Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Solos tú y yo… y los demás por Paz

[Reviews - 39]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Me había olvidado de este capítulo..., tendría que estar incluido en la tercera parte, pero me desajusta toda la trama... Aquí tendréis ocasión de conocer cuando la verdadera naturaleza de Hanamichi comenzó a mostrarse.

Solos tú y yo… y los demás

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 23: Amoríos universitarios

 

Llegó a su apartamento, como primera medida fue meterse bajo la ducha para aliviarse y quitarse el olor de Akira, mientras se masturbaba, su mente se distrajo con uno de sus anteriores pensamientos.

No se consideraba perfecto tal vez por eso mantuvo diversos amoríos fugaces durante sus cuatro años universitarios con diferentes compañeros, aunque también lo hizo con un profesor quien le inició en actividades propias de chicos, si bien él ya estaba entrenado en ellas, solo tuvo que poner en practico lo aprendido, dándole muchas satisfacciones desde entonces, sobretodo liberar tensiones.

Recordando a Ihara-sensei

Ihara-sensei era su profesor de sociales, rondaba los sesenta años, tenía un don especial para hablar,  en sus clases no se escuchaba el menor sonido. Era un hombre de constitución delgada, cabellos excesivamente cortos, mirada sesuda de un azul que parecía el mar en calma, como pudo saber más tarde sentía atracción por los jovencitos, pasión que guardaba muy bien, excepto cuando se encaprichaba con algún inocente muchacho, aquel año él estuvo en su punto de mira, al principio, no sospechó cuando al concluir sus clases le pedía ayuda para llevar diversas cosas a su despacho como trabajos prácticos, cuyo montón de hojas no eran difíciles de llevar, o cargar con algunos libros.

Cuando acababa dejándoselo sobre su mesa de trabajo siempre tenía algún comentario que hacer respecto a lo fuerte que parecía o que su altura debía ser proporcionada al resto de su cuerpo.

Era todavía lo suficientemente inocente para no comprender sus frases de doble sentido, fue un compañero quien le puso al tanto de la peculiaridad de su profesor, al parecer el secreto no era tal. Fue un senpai quien le comentó que tuviera cuidado con él, la advertencia no cayó en saco roto. Además que no tenía intención de liarse con un profesor, el único que había conseguido atraerle era Kaede, los demás no existían para él.

No se fijaba en sus compañeros, por lo que no sabía si eran atractivos o no, su único amor era Kaede.

Una mañana, dos días después de recibir el aviso, y que en un principio creyó fatídica fue cuando comprendió que no necesitaba estar enamorado para tener sexo y eso se lo enseñó Ihara-sensei cuando tuvo el valor de pedirle lo que deseaba de él. Al principio se horrorizó, pretendió abandonar el despacho, pero él a pesar de su delgadez poseía una fuerza inusitada, le alcanzó por detrás, su mano como una tenaza le agarró se prendió alrededor de sus testículos apretándolos casi dolorosamente, sin soltarle, le impidió así que pudiera marcharse como era su intención, cuando escuchó sus palabras intuyó que era capaz de seguir al pie de la letra su suplica. Su presión había disminuido, sin embargo, él sentía una picazón harto conocida.

-¡¡Quiero que me rompas con tus estocadas!! –su voz tenía un tono demandante, exigente y su mirada azulada un brillo acuoso que le incita.

Media hora después dejaba el despacho, lo que pasó allí fue satisfactorio para ambos. Su profesor tardó un par de días en reponerse de su cogida, él descubrió que era capaz de excitarse y tener sexo sin estar ligado sentimentalmente, había pensado que Ihara-sensei había tenido suficiente, pero se equivocó, él viejo quería más y nuevamente le exigió suplicante y lloroso como un crio ante una rabieta para que le cogiera y él lo hizo hasta que fue sustituido por otro joven, no le importó porque había aprendido mucho durante el tiempo que mantuvo su tórrida relación.

Ihara-sensei aquel curso se lo aprobó con sobresalientes.

De haberse descubierto lo que hubo entre ellos, ninguno se hubiera salvado del escándalo como le sucedió algunos meses después, siendo obligado a renunciar tras ser acusado de diversos delitos que no fueron especificados, aunque los estudiantes tuvieron corrillos por una buena temporada. Ihara-sensei estaba casado con la hija de un importante político que hizo declaraciones en la que ella, sus hijos y nietos, se avergonzaban de él. Saberse que había mantenido una relación gay no solo fue el fin de su carrera sino también de su matrimonio.

Se sintió afortunado que su relación durara poco, de lo que había aprendido a su lado y que puso en practica más tarde, dos meses más tarde cumplió años y fue considerado mayor de edad.

Recordando a Matsu-kun

Durante su segundo año de carrera, conoció a Matsunaga Michihiko. A pesar del tiempo transcurrido todavía recordaba los buenos momentos pasados a su lado. Ocupaba un banco, por delante de él, a veces se giraba para resolver para preguntarle algunas dudas que tenía. Era un chico de su misma edad, unos meses más joven, aunque al mirarle al rostro uno podía creer que era mas joven. Al acabar las clases le acompañaba por los pasillos hasta la puerta del gimnasio donde él tenía practicas, solo entonces, Matsunaga se despedía y se iba a la biblioteca a estudiar. Era muy aplicado y siempre participaba en las clases. Los profesores le tenían en consideración.

Durante el segundo trimestre del curso, les dieron un trabajo práctico, con un plazo de dos semanas y propusieron que se realizara en grupos de dos o tres. Matsunaga se volvió raudo.

-¿Quieres que lo hagamos juntos? –preguntó.

-¿Por qué no? –respondió con otra pregunta.

Y así fue como comenzaron a quedarse en la biblioteca después de sus practicas en busca de información, cuando Matsunaga le preguntó si tenía inconveniente a continuar trabajando en su piso en las proximidades del campus también aceptó.

Kaede era comprensivo con sus ausencias, tal vez porque él también prefería estudiar en casa sin tenerle a él sobre su espalda interrumpiéndole con sus propias dudas.

Si algún fin de semana no podía ir a tiempo tenía que llamar a Kaede diciéndole que iba a retrasarse para que no le esperara despierto. Siempre que regresaba a casa le encontraba profundamente dormido, se desvestía con cuidado para que no supiera que pasaba de medianoche. Antes de comenzar sus estudios universitarios él le pedía que volviera antes de esa hora.

Al cabo del tiempo reglamentario para entregar su trabajo conjunto así lo hicieron. Sin embargo, algo había cambiado en ellos y continuaron viéndose en el piso de Matsunaga, para entonces había pasado a llamarle Matsu-kun y él era Hana-kun.

Lo ocurrido fue debido al trato directo que hubo entre ellos. Con el compañerismo llegó la confianza, lo que motivo que algunas tardes se demoraran más tiempo en realizar el trabajo, pues se tomaban cortos descansos en los que charlaban amigablemente, se hicieron confidencias  acerca de cosas que les gustaban y terminaron dándose cuenta que coincidían en gustos. Ni siquiera se plantearon encamarse, simplemente ocurrió, tras la sorpresa inicial de ambos al besarse, se miraron en silencio, enseguida reanudaron la caricia, después sus manos se volvieron audaces y finalmente acabaron tirados en el piso descubriendo que se sentían a gusto haciéndolo, por lo que después de esa primera vez aprovechaban cada momento que podían quitarle a sus estudios para complacerse el uno al otro con posturas que parecían imposibles de ser llevadas a cabo y que ellos llevaban a cabo como si sus músculos fueron de goma.

Nunca pretendió engañar deliberadamente a Kaede, aunque si recuerda haber pensado, cuando su profesor le botó, que no le importaría encontrar un nuevo entretenimiento, solo para descargar tensiones durante el tiempo de exámenes que era cuando peor se sentía. Extrañaba a Kaede una barbaridad y por las noches se abrazaba a su almohada en su cama vacía. Matsu-kun fue mucho más que eso, y aunque su relación con él se mantuvo durante seis meses, en ningún momento se enamoró de él.

De un modo casual supo que Kaede quedaba para verse con alguien, supuso que debía ser algún compañero, aunque sus respuestas monosilábicas, mostraban lo poco que le gustaba ir. Apenas colgó la llamada, se dirigió al aseo, donde estuvo dándose una ducha rápida.

-Me ha llamado mi padre, no se cuanto tiempo me entretendrá. –le dijo cuando fue a avisarle a la cocina donde él fingía estar ocupado con la cena.

-¿Vas a Tokio? –le preguntó extrañado.

-Si, no me apetece nada, pero tengo que ir.

-Tendrás que quedarte esta noche allí.

-Me temo que si…

Durante un instante se preguntó si había visto un brillo ilusionado en su mirada. Al segundo recordó que Kaede había tenido una discusión con su padre y que encontrarse con él no le ilusionaba nada.

Después de aquella tarde, pasado un tiempo Kaede volvió a ver a su padre y sin que hubiera razón de hacerlo, se dio cuenta que había una secuencia precisa las veces que Kaede iba a ver a su padre, todos los jueves cada dos semanas, salía a las cinco de la tarde y no volvía a verlo hasta el día siguiente, podía faltar a sus clases pero los entrenamientos eran sagrados para él. Nunca fallaba a uno si bien durante ellos su rendimiento era mas bajo, se le advertía más lento en sus movimientos, corría como si se estuviera conteniendo, preocupado le observaba, dándose cuenta que cuando creía que no le veía dejaba ver en su rostro una mueca de dolor. Esa actitud le dejo perplejo porque no encontraba una razón plausible para ella, porque después de ese día él volvía a ser el mismo de siempre haciéndole olvidar lo visto hasta que volvía a repetirse.

El vió la oportunidad perfecta, esa misma noche quedaba con Matsu-kun, continuaron encontrándose durante tres meses al cabo de los cuales, durante unas cortas vacaciones de invierno, Matsu-kun le comentó que se había puesto de novio con un senpai del último curso, habían coincidido en el mismo lugar donde pasaban unos días, él le felicitó y le aseguró que no le había roto el corazón. Matsu-kun respiró aliviado al oírle. Quedaron como buenos amigos.

Recuerda que por aquellas fechas Akira se le declaró una vez más y volvió a rechazarlo, por entonces su relación con Matsu-kun había concluido. Kaede continúa visitando a su padre, él ha aprendido a no preguntarle, porque no quiere escuchar sus bufidos. Al parecer aunque se ven a menudo no han limado asperezas.

Recordando a Chishu Hifumi

Chishu-san era su senpai en tercero y fue con él con el que mantuvo una relación que duró solo un mes, no tuvo problemas para verlo pues Kaede, aunque no se reconciliaba con su padre seguía yendo a verlo. Suponía que llevaba una existencia solitaria tras ser abandonado por su esposa y su concubina, al descubrir estas que preferían vivir solas. Esa relación lésbica había provocado la discusión con su hijo al insultarlas, Kaede no podía perdonarle porque las quería por igual y entendía que ellas se amaran. Esa circunstancia era favorable para mantener su romance con su senpai, Hifumi-kun era muy dulce y cariñoso, presto a hacer cualquier cosa que él le pidiera, por difícil que pareciera le complacía en todo.

Él se sentía complacido con esa relación que no era nada exigente, hasta que el chico empezó a decir que estaba enamorado de él, le dejo claro que él no buscaba enamorarse, que a su lado lo pasaba bien y ya que él metía de por medio los sentimientos lo lamentaba pero tenía que dejarle. Le había dejado bien claro al comienzo que no se enamorara, porque para él solo era un entretenimiento.

Una semana más tarde le vió del brazo de un chico mayor, sus miradas se cruzaron un instante, su senpai se volvió para mirar al chico que le acompañaba y se mostro cariñoso con él, comprendió que estaba intentando encelarle, se dio media vuelta y marchó a la biblioteca, allí encontró a Matsu-kun con quien seguía manteniendo una relación de compañerismo y amistad.

Recordando a Anzai Meguru

Durante el tercer trimestre, coincidió con durante una conferencia con un chico cuyo rostro se le hizo vagamente familiar sin conseguir identificarlo, al acabar la exposición del conferenciante, salieron juntos comentando sus opiniones acerca de lo que habían escuchado, coincidían en su manera de pensar y para continuar la charla, se detuvieron en la cafetería de la universidad para seguir analizando el estudio medioambiental del catedrático, fue en el momento de despedirse después de estar dos horas debatiendo se dieron cuenta que no se habían presentado.

Tras el estupor del primer instante, casi lo hicieron al mismo tiempo.

-Anzai Meguru

-Sakuragi Hanamichi…

-Formabas parte del equipo de basquetball del Shohoku –exclamó el muchacho mirándole con admiración- Mi abuelo siempre os recuerda con cariño. Me contó que fue el mejor equipo que tuvo el honor de dirigir.

Solo entonces supo porque se le hacia conocido. Sus rasgos eran muy parecidos a los de su querido gordito, y al igual que él también estaba desarrollando una gordura propia de los que disfrutan comiendo.

Quedaron en llamarse, porque el joven había acudido a la conferencia por su interés por el medio ambiente, ya que esa no era su universidad.

Sus ocupaciones y horarios pocas veces coincidían por ese motivo se conformaba con hablar por teléfono, lo que hacían bastante a menudo. Así se enteró que formaba parte del equipo de sumo de su universidad y que su mayor deseo era alcanzar a los grandes campeones.

En una de esas ocasiones la conversación derivó hacia el famoso equipo de Shohoku que había alcanzado a vencer a grandes jugadores, llevándose el trofeo, después de dos años de intensa lucha. No podía menos que pensar la tarde que salió lesionado y el cansancio físico fue quien los venció a sus compañeros cuando jugaron la final. Cuando mencionó a los diferentes jugadores, el tuvo que reconocer que había perdido el contacto con ellos excepto con Rukawa ya que compartían apartamento.

Él muchacho le comentó que su abuelo le decía que siempre estaban discutiendo y él tuvo que reconocer que así era, pero que ahora era diferente, aunque le resultaba agradable hablar con él, no tenía porque abrirle su corazón.

A veces le llamaba al móvil, sus conversaciones solían ser cortas, sin embargo, una tarde se prolongó bastante y cuando llegó Kaede le encontró atento a la conversación. Meguru-kun se dio cuenta que su interlocutor no le prestaba la debida atención por lo que acabo despidiendo, después de insistir en su invitación.  ´

Apenas quedo libre Kaede se inclinó para besarle, un beso suave, al separarse preguntó:

-¿Con quién hablabas?

No sintió la necesidad de ocultárselo y le contó como había coincidido con Meguru-san durante una conferencia en su universidad enterándose al concluir que era el nieto del entrenador Anzai, si bien no le dijo que después de acabar la charla, estuvieron más de dos horas conversando sin  que fuera consciente de que había pasado tanto tiempo en su compañía, ni tampoco que ahora era Meguru-kun le esperaba los jueves a la salida del entrenamiento, en un salón de té, donde conversaban de un montón de temas, ni tampoco que su trato con él estaba alcanzando el grado de la amistad, sobre todo porque echaba de menos a Yohei que por motivos familiares se había trasladado a Aomori comunicándose a través del correo electrónico, en ocasiones especiales se llamaban al móvil. La presencia de Meguru-kun era como tener a su amigo a su lado, aunque todavía no había llegado al grado de hablarle de su vida privado o de sus sentimientos respecto a la vida en general, sus conversaciones eran académicas, a veces mencionaban el pasado si surgía el tema, sin alcanzar el nivel de las confidencias, ni tampoco iba a decirle que cada vez que le veía sin saber porque se sentía atraído hacia él.

-Llamó para invitarnos, al parecer el domingo pasado estuvo con el entrenador Anzai, -seguía llamándole así aun sabiendo que ya estaba retirado por motivos de salud y tuvo que dejarlo- Cuando supo que me había conocido le pidió que fuéramos a verle, que le agradara conversar con nosotros. Me gustaría ir –se anticipó antes que diera una negativa al ofrecimiento.

Kaede asintió complaciéndole.

Agradecido paso sus brazos por su cuello, colgándose de él e iniciando un beso que concluyó en su dormitorio, entregándose a Kaede en lo que fue una noche memorable.

Dos días después se encontraron con Meguru-san en el andén, pudo notar que Kaede tuvo un leve parpadeo al verle, como si en algún momento hubiera llegado a pensar que tenía un rival en él, indudablemente lo descartó como tal, porque nunca más después de esa tarde volvió a mencionarle.

Kaede nunca llego a saber que esa tarde, mientras el entrenador Anzai le entretenía conversando, el comenzó a dar un paseo por la finca llegando a un edificio alargado, que si bien estaba aislado del resto de las edificaciones se veía el edificio principal. Allí encontró a Meguru-kun haciendo practicas de sumo. No deseaba interrumpir su entrenamiento por lo que fui a sentarme lejos del alcance de su mirada para no distraerle.

No imaginó que iba a encontrarle llevando aquella única prenda que llevaba puesta, llamaba mawashi. Había leído que ese trozo de tela tiene una longitud de nueve metros y unos sesenta centímetros de ancho, llegando a pesar cuatro kilos, solo por eso se entendía que tuvieran esa constitución,  la parte baja de su cuerpo tenía que soportar ese peso, imagina que tenía un asistente para colocárselo con varias vueltas alrededor de su cintura y pasado por su entrepierna para luego quedar sostenido a su espalda con un enorme nudo.

 Estaba impresionado al ver ese volumen de músculos que daban la impresión de ser blandos al tacto, unos hombros anchos, un pecho musculoso cuyas tetillas destacaban en aquella masa de carne que caía formando una profunda arruga, estomago y vientre se confundían en un prominente conjunto. Viéndole, todo su cuerpo rasurado, pensó que sentiría al apreciar la tersura de su piel bajo las palmas de su mano, su vientre colgaba por encima de su cinturón y más aún deseaba ver lo que ocultaba y como seria hundirse en las profundidades de ese espécimen de hombre.

Cuando daba un paso con la fuerza de sus pies, el suelo parecía temblar. Todo él era una impresionante montaña de músculos. Sus piernas cortas de muslos enormes. Todo lo que estaba a la vista era grande y el deseo de verlo sin ese cinto se intensificó.

Media hora después le vió detenerse y volverse hacia él.

-Hola, gracias por venir. –agradeció que aceptara su invitación yendo hacia él.

-Gracias a ti… -Se puso de pie y solo en ese instante se percató que ya no estaban solos, un sirviente esperaba junto a una puerta que le había pasado desapercibida.

-Puedes retirarte, por hoy no voy a necesitarte –dijo siguiendo la mirada de su visitante.

-El baño esta preparado –dijo dando una profunda reverencia.

Al momento quedaron solos.

-¿Quieres ayudarme? –le pidió dirigiéndose hacia la puerta por donde el sirviente había marchado.

Esa petición le hizo saber que estaba pidiéndole, por ello antes de seguirle dirigió una mirada a través de los shojis abiertos, Kaede y el gordito continuaban departiendo juntos, a su lado tenían mesas zen con, la distancia no le permitía ver distinguir el contenido, supuso que se trataba de un servicio de té. Su ausencia parecía pasar desapercibida un poco más.

Le siguió sin dudarlo, atravesaron una galería desembocando en la entrada de los baños. En una de las paredes, un mueble de estantes, en los que había diversos paños para su uso y los elementos necesarios para el aseo.

No necesitó que se lo pidiera, comprendía lo que deseaba, por ello se situó a su espalda y bastante torpemente desató el nudo, su torpeza era patente y más cuando el extremo de tela que sostenía se deslizó al suelo.

Quedo bastante desilusionado al verle de frente, Meguru-kun tenía un pequeño pene, totalmente desproporcionado con el volumen de su cuerpo, supuso que era debido a que de ser lo contrario, sería una molestia durante las luchas.

-No soy como esperabas –dijo Meguru-kan al percibir su mirada.

-Dame tiempo y te diré que esperaba. –porque veía buenas posibilidades de disfrutar de esa mole humana.

Una hora más tarde se reunía con el entrenador Anzai y con Kaede que volvió la mirada hacia él como preguntándole donde se había metido.

-Es impresionante lo que tiene aquí, entrenador Anzai, no me importaría disfrutar de un espacio tan relajante, he visto sus jardines tan bien atendidos que me he preguntado cuanta gente trabaja aquí.

-Ho…ho…ho…ho…ho…ho…, puedes venir siempre que quieras. –ofreció risueño.

-No quisiera abusar de su generosidad…, pero… lo recordaré el día que me sienta estresado –comentó con una sonrisa.

-Ven cuando quieras…, -aunque no lo dijo sabía lo mucho que tenía que agradecer a Hanamichi, él le había salvado la vida cuando tuvo un ataque al corazón. Le debía demasiado.

En ese instante Meguru-kun se reunió con ellos, y la conversación se amplió siguiendo otros derroteros.

La visita se prolongó un poco más, luego Kaede agradeció la atención recibida y los cuatro se levantaron para despedirse.

Durante el trayecto en tren Kaede no mencionó a Meguru-kun, ni tampoco que había estado hablando con el gordito, Hanamichi no le insistió.

Recordando a Fukuyama Katsumoto

Estaba cursando su último año, y el estrés por ser el último trimestre le estaba agobiando, no podía encontrar ayuda en Kaede porque estaba igual o mas estresado que él, así que hizo lo único que podía aliviarle, encontrar un amante, el chico elegido su Fukuyama Katsumoto, le fue recomendado por Matsu-kun que había aprendido a conocer sus estados anímicos.

Le agradeció la ayuda. Dos días después el chico estaba en su cama, bueno, era un decir, se desahogaba con él en un hotel del amor próximo a la estación de la línea de trenes que le llevaría a su casa, donde Kaede le esperaba, como no, dormido sobre los libros.

Entonces agradecía que su novio no perdiera esa sana costumbre, podía llegar a casa tarde que no iba a enterarse, buen cuidado ponía él en entrar con sigilo.

Kastsu-kun tenía un aspecto intelectual, llevaba gafas de aumento que desfiguraba sus ojos, dándole una apariencia extraña. Siempre iba leyendo un libro mientras cruzaba el campus, donde chicos y chicas le evitaban porque el chico podía llevarles por delante. Tenía las mejores notas de su curso y según las malas lenguas no tenía pareja conocida porque nadie gustaba de ver su rostro picado por una enfermedad infantil.

Matsu-kun le aseguró que tenía un buen informante, quien le aseguró que el chico solía tener amigos íntimos que solo le duraban una noche.

Hanamichi necesitaba mucho más tiempo para liberar tensiones y se aseguró de dejarle tan agotado y satisfecho que el muchacho accedió a acudir a su lado siempre que lo deseara.

A partir de esa primera vez, hubo muchas mas, al punto que el chico llamaba la atención porque a su sugerencia dejo de llevar sus horribles gafas por unas lentillas, se hizo un corte de pelo moderno, cambio su ropa desaliñada por una vestimenta más acorde con un joven universitario a punto de acabar una carrera y que necesita causar una buena impresión a sus posibles empleadores. No siempre disponían de tiempo para entretenerse, por ello tomo la costumbre de tener polvos rápidos en los lugares más inverosímiles dentro del área de la universidad, detrás de la escalera de servicio, en los baños del último piso y que estaban siempre desocupados porque la planta no estaba abierta a los estudiantes, en los espesos matorrales del campus, en horas en que aún podían aparecer estudiantes por lo que lo hacían en silencio, en el cuarto del conserje cuando este estaba ausente con el morbo de ser descubiertos, y así siempre que les era posible.

Le perdió la pista después de la graduación, hasta que una tarde paseando con Kaede, le vió en un parque de la ciudad, iba con un hombre muy apuesto, su koi que parecía que tenía un radar cuando miraba a otro hombre le preguntó si le conocía.

-Nos graduamos el mismo año, me preguntaba quien sería el otro.

-Un reconocido empresario de Tokio, el joven es su pareja, al parecer abandonó a su esposa por él. Fue un escándalo, las malas lenguas dicen que lo atrapo por su dinero. Viéndoles no dan esa impresión.

-Tampoco lo creo. Fukuyama no es de esos.

-¿Le conociste bien?

-Solo un poco… -no iba a decirle que tan a fondo le conocía.

Recordando a Mitsui Hisashi

Llevaba más de tres meses sin mantener relaciones con Kaede, cuando regresaba le encontraba dormido sobre los libros, solo le quedaba acostarle y hacerlo él a su lado. Los dos estaban llevando sus estudios con intensidad, se aproximaban los exámenes finales y con la aprobación, llegaría el final de su carrera.

Ese año había sido el más duro de todos, sobre todo porque últimamente su mano derecha era su mejor amiga y ese detalle empezaba a resultarle molesto sobre todo porque Fukuyama quien se prestaba amablemente a liberar tensiones tuvo que irse a su casa debido a un problema familiar.

Estaba lo suficientemente desesperado como para faltarle el respeto a un muerto si lo tuviera delante. No fue preciso llevar a tal extremo, le salvó tropezarse con un chico y al ir a disculparse se encontró ante un rostro conocido. No tenía intención de tener un lío amoroso con un ex compañero, sobre todo porque podía irse de la lengua.

-¡¡Mitsui!! ¡¡Que placer verte!! Vayamos a tomar unas copas.

Mitsui sin tiempo a reaccionar se vió arrastrado por su ex compañero por el campus universitario hacia una licorería donde compró varias botellas de sake y luego hacia el hotel del amor. Una vez en el interior de la habitación, Mitsui nunca tuvo ocasión de entrar en uno, miró a su alrededor con curiosidad.

-Aquí podemos beber sin molestar a nadie. –dijo Hanamichi, abriendo una de las botellas que alineó en el suelo al alcance de su mano. En memoria de los buenos tiempos pasados brindaron por unos y por otros, recordaron con cariño aquellos años y cuando ya los dos estaban bastantes achispados, salió un tema que ambos parecían querer evitar.

-¿Rompiste con Rukawa? –miró por encima de su hombro, la cama le atraía como un imán o debía ser su compañero quien le atraía, tenía que reconocer que los años le habían dado galanura y una atracción por demás atrayente.

-¿Y tú con Kogure?

-No.

-Yo tampoco.

-Por Kogure. ¡¡Kampai!!

-¡¡Kampai!!

Bebieron la copa de un golpe. Hanamichi volvió a llenar las copas.

-Por Rukawa. ¡¡Kampai!!

-¡¡Kampai!!

Copas al centro y nuevamente las vaciaron de un trago, continuando con los brindis casi hasta que las botellas comenzaron a rodar por el piso ya vacías.

-Por Miyagi, ¡¡Kampai!!

-Por Akagi, ¡Kampai!!

-Por Ayako, ¡¡Kampai¡!!

-Por el entrenador Anzai, ¡¡Kampai!!

-Por tus amigos, ¡¡Kampai!!

-Por Haruko, -recordó Hanamichi, entre las brumas que invadían su mente- ¡¡Kampai!!

-Esta gorda y fea… fea y gorda –repitió Mitsui, su mente se negaba a coordinar correctamente- Estaba en la playa con una caterva de críos. Hiciste bien en rechazarla…, no vale nada…

-Por ti, ¡¡Kampai!! –exclamo alegremente Hanamichi.

-Por ti, ¡¡Kampai!! –repitió mirando a su compañero.

Tras ese último trago, Hanamichi abrió mucho los ojos al procesar lo que había escuchado.

-¿Gorda y fea? –preguntó.

-Hummm…

-¿Gorda y fea? –repitió con una expresión infantil en el rostro, inflando graciosamente los pómulos- ¿Así?

-Más… mucho más…

-Tú, ¿Qué hacías?

-¿Donde?

-¿Dónde la viste?

-¿A quién? –preguntó confundido.

-Haruko… dijiste fea y gorda… -soltó una risilla como si estuviera recordando un chiste gracioso- De la que me libre...-farfulló para si.

-En la playa…

-¿Y tú?

-¿Yo qué? –cada vez se sentía peor.

-¿Qué hacías? -

-¡¡Ah, tomaba el sol!! Solo un poco cada día…, por eso de que es bueno… no malo… -aclaró trabucándose.

-Enséñame…

-¿Qué cosa? –se había dejado caer tumbado en el piso de la habitación. El techo se movía por encima de su cabeza. Vio que desde el otro extremo, se le acercaba Sakuragi andando a cuatro patas.

-El techo se mueve.

-Estas borracho…

-También tú…

-Si, ¿Qué quieres? –preguntó al ver su mirada muy fija en él.

-Ya sabes…

-No, no lo se… -abrió mucho los ojos al sentir los labios de Sakuragi presionando los suyos en un beso con sabor a sake.

-Sabes rico…

-¿Qué haces? –le sujetó alrededor de sus muñecas para apartar sus manos de su cuerpo.

-Ayudarte que quitarte tu ropa, quiero ver tu tatuaje.

-No tengo tatuajes.

-¿Tomabas sol desnudo? –exclamó quedando con la boca abierta de la impresión.

-¡¡Baka!! Por supuesto que no.

-Entonces lo tienes -y sin pudiera detenerle, soltó su cinturón y bajando el cierre se apresuró a quitarle pantalón y bóxer a un tiempo. Una sonrisa tonta asomó en sus labios y con gesto infantil la punta de su dedo fue delineando la diferencia de color en su piel, allí donde su tanga había quedado marcado- Lo ves, tienes un tatuaje –tartajeó  con una risa divertida.

Mitsui sintió un escalofrió recorrerle al suave tacto de Sakuragi, una picazón y su miembro se alzó. Avergonzado solo atinó a cubrirse el rostro con su brazo.

-Es…para…mi…, hermoso… -el contacto de sus dedos alrededor de su tronco le estremeció y la humedad que le cubrió le provocó una sacudida hundiéndose más en esa boca cálida que le mamaba de un modo tan intenso su pene como sus testículos llevándole a correrse de un modo que llevaba meses sin sentirse tan excitado.

A la mañana siguiente, al despertar se incorporó al ver que estaba medio recostado sobre el cuerpo de Mitsui. Los dos estaban desnudos encima de la cama deshecha. Solo recordaba sensaciones y gemidos.

Fue así como despertó Mitsui, se sentó llevándose las manos a la cabeza. Tenía una resaca monumental.

-Nos pasamos bebiendo.

El sonido de su voz martilleó dentro de su cabeza.

-¿Qué hicimos? –su inútil pregunta fue respondida con una risilla.

 Ambos estaban demasiado borrachos para recordar con nitidez que había pasado la noche anterior. Solo Mitsui tuvo la certeza, al intentar levantarse un doloroso escozor en su ano le hizo soltar doble gemido por sus dos malestares, ambos igual de malos, su resaca y el dolor de su trasero.

-Tendremos que repetirlo estando sobrios –comentó Sakuragi fijándose que alrededor de ambos, había diversos juguetitos.

Mitsui le miró asombrado. Nunca había esperado escuchar esas palabras. Creyó que se había dejado llevar por el sake y supo que no le importaría repetirlo.

-Llámame cuando quieras –y le dio su tarjeta instantes antes de despedirse.

-Cuenta con que lo haré…, así sabremos si nos gusto.

Asintió.

Pasaron varios años hasta que tuvieron ocasión de volver a verse y fue a través de Kogure.

**************

Tres años más tarde estuvieron en el funeral del entrenador Anzai, entonces no podían imaginar que un par de días después Hanamichi iba a recibir una inesperada herencia. Aquella hermosa residencia en el distrito de Seya había pasado a ser propiedad de Hanamichi, el no quiso aceptarla, no merecía tal regalo, sin embargo, Meguru-kun y el resto de sus familiares afirmaron que estaban de acuerdo, respetaban la voluntad de su pariente, era su regalo de cumpleaños como agradecimiento por haberle salvado la vida.

Fue así como se mudaron a su nueva residencia en la ciudad de Seya.

Tenía veinticuatro años y estaba trabajando en Shohoku como profesor de Educación Física, trabajo que consiguió por intermedio de su querido gordito.

**************

Recordar sus amoríos universitarios le ha puesto a tono y es entonces cuando escucha la llamada y él aún continuaba bajo la ducha, sin acabar lo que había empezado.

Sabe que es su suegro. Se mira, no tiene tiempo de remediar lo irremediable, recoge la yukata, es amplia y oculta su erección.

Se dirige al contestador del exterior, enfocando la cámara hacia la persona que esta frente al acceso exterior. Se queda mirando el rostro del hombre que esta allí.

El parecido es asombroso.

Pulsa el interruptor de apertura, debido a continuos asaltos de vándalos que destrozaban el mobiliario, el edificio se ha modernizado al punto que existen diversas cámaras de seguridad que van enfocando a los visitantes, a través de esos dispositivos sigue su avance con interés.

Sale a esperarle al vestíbulo, quedando junto a la puerta abierta.

Hasta el próximo capítulo…

Paz

Notas finales:

Mesa zen: Una zen es una bandeja sencilla individual. El servicio de mesa se coloca sobre la bandeja. Tiene cuatro patas para apoyarla en el piso a modo de mesa.

 

Volveremos a encontrarnos el viernes...

Me he enterado que hoy comienza expomanga 2012, voy a intentar ir, supongo que será entretenido ver todo eso.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).