mencioné será algo muy muy corto, 4 o 5 capitulos, pero estarán llenos de romance *-* lo prometo.

Sin más preámbulos...

 

[El último pianista]

 

 

1.      Observándote

 

-No es una excusa para verlo, por supuesto que no lo es- Me dije a mi mismo una y otra vez mientras miraba aquel cuadro abstracto que no me decía nada. El objeto de mi total atención estaba a mis espaldas. Un chico tocando el piano- Quiero ver el cuadro. De verdad, quiero verlo.

La melodía se extendía pacíficamente por toda la biblioteca. Era hermosa, fluida, como los rayos de sol sobre las hojas de los árboles, como el sonido de un río, como las gotas de lluvia estrellándose contra las ventanas.

¿Cuántas veces había escuchado el do-re-mi-fa-sol  producido por sus dedos? ¿Cuántas veces, mientras me inclinaba sobre las polvorientas hojas de los libros, me había preguntado qué mano prodigiosa despertaba en mí tantas sensaciones?

Cientos…no, miles.

Giré un poco mi cabeza, y lo miré de reojo.

El aire se escapó de mis pulmones al verlo. Tenía los ojos cerrados y la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás.

La expresión de su rostro era de total éxtasis, pero no el éxtasis carnal que estremece la carne, no.

Era el éxtasis espiritual que purifica el alma.

No tengo conciencia de cuando lo escuché por primera vez.

Quizás lo he escuchado desde siempre, su música haciendo eco en las paredes de mi corazón herido.

Nunca he creído mucho en el amor a primera vista.

Pero… ¿Es posible enamorarse de alguien, escuchándolo tocar un instrumento?

Debo de confesar, en eso sí, creo.

•••

5 minutos antes

 

-Debe de haber algo bueno para leer por aquí-

Caminaba, perdiéndome entre las estanterías repletas de libros.

Era un martes por la mañana, y aprovechando un pequeño lapso de tiempo entre  dos de mis clases, corrí a la biblioteca de la universidad, en búsqueda de algún libro interesante para leer.

Pasaba mis dedos entre aquellos mundos paralelos, aquellos universos olvidados atrapados entre páginas, aquellas historias que nunca se terminaban, repetidas una y otra vez en el subconsciente del lector de turno.

Palabras y sentimientos llenos de polvo acumulado, personajes que, en algún momento, había sido el mejor amigo de alguien.

Siempre he creído que los libros tienen algo especial.

Reflejan el mundo en el que vivimos, pero lo hacen transformándolo, convirtiéndolo en algo totalmente nuevo.

Algo que puedo soportar. Algo que amo.

La biblioteca casi siempre está vacía. Eso me entristece.

Son cuatro pisos de páginas y páginas ignoradas. De sabiduría rechazada. De una esencia tan pura, que nunca duda en abrir sus brazos cuando la buscamos.

Me senté en el suelo, apoyando mi espalda en una de las estanterías y suspiré.

Mis sueños están llenos de letras y música.

Miré por la ventana. Estaba en el cuarto piso, y podía observar las copas de los árboles, los alumnos que se dirigían a clase, el cielo levemente nublado.

Metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta. Sentí frío de repente.

Mis ojos se cerraron. A lo lejos, una canción conocida nacía de las teclas de un piano.

River flows in you…

Mis ojos se abrieron de golpe. Él estaba tocando piano.

En el primer piso de aquella biblioteca, había un enorme y brillante piano de cola que podía ser utilizado por cualquier estudiante que quisiera tocar un rato.

Nadie lo usaba, tal cual nadie nunca hacía una visita a aquel rincón en el que se conglomeraba la sabiduría de los hombres.

Nadie, excepto él.

Me puse de pie de un salto.

Lo había escuchado tantas veces, lo había soñado tantas veces, me había acompañado tantas veces durante mis horas de estudio y lectura, me había traído serenidad cuando me sentía triste, todo con su música, pero nunca había visto su rostro, no conocía sus manos, ni el color de sus ojos.

Mi corazón latió rápido y mi personalidad impulsiva me hizo correr directamente hacia las escaleras, tropezando y casi perdiendo el equilibrio.

Llegué al tercer piso, y no me detuve a contener el aliento. Bajaba escalón por escalón, rezando a Dios que por favor me diera tiempo de llegar para verlo.

Por favor, por favor.

Las escaleras del segundo piso al primero se me antojaron celestiales como la entrada al cielo y eternas como unas vacaciones en el infierno.

Transpirando y sin respiración, me planté  frente a las escaleras y miré a mi alrededor, buscándolo, sintiendo la necesidad de conocerlo.

Tenía su bolso a sus pies, y vestía unos jeans sencillos y una chaqueta negra ligera.

Era pálido, su piel fresca y blanca como la nieve. Mechones de su cabello acariciando su frente, cayendo libres mientras él se inclinaba frente al teclado. Su espalda fuerte y sus dedos seguros.

Me sonrojé violentamente al darme cuenta de que lo había estado mirando durante largos minutos sin siquiera pestañear, pero al parecer, nadie se había dado cuenta de mi embeleso.

Hechizante.

Sin embargo, no podía simplemente quedarme viéndolo como un idiota.

Me sentí ligeramente contrariado. No soy tímido por naturaleza, más bien podría decir que mi espontaneidad y mi capacidad de hacer amigos rayan en lo absurdo, pero algo en la expresión y el porte de ese chico me intimidaba.

Mi corazón aceleró de nuevo.

Necesitaba una excusa para acercarme.

Justo al lado del piano, había un amplio espacio ocupado por una exposición de arte abstracto.

Me dirigí allí con paso inseguro y observé el primer cuadro.

Mis ojos veían una cantidad de figuras geométricas superpuestas de colores chillones, pero en mi mente se dibujaba la forma de un chico pelinegro.

Sacudí la cabeza. Me sentí patético.

-No es una excusa para verlo, por supuesto que no lo es- Me dije a mi mismo una y otra vez mientras pasaba de cuadro en cuadro, cada uno más absurdo que el anterior- Quiero ver el cuadro. De verdad, quiero verlo.

No podía evitar volverme de vez en cuando y observarlo.

En aquel momento su música y su imagen eran mi mundo.

¿Cómo te llamas? ¿Qué estudias? ¿Qué te gusta? ¿Qué haces en tu tiempo libre? ¿Sales con alguien? ¿Vives con tus padres? ¿Cuántos años tienes?

Quería saberlo

¿Quién eres?

…Y lo más importante…

¿Por qué me siento así cada vez que te escucho tocar?

La conexión que fantasiosamente había creado con él me estaba consumiendo allí, minuto a minuto.

Pronto, los cuadros llenos de triángulos se acabaron y no tuve ninguna excusa para quedarme.

Pero… ¿De verdad necesito una excusa?

¿Por qué no podía hacer lo que siempre hacía?

-¡Hola! ¡Soy Naruto Uzumaki! ¿Cómo te llamas?

La sola idea de hablarle me provocaba un nudo en el estómago.

No podía hacerlo, pero la idea de nunca poder cruzar una sola palabra con él me desesperaba casi hasta el punto de perder la poca cordura que me quedaba.

¿Pero que me pasa?

El seguía concentrado en el instrumento que tenía en frente, sin darse por enterado de la tortura por la que yo estaba pasando.

Lo había visto, pero no había logrado nada, seguía tan lejos como hacía cinco minutos.

Supéralo, Naruto. Nadie va a interesarse por ti de nuevo. Nunca podrás enamorarte otra vez. Recibir y dar amor es un privilegio que se te ha prohibido. No hay nadie destinado para ti, ni ninguna de esas tonterías.

La música paró repentinamente y levanté la vista.

Estaba de pie, colocándole al piano el forro de plástico con el que lo cubrían para evitar que la pintura se rayara. Después, se agachó y tomó su bolso.

Se va…

No sé qué dios, divinidad o santo escuchó mis implorantes y lacrimosas súplicas, pero cuando se echaba el bolso al hombro, levantó su agraciado rostro y sus ojos (de un color oscuro, que hacían parecer la noche clara) se posaron sobre mí.

 

Su rostro serio se descompuso, y su cara se llenó de sorpresa.

Los músculos de su cara se tensaron y en sus pupilas percibí una sombra de reconocimiento.

¿…Acaso me has visto antes…?

Nada dura, y ese efímero encuentro de miradas estaba destinado a morir joven.

Apartó la vista, vaciló un momento y se dio la vuelta, dirigiéndose rápidamente hacía la salida, con la cabeza gacha, como si estuviera avergonzado.

Me quedé ahí, con el corazón latiéndome frenéticamente en una mano. Pensamientos incoherentes rondando mi cabeza y entonces supe lo que tenía que hacer.

Tomé unas cuantas hojas y un bolígrafo y corrí de nuevo al cuarto piso, escondiéndome en un rincón, escondiéndome del mundo, escondiéndome de mis sentimientos.

Miré la hoja en blanco y sentí miedo.

Pero lo único que sé en este momento, es que quiero guardar lo que acaba de pasar, por el resto de la eternidad.

Acerqué la punta de mi utensilio de escritura, y deje que mis emociones y sus ojos me guiaran.

 

“ -No es una excusa para verlo, por supuesto que no lo es- Me dije a mi mismo una y otra vez mientras miraba aquel cuadro abstracto que no me decía nada. El objeto de mi total atención estaba a mis espaldas. Un chico tocando el piano- Quiero ver el cuadro. De verdad, quiero verlo. “

 

Así comenzó toda nuestra historia…

 

Continuará.

 

Notas finales:

Pues bueno...espero que haya sido de todo su agrado :P

Recuerden que su opinión es importante

nos vemos en la próxima!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).