Un beso era algo totalmente normal a esa edad. Tan normal como comer chocolate, jugar con las figuras de acción y hablar de televisión en la escuela. Era tan normal y tan bello como un amanecer, como sentirse enamorado o incluso como respirar. Sí, sin dudas lo era. Era normal querer experimentar el primer roce de labios con una compañerita de curso, de una forma inocente y tierna. Pues eso, sin dudas, era parte de la niñez.
Akihiko entendía eso a la perfección, tanto que le dio un poco de gracia cuando su mejor amigo se lo planteó de una forma desesperada. En ese momento, ellos tenían veinte años y Takahiro aún seguía sorprendiéndolo con su inocencia.
—Usagi… —El universitario escuchó su apodo en casi un susurro. Se acomodó en el sofá de la casa de su amigo y dejó la taza con café a un lado; sabía que cuando Takahiro lo llamaba así y después su rostro se volvía en una mueca de desesperación, era porque algo malo había sucedido con su hermanito menor.
—¿Qué sucede, Takahiro? —Akihiko estaba consciente de que era una especie de profesor para él. Cualquier cosa que sucediera, el joven acudiría hacia él, lo que le hacía sentir un poco feliz.
El chico de cabellos azulados lo observó con el semblante serio, aunque también se le denotaba un gran nerviosismo. Posteriormente, acudió a sentarse en el sillón del frente.
—Mi hermano menor me vino con un planteo algo… —Su voz le comenzó a temblar un poco— bueno, como veras, los niños de hoy están muy “hormonados”, él vio a dos de sus compañeros besándose… ¿Entiendes?
—Ooh, claro, totalmente común.
—¿¡Común dices!? ¡Tiene diez años! ¡No debería estar pensando en esas cosas! —De repente, el gesto de Takahiro cambió a adoración— sé que él es como un príncipe para las chicas, tan guapo y galán, pero ¡no debería hacer esas cosas todavía!
Akihiko se sintió algo incómodo, su amigo sí que adoraba a su hermano y lo sobreprotegía. ¿Qué quería que le dijera?
—Sí, emm, ¿deseas que hable con él?
En ese momento, su mejor amigo se paró de un brinco para juntar sus manos y ver con fascinación al hombre de ojos púrpuras.
—¿Harías eso por mí, Usagi?
—¡Claro! —Le regaló una gran sonrisa, en ese momento, Akihiko sabía que se estaba metiendo en alguna especie de lío, pero bueno, si era por Takahiro, todo se encontraba bien, ¿no?
OoO
—¿Qué te sucede? —Preguntó el escritor al entrar a la habitación del menor. El pequeño, quien se encontraba sentado en la cama abrazando un peluche de conejito, alzó la mirada para encontrarse con los potentes orbes del emisor.
—¿Eh? ¿L-lo conozco? —Pronunció algo tímido. Usami aprovechó y se sentó a un costado de la cama.
—Tu hermano me contó algo sobre los besos— Al escuchar esta última palabra, Misaki se encogió un poco de hombros y un ligero sonrojo se apoderó de su rostro.
A Akihiko no le agradaba ese pequeño. Todo por el simple hecho que lo único que hacía su mejor amigo era hablar sobre él todo el tiempo; sentía que, de alguna forma, les “robaba” tiempo.
—S-sí— respondió rodando sus ojos hacia el suelo. El universitario lo observó con curiosidad— dos compañeros de mi escuela se besan. En la televisión también lo hacen— su voz era totalmente seria. Finalmente, con un tono algo triste, concluyó—: mamá y papá se besaban antes de morir.
En ese momento, el mayor comprendió toda la situación: Misaki quería aprender a besar.
No, él nunca le enseñaría tal cosa, ¡por nada en este mundo!
—Nii-chan dice que no son cosas que a mi edad debería hacer, pero todos en mi colegio lo han hecho, en especial los del último grado.
—No es algo que mocosos como tú deberían hacer.
Misaki levantó la mirada hacia el mayor, con su rostro completamente enrojecido y los ojos llorosos. Akihiko se preguntó qué sucedía en la mente de ese niño. Suspiró de resignación. Si era la única manera, lo haría.
—Está bien, pero debes prometerme que será un secreto entre tú y yo, y que si lo hago no molestarás más a Takahiro.
El menor lo observó confuso.
Sin embargo, no hubo mucho que pensar, ya que el mayor tomó entre sus manos la carita del chico de diez años y la fue acercando poco a poco a la suya. Misaki sintió como su corazón empezó a latir con rapidez, ¿qué era lo que estaba a punto de hacer ese señor?
—¿Q-qué haces… S-señor…?
Poco a poco, Akihiko unió sus labios con los pequeños del niño. Fue él quien dirigió el beso y quien intentó emparejarlo al sentir que el infante le correspondía con demasiada torpeza. Por su parte, Misaki sintió como si el mundo se le diera vuelta, como si su corazón ardiera en su pecho y perdiera su mente en algún lugar desconocido. El mayor separó un poco sus labios dejándolo respirar y los besó nuevamente. Esta vez el menor no tuvo reacción, ya que Usagi se dedicó a chupar un poco los labios y luego apretarlos fuertemente con los suyos, dejándolo sin aliento.
Finalmente, Akihiko alejó la carita colorada del menor y lo observó con un poco de ternura. ¡Por dios, tenía diez años! Ahora sabía de lo que hablaba Takahiro.
—Tú debes practicar mejor con niños de tu edad—sentenció el mayor mientras se levantaba de la cama. El pequeño parecía una estatua, no tenía reacción alguna, solamente se dedicaba a mirarlo con los ojos gélidos sin siquiera pestañar.
El universitario sintió que ese beso fue uno de los más tiernos que tuvo, por lo que casi le gustó.
Se retiró de la habitación, dejando pensar al menor el por qué de que su corazón latiera tan fuerte.
Misaki luego de eso pensaría en ese beso durante largos meses. Luego lo iría olvidando. Finalmente, lo recordaría y mantendría en su corazón para siempre, la vez que se besara nuevamente con la misma persona, en una noche de nieve y angustia… Y se enamorara de él.