Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Con las manos en la masa por FanFiker_FanFinal

[Reviews - 121]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

Advertencia: Todo, todo de la Rowling. Menos la historia y el sueño.

 

Notas de autor: Agradezco a todos los nuevos lectores que se hayan pasado un ratito por aquí. Estoy contenta con la acogida que me habéis dado y prometo actualizar seguidito, para que no se os olvide la historia de estos dos...

Un enorme abrazo a aquellos lectores que pensé que no iba a encontrarme pero por suerte, me equivoqué. Os quiero.

 

CON LAS MANOS EN LA MASA

 

FanFiker_FanFinal

 

 

—¿Harry, estás cansado? –me preguntó Hermione cuando íbamos hacia la biblioteca, tras terminar las clases.

La miré sin entender.

—¿Cansado? ¿Por qué?

—Ah, entonces es por Ron –dedujo erróneamente—. No le hagas caso a ése, como ves no conseguirá pasar sus TIMOS si sigue divirtiéndose todo el rato.

—Pero tú lo ayudarás, ¿no? –dije mientras subíamos las escaleras, sentía un poco de pena porque sin la ayuda de Hermione, no sólo Ron, sino yo, no tendríamos muy buenas notas en el curso.

—¡Claro que no! No me mires así, Harry, yo te ayudaré a ti porque te estás esforzando, pero a él no.

No quise contarle que mi visita a la biblioteca iba a ser relámpago, en cuanto hiciera estos deberes de Herbología que probablemente no haría estando en la sala común, saldría pitando de allí. La biblioteca estaba llena, parece que todos nos habíamos puesto de acuerdo para ir.

—Oh, no parece haber mesas libres –dijo Hermione desencantada, moviendo la cabeza a uno y otro lado buscando una ubicación.

—Allí –señalé, pero al instante, corregí—… no, está Malfoy.

—Bueno, es la única mesa libre. Tú ignórale, Harry –y me tiró de la manga de mi túnica arrastrándome a aquella mesa.

No parecía haber nadie con Malfoy, se le veía muy concentrado en su lectura. Me senté lo más lejos posible de él y abrí mi cuaderno. Malfoy levantó la vista y al verme hizo un gesto de desagrado y volvió a su libro. Quise saber qué leía. Luego recordé nuestra escena en clase de Burbage y un escalofrío me recorrió el cuerpo.

—Harry, por Merlín, saca tu pluma –Hermione me hizo dar un respingo.

Oh, sí. La pluma para escribir. Me incliné un poco y leí el ejercicio. No sabía la respuesta. Hermione estaba escribiendo a todo correr, ayudándose de un libro que debía haber cogido mientras yo estaba despistado.

—Ahora te lo presto –me informó Hermione—, en cuanto acabe.

Mientras tanto, me dediqué a divagar. ¿Qué había querido decir Luna cuando puso aquella extraña sonrisa? Me dio miedo… ¿Qué sabía ella que no sabía yo y referente a qué? Malfoy seguía mirando al libro, le caía el pelo por la cara porque estaba un poco inclinado. Creo que evitaba mirarme.

—Ya está, Harry –dijo Hermione minutos después—. Voy a empezar con runas.

Se levantó a por un libro de consulta y yo traté de descifrar la respuesta a estas preguntas tan complicadas… uf. Cuando Hermione volvió yo ya iba por la mitad de los ejercicios, levanté la vista y pillé a Malfoy mirándome… no sé, raro. No era desagrado. Le sonreí. Joder. Le sonreí como si fuese mi amigo. Respiró una gran bocanada de aire, cerró el libro toscamente y se levantó a toda prisa.

—¿Pasa algo, Harry?

Miré a Hermione. Estaba alucinando. Quizá los platillos volantes existían y acababan de abducir a Malfoy y a mí con él en el mismo paquete.

 

 

Cuando me desperté al día siguiente, vi la cama de Ron vacía. Era raro, teniendo en cuenta que siempre era él el que se dormía. Tras lavarme y vestirme lo localicé en la sala común, siendo sobado -literal- por Lavender Brown. Hermione no estaba tampoco localizable por allí, aunque la hallé en el Gran Comedor de bastante mal humor. Como temía que se desahogase conmigo, decidí hacer la vista gorda y sentarme junto a Dean, un chico bastante más tranquilo.

—Won-won, cariño, siéntate a mi lado –la tranquilidad duró poco.

Allí estaba mi mejor amigo, cuya personalidad estaba siendo completamente anulada por una chica. Si hasta le había puesto un ridículo apodo. Mi amigo pelirrojo ni siquiera me vio.

—Oye, ¿os pasa algo a Hermione, a Ron y a ti? –dijo una voz a mi lado.

Era Neville.

—Ah, Neville, hola. Pues Ron está un poco…

—…acaramelado –añadió él y le agradecí el adjetivo porque no encontraba otro más apropiado.

—Pues sí. Y Hermione algo celosa, supongo.

—Bueno. ¿Por qué no tratas de que se reconcilien?

—¿Yo? Qué va, no quiero meterme donde no me llaman.

Era cierto, ahora mismo quería paz. Los profesores interrumpieron cualquier conversación que estuviéramos teniendo entre manos para decir que se habían reunido, bla, bla, bla, para probar el resultado de la cocina de ayer –supuse que querían decir para comer a nuestra costa— y que habían quedado encantados.

—Bien, en aquella mesa se han repartido todos los panes que se hicieron ayer, por lo que podéis levantaros a probarlos. No queríamos elegir a ningún cocinero o cocinera, ya que esto no es un concurso, pero los elfos me han pedido personalmente que felicite a los señores… ejem… Malfoy y Potter. Parece ser que esta pareja tiene futuro en la cocina.

Me sentí acosado por miles de ojos. Me volví para observar el rostro de Malfoy completamente abochornado. Un momento. No es así como los Malfoy reclaman su premio…

—Uah, Harry, qué pasada –dijo Parvati mirándome embelesada.

—Sí, qué guay eres, todo lo que necesita una buena esposa es que un hombre cocine bien –añadió su hermana.

—Jo, Harry, sabes hacer de todo, hasta cocinar –dijo Neville muy contento.

Me volví otra vez hacia la mesa de los Slytherin. Ellos, en lugar de felicitar a Draco, lo miraban con envidia y algunos cuchicheaban… estas serpientes venenosas…

En fin. Nos levantamos y empezamos a probarlos todos. Comencé a comer entre las felicitaciones de mis amigos, que se acercaban para decir cuán delicioso estaba el pan. A Malfoy, sin embargo, no parecía acercarse nadie y los de su casa lo miraban con suspicacia. Hermione me miró raro pero al probar mi pan le cambió la cara. Estaba muy bueno, he de decir que ha sido el mejor que he hecho. Que hemos hecho.

Gracias al resultado nos subieron 20 puntos a cada casa. Un momento, por eso Malfoy se puso conmigo de pareja, porque no tenía ni idea de pan muggle y quiso explotarme a mí. Bueno, ¿de qué me extraño?

Solo otra vez –como de costumbre—, subí las escaleras para ir hacia la sala común donde me encontré con un inusual invitado. Pelo rubio, mirada escrutadora, gesto de desagrado, estilo altivo…

—Eh… Malfoy, ¿se te ha perdido algo aquí arriba?

Me miró fijamente. Dio varios pasos hacia mí. Creo que no había nadie en ese momento en los alrededores, de repente es como si el pasillo Gryffindor hubiese adquirido el clima frío e inmutable de las mazmorras.

—¿Por qué? –preguntó el rubio, un poco nervioso.

—¿Por qué qué? ¿Por qué preferí ingresar en Gryffindor a estar en tu casa? ¿Por qué varias chicas me han propuesto matrimonio hoy?

—Muy gracioso, Potter. Me desternillo de la risa –dijo él con cara de pocos amigos, y dio varios pasos más hacia mí.

—Entonces, sé preciso. ¿Qué quieres?

—¿Por qué hiciste ESO? –me miró con la cara roja.

—Explícate, no te entiendo. Bueno, si no quieres nada, me voy –dije, un poco harto y caminé hacia el otro lado del pasillo, sólo para quitármelo de encima.

—¡Levicorpus!

De repente, mis pies ya no tocaban el suelo. Levitaba permanentemente gracias a un hechizo que cierto Slytherin debía haber pronunciado.

—¿Qué quieres, Malfoy? ¡Bájame de aquí!

—Primero dime por qué lo hiciste, cara rajada.

—¿Te ha sentado mal el desayuno? ¿Por qué estás tan desagradable conmigo? ¡No te he hecho nada!

Me apuntó más aún con la varita.

—¿Por qué me abrazaste, Potter? ¿Por qué tuviste que poner tus… sucias manos sobre mi delicado cuerpo?

Ah, eso.

—¿No has podido dormir?

Su varita se giró y entonces me vi boca abajo. Incómodo. La sangre me subió a la cabeza y no podía pensar con claridad.

—¡Vale, vale! Bájame y te lo explico.

—Nada de eso, dímelo ahora y te bajaré.

Lo miré extrañado. ¿Qué le pasaba? ¿Se había intoxicado con levadura?

—Pues, yo que sé… no te metiste conmigo en todo el taller y me pareció tan extraño, yo creo que sentí algo raro…

—¿Algo raro? ¿Cómo qué, mago de pacotilla?

—Oye, Malfoy, yo no te he insultado…

—¡Claro que sí, me estás insultando todo el rato! ¡Y estás agotando mi paciencia!

—¿Por eso te has tomado la molestia de subir hasta aquí? ¿Para saber por qué te abracé?

—Eso no te incumbe, sólo responde.

—Ya te lo he dicho, sólo quería ser amable…

—No veo que abraces a tus amigos todos los días –y dale, ¿qué quería conseguir?

—Mira, Malfoy, si lo que quieres es una cita conmigo, dímelo y a lo mejor te hago un hueco. Si te portas bien, claro…

Un golpe seco en mi abdomen. Otro en mis costillas. Malfoy había bajado la varita, deshecho el hechizo y se había ido bastante cabreado, haciéndome caer casi desde 2 metros de altura. ¿Sólo por abrazarlo? Me parecía un castigo muy exagerado…

Notas finales:

 

(CONTINUARÁ)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).