ES PORQUE ERES UN HOMBRE
¡Es porque eres un hombre!
¡Si al menos fueras una mujer!
Yo…perdóname…pero es la verdad
Claro que sabia que era verdad, siempre lo supo, el prefería a las mujeres, que podía hacer el contra eso, podía verse diariamente en el espejo y eso sin lugar a dudas no cambiaria, era cierto, ante los ojos de todos, incluidos los propios, poseía una belleza excepcional, un hermoso rostro, todo, pero de que le servia aquello que tanto anhelaban si a la única persona que amaba lo rechazaba por eso mismo.
El nudo en la garganta no desaparecía, aun podía recordar sus palabras antes de marcharse, por primera vez en su vida deseo lo mismo que su madre añorara toda su vida.
¿Por qué no había nacido mujer?, de seguro si lo fuera el le amaría sin temor alguno, aceptaría gustoso su compromiso, ya tendrían fijada la fecha de su matrimonio, tendrían lindos hijos de ojos negros, no que no pudiera tenerlos ahora, solo que sabia bien que eso espantaría en sobre manera al moreno si le llegaba a ocurrir.
Le dolía saber que ni eso le permitía, podía sentir en sus mejillas resbalar esas desagradables lagrimas que no cesaban de caer cada vez que recordara lo ocurrido, su claro desprecio hacia el era mas de lo que podía soportar, podía ser fuerte delante suyo, inclusive enfrente de quien le increpara, hasta de su propia familia, pero estando solo no necesitaba de eso, podía dejarse caer como el objeto inútil en el que se había convertido desde que se enamorara del Heika, esa era su desgracia, su castigo, su calvario por el simple hecho de haber nacido hombre.
¿Por qué, si fuera una mujer de seguro él…?
No pudo evitar sentirse cohibido al descubrir como unos grandes ojos rosas le miraban ocultos en una esquina, dejándose ver mientras le indicaba que le siguiera, en otras circunstancias le habría ignorado, nadie en su sano juicio iría con ella, pero en esos momentos este no se encontraba en muy buen estado por lo cual solo cayo en cuenta cuando escucho cerrarse con cerrojo la puerta tras de el.
Según ella todo era fácil, pero como dar crédito a las palabras de una científica que de 10 de sus creaciones con suerte solo 1 funcionaba, tan mal estaba que ni se había dado cuenta de la palabra que salio de su boca y solo cayo en cuenta al escucharle gritar de felicidad.
Para cuando se hubo arrepentido de su decisión, ya era demasiado tarde, ella cerró la compuerta del artefacto ante un sonoro grito, ignorando sus suplicas.
¡Dolía!, eso era lo único que sabia, el cuerpo le ardía, pero porque si no estaba usando su mayoku, podía sentir como cada extremidad de su cuerpo se entumecía provocándole un dolor aun mayor, tanto así que comenzó a convulsionarse sin control alguno para su horror, no lo podía soportar mas, deseaba con todas sus fuerzas que aquella maquina parara, ¿pero como?
Los gritos se hacían cada vez más fuertes y la científica vio como nuevamente sus intentos por hacer algo bien habían fallado, mas esto no la detendría de su objetivo, pero por ahora debía dar por terminado ese experimento, ya que dudaba de que el rubio pudiese aguantar más tiempo. Justo cuando iba apretar el botón para apagar la maquina esta exploto en llamas ante su aterrada presencia.
Nadie le había ido a recibir cuando llego, eso fue bastante extraño, tanto que hasta el mismo Murata se ofreció acompañarlo al Pacto de Sangre al no encontrar respuesta alguna por las sacerdotisas del templo.
Simplemente era un caos, todos corrían en aquel lugar y el solo tenia una pregunta,
¿Qué ocurrió?
Mas nadie se tomaba el tiempo para decírselo, entonces un soldado calvo paso a su lado y a penas lo vio se lo dijo.
Corrió lo mas rápido posible hasta esa torre que aun seguía en llamas, no supo como, pero utilizo su mayoku sin la necesidad de que su forma Maou apareciera, debía estar consiente, debía cerciorarse de que se encontrara bien, no podía ser cierto, el debía encontrarse bien.
Continuara..................................