Imbécil.
Naruto era imbécil.
Sasuke no estaba demasiado acostumbrado a decir sus sentimientos, y más cuando querías decirle al rubio de tus sueños que le amabas… Pero… Naruto era imbécil. ¡¡No entendía las indirectas!! Bueno, Sasuke ya había pasado de indirectas y había dio a las directas.
Pero tampoco había funcionado.
Pero empecemos por el principio, cuando Sasuke despertó todo sudado en la cama y se dio cuenta de que la tenía bien dura al haber tenido un sueño erótico con Naruto. Bueno, lo típico, gritos, esto no puede ser, no soy gay, estoy confuso… blablabla… hasta que llegamos a la aceptación.
Entonces, Sasuke sólo tenía un problema, declarase al rubio.
Empezó sonrojándose a su lado notoriamente, seguirle a todas partes, salvarle la vida en unas cuantas ocasiones, insultarle…
Pero Naruto ni siquiera lo sospechó.
El día en que Sasuke le susurró que hacía mucho calor en la habitación y Naruto le puso un ventilador al lado, decidió que lo que debía hacer era atacar. Declarárselo. A como diese lugar.
Empezó con la típica frase.
Eran las seis de la tarde, había llevado a Naruto a comer y estaba sentado a su lado observándole con ojos misteriosos. Primero tuvo mucha vergüenza, pero después las palabras salieron dolas.
-Te quiero.
Naruto le sonrió.
-Claro, Sasuke, yo también te quiero mucho a ti.
-¡Pero es que tú me gustas mucho! – insistió.
-Claro, lo mismo digo. Me caes muy bien.
Imbécil.
La segunda oportunidad llegó cuando los dos se encontraban descansando en un prado verde lleno de flores. El moreno cogió una y se la dio a Naruto mientras se sonrojaba.
-Naruto, te entrego mi flor.
Naruto sonrió sonrojado. ¿Lo habría comprendido por fin?
-Muchas gracias, Sasuke. ¿Cuál es la flor que te gusta, que te la cojo?
Imbécil.
La tercera oportunidad, apareció en el colegio, cuando estaban haciendo galletas. Sasuke se giró a mirar a Naruto que estaba a su lado y decidió que lo diría con palabras más fuertes.
-Métemela.
Naruto le metió la galleta que había hecho en el horno.
Imbécil, no me cansaré de decirlo.
Sasuke creía que la cuarta ya sería la definitiva. Se coló en su casa de noche y se sentó a horcajadas sobre el adormecido cuerpo del rubio, que se despertó de repente.
-Naruto, quiero que hagamos algo. – susurró seductor.
-Yo también… - Sasuke se sorprendió, pero lloró de pena cuando vio que Naruto se levantaba y encendía la televisión. – Veamos una película.
Imbécil, imbécil… ¡¡Imbécil!!
Sasuke se había dado por vencido.
Por otro lado, Naruto, había empezado a comprender los sentimientos que despertaba en él el moreno así que se decidió. Una tarde, se lo llevó a un callejón apartado.
-Te amo, me gustas Sasuke, quiero que me des tu flor, metértela y mucho más.
Sasuke le observó mudo por unos momentos.
Luego sonrió.
-¿Sabes qué, Naruto?
El rubio, esperando ansioso el “sí” de su compañero, asintió frenético.
-¿Qué?
-Vete a la mierda.
-…
-…
Sasuke se dio media vuelta y se marchó, dejando a Naruto llorando en el callejón.
Algún día ya serían novios, pero de momentos se merecía ese dolor, por imbécil.