Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

"Falsedad" por xshimaxyuux

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

jajajaj los amo *o*

 

 

Notas del capitulo:

Waaaaaaa sé que la idea esta trillada y lo que quieran =P

pero quería escribirlo ya ¬¬

 

jajaj espero y les guste n.n

 

un AOIXURU como siempre ;D

 

 

ARIASU ESPERO Y TE GUSTE =)

One Shot

 

“Falsedad”

By Shima

 

 

 

Esta vez no logró descansar siquiera; cuando sintió las pisadas de alguien más al interior del cuarto. No se tomó la molestia de levantar su rostro de la mullida cama, ni mucho menos entablar algún tipo de “conversación” con el recién ingresado.

 

Con parsimonia se levanto de su lugar logrando solo sentarse al borde del colchón. Al menos había tenido el tiempo suficiente para cambiar sus ropas y asear un poco su adolorido cuerpo.

 

Unas toscas y gordas manos lograron ponerlo de pie; dejándolo por completo a su merced. Esa sería una noche eterna, como venían siendo todas las de los últimos meses.

 

Su cuerpo fue arrojado sin piedad una vez más hasta su posición inicial, al parecer, iba a doler… No quiso girar para mirarle el rostro a su nuevo torturador, pero no tenía tanta suerte. Al ser volteado pudo distinguirlo a pesar de lo tenue que eran las luces. Su silueta se dibujaba ante él como una asquerosa pesadilla.

 

Era un hombre de avanzada edad. Con algunos dientes de oro en esa repugnante sonrisa. Era un asco hecho persona, al recostarse sobre él casi lo asfixia debido al gran tamaño corporal del que era dueño.

 

Así comenzó una lenta y tortuosa hora de sexo con aquel hombre que ni siquiera sabía su nombre. Sólo lo escuchaba jadear excitado sobre su sedoso cabello castaño. No era sutil en lo que hacía, todo lo contrario; un completo salvaje. Tomó su cuerpo sin haberlo preparado.

 

Mordió su labio con fuerza para aguantar el dolor que estaba punzando en su trasero al ser embestido con tal rudeza. Debía aguantar, no tenía a donde ir… no tenía familia ni amigos: No tenía nada! Y aquella era la forma más fácil de ganar dinero. Al no contar con estudios primarios, qué más podía esperar?.

 

Logro soportar una hora con aquel sujeto hasta que lo escuchó partir diciéndole un “Nos vemos” antes de dejarlo en completa soledad.

 

Debía comenzar con la rutina una vez más: Limpiar su cuerpo de todo vestigio de esos actos, cambiar sus ropas por unas nuevas y arropar nuevamente las colchas para esperar a su próximo cliente.

 

Al menos esta vez quería fumarse un cigarrillo. Salió al balcón de aquel lugar para contemplar la calurosa noche que se desplegaba ante él.

 

- Maldición no quiero! – dijo de forma seria un codiciado pelinegro entrando al gran edificio rodeado de sus mejores amigos.

 

- Perdiste Aoi – cantaba un feliz muchachito de unos diecisiete años de edad. Era más bajo que aquel pelinegro, delgado, pero dotado de un delineado cuerpo.

 

- No te quejes – le molestaba un joven de una edad similar al pequeño. Cabello rubio con una bandita en la nariz.

 

- No eres quien para decirme algo! – alzó un poco su voz.

 

- No te enfades. Te aseguro que lo vas a disfrutar – dijo un joven con una gran sonrisa.

 

Los cuatro jóvenes caminaban despreocupados, llamando la atención de cualquiera a su paso. Eran integrantes de las familias más ricas de todo Japón, más nadie conocía realmente sus identidades por precauciones. No era desconocido que dentro del mundo de la mafia las rivalidades eran tan complejas que no descansaban hasta ver a sus enemigos derrotados. Sí, no se conformaban con una buena golpiza y nada más, debían morir. Es por ello que las grandes familias protegían a sus sucesores bajo nombres ficticios y les tenían sus propios hogares. Vidas alejadas de tal peligro, pero jamás incomunicados. Algún día debían asumir la herencia que por derecho les correspondía.

 

- Y cuánto va a durar esta porquería? – preguntó suspirando resignado mientras encendía un cigarrillo y una dulce joven se aparecía tras el mostrador al cual se dirigían.

 

- TODO LO QUE RESTA DE LA NOCHE! – gritó feliz el más pequeño.

 

- QU… -

 

- Buenas noches – saludo de forma tierna la joven tras el mostrador deteniendo cualquier cosa que ese hermoso pelinegro iba a decir – Se les ofrece algo? Tiene reservación? O desean conocer los servicios que brindamos – no borró su sonrisa mientras se ponía a su disposición.

 

- Buenas, yo soy Ruki – dijo respondiéndole la sonrisa – Este tirano pelinegro es Aoi – le apuntó a un elegante joven vestido completamente de negro – El de la bandita es Reita – apuntó al rubio – Y por último este es Kai – terminó presentándolos a todos.

 

- Tenemos una cita reservada – dijo Reita acercándose

 

- Entonces…. – dijo la muchacha mirando una agenda bajo el mostrador – A nombre de quién esta la cita? – consultó sin levantar su vista de las hojas.

 

- Esta bajo el nombre de la persona más sexy, codiciada y solicitada del mundo – expresó el más pequeño tomando una de las manos de Aoi para acercarlo a la barra – A nombre de este estúpido – terminó con una gran sonrisa.

 

- Me largo! – Se giró para retirarse, pero un fuerte brazo lo detuvo.

 

- No te mueves. Aoi has perdido una apuesta con todos nosotros, así que si eres hombre de palabra… - dejó inconclusa la frase. El rubio soltó al pelinegro que solo lo miro hastiado.

 

- Esta bien… a qué habitación subo? – preguntó sin interés apagando el cigarro con el resto de las colillas en un rincón.

 

- A la habitación 501 por favor – le comentó de forma cordial tendiéndole unas llaves.

 

- Gózalo!!! – gritó el más pequeño recibiendo una asesina mirada por parte del pelinegro quien se perdió tras las puertas del ascensor cuando se cerraron.

 

Hacía unos cuantos minutos le habían llamado para cambiar de habitación, por qué? Petición de su próximo cliente. Sin mucha emoción se dirigió a esa parte de aquel lujoso edificio. Subía ahí solo cuando eran clientes exclusivos… cuando pagaban demasiado por él. Suspiró de forma pesada mientras se adentraba al cuarto indicado. Ya ni siquiera esa ostentosa gama de objetos repletos de valor le sorprendían o motivaban para algo más. Se pasó directamente al balcón, uno más grande que el anterior, para seguir fumando; no sin antes de servirse un trago. Así, con esa apretada ropa que le habían enviado para recibirlo, aún no entendía por qué tanto protocolo si no duraría con ella ni diez minutos.

 

Cansado de toda esa falsedad, de todos esos sentimientos superficiales bebió de golpe el contenido del vaso y fue por otro, al parecer su nuevo “dueño” lo estaba haciendo esperar más de lo normal. Terminó con agrado su cigarro apagándolo en el cenicero más cercano.

 

El sonido que hizo la puerta al abrirse le sobresaltó un poco; más no quiso girar. No para ver la nueva “clase” de persona que lo iba a poseer como este quisiera sin importarle sus sentimientos ni la forma en que se llevaría tal acto.

 

- Hola! – esa voz… era un joven? Aquello le sorprendió y se giro bruscamente para verlo… el departamento estaba a oscuras, por lo que la luz de la luna poco le ayudaba.

 

Pudo distinguir unas bien formadas piernas. Vestía por completo de negro. Ropa de diseñador por supuesto. Tenía una elegancia que pocas veces veía en antros como aquellos.

 

- No me vas a hablar – suspiró de forma pesada acercándose al muchacho apoyado al borde del ventanal que daba al balcón.

 

- S..í – dijo titubeando al ver como la luz dibujaba muy bien la silueta de aquel muchacho… acaso era él? – Tú vienes a que te atienda? – preguntó dudoso, un joven como él no tendría esa clase de necesidades.

 

No tenía que ser muy inteligente para darse cuenta que un chico como él debía tener rendido a sus pies cuanto hombre y mujer le conociera… Dueño de una elegancia sin igual. Una seguridad que pocos poseían. Sin tomar en cuenta lo bello que era… se quedó perdido en sus finas facciones que el negro lograba resaltarlas de manera increíble.

 

- Supongo que sí – dijo alzando sus hombros de forma indiferente poniéndose a un lado de aquel chico… Lo miró de pies a cabeza. No estaba nada de mal…. Nada de mal. Era alto, casi igual alto que él, quizás más… no lo podía deducir por el desnivel del piso. Su sedoso cabello castaño caía sobre sus hombros de forma despreocupada. Su piel era tersa y blanquecina. Su rostro era fino, fácilmente lo hubiera confundido con una mujer…

 

- No te veo muy emocionado – dijo algo sorprendido. Todos, absolutamente todos ni siquiera le dirigían una palabra. Sólo lo tomaban y ya, luego se iban.

 

- No lo estoy – suspiró quitándole la vista a esos profundos ojos castaños que lo miraban sorprendidos – Me dejarías acompañarte con un trago? – preguntó con cortesía. El castaño se ruborizó un poco ante tales palabras, desde cuando un cliente le pedía permiso para algo!

 

- Cla…ro – dijo recomponiéndose un poco mientras el pelinegro se adentraba en busca del licor. Al servirse volvió a su lugar anterior.

 

- Soy Aoi y tú? – le preguntó mientras bebía de su vaso – Gustas? – le tendió su cajetilla de cigarros.

 

- Eh? – miró la mano que se tendía a él – Gracias – dijo sacando uno. Vio como el pelinegro acercaba el encendedor para que así pudiese encenderlo. Con gusto y una sincera sonrisa lo hizo. Siguió las finas manos de aquel joven imitando sus movimientos.

 

- Aún no me dices como puedo llamarte – dijo exhalando el humo.

 

- Uruha – dijo mirando el cielo – Cómo es que estás conmigo y no sabes quién soy? – cuestionó con curiosidad.

 

- Siento ser un ignorante Uruha – dijo riéndose el porqué había terminado ahí – Perdí una estúpida apuesta con mis amigos – dijo de forma fatal – No tenía idea que sería para esto –

 

- Creo comprenderlo – realmente no comprendía ese mundo.

 

- Así que lo hicieron para molestarme – suspiró – No te sientas mal – le dijo al ver el gesto de disgusto en el castaño – Eres realmente hermoso – el rostro de Uruha se tensó – Te molestó que lo haya dicho? –

 

- Qué quieres? No has venido para acostarte conmigo? – dijo sin sentimientos con una frialdad que el pelinegro no conocía – Porque si es así, te digo que has perdido mucho tiempo conversando conmigo -

 

- Lo siento – dijo apagando su cigarro sin inmutarse en observarlo a la cara – Pero no vengo a acostarme contigo – se giró y le sonrió, era muy apuesto! – Si quieres podemos charlar. Además aún quedan muchas horas – dijo de forma divertida. El castaño solo lo observó atónito.

 

- Cómo…. Es eso de muchas horas? – preguntó confundido

 

- Sí. Como lo has escuchado – dijo sin dejar de mirarlo… ese castaño era por completo de su gusto… con esa ropa… esas piernas… Jamás en toda su vida nocturna había visto uno igual! – Mis amigos pagaron por todo lo que queda de tu noche –

 

- Gracias – dijo aliviado dibujando una sincera sonrisa. Esa era la segunda vez que le ayudaba sin saberlo.

 

- Segunda vez que me las das – Para ese entonces sus vasos ya estaban vacíos – Y sinceramente no entiendo – rió – Entramos? Realmente me está dando frío – dijo intentando abrazarse a sí mismo mientras ingresaba seguido de un divertido castaño. No se había divertido así en mucho tiempo! Aunque sólo habían pasado unos minutos.

 

- Quieres que te sirva otro? – le tendió una mano para recibir el vaso de Aoi, pero este se acercó sin decirle nada. Abrió la botella y llenó los vasos de ambos.

 

- No porque hayan pagado por esta noche tienes que ser mi esclavo o algo así – sonrió para llevarse ambos vasos y ponerlos en la mesa del centro que estaba rodeada de cómodos y lujosos sillones. Se sentó y el castaño lo imitó – Y me dirás porque me das tanto las gracias? –

 

- Comprenderás que estoy acostumbrado a que la persona que entre por esa puerta lo único que hace es poseerme y luego irse – suspiró de forma pesada cruzando una de sus piernas para acomodarse mejor.

 

- Ya veo – dijo Aoi viendo la cara afligida del chico – Por tu rostro dudo que sea un muy buen trato – Uruha sólo lo miro y esbozó una amarga sonrisa. Sus ojos se inundaron de un dolor que pocas veces se permitía demostrar, aún así no era capaz de llorar… Había aprendido a secar sus lágrimas antes de que intentaran salir.

 

- Dudo que logres imaginarlo – inhaló su cigarro – pero es lo que conozco como vida. Nada puedo hacer –

 

- Porqué? Algo te lo prohíbe? – se interesaba a cada segundo por ese castaño a su lado… no sabía porqué.

 

- Es una larga historia – suspiró hondo.

 

- Y yo tengo tooooda una noche para escucharla – sonrió dándole ánimos – Además me gustaría escucharla – dijo alzando su mano para acariciar y de forma sutil secar aquella imaginaria lágrima, que el pelinegro sabía que escurría.

 

Comprobó lo que sus ojos le habían indicado… parecía seda bajo su tacto, era realmente exquisita. El castaño cerró por instinto sus ojos para disfrutar de aquella pequeña caricia. Se sentía tan bien, parecía que Aoi comprendía sus sentimientos a la perfección… como si se conocieran hace años… Los abrió al sentir que esa caricia desaparecía y lo observó de reojo. Estaba serio, concentrado observándolo.

 

- Está bien –

 

El castaño comenzó con su relato entre cigarros y alcohol la noche fue pasando. Las horas se esfumaron por arte de magia y el sol se colaba por aquel amplio ventanal.

 

Sabía que la historia de Uruha era triste, pero no imaginaba que tanto… así que por eso estaba en ese lugar soportando esa clase de tortura. Sin saber porque un gran aprecio creció dentro de él… una fuerza imaginaria… lo quería proteger… porqué? No le importaba.

 

- No pongas ese rostro tan deprimido – dijo cabizbajo el pelinegro en tono de reclamo. El castaño lo observó sorprendido – No me veas así que tan feo tampoco soy – logró arrancarle una tímida sonrisa.

 

- Eres la primera persona que se interesa en saber acerca de mí y mi pasado – dijo sin borrar esa sonrisa. Levanto una de sus manos para acariciar el terso rostro del pelinegro. Sus ojos le dieron una tierna mirada junto con una infantil sonrisa de alegría – Muchas gracias por la mejor noche que he tenido en años – Se acercó y rozó sus labios en un casto beso.

 

- No es necesario que hagas nada – le devolvió la sonrisa para levantar su mano y atrapar la fina del castaño y acariciarla lentamente – Me sentí muy a gusto a tu lado – levantó su mano y se paró para estirarse un poco – Es hora de irme – vio como la tristeza inundó el rostro del castaño. Algo en su interior se quebró… no quería verlo así.

 

- Que te vaya bien – intentó desearlo con la mejor de sus sonrisas, pero solo resultó una mueca nostálgica… él era como un sueño… un sueño que no se iba a volver a repetir…

 

- No me gusta ver esa mueca en tu rostro – dijo serio el pelinegro mientras se acercaba y le regalaba una dulce sonrisa. Demasiado extraño, siempre era serio, lo hacía cuando quería convencer a alguien de algo o sencillamente para engatusar a cualquiera que se le diera su regalada gana… pero con ese chico era diferente… muy diferente.

 

- Es inevitable – suspiró – Fuiste como un sueño – al pensarlo de tal manera su sonrisa se alegro un poco – Lástima que no volverá a suceder –

 

- Y quién dijo eso? – Preguntó con diversión – No quieres que venga nunca más? –

 

- Pero… no entiendo – dijo confundido – Si pagas es para que nos acostemos, si no lo hacemos… entonces porqué volver? – en el fondo de su corazón quería saberlo… necesitaba saberlo…

 

- Ni siquiera yo lo sé – suspiró – A qué hora comienzas a atender? – preguntó interesado

 

- Umm… hoy desde las diez de la noche – le sonrió – pero mis citas están programadas con mucho tiempo no creo que… - No alcanzó a terminar cuando el pelinegro lo interrumpía.

 

- Moveré cielo, mar y tierra si es necesario tenerte toda la noche nuevamente – dijo con seguridad

 

- Pero.. – dijo preocupado sus clientes tenían mucho dinero. No decía que Aoi no lo tuviera… aún así en influencias dudaba mucho si ganaría o no.

 

- No te preocupes – dijo callándolo al poner un dedo sobre sus finos labios – Nos vemos – le dio un beso en la mejilla y acaricio sus cabellos con cariño para dejar un sonrojado castaño mirándolo sin moverse… eso realmente había sido real?

 

El pelinegro bajo algo desconcertado, por qué le prometió volver? Al parecer se había enamorado sin querer del castaño… pero en una noche? No podía ser… o sí? Ya lo descubriría.

 

Las puertas del ascensor se abrieron y se acercó al mostrador que horas antes había visitado junto a sus amigos. La misma jovencita seguía en ese lugar. Se acercó con una de sus mejores sonrisas.

 

- Muy buen día – La joven se giró para ver al muchacho que había estado ahí en compañía de sus amigos – Necesito solicitar una cita con Uruha nuevamente –

 

- Buen día joven – saludó cordialmente – Y … - dijo mientras abría su agenda. Aoi se recargó un poco para ver que tanto hacía… y ahí lo vió… el nombre de Uruha y TODAS sus citas… eran demasiadas! Eso le hizo enfurecer… todos los días serían iguales? – Lo siento para esta noche no podrá ser – dijo mientras giraba la hoja – Ni para la próxima – seguía girando la hoja, otra más – Bien aquí si tiene hora – le sonrió mostrándole el día… - En tres días más podría ser joven –

 

- No puedo hablar con el dueño? – preguntó seriamente

 

- Lo siento. El señor no atiende a los clientes de sus adquisiciones personalmente. Ese es mi trabajo –

 

- Lo sé, lo sé señorita, aún así quisiera hablar algo importante con él –

 

- Le vuelvo a repetir que no se podrá –

 

- MALDICIÓN!! – levantó la voz para darse vuelta y salir gritando amenazas de mandar a demoler el edificio. A asesinar a sus empleados y cuanta idea se le cruzara por su mente.

 

Ya más tranquilo en su auto deportivo del año llamó a Ruki, él debía conocer al dueño. O al menos eso esperaba.

 

 - Ruki? – preguntó de inmediato ante la somnolienta voz que se escuchaba a través del aparato

 

- Aoi. Viste que puta hora es? – preguntó molesto

 

- Sí, sí. Te quiero pedir un favor – soltó algo ansioso. La molestia de su amigo desapareció casi al instante en pronunciar esas palabras. Aquello no era propio de Aoi, debía ser importante…

 

- Dime, si está en mis manos dalo por hecho – dijo serio para tranquilizarlo.

 

- Gracias – suspiró un poco aliviado – Verás… no sé cómo sucedió… - Ruki al escucharlo se preocupaba más y más – Pero creo que me enamoré del sujeto de anoche … - Un gran silencio se dejo escuchar en la línea telefónica – Ey! Ruki sigues ahí? – intentó llamar su atención.

 

- Eh?... sí, claro Aoi – dijo recomponiéndose del impacto de la noticia – Eso no lo esperaba. Aoi sabes a cuántas personas has rechazado!? Y ahora de buenas a primera en una noche te enamoras? Estás seguro? – preguntó incrédulo.

 

- Ni siquiera yo lo sé… - suspiró – Pero… es extraño… yo… lo necesito amigo – terminó por decir.

 

Era un sentimiento extraño. Ese castaño era por lo que había estado esperando… sin saber como su corazón ya se lo había entregado, con tan solo mirarlo. Quizás en otra vida se habían conocido… tal vez. Todo era tan confuso.

 

- Y en qué te puedo ayudar? – preguntó algo confundido.

 

- Sabes quién es el dueño de ese negocio? – dijo despectivamente.

 

- Por supuesto que sí – dijo alegre. Al menos ya tenía una idea de lo que Aoi deseaba… sacarlo de ese lugar.

 

- Me dirías quién es? – preguntó nervioso… Sí, nervioso por primera vez en su vida.

 

- Tienes suerte – rió alegre Ruki, ese acto le produjo un gran alivio al pelinegro – Es el padre de Reita. Ese chico es el más famoso por eso gracias a él pudimos dártelo toda una noche – rió – Jamás hubiéramos podido hacerlo sin su padre –

 

- Es mejor que hable con él – rió satisfecho – Muchas gracias amigo – Cortó la llamada y se dispuso a ir directamente a casa de Reita.

 

El de la bandita casi lo asesinó por la hora, pero al escuchar de que se trataba se sorprendió al igual que Ruki por las palabras de Aoi. NUNCA en su largo historial como amigos lo había visto así: “Enamorado”.

 

Había tenido suerte, su padre siempre le cumplía sus caprichos. Una llamada y todo estaría solucionado.

 

Y así fue. En menos de cinco minutos y su cita para toda la noche estaba lista. Realmente había tenido suerte. Le agradeció a Reita con una enorme sonrisa y se fue a su casa para descansar y estar lo mejor posible esa noche.

 

Estuvo durmiendo todo el día. Se despertó justo a tiempo. Se alistó. Y se dirigió al edificio que había estado ocupando toda la noche al lado del castaño.

 

Al ingresar pudo distinguir a un señor de avanzada edad discutir con la recepcionista. Se acercó lo más sigiloso que pudo para escuchar lo que hablaban.

 

- Maldita sea! No se da cuenta que pedí mi cita hace una semana atrás! – reclamaba azorado aquel señor – Soy cliente frecuente y uno de los mejores! – alardeaba sin control alguno.

 

- Siento decirle por décima vez que el joven Uruha no atenderá el día de hoy – se volvía a disculpar repitiéndolo una y otra vez.

 

- Buenas noches – le saludó cortésmente el pelinegro. La chica se giró y le sonrió. Había sido llamada al despacho de su jefe. Con cierto temor se presentó al pensar que sería despedida, pero se sorprendió cuando había sido convocada para otra situación. Sí, aquel muchacho frente a ella tenía más influencia que cualquiera que pisaba ese lugar, o así se lo había dado a entender su jefe. Es por ello que la palabra de Aoi en ese lugar era la prioridad. También fue informada que Uruha se reservaría cuantas veces Aoi lo deseara. Es por ello que le tendió unas llaves – Habitación 501 –

 

- Muchas gracias – rió alegre tomando las llaves sin hacer comentario alguno para no empeorar la situación de la muchacha.

 

El castaño se encontraba nervioso en la habitación que le habían indicado. Nuevamente era la 501, no podía ser cierto… sólo era una simple coincidencia. Aoi no podía haber influido más que todos los clientes de ese día… no quería darse esperanzas para luego de un fuerte golpe caer a la realidad rompiéndolas todas en la caída.

 

Inclusive le habían enviado una caja con la ropa que debía vestir… enviada directamente del jefe… eso si fue una sorpresa, pero como buen trabajador la acepto y vistió con ella.

 

La ropa era de marca, hecha por diseñador; de esas que solo la chaqueta es el sueldo completo de una familia en Japón. Se sentía incómodo, pero el traje, de seda moldeaba muy bien su figura. Y la camisa blanca bordada con finos detalles le hacía lucir realmente de acuerdo con el estándar de ese lugar. Agregó un collar a su cuello, cepilló muy bien sus cabellos, roció su cuerpo con su loción favorita y espero a su cliente…

 

La puerta se abrió lentamente y su corazón comenzó a latir sin poder controlarlo. Ahí estaba nuevamente el pelinegro. Vestido de negro como el día anterior. Sólo que sus prendas era más sofisticadas… sí, podía lucir más sofisticado!

 

No pudo apartar su vista de Aoi mientras ingresaba hasta acercarse a él al momento en que el pelinegro lo observaba de pies a cabeza.

 

- Sakito realmente a refinado sus gustos – rió

 

- Conoces a mi jefe? – preguntó atónito. Era bien sabido por todos en ese lugar que el dueño era imposible de ubicar, mucho menos de conocerlo en persona, porqué Aoi le conocía?

 

- Claro – sonrió – es el papá de uno de mis amigos. De uno de los que me jugó la penitencia. Aunque debo agradecérselos – dijo de forma seductora llegando a su lado – Vamos? – le tendió el brazo como si de una dama se tratara.

 

- A dónde? – preguntó confundido – No se me está permitido salir con los clientes – intentó convencerlo… aún así pasó sus manos entre el brazo del pelinegro. Dejarlo esperando era una descortesía que no le podía hacer.

 

- No te preocupes – dijo mientras caminaban a la puerta – Sakito me dio algunas cláusulas especiales – le guiñó un ojo cerrando la puerta tras de sí.

 

Salieron por la puerta trasera del edificio. Aoi temía que si salían por el frente los clientes que estarían reclamando por la “ausencia” del castaño podrían verlo y eso no sería bueno.

 

Uruha se dedicó a seguir al pelinegro. Sentía como un sentimiento de felicidad explotaba en su interior al no soltarle el brazo. Llegaron frente a un automóvil deportivo color negro. Supuso de inmediato que debía ser de Aoi. Era simplemente su gusto.

 

Distinguió como el pelinegro levantaba los seguros y le abría la puerta como si de una dama se tratara. Un leve sonrojo apareció en sus mejillas y para ocultarlo volteo su rostro de lado contrario. El pelinegro pudo darse cuenta de ello y formó una divertida sonrisa de satisfacción para subirse al lado del conductor.

 

- A dónde vamos? – le preguntó para romper el silencio.

 

Las calles pasaban de forma rápida iban a una velocidad impresionante.

 

- A bailar – dijo alegre. Su celular sonó de improvisto – Podrías pasármelo por favor? – El castaño vio como el aparato sonaba al interior de uno de los compartimientos de aquel auto. Abrió y se lo tendió.

 

- Toma – Aoi lo tomó de sus manos, no sin antes acariciar sus dedos de forma sutil. Sonrió ante tal acción.

 

- Gracias – Le dijo mientras lo abría y contestaba – Sí?... Claro!!! No faltaría por nada! Ok en cinco minutos estoy allá – decía riendo bajo la atenta mirada del castaño. No sabía porque el pelinegro hacía todo eso por él. Estaban a niveles completamente diferentes! Quizás sólo quería jugar con él como el resto. Sólo que ahora estaba preparando todo muy bien… esa era la única diferencia… - Dile que es un amargado de primera! …. Ruki que ya estoy llegando!!! Ok, Ok, lo que quieras .. Bye – colgó el celular y lo guardo en su chaqueta.

 

- Problemas? – preguntó divertido al ver la mueca molesta en el rostro de su conductor.

 

- Lo mismo de siempre – soltó una carcajada.

 

Ya habían llegado al lugar. Ambos descendieron del carro mientras Aoi le tendía las llaves a un guardia para que lo guardara. El pelinegro se acercó a su lado y tomó su mano. Muchos voltearon a verlo con enfado… y ahora qué había hecho?

 

- Que no te importe lo que escucharás a continuación – le susurró al oído acercándose a él –  Fue capaz de asentir con su cabeza y continuar con el camino de la mano del pelinegro.

 

Se acercaron a recepción donde un pulcro joven los atendía.

 

- Buenas noches Joven Aoi. Es un agrado tenerlo nuevamente con nosotros – le sonrió.

 

- Kame, sabes si Ruki ya llegó? – preguntó con confianza.

 

- Claro. Hace unos minutos que ingresaron todos juntos – le informó

 

- Excelente. Dame dos pases por favor – le sonrió Aoi.

 

- Esto si es extraño – dijo sin perder la formalidad.

 

- Algún día tenían que atraparme no crees? – preguntó feliz entregándole una tarjeta de crédito a cambio de unos boletos. Algunas transacciones y la tarjeta fue devuelta a su dueño.

 

- Es una lástima – dijo aquel joven – Realmente tienes suerte – le gritó al ver ese precioso castaño detrás de Aoi. Uruha respondió con una incómoda sonrisa, porqué Aoi decía todo eso? – Todo listo Aoi. Que se diviertan – se despidió

 

- Gracias – respondieron ambos.

 

- A eso te refería con que no tomara en cuenta lo que escuche? – preguntó con interés.

 

- Algo así – le sonrió sutilmente mientras hacían ingreso.

 

Uruha pudo notar el lujo. Un sector VIP, de esos que solo en películas o telenovelas puedes ver. Era amplio, de refinados gustos. Tragos que jamás había visto en su vida. Hombres de todas las edades estaban en ese lugar, pero no había mujeres. Supuso que era un antro gay o algo por el estilo. No le dio importancia a las inquisidoras miradas sobre su cuerpo o su mano entrelazada con la de Aoi.

 

- Te molesta? – se giró el pelinegro para ver la afligida cara del castaño

 

- Un poco. Si las miradas matasen… - dijo suspirando – te aseguro que ya estaría muerto desde que pise este lugar –  Aoi rió por el comentario.

 

- Son sólo despechados no les des importancia – frenó sus pasos para girarse y posar su mano libre en la barbilla del castaño – Esta noche – le decía mientras se acercaba peligrosamente a su rostro – Quiero que la disfrutes, pero conmigo – Se apartó para seguir caminado.

 

Le tomó algunos segundos recuperarse de tal acto. Aoi le atraía como ninguno otro… era un imán que no entendía porque lo sentía con él…

 

Arribaron a una exclusiva zona donde estaban sus amigos.

 

- Así que… - decía el más pequeño acercándose a la pareja – Tú eres Uruha? – preguntó con una gran sonrisa.

 

- Un gusto – saludó a aquel agradable chico.

 

- No cambias – rió Reita acercándose a ellos seguido de Kai

 

- Claro! Quiere que haya guerra esta noche – dijo Kai

 

- Uruha – dijo Aoi a su lado – Te presento a mis amigos – apuntó al más bajo – Ruki, a su lado esta el sin nariz Reita y seguido Kaicito – dijo de forma cursi. Uruha hizo una seña con la cabeza en forma de saludo.

 

- Cállate si no quieres morir – dijo Kai con una cruel sonrisa.

 

- Oh! Hiciste enojar a Kai! – explotó alarmado el pequeño

 

- Aoi tu te encargas – dijo serio Reita

 

- No es para tanto… - dijo mirándolo, pero recibió una seria mirada – o sí?... –

 

Kai al ver la seriedad en el rostro de sus amigos y el asustado del castaño soltó una gran carcajada mientras a todos se les regresaba el alma al cuerpo.

 

- No soportan una broma – les rió pasando a sentarse a su zona reservada llena de licores y chicos.

 

Todos se sentaron en el sillón redondo. Cada uno de sus amigos rodeados de chicos que los abrazaban o insinuaban. Pudo distinguir como los que siempre lo atendían iban a su lado.

 

- Esta noche no – les dijo sonriendo mientras sentaba a Uruha en sus piernas – Hoy sólo quiero estar con él – lo abrazó. Todos miraron con disgusto al castaño y se alejaron de aquel lugar.

 

- Aoi. No quiero morir virgen aún – dijo divertido el más pequeño tomando un vaso.

 

- Ruki no lo molestes – se quejó Reita.

 

- Oh! Está bien – dijo besándose con uno de los chicos a su lado.

 

Aoi quitó al castaño de sus piernas y lo sentó a su lado. Giró su cuerpo para quedar frente a frente mientras sus rodillas se rozaban son sus muslos.

 

- Disculpa lo que acabo de hacer – dijo de forma sincera – Pero era cierto – Se volvió a girar para tomar un vaso y tendérselo al castaño y uno para él.

 

- Porqué haces todo esto? – preguntó triste. Aoi levantó una de sus manos para acariciar sus cabellos.

 

- Anoche te dije que no lo sabía… cierto? – Uruha asintió – Lo estuve pensando… y – suspiró pesadamente sin dejar de mirarlo a los ojos – No sé cómo sucedió… pero me enamoré de ti – dijo con una lastimosa sonrisa… como si pronunciar aquellas palabras le doliera… El castaño abrió de forma enorme sus ojos…. Era una locura!

 

- Per.. –

 

- Lo sé. No te tortures por ello. Sé que quizás tú no sientes nada por mí y lo comprenderé – le sonrió – Ten – le dijo extendiéndole un sobre blanco que guardaba en su chaqueta juvenil. El castaño miró extrañado el sobre aún así lo giro para ver si decía algo, pero estaba en blanco – Ábrelo… es para ti – le animo el pelinegro separándose un poco.

 

Con nerviosismo abrió el papel. Pensaba que vería un gran cheque con una suma incalculable en él para pedirle que tuvieran sexo…, pero una traviesa lágrima rodó al leer lo que era… Era su contrato que lo liberaba de ir a ese maldito edificio a vender su cuerpo… Era su libertad y Aoi se la estaba dando… Levantó su vista nublada por el llanto. No pudo contenerse más y se tiró sobre el pecho del pelinegro, mientras lo abrazaba de forma desesperada lloro…. Lloró todo lo que en años de humillación no había logrado… al fin podía liberar su alma…

 

Pasaron unos minutos y su llanto se calmó ante las caricias que Aoi le daba a su espalda. Secó sus ojos y miró directamente al pelinegro. Su rostro era pacífico.

 

- Mejor? – preguntó en tono conciliador.

 

- Sí. No sé como pagarte – dijo intentando controlar los sollozos que aún le quedaban.

 

- No te estoy pidiendo que lo hagas – le sonrió dulcemente – Sólo sé feliz –

 

- No… es cierto – No se lo podía creer. Pensaba que le iba a pedir ser su amante a cambio de ello, pero se había equivocado!. Sin pensarlo rodeo con sus brazos al pelinegro y lo besó… un beso diferente. Era el primer beso que daba con sentimiento… con gusto: “Uno verdadero”

 

Aoi correspondió aquel contacto profundizándolo más. Dejándole saber que no quería que fuera un simple juguete… que sentía más que algo superficial por él. Iba a esperar si era necesario. Sólo quería verlo sonreír.

 

Cómo un prestigioso integrante de la mafia caía rendido a los pies de alguien como Uruha? Cómo ese chico logró resaltar su lado amable y un tanto tierno? No lo sabía.

 

El contacto fue roto por Aoi. Uruha se veía diferente. Sus ojos reflejaban alegría… sentimiento… pasión… era una mezcla demasiado grande para poder deducirla en esos momentos.

 

- Debemos disfrutar esta noche – dijo alegre el pelinegro – Ey! Par de travestis! – les gritó a sus amigos quienes estaban entretenidos con los chicos que los rodeaban.

 

- No seas molesto Aoi – se quejaron casi todos a la vez, pero prestándole atención.

 

- Reita, muchas gracias – le dijo alegre Aoi.

 

- No hay de qué – le sonrió – Sabes que mi padre me cumple el capricho que deseo y eres uno de mis mejores amigos. Ya no me jodas quieres? – dijo regresando a lo que hacía.

 

- No cambia – rió Aoi

 

- Aoi… - lo llamó Uruha – Podemos ir a bailar? –

 

- Claro – le sonrió

 

Ambos bajaron de la zona VIP para reunirse a todas las parejas y chicos solos que bailaban en el centro. La música era movida, por lo que Aoi había dejado su chaqueta y quedó sólo con una camisa manga corta y sus pantalones apretados. Uruha no perdía detalles de su cuerpo en ningún momento. Realmente era perfecto.

 

Ambos se movían al ritmo de la música, deleitándose con el roce de ambas pieles. Provocándose mutuamente.

 

- Disculpa – llamó un chico a Uruha. Éste se giró y le sonrió

 

- Sí? – preguntó por cortesía al ver que no le decía nada

 

- Tu amigo está soltero? Me dejarías bailar con él? – preguntó un poco más seguro. El castaño frunció el ceño con molestia y se dio vuelta para mirar a Aoi que lo miraba confundido sin saber lo que sucedía.

 

Vio como el castaño se acercaba a él y le daba un beso de forma inesperada ante la sorprendida mirada de aquel chico que los dejó solos.

 

- Y eso? – preguntó con una sonrisa al terminar el contacto.

 

- Para los que no saben que eres mío – le susurró al oído.

 

El pelinegro no pudo hacer más que sonreír y seguir bailando al ritmo de la música. La noche pasó rápidamente y era hora de irse. Aoi llevó a Uruha a su hogar. Desde ahora no se sentiría solo…

 

Entraron devorándose a besos, el castaño ni siquiera se dio cuenta del lugar a donde había sido llevado. Confiaba en Aoi por increíble que parezca: “ sí lo hacía”.

 

Jamás había estado tan desesperado por hacer el amor como en esos momentos.

 

Aoi tomó el control sobre el castaño. Estaba disfrutando de ese momento como ningún otro.

 

Así entre besos llegaron a la enorme cama del que era dueño el pelinegro. La ropa ya había quedado atrás en el trayecto hasta ese lugar.

 

La razón se les nubló a ambos. Sus respiraciones agitadas chocaban unas contra otras gimiendo sin control

 

Aoi tuvo cuidado en cada detalle. Quiso que ese momento quedara grabado en la memoria del castaño como su nuevo comienzo.

 

Lo preparó muy bien, ya había marcado ese fino cuerpo como “suyo” con un sin fin de besos y marcas por todos lados.

 

No dejó de repetirle que lo amaba durante cada embestida. Si bien el ritmo no era lento, lo hacía con tal cuidado que Uruha lo estaba disfrutando… así que eso era hacer el amor?...

 

Con una gran sonrisa le dijo por primera vez “Te amo” a Aoi…

 

Así entre más besos y gemidos la noche se rindió bajo sus pies y ese gran amor que había nacido en tan solo un día…

 

 

 

 

F I N .-

Notas finales:

eso era O.O....


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).