La lluvia azotaba fuertemente a Privet Drive 4. Los rayos y los truenos podrían asustar a cualquiera, el aire era tan frío que calaba todo tu ser dejándote entumecido. Y el miedo era palpable aun en la inconsciencia.
Al subir la escalera, el sonido de unos furiosos pasos se hacía sonar. Un joven moreno de bellos ojos verde esmeralda, abrió la puerta de la polvorienta habitación en la cual vivía, sellando la puerta de tan fuerte que la cerro. Sus emociones estaban al límite, la rabia que sus tíos le provocaban tenían consecuencias en el medio ambiente.
“son unos malditos” pensó Harry Potter mientras golpeaba una pared con los nudillos provocando que estos sangraran, pero ignorándolo totalmente. En ese momento le importaba más el dolor en su interior. “¿Cómo se atreven? Son unos idiotas, eso es lo que son.” Este tipo de pensamientos rondaban en su mente, aunque fuera increíble que el niño-que-vivió tuviera semejantes pensamientos hacia sus tíos. Pero él sabía que una cosa era meterse con él y otra muy diferente era meterse con sus amigos y sus padres. Más ahora que sufría una repentina depresión.
--------------------------------------- >>>> Flash Back ------------------------------------------------------->>>>
Harry estaba sirviendo el desayuno a sus tíos. Para su tía Petunia unos sabrosos huevos con tocino, para su tío Vernon un enorme sándwich con todo lo que había en el refrigerador y para su molesto primo una enorme pila de hot cakes; todo hecho por él, obviamente.
- Potter, quiero que encierres a esa asquerosa ave. Y no sé cómo le vas a hacer pero tiene que callarse. ¡Debes comprarle un bozal!- Dijo Petunia en tono autoritario sin notar lo ridícula que sonó con eso último.
- Tía, las aves no usan bozal.- Dijo Harry extrañado mientras se servía los restos del desayuno de hace unos días.
- No le contestes a tu tía de ese modo. Ese animalejo no debería estas aquí, tú ya eres demasiada carga.- Comentó Vernon para defender a su “pobre” esposa.
Harry ya no soportaba ese tipo de palabras. Se sentía basura, tenía miedo. Miedo hacia aquello que le podría pasar, a que no hubiera alguien en quien apoyarse a estar solo.
Pero, sus tíos ¿Cuándo le habían tratado diferente?
Tomó su desayuno y decidió irse a su habitación cuando recordó algo importante que quería preguntar.
- ¿No ha llegado ninguna carta para mí?- La tristeza y la esperanza se debatía en su mirar.
Apenas terminó de decir esto y una carcajada estalló en los Dursley.
- Una… jajaja…carta…jajaja… ¿Para ti?- Decía Dudley entre risas mientras se medio ahogaba con su desayuno- Seguramente. Nadie querría enviarle cartas a un idiota como tú.
- No Potter.- dijo Petunia mientras se secaba las lágrimas que tenía a causa de la risa.- Es obvio que no. Ahora vete, no nos arruines el desayuno con tu asquerosa presciencia. ¡Y no salgas de tu habitación! Esperamos a personas importantes.
Harry se extrañó de eso de esperar a alguien importante. Normalmente sus tíos no invitaban a alguien cuando él estaba. Pero tenía más interés en el asunto de las cartas. Tal vez, solo tal vez, si insistían lo suficiente sus tíos se hartarían y posiblemente le dijeran donde las tiraron.
- ¿Seguros? Me prometieron enviarme cartas antes de mi cumpleaños. A Hedwick no le ha llegado nada y mis amigos…
- ¿Tus amigos? ¡¿Te refieres a esos mocosos con los que te juntas?!- Estalló Vernon hecho una furia.- Ya sabía yo que hacía bien en quemarlas ¡Ya sabía yo!
- ¡¿Las quemó?! – Harry abrió los ojos a más no poder mientras se ponía colorado de puro enojo. Sus amigos podrían preocuparse de que no contestara. Más bien él estaba preocupado por ellos.- ¿Cómo es que se atrevió? Son mis cartas. No las puede quemar así nada más porque se le dio la gana.- Gritó Harry.
- ¡Claro que si puedo! Esta es mi casa y yo digo que se puede y que no. Y digo que no puedes hablarme así. ¡Ahora vete! Y dile a esos que no quiero que vuelvan a enviar ni una carta a esta casa. ¡Vete!
- Primero quiero mis cartas. Mis amigos…
- ¿Qué no puedes decir otra cosa? ¿Amigos? Ellos solo están contigo por lastima y porque nadie más quiere estar con ellos.- Dijo Petunia con su voz chillona y una desagradable sonrisa.- Se acabó. No quiero que vuelvas a mencionar algo que tenga que ver con ellos, o te quedaras sin comer 3 días. No quiero que mi casa se ensucie con su mención. Menos de esa niñita tonta. Pudiendo ser normal tuvo que salir podrida. Y lo peor de eso es que seguramente sus padres la apoyan. Como a tu asquerosa madre. Por suerte está muerta.
Al “niño dorado” se le cayó el alma hasta los pies. Ese se había convertido en tema prohibido con sus tíos. Una línea invisible que nunca nadie pisaba. Ni sus tíos ni él. El hecho de mencionarlo era un golpe bajo para cualquiera.
De repente todo empezó a tronar, el cielo y la lluvia azotaban cada vez peor. Harry no podía controlar la rabia que crecían en su interior.
- En primero- dijo muy enojado- Hermione no es ninguna “niñita tonta” y en segunda ¡¿Cómo se atreve a decir algo como eso acerca de mi madre?! ¡Lo que ocurrió fue algo horrible!
- El que ellos murieran fue justicia. Ella y él no hacían nada más que contaminar el mundo. Igual que todos ustedes. El mundo estaría mejor sin ustedes.
- Suficiente.- rechinó los dientes Harry- No permitiré que hables así de ellos.
Eso que Petunia escucho lo aprovechó indudablemente.
- Entonces vete. Lárgate de aquí. Ya tienes 16 años. Ve por ti mismo.- Petunia casi podía escuchar como su detestable sobrino, según ella, le decía que se iba. Casi. Hasta que un frío extraño empezó a aparecer.
- ¡¿Qué más quisiera yo largarme?! Pero no puedo hasta cumplir 17. Así que mientras tendré que seguir aguantando a una familia tan idiota.
- ¡Esto se acaba aquí!- exclamó Vernon peor que antes.- No vas a comer en una semana y no vas a poder salir de tu habitación más que para hacer tus tareas. Si no yo mismo voy y te hecho de una vez-
La ira que Harry sentía empezó a hacer que se sintiera miedo en la atmosfera de esa casa. Como advirtiendo que era mejor no provocarlo. El primero a quien caló el miedo fue a Dudley, que andaba de mirón disfrutando el espectáculo, y chillón, como siempre, empezó a gritar. Luego a Vernon, y por último a Petunia, pero ellos no lo demostraron, o eso creyeron, y fueron a tender los gritos de su regordete hijo. Mientras un moreno de bellos ojos verde esmeralda provocaba una de las peores tormentas que se habían visto.
<<< ------------------------------------Fin del Flash Back <<< ------------------------------------------------------
Golpes. Eso era lo que resonaba en la habitación. Los nudillos de Harry sangraban casi en su totalidad, mientras él derramaba lágrimas de rabia.
“Son uso estúpidos” pensó “Pero yo soy más estúpido por dejarme llorar. Pero es que ya me cansé de todo esto.” Sollozaba “Ellos piensan que mi vida en fácil cuando no lo es. Aun no me quiero morir, no quiero sufrir por culpa de un demente que se enojo porque no me pudo matar siendo un bebé. Pero morir sería mejor que sentir esto.
Me odio, por ser un débil, por ser un cobarde, por sentir miedo, por admitir todo esto. Me doy asco. Malditas lágrimas” pensó mientras con rabia de limpiaba las lágrimas que rodaban por sus mejillas. “No las dejaré ganar, yo encontraré la forma de vencer este asqueroso miedo, aunque sepa que nadie me pueda ayudar”.
Y maldiciéndose interiormente, se quedó dormido en su vieja y dura cama. En un sueño de dolor y odio.
Y es que la cabeza del héroe del mundo mágico era un revoltijo. Hace unos días empezó a caer en una extraña depresión, empezó a temer por su vida y sintió a sus amigos más lejos que nunca. Y cuando estaba casi al fondo, cuando empezó a sentirse escoria, se dio cuenta de que ya no era un Gryffindor. Y cuando más consiente era de ello, más asco empezó a sentir hacia su persona, y el asco de trasformo en horror y el horror en odio.
Dejó de estar a punto de tocar fondo para pasar a una delgada línea que separa la superación de la depresión. Pero hasta ahí se quedo, a la mitad. Y ya no lo aguantaba; porque cuando se odio lo suficiente como para llegar a la superación, de nuevo el miedo ganaba y estaba a punto de caer en la depresión de nuevo, así que todo volvía a empezar. En un doloroso desequilibrio. Sabía que no podía hacer esto solo, pero no quería meter a Hermione y a Ron y que estos se desilusionaran.
La fuerte lluvia se convirtió en una ligera llovizna y el frio y el miedo desaparecieron. Harry seguía durmiendo cuando un fuerte aleteo lo despertó. Su lechuza estaba volando inquieta en la habitación.
-¿Qué ocurre? ¿Por qué estas tan inquieta?
LA lechuza se paró en el baúl cercano a la ventana y picoteó el cristal provocando que el moreno se parara para ver que le quería decir. Pero solo vio casa y más casa, niños jugando bajo finas gotas de agua mientras sus padres les reñían. Estaba a punto de observar mejor esa imagen cuando Hedwick volvió a picotear.
- No veo que te inquieta He…
Le fue imposible terminar la frase. Abajo, frente a la puerta de los Dursley se encontraban dos personas. Un adulto y lo que parecía ser un joven. Poco se veía del adulto pero lo que a Harry le asustó fue ver a una rubia cabellera, demasiado rubia, demasiado perfecta. “No puede ser. Imposible. Debo estar dormido aun” pero se dio cuenta de que no era así cuando se pellizcó el brazo. “Estoy despierto” Y como para reforzarlo, el joven rubio subió la vista al cielo. Harry se ocultó y el color se le fue de la cara. Esos profundos ojos grises no podían ser de otra persona.
“Malfoy está en la puerta. ¿Qué significa esto?”