Capítulo 1
-Y bueno repítanmelo de nuevo… ¡¿Qué rayos se supone que estamos haciendo en una de las fábricas de Kaiba?!
-Tranquilízate Joey, ya te dijimos como 30 mil veces que hemos venido porque Moki nos lo pidió – trataba de explicar el pequeño Yugi mientras se ponía el uniforme-
-Si ya sé, dijeron que era para ayudar a Mokuba pero nunca me dijeron que iba a ser un chalán de Kaiba
-¡Ya viejo! Deja de quejarte, además dijeron que nos iban a pagar.
-Si Joey, él es nuestro amigo y debemos ayudarlo, tú sabes que el gruñón de Kaiba lo asesinara cuando sepa que sigue sin encontrar vacantes para esta fábrica, esto es solo temporal – terminaba de ponerse su uniforme la chica castaña que también se encontraba lista para trabajar-
-¡Pues que otra! pero sépanse que no tratare a ese odioso de Kaiba como mi jefe.
-¡Chicos! – Saludo el pelinegro alegre- Gracias por prestarse para este trabajo, sé que no son unos expertos laboratoristas, sin embargo pueden ayudarme a cubrir estos puestos porque si mi hermano se entera que no he desarrollado nada innovador por falta de personal, me va a desheredar – dijo el pequeño deprimiéndose en una orilla del lugar-
-Descuida Mokuba, haremos nuestro mejor esfuerzo – sonrió Yugi-
-Gracias; síganme, les mostraré su área de trabajo – presentando el lugar y especificando para que servía cada cosa- Ellos serán sus compañeros – presentando a todos los científicos, laboratoristas, cargadores, empresarios- Y ustedes solo serán ayudantes por ahora, aunque la documentación diga otra cosa, todos aquí ya saben, así que relájense.
-De acuerdo – contestaron al unísono-
Después de eso el menor de los Kaiba se fue dejándolos en su nuevo trabajo postizo, como siempre el par de traviesos ya estaban en el laboratorio revisando y jugando con todos los envases que encontraron.
-¡Mira este Joey!- mostrando un frasquito de color azul- Según es para las reumas
-Hahahaha se lo llevaré a mi abuela, yo creo que si le funciona- dijo mientras tomaba otro frasco- Y este es para hacer crecer el cabello- miro malicioso a su amigo- ¡Te reto!
-¿Quieres que me lo tome? ¡Estás loco!
-Ya sabía que no podías, todo por eso me debes una comida completa
-¡Claro que no! ¡Oh! Mira este – decía Tristán totalmente asombrado- ¡este quita las arrugas!
-¿Te das cuenta de que parece un laboratorio para evitar la vejez? Probablemente Kaiba este muy preocupado por su vejez ¿acaso piensa ser inmortal? Yo creo que es muy anciano y oculta todo gracias a estos productos, de hecho ya se le notan las arrugas o quizás sea que jamás se ríe, yo creo que el estrés…
-¿Quién es un anciano? – una voz detrás de Joey interrumpió-
-El idiota de…
-¡Shhhhhh! – hacia señas Tristán detrás de él para callarlo, pero ya era muy tarde-
-¡Kaiba! – Trato de ocultar su nerviosismo - Que milagro encontrarnos
-¡Qué diablos hace el par de perdedores en mi fabrica y en mi laboratorio
-¡Oye somos empleados! Así que respétanos ricachón – se defendió Tristán dejando la botella que acababa de tomar del estante-
-Cállate mono, además ¿Quién los contrato?
-Ese no es asunto tuyo – reto Joey que de por sí ya nada más buscaba pretexto para pelear con él-
-Claro que lo es y les ordeno que salgan de aquí antes de que seguridad o yo mismo los saque a patadas
-¿Crees que nos vamos a dejar? – enfrento de nuevo el rubio a Seto tratando de intimidarlo-
-Mira perro – tomándolo por el cuello de la camisa del uniforme- no están en posición de pedir y encima de todo me insultan, yo soy el dueño los puedo correr si se me da la gana
Sentenció el oji-azul y lanzó al rubio al estante como en un impulso sin tener en cuenta lo que había allí, todos los frascos cayeron encima del rubio, Seto y Tristán se alejaron, se hizo un gran alboroto y todos llegaron a ver qué ocurría. Cuando se disipo la nube que se produjo por todas las reacciones apareció un pequeño niño rubio que tosía debido a tantos químicos. Todos se acercaron curiosos, mientras con la mirada insistentemente buscaban a Joey, todo indicaba que ese pequeño niño de ojos color miel grandes, mejillas rosadas y cabello rebelde era Joey.
-J-¿Joey? – pregunto Tea temerosa-
-¡ah! ¡Me corte! Me duele mi brazo ¡ahhhh! ¡Voy a morir!- gritaba asustado el pequeño, agitando su herida y con los ojos llorosos-
- ven, te curaré – actuó rápido Tea, buscando el botiquín y limpiando las heridas-
-¡¿Que le hiciste a mi amigo Kaiba?¡- Amenazó Tristán-
-¡¿Que rayos paso?!
Todos murmuraban diciendo que Seto había tenido la culpa y el escandalo se hacía más grande, el pequeño niño no dejaba de quejarse, aturdiendo a Seto, que ya tenía suficiente con los murmullos, los reclamos y las amenazas de los amigos del oji-miel.
-¡Basta! Ustedes cuatro a mi oficina, resolveremos todo allí
El CEO se adelantó y fue seguido por el grupo de amigos, mientras Tea cargaba al pequeño tratando de cubrir su desnudez con las ropas que ahora le quedaban muy holgadas.
-Kaiba ¿Que va a pasar con Joey?– Interrogaba Yugi con preocupación-
-No es mi culpa - esquivaba el castaño que no tenía ni idea de cómo era posible que el perro Wheleer estuviera en ese estado-
-¡Si es tu culpa maldito ricachón! , si no lo hubieras empujado no estaría así, todo es culpa de tus químicos raros.
-Es su culpa por estar en lugares prohibidos
-Bueno ya basta, no podemos estarnos peleando por pequeñeces
-Yugi tiene razón, lo más importante es buscar la solución al problema
-¡Ya me aburrí! ¡Tengo sed! ¡Ahora me anda del baño! - decía el pequeño Joey corriendo semi-desnudo por toda la oficina de Kaiba-
-¡Alguien contrólelo! No me deja pensar así – decía hastiado el CEO con una venita en su frente- Lo mejor es regresarlo a su casa, yo le enviare la solución a sus padres y prometo regresarlo a como estaba
-Eso está muy bien pero hay un problema – dijo temeroso Yugi- Joey vive solo, sus padres están en Estados Unidos
-Cierto, ese es un problema, bueno entonces yo digo que Kaiba lo cuide ya que fue su culpa – ordeno la castaña-
-¿Te has vuelto loca? Yo no puedo ser la niñera, cuídenlo ustedes, es su amigo.
-Nosotros no podemos ¿Qué les diremos a nuestros padres? Ni nosotros nos explicamos cómo fue que paso. Y además vivimos en apartamentos muy pequeños
-Pero no fue mi culpa – se defendió el oji-azul-
-Fue tu culpa – reclamaron al unísono-
-Ya está bien – Respondió el dragón oji-azul al no encontrar más salida- yo lo cuidaré – pero ya vallase, me molesta que me echen en cara mis errores- pero pobre de él si me da muchas molestias
-Más te vale que lo trates bien – amenazo por última vez Tristán- y que lo regreses a como estaba
-Sí, si como digas….
Los tres amigos salieron de la oficina, despidiéndose de Joey, confiando en que Kaiba lo cuidaría bien.
-¡No se vallan! –Los alcanzo el rubio sujetando a Yugi por el pantalón- no me dejen aquí – decía con voz suplicante-
-Pero…- miro los enormes ojos color miel- ¡ah! Creo que no podemos dejarlo ¡Es tan lindo!
-¡Vamos Yugi basta de sentimentalismos! – Regaño Tristán que al mirar la cara del rubio se arrepintió-
-Pero él me cae mal – decía casi a punto de llorar-
--Mira Joey nosotros tenemos cosas que hacer, lo mejor será que te quedes con Kaiba, él te va a cuidar bien, te prometo que te visitaremos y te traeremos dulces ¿sí? – Convenció Tea-
-Está bien – soltó el pantalón de Yugi agachando la cabeza-
Entró a la oficina del CEO, ambos se miraban fijamente
-Ahora estoy a cargo de mi peor enemigo y este es un mocoso…
Continuará>>>>>