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Mi vida siempre fue difícil, siempre trate de encajar en algún lugar, pero por alguna razón siempre terminaba solo…
No necesitaba a nadie y por un tiempo fue así hasta que se presento otra oportunidad, su nombre Tsunayoshi Sawada, el heredero numero diez de una familia conocida como Vongola.
Mi misión era simple, y con toda la intención de cumplirla viaje hasta Japón, la primera vez que lo vi no podía creer que alguien tan patético fuese a cargar con aquella responsabilidad tan grande, le enseñaría lo que era este medio, uno lleno de crueldad y muerte.
Sorpresivamente, debajo de esa actitud cobarde, el era noble y de manera que no esperaba salvo mi vida pese a que trate de matarlo.
Desde ese día, jure dar mi vida por el, por que confiaba que un día seria un gran líder, pero mas por el hecho de que el me estaba aceptando a su lado…
“¡Juudaime a partir de ahora lo protegeré con mi vida!”.
Esa fue mi promesa en aquel entonces…
Y ahora diez años después, en este día, frente a mis ojos veo como su cuerpo es atravesado por una lluvia de balas, había sido tan rápido que no parecía posible, hasta que vi su cuerpo caer secamente al suelo.
-¡T-Tsuna! – alcance a articular sin darme cuenta de que le llamaba por su nombre, corrí hasta donde estaba ayudándome de mi sistema CAI para librarme de los disparos que aun caían sobre el.
Y entonces le mire, bañado en sangre completamente, no me atrevía ni a tocarle mis manos temblaban, sentía que si le tocaba terminaría por destrozar su cuerpo.
En toda mi vida nunca había visto una escena tan horrible, una lagrima incontenible bajo por mi mejilla, lleno de ira mire a aquellos que disparaban y sin dudarlo acabe con ellos…
Todo habe;a sido una trampa… una maldita trampa…aquella tarde termine bañado en sangre y con una herida un poco grande en mi hombro pero eso no me importaba, cuando logre controlar la situación me acerque de nuevo a su cuerpo sin vida, Juudaime de verdad estaba… muerto.
Le toque suavemente aquellos labios que apenas hacia unos segundos habían besado mi mejilla, aguantaba las lagrimas al verlos llenos desangre ahora, su expresión me causaba una angustia terrible, sus ojos estaban entrecerrados y algunas lagrimas aun se notaban secándose en sus mejillas, pase mi mano por su rostro, cerré sus ojos y limpiando parte de la sangre en su rostro de aquel modo lucia como si… durmiera… lucia tan tranquilo.
Decidido y viendo que pronto comenzaría a anochecer le cargue en mis brazos estilo nupcial, sentí dolor por mis heridas pero no me importo, me lleve de aquel lugar su cuerpo marchito, no reaccionaba aun de aquello, me introduje en el bosque y camine tratando de llegar rápido a la mansión, camine tal vez por horas hasta que me vi agotado.
Caí sentando entre los árboles y el pasto, observando el cielo nublado, simplemente te abrazaba contra mi pecho hasta que gotas de lluvia comenzaron a caer sobre ambos, alce mi mirada y después volví a mirarle.
Eran unos bastardos, haberle atacado de aquel modo, Tsk… los odio…
Poco a poco veo como la lluvia limpia la sangre de su rostro y el resto de su cuerpo y entonces podría jurar que ahora que ese color carmesí a desaparecido veo en sus labios una sonrisa, agito mi cabeza siento como si me estuviera volviendo loco ¿Es el dolor?
Que difícil es todo esto, el juro volver y ahora ya nunca lo hará aunque así lo quiera… yo sabia que a esto nos arriesgábamos ¡por eso quería protegerle! Y ahora que falle… este es el resultado…
Lloro sin poder evitarlo aferrándome con fuerza a su cuerpo, nadie creería que yo estaría de este modo, siempre aparento ser fuerte y lo soy pero solo por que sabía que si me esforzaba el siempre estaría bien, el era la única fuerza que tenia y ahora que le falle no cumplí mi promesa ¿Qué clase de mano derecha soy?
“Si mueres tu... ¿¡Que razón tengo para justificar mi vida!?”
Recuerdo las palabras que me había dicho ese día y ahora yo me hago esa pregunta ¿Qué razón tengo para justificar mi vida? El era para mi como ese lugar, como el que todos llegan a buscar en algún momento.
No sirve de nada lamentarme, ni siquiera llorar, yo mismo lo he dicho en este medio la vida es algo que esta en peligro todo el tiempo pero… ¿por que justamente ahora no quiero aceptarlo?
Será por que… no pude decirle eso… no pude decirle, que quería compartir mi vida con el…
Que estupido fui al pensar que el podría terminar en ese momento con todo esto, me doy cuenta de que de verdad confió mucho en el, debí haberle ayudado, debí protegerle.
Ahora cargo esta culpa sobre mis hombros y sobre todo este dolor en mi corazón.
Desde que jure darle mi vida, día tras día logro hacer que le diera mi corazón, pero yo sabia bien que jamás podría corresponderme de ese modo, el tenia una meta y pese a tratar de convencerme todo el tiempo de solo protegerlo y ser su mano derecha…Mi estupido corazón deseaba más, toda su atención, sus alegrías y tristezas… solo quería ser yo en su vida… y por mi causa ahora estaba muerto…
Cualquiera diría que no es así, que yo no tengo la culpa… pero eso no deja de hacerme sentir la culpa.
No se como, pero caigo en un sueño profundo sin soltarle, para cuando despierto estoy recostado en lo que parece un cuarto de hospital, miro confundido a mi alrededor pero entonces me levanto sintiendo un dolor instantáneo, veo mi hombro el cual esta vendado y entonces veo al marco de la puerta a mi hermana, quien simplemente me observa en silencio, no logro apreciar su rostro del todo puesto que lleva aquellas gafas.
-Recuéstate Hayato te harás daño –le escucho decir con su tono de siempre, hago caso omiso y me pongo de pie con cuidado.
-¡No me digas lo que tengo que hacer! ¿En donde esta? – interrogo rápidamente, Bianchi simplemente se encoge de hombros y se acerca a mi.
-Hayato… estamos en Japón – me hace saber, ¿En Japón? – cuando te encontramos estabas inconsciente perdiste mucha sangre…
-No me interesa… ¿¡donde esta el Juudaime!?- volví a exigirle, no me interesaba nada de mi yo quería saber de el, deseaba que todo fuese un sueño, que yo haya estado equivocado y que el siguiera en algún lugar de aquí con vida. Le mire esperando pero entonces note que bajo su mirada aquello no era buena señal.
-Tsuna… el esta – musito volviendo a mirarme - Esta muerto Hayato… -Esas palabras resuenan por mi mente, así que después de todo.
-¿Dónde esta? – digo con un tono de voz resignado y frió sin mirarla, escucho sus pasos hasta mi observando como dejaba un traje negro a un lado de mi.
-Cambiate yo te llevare al lugar… - me dice mientras siento su mano sobre mi cabeza – aun si estamos aquí seguimos corriendo peligro ahora mas que nunca… ¿Lo entiendes? – me interroga a lo cual simplemente asiento.
Después de algunos minutos rápidamente me e cambiado, me pongo de pie y camino a paso lento y algo adolorido hasta donde Bianchi a la cual observo llevando un portafolio consigo, arqueo mi ceja al identificarlo.
-¿Que haces con el? – la interrogo mientras lo tomo de sus manos, este portafolios es la razón por la cual el Juudaime me había enviado a Japón aquel día.
-Aun tienes que completar tu misión –le escucho decir a lo cual la miro confundida, ella lo nota dándome una palmada en el hombro haciéndome soltar un quejido.
– ¡Mujer maldita!- me quejo eufórico a lo cual alcanzo a notarle una sonrisa.
-Ya lo entenderás Hayato, vamonos- me dice caminando, sin decir mas la sigo.
En el camino me doy cuenta de que estamos en la base Vongola subterránea de Japón, ahora tenemos que escondernos que mas hay que decir, busco a los demás con la mirada pero solo vi a Gianini y Fuuta quienes nos desearon buena suerte.
De seguro el idiota del béisbol y los demás están en sus propias misiones.
Salimos de la base con suma precaución hay muchos miembros de Millefiore buscándonos, después de algo de caminata y falsas alarmas Bianchi se detiene frente a algunos árboles.
-Lo encontraras ahí –me dice para sin mas caminar hasta pasar de largo y empezar a retirarse.
La miro confundido pero no quiero esperar más, ella sabrá lo que hace, pasó entre aquellos árboles y arbustos mirando el lugar, hay hierba crecida pero entre esa hierba puedo ver aquel bulto negro.
Apreciso el paso y a lo lejos puedo ver aquel ataúd… ¿Que hace en la superficie? me pregunto a mi mismo confundido y la vez triste de saber que ahí yace el Juudaime, entonces veo como este se abre, una especie de nerviosismo me invade.
-¿Quién anda ahí? – interrogo con voz gruesa y demandante acercándome mas entonces lo veo, es sumamente increíble.
¡Ahí delante de mí se encuentra el Juudaime! Este comienza a decir muchas cosas cuando me reconoce, pero no logro escucharlo, estoy aun sorprendido, suelto el portafolio en el suelo y me hinco delante de este que permanece en el ataúd, sujeto sus hombros y le muevo un poco pidiéndole perdón.
Este llama mi atención y avergonzado me doy cuenta de que trataba aquello, este era el Juudaime, pero era el que había conocido diez años atrás, fue nostálgico pero no podía quedarme ahí, debía cumplir mi misión.
No tenia mucho tiempo y lo sabia, rápidamente le entregue lo que necesitaría y le advertí lo que debía hacer, sin embargo no fue suficiente.
El tiempo se agoto y todo se volvió oscuro en mi mente, hubiera deseado decirle más, pero no debía pues el aun no sabia el horrible destino que aquí ya había sufrido…
“Sigo en esta oscuridad sumido en una extraño sueño donde sigo arrepintiéndome de no haber evitado tu muerte, Tsuna… por que cuando por fin, pasados diez años había decidido decirte que mi vida era completamente tuya… ¿Algo se interpuso nuevamente?
¿Volveré a despertar de este sueño? Se que si… tu dijiste que debía esperarte y así lo haré…
Cuándo despierte… debes estar ahí…”
-----Continuara----