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Solos tú y yo… y los demás por Paz

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Notas del capitulo:

¿Perdonará las infidelidades de Kaede o buscara justa revancha al saberse engañado? ¿Buscará otro hombre? o ¿Abrirá su corazón a Kaede, para hacerle sentir menos culpable?

¿Sabrá aprovechar Sendoh la oportunidad que se le presenta? ¿Tendrá a Hanamichi después de las constantes negativas que ha recibido a lo largo de esos años de amistad? o ¿Será Hanamichi quien tome ventaja sobre él?

Esos y muchos otros interrogantes se abriran a lo largo de la historia de Hanamichi.

Cursiva: pensamientos.

Voy a cambiar hasta mayo la fecha de actualización, será los lunes, el motivo es que en abril estaré dos semanas fuera, fijándome en el calendario da lo mismo que sea lunes o viernes... bueno, ya que lo he decidido así... ahí os va la segunda parte de este fic.

 

Solos tú y yo… y los demás

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

II Parte: Hanamichi

Capítulo 18: Un hombro sobre el que apoyarse

 

Recuerdo de Hanamichi

Queda tan sorprendido cuando escucha la confesión de Kaede, que da la impresión de quedar conmocionado, Kaede se disculpa una y otra vez, insistiendo en que no ha podido evitarlo, que apenas ve cabellos pelirrojos se excita y siente la necesidad de hundir sus dedos en ellos mientras les posee haciéndole sentir que solo así puede llevarle hasta la consumación de ese acto primigenio.

Abre la boca, estuvo a punto de decir que no solo él faltó a su promesa, pero ve tan afligido a Kaede que no quiere lastimarle con su confesión, sobre todo porque sabe que Kaede solo puede amarle a él, como él solo ama a Kaede.

Le abraza con fuerza haciéndole saber que esta disculpado.

-Soy horrible… -exclama Kaede- No merezco que me ames.

-Calla, no digas eso. Si tu dices que es inevitable, que no puedes dejar de hacerlo, te comprendo, si tu me dices que me amas y que nunca me dejarás yo te creo. No podré dejar de amarte, nunca me oyes. –sus labios fue dejando suaves besos en sus húmedas mejillas para secar sus lágrimas.

Se le hacía extraño verle llorar con tal desconsuelo. Su arrepentimiento es tan sincero, que le hice sentirse peor que lo que esta Kaede, al callar sabía que no tenía a quien acudir para desahogarse.

No podía decirle de sopetón.

-"No te sientas culpable por serme infiel, porque yo tampoco te fui fiel" No sacaba nada positivo diciéndole a su vez cuantas oportunidades de engañarle tuvo durante la universidad o cuantos amantes ha tenido, ya fueran por una temporada o ocasionales, si pensaba en cantidades, seguro que le sobrepasaba sin lugar a dudas, él no tenia ninguna justificación como Kaede, lo hizo por el simple placer de experimentar, para ser él quien tomé el dominio sobre el otro, dándose cuenta razón tenía quien le dijo que podía tener sexo sin involucrar de por medio sentimientos.

El poder de la dominación era un don glorioso y él lo poseía cada vez que su amante de turno se lo permitía, tal vez porque había elegido a la persona idónea para dejarle manifestar ese poder que se manifestaba en él cuando les sentía sumisos, en la única posición que él podía someterlos.

Kaede le ama y eso es lo único importante.

Mientras él se embarca en sus pensamientos, Kaede se adormece en sus brazos, se levanta con él y le lleva al dormitorio, desde que quedaron otra vez solos, han vuelto a montar su cama, por lo que le recuesta sobre ella, le quita los pantalones y la remera sin que despierte, lleva tanto tiempo conociendo su cuerpo que se lo conoce con los ojos cerrados, su mano se desliza suavemente por su pecho, se detiene antes de llegar al ombligo, toma la sábana que ha deslizado hacia atrás y le cubre con ella, no será la primera vez que Kaede despierta desnudo, últimamente ha tomado la costumbre de prescindir de su bata de dormir, cuando se lo propuso la primera vez se quedo bastante sorprendido, porque Kaede era una persona de costumbres fijas, ahora sabiendo el problema que tiene con los pelirrojos se pregunta quien de sus primos le ha inducido en esa practica costumbre.

-No importa quien de ellos fue mientras no me arrebaten. –ahora comprendía porque William, James y Craig estaban viviendo en Japón. Kaede sabía ser muy persuasivo. No tenía intención de reclamarles nada. Dejaría que las cosas continuaran por el mismo cauce que hasta ahora. Tiene que agradecer a Kaede haber puesto excusas cuando le propuso ir a Tokio para conocer a su familia, no quería ni pensar lo que hubiera supuesto ese encuentro, solo Jean-Paul queda libre de esa obsesión al ser rubio, aunque sabe que su hermano es bi, en ese sentido no supone ningún riesgo, desde que esta viviendo en Kanagawa le ha conocido varias novias, aunque por motivos que desconocido no le duran mucho. Jean-Paul debe ser un tipo muy exigente en cuanto a relaciones. Se enteró a través de su hermano Hiromichi que ha mantenido una relación con otro hombre, aunque nunca se atrevió a preguntarle su nombre, ni les vió juntos por lo que supone que han roto.

Fin del recuerdo de Hanamichi

Se detiene al mismo tiempo que sus pensamientos. Desconcertado mira a su alrededor para ubicarse. No le sorprende que sus pasos le hayan llevado hasta allí. Perdido en sus recuerdos no ha tomado en cuenta el camino que llevaba, sin embargo, inconscientemente ha ido al único lugar donde puede encontrar consuelo y tranquilidad sin que le hagan preguntas. Desde esa ubicación no puede ver la ventana de su apartamento, por ello cruza la calle y alza la mirada hacia las ventanas del último piso, ve que una de ellas aparece iluminada, claro indicio que su amigo Akira esta en casa.

Vuelve sobre sus pasos y se acerca pulsando el botón del telefonillo ubicado junto a la entrada.

-¿Quién?

-Akira… –reconoce la profundidad de su voz, al instante escucha que le es abierto el acceso al edificio.

Traspasa la puerta que se cierra suavemente a su espalda, se dirige al ascensor y lo toma, pulsando el botón del último piso.

Akira le espera en el umbral con una amplia sonrisa de bienvenida. Le hace pasar y le ofrece bebida y comida sin hacerle preguntas del porque esta ahí, a una hora tan intempestiva.

Se siente a gusto a su lado justamente por eso, por su comprensión, su naturaleza tranquila sosegaba la inquietud que le invadía desde que había escuchado la confesión de Kaede.

-Esta noche trasmiten un partido, ¿te apetece verlo? –pregunta antes de encender la televisión. Es consciente que desde que dejo el básquet al resentirse de su antigua lesión ha tenido que dejarlo y puede sentirse mal al ver a otros jugadores.

-¿Por qué no? –pregunta a su vez echando hacia delante el cuerpo, con las piernas estiradas y la cabeza apoyada en el respaldo.

Durante la siguiente media hora miran las jugadas sin intercambiar palabras entre ellos, finalmente con toda naturalidad, recuesta su mejilla en su hombro.

Akira no hace nada para apartarse en un primer instante, luego como pensándolo mejor, le hace un gesto para que apoye su cabeza en su regazo. Hanamichi comprende,  ocupa todo lo largo del sofá, dejando que sus largas piernas queden por encima del reposabrazos, en tanto su mejilla se apoya en su muslo con la cabeza encajada en el hueco de su regazo, su mano derecha se posa en su rodilla. Deja salir un suave suspiro de satisfacción y su mirada queda fija en las imágenes que trasmiten por la televisión. Se siente cómodo y nada molesto cuando Akira comienza a pasar su mano por su frente despejando sus cabellos que cubren parte de sus ojos, le deja que se entretenga mesando sus cabellos sin hacerle daño o dándole delicados masajes en su cuero cabelludo, se siente cada vez más a gusto allí y reacomoda su cabeza en una posición más entretenida, rozando su mejilla contra la tela áspera del pantalón, la punta de su cabeza se apoya en una suave protuberancia, con picardía se frota sobre ella escuchando un tenue gemido y durante unos segundos la mano se detiene, prosiguiendo sus caricias interrumpidas, el procura no provocarle, ya esta bastante excitado con el peso de su cabeza en su regazo.

Y así transcurre el tiempo hasta que concluye el partido.

Un hondo suspiro sale de su garganta.

-Se esta bien aquí…, cuanto silencio hay. –dijo volviendo el rostro hacia él chico que contiene sus deseos.

-Eso es porque no has alborotado. –responde risueño.

Deja salir una risilla divertida.

-Mañana es mi cumpleaños… -recuerda- Dieciocho –comenta como si no lo supiera.

-Seguro que Kaede te tiene preparada alguna sorpresa, recuerdo que siempre nos avisa con el tiempo justo para ir a tu celebración. Dice que así no estropeamos tu fiesta.

-Creo que esta vez se ha olvidado

-¿Que te hace pensar así? –inquiere un tanto sorprendido,  

-Últimamente le notaba extraño, se quedaba más ensimismado en si mismo de lo habitual…, no le importune, porque siempre dice que su trabajo le agobia, desde que decidió que jugar al básquet sin mí no tenía sentido parece otro.

-Sorprendió a muchos su decisión, justo cuando una selección americana le daba la oportunidad de seguir su sueño. –dijo intentado hablar sin que se notara que sus movimientos de cabeza estaban alborotando algo más que su voz que enronquecía por lo que Hanamichi sin darse cuenta le estaba provocando.

-Cierto.

-Mañana no habrá celebración. –Comentó alzándose para mirarle de frente- ¿Quieres darme tu regalo ahora? Es la única oportunidad que tienes para hacerlo. –le propone sabiendo que él comprende a que se refiere- No voy a pedírtelo nunca más.

Akira tiene al alcance su mano la oportunidad que ha estado esperando siempre, sin embargo, es esa indefensión en el pelirrojo lo que le detiene, en ese instante le siente vulnerable, si él se deja llevar por sus deseos puede perder la hermosa amistad que ha conseguido con Hanamichi y que han mantenido por años, porque luego, si Hanamichi se arrepiente podría echárselo en cara. Sabe que si se lo niega quien se arrepentirá siempre será el mismo.

No va a preguntarle que ha pasado entre ellos, lo que fuera ha tenido que ser grave para que Hanamichi este en su casa con esa mirada de niño perdido. Sabe que con el tiempo el mismo pelirrojo, cuando se sienta preparado, se lo contará.

-¿En qué regalo estas pensando? –pregunta dándole su asentimiento.

Sabe que esa noche los dos van a conseguir lo que desean.

Continúa en el próximo capítulo

Notas finales:

Aparentemente así prosigue la vida de Hanamichi en tanto Kaede se entretiene con sus pelirrojos.


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