Amado Elfo
El corazón de Quatre
Heero hizo levantar el campamento luego de desayunar diciendo que ya nada les quedaba por hacer allí y ordenó emprender el regreso a su castillo. Muchos habían mirado con curiosidad a los dos muchachos que habían pasado la noche con el príncipe, pero ninguno se había atrevido a comentar nada, no querían desatar su ira.
- Amo - le dijo Quatre preocupado mirando a algunos guardias - ¿Por qué le temen?
- ¿Tú crees que me temen?
- Quatre tiene el don de reconocer o sentir los sentimientos de las personas que hay a su alrededor - dijo Dúo en voz baja - sólo que no los puede definir con claridad.
- Ya veo - enredó la trenza de Dúo en su muñeca - Así que mis hombres me respetan por miedo.
- Oh, no, amo, lo quieren de verdad, pero igual le tienen miedo a su temperamento.
- No quiero ni imaginarmelo enojado - sonrió Duó viendo como jugaba con su cabello. Le gustaba aquello, era una clara señal de que le gustaba a su amo - debe ser muy peligroso.
- Tal vez - le soltó el cabello - y más les conviene tenerlo en cuenta.
- Yo soy muy pacífico, amo - señaló Quatre mirando un poco celoso a Dúo - es difícil que pierda la calma, en cambio Dúo...
- Yo no soy peleador, sólo soy bromista - se acercó a Heero - pero me voy a portar bien con usted, amo, verá que sí.
- Mmmmm - contestó Heero mirándolos ¿era acaso su imaginación o era una pelea disimulada?
- Amo Yui, estamos listos para partir - se inclinó ante su superior un hombre mayor.
- Bien, quiero que se mantengan alerta todo el camino de regreso al castillo, no quiero sorpresas.
- Sí, su alteza.
- Ustedes dos van a permanecer a mi lado - les dijo a los hermanos - y recuerden lo que les dije - se acercó a Quatre y lo apoyó en su hombro - a tí es a quien más se le notarán las orejas - se las acarició - así que no te alejes de mí o el conjuro desaparecerá.
- Claro, amo - le dijo sonrojado mirando de reojo a Dúo que apretó los labios enfadado dándoles luego la espalda.
- Y tú, Duo - lo tomó por el hombro luego de soltar a Quatre - ten cuidado, no quiero que alguien te vaya a hacer daño, tu belleza ha de llamar mucho la atención.
Dúo se sonrojó violentamente ¿en relidad su amo pensaba que era bello y que aquello le podía traer problemas?
- Yo estaré a su lado siempre - le afirmó - sólo usted puede tocarme, si alguien lo intenta, lo mataré.
- Shinigami - murmuró Quatre celoso de las palabras de su amo. Sabía que sentía atracción por los dos, pero no era de la misma manera, al parecer Dúo le estaba sacando ventaja en su corazón.
- Entonces, andando - montó a Dúo en un caballó y a Quatre en otro - manténganse a mi lado.
- Preferiría volar - murmuró Dúo acariciando el cuello del animal.
- Dúo, cállate - le dijo Heero y se puso en marcha sin ver la sonrisa medio burlona de Quatre.
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El castillo era una enorme mansión flanqueada por fuertes murallones de piedra que ocultaban enormes y bellos jardínes que daban cuenta de la prosperidad de ese reino y el buen gusto de sus gobernantes.
- Va a ser bonito vivir aquí - murmuró Quatre soñador - este jardín parece un paraíso.
- Pues no te vayas a encontrar con la serpiente y esta te devore - le dijo Dúo.
"Estos dos se han llevado dime que te diré todo el camino" se dijo Heero sintiendo como una gota le caía por la espalda "¿Qué les pasa? se veían tan hermanables... ¿Acaso seré la causa de su disputa?"
- Amo - le dijo Dúo apoyando la mano en su pierna - ¿Vive mucha gente en el palacio?
- Bastante.
- ¿Y tiene ayuda de cámara?
- No, siempre me he vestido solo.
- Quatre y yo podríamos ayudarlo - miró a su hermano y le guiñó un ojo - si usted quiere - agregó.
- No es necesario.
- Pero, amo - le dijo Quatre apoyando su mano en la otra pierna - así le seríamos de utilidad y no andaríamos estorbando por allí.
- Pero hay otras cosas que pueden hacer.
- Pero dijo que nos mantuvieramos a su lado para que el conjuro que puso sobre nuestras orejas no desaparezca - insistió el rubio - además, yo sé tocar varios instrumentos y llevar muy bien las cuentas, sé leer y escribir...
- Y yo soy muy buen masajista - agregó Dúo viéndolo indeciso - cuando esté cansado o tenso lo podemos ayudar a relajarse.
Heero los miraba alternadamente, los dos prácticamente se estaban ofreciendo a él, pero ¿qué pretendían? Acaso...
- ¿Qué dice, amo? Le prometemos ser excelentes ayudantes - le sonrió Quatre - incluso le podemos preparar el baño.
Heero los miró un segúndo y asintió.
- ¡Fantástico! - Celebró Dúo.
Quatre sonrió a su vez retirando su mano de la pierna de su amo, él se encargaría de atender muy bien a su amo y cuando pudiera le robaría el beso que necesitaba para que su corazón le perteneciera para siempre, aunque estaba dispuesto a compartirlo con Dúo, después de todo sospechaba que el amo era bien capaz de hacerlos felices a los dos.
Heero los miró preocupado ¿En que lío se había metido al aceptarlos como ayudas de cámara? Pues era lógico que algo se traían entre manos, estaban demasiado felices por el hecho de bañarlo y de ayudarlo a vestirse...
- ¡Amo Yui! - lo distrajo un joven alto de cabellos negros y rasgos orientales - El Príncipe Trowa lo espera en la biblioteca.
- Bien, lo veré allí - desmontó y ayudó a Quatre y a Dúo a hacerlo para entregar sus monturas a los caballerangos, luego se volvió a uno de los sirvientes - Dúo y Quatre son mis ayudas de cámara, pero quiero que les den las habitaciones continuas a las mías y que obedezcan sus peticiones.
- Claro que sí, amo - les sonrió - por favor síganme.
Dúo y Quatre se sonrieron y luego de hacer una pequeña inclinación siguieron a la chica haciendo planes.
- Muy bien, Wufei, supongo que sabes porqué mi primo se encuentra aquí ¿verdad? - Miró al joven duque divertido que seguía mirando a los elfos que se alejaban - Son míos ¿sabes?
- Perdón - se puso rojo - Pero nunca has tenido ayuda de cámara y ahora son dos, deben hacer muy bien su trabajo.
- Déjate de tonterías - se sonrojó también - Mejor vamos con Trowa, me intriga saber que hace por estos lados.
- Supimos que los Oz han estado atacando tus tierras.
- Humm, las malas noticias vuelan rápido.
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El baño estaba preparado, Quatre se había conseguido varias esencias aromáticas para agregarle y Dúo se había preocupado de preparar la toalla y las ropas limpias del amo.
- Espero que no se enfade por tratar de seducirlo - sonrió Dúo.
- No se enojará, aunque creo que aún no se ha dado cuenta de lo que planeamos para él.
- No es un tipo que se deje llevar fácilmente por sus emosiones - tocó el agua - pero tendrá que dejarse hacer ¿le pusiste el conjuro?
- No, no creo que sea necesario, le gustamos y podríamos ponerlo en contra nuestra si el conjuro no resulta.
- ¿Notaste como nos miraba aquel joven?
- El amo le hizo notar que somos suyos.
- Lo sé, pero me dan escalosfríos que me miren así, no me gusta.
- Si el amo te mirara así ¿que harías?
- Eso es obvio - se rió sonrojándose - me sacaría la ropa para ser suyo.
- ¡Dúo!
- ¿Qué? Tú harías lo mismo ¿no?
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Heero subió a su habitación, estaba cansado, pero debía hablar con ese par de locos que había aceptado por ayudas de cámara, acababa de caer en cuenta de lo que planeaban pero al entrar en la habitación un aroma muy agradable asaltó sus sentidos.
- Le preparamos un baño, amo - le dijo Quatre.
-...
Dúo se paró detrás de él y lo ayudó a desvestirse, sin quererlo, Heero se entregó en las manos de sus elfos...
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Continuará...
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Nota: El lémon se los dejo a su imaginación, suponiendo que haya quedado claro lo que el parcito pretende hacerle a Heero.
Ah, gracias Aiko Maxwell Shinigami, espero que te guste este capítulo también.
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