Eran atraídos hacia un lugar que no señalaba el mapa, Ken se quedo pensándolo mejor arrecostandose a un árbol, le sudaba la frente y las manos, pero era un sudor frio, sentía como se le helaba el corazón, pero la cálida mano de su amigo le disipó un poco las dudas.
- Anda vamos a ver que hay allá, si nos atrae de esta manera es porque algo hay allí -replico el joven castaño dándole impulso.
- Pero...
- Ya, yo también tengo miedo, pero estoy contigo eso me calma y me da fuerza para seguir ¿a ti no te pasa eso conmigo?
Si, la pregunta se sentía algo incomoda de momento, pero el chico de ojos azules se incorporo, gano un poco de color y todo rastro de frio se desvaneció de el mientras caminaba con su amigo a través de aquel inmenso bosque.
La negrura era cada vez mas y mas densa, iban de la mano por el miedo a que si se separaran no podrían ver donde estaba cada uno, al cabo de 30 minutos de exhaustiva caminata vieron una luz a lo lejos, esta a pesar de iluminar el oscuro bosque daba una fría impresión, Ken sujeto aun mas fuerte la mano de su amigo y dio un paso atrás, temblaba de miedo.
- Daisuke, vámonos de aquí... Por favor -el chico caminaba hacia atrás con pánico -esto me da mala espina.
- Ken es nuestro deber cerrar esa puerta -la decisión era una de las cualidades determinantes de su amigo -vamos, te prometo que no dejare que te pase nada.
- Esta... Bien -no estaba muy seguro, pero el chico no tenia opción
Ambos estaban a escasos metros de la luz, pero al ver dentro se dieron cuenta que eso no era el digimundo.
- ¿Océano? -se pregunto el chico de googles extrañado, estaban en la cima de una montaña
- ¡AHHH! -un grito desgarrador salió desde lo más profundo del pecho del chico ojiazul, su amigo se estremeció pero lo tomo por los hombros.
- ¿¡Ken que te pasa!? ¡KEN!
No paraba de gritar de aquella desgarradora manera, su amigo no tenia idea de que le pasaba, en medio de los gritos cayo arrodillado al piso y luego ya no sintió las sacudidas de su amigo, todo era extraño y confuso.
- ¿Donde estoy?
- ¿Y aun te lo preguntas, Ichijouji? -aquella voz la reconocía en cualquier parte incluso en aquella sepulcral oscuridad, a pesar de que ahora sonaba cortante... Fría
- Daisuke
- Si, si soy yo ¿y por qué demonios no te has muerto ya? ¡Que frustrante!
- ¿Eh? ¿Morirme?
- Si -la voz se hacia aun mas cortante y dolorosa -muérete molestia, estorbo, nadie te necesita, eres un estorbo.
- ¿Yo que? -decía el ojiazul sin poder ver nada, al borde de las lagrimas -pensé que tu me querías...
- ¿Quererte yo? -soltó una risa endemoniada -¿cuando? Quien iba a quererte, eres un estúpido, iluso, no mereces vivir.
- Yo... -no aguantaba mas, rompió en un llanto de profunda tristeza
- ¡Ken! -a lo lejos se oyó una voz suave y suplicante el chico dejo de llorar, y vio una pequeña luz en el horizonte, trato de alcanzarla
- ¿A donde demonios crees que vas? -dijo la maléfica y agria copia de la voz de Daisuke, Ken lo entendió al instante.
- Me largo de aquí, ¡no eres real!
- ¡Claro que lo soy! -gruño escandalosamente -regresaras ya veras Ichijouji, ¡te lo juro!
- ¡No quiero! ¡Quiero vivir porque tengo razones para hacerlo! Mis padres, mis amigos... Daisuke!
El chico castaño lloraba desconsoladamente y sostenía a su amigo en brazos, lanzaba mortales maldiciones sobre si mismo, no podía creer que hubiese sido tan tonto para obligarlo a acercarse a aquel lugar después de haber visto el pánico en sus ojos... Fue un idiota.
El chico volvió a recobrar el color en las mejillas y poco a poco a abrir los ojos, su amigo paro de llorar, y no supo que hacer si continuar llorando o reír.
- Dai... Daisuke
- ¡Ken estas vivo! -dijo abrazándolo y besándole las mejillas -¡pensé que te perdería! ¡Fui un idiota y no tengo perdón! ¡Lo lamento tanto!
- ¿Que dices? Gracias por salvarme -dijo sonriéndole y dándole un gran abrazo -fuiste mi luz, siempre lo has sido, lo sabia
- ¿Tu luz? - se extraño el chico que también lo abrazaba y acariciaba su cabello
- Si, la que me da valor -dijo sin pensarlo -gracias por creer en mi, no se porque lo haces pero...
- Por algo pequeño y lindo, creo que lo llaman amor -dijo el castaño alejándose un poco solo para guiñarle un ojo, el ojiazul rio.
- -Cerremos esa porquería ¿quieres?
- Todo un placer
Ambos se levantaron, juntos de una mano y con la otra apuntando la luz del digivice en dirección a ese mar antinatural, hasta que eventualmente desapareció.
Se sonrieron mutuamente y rompieron a llorar de nuevo, pero con sonrisas en sus rostros, que día aquel...
- ¡Daisuke-kun, Ken-san!
Resonaba la voz de una chica a lo lejos de la mano de un chico un poco mas pequeño, atrás corría otra chica de la mano de un chico rubio.
- ¡Miyako-chan... ¿Que demonios te paso?! -preguntó al ver el estado de su ropa y piel
- Una cosa nos persiguió... Aparte que me caí varias veces... Por venir a ayudarlos -dijo entrecortadamente mientras trataba de respirar -¿están bien?
- Mejor que nunca -repuso Ken -cerramos la puerta pero eso no llevaba al digimundo...
- Lo sabia eso fue lo que sentí Miyako-chan! -dijo la chica mas pequeña
- El mar oscuro ¿eh? Que bueno que estabas con Daisuke-kun -la mayor puso su mano en el hombro de Ken, este se rio.
- Larguémonos de aquí, no me gusta esta oscuridad -replico el chico rubio que fue al frente junto con el mas pequeño, las dos chicas en medio y los otros dos en la retaguardia.
Les importaba nada que sus amigos voltearan a verlos, estaban felices de tenerse y de poder vivir, iban sonrientes y con los brazos en los hombros del otro, la chica de lentes los vio y le sonrió a su compañera, esta hizo lo mismo y exclamo:
- Creo que no debemos molestarlos más Miyako-chan
- Si, por hoy que sean felices
Y así fue, porque jamás a ninguno de los 6 amigos les había parecido aquella cabaña tan cálida como aquella noche.
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