Ahh... rayos... mi cabeza... me siento mal... pero qué ha pasado? Me siento en mi cama para incorporarme mejor. Mi estomago se siente raro y tengo nauseas... mi cuerpo se siente agotado... y tengo puesta mi ropa de fiesta... Oh, ya me acuerdo... ayer fue una noche muy loca. El antro, mis compañeros, el alcohol... pero si se supone que yo no tomo, entonces por qué acabé así? Yo... no puedo recordar nada! Joder, me siento mal, cansado e incluso me siento triste y ni si quiera sé por qué. Si tan solo pudiese recordar por qué tomé ayer... pero me es inútil, así que me tiro en la cama de nuevo y cierro los ojos por unos instantes tratando de aunque sea ver un flashazo de lo que ocurrió. Debió ser algo muy malo para haber bebido tanto, pero qué me pudo pasar? Comienzo a pensar en posibilidades. Qué tal si fue algún familiar en el hospital... lo dudo mucho, creo que recordaría algo así, pero para asegurarme reviso las llamadas a mi celular, cerciorándome de que en realidad no es nada relacionado con eso y efectivamente no lo es. Quizá solo fue por convivir con mis amigos, pero sería muy raro ya que yo no suelo tomar así. Como dije antes debió ser otra cosa... pero qué? Me puse a pensar en varias personas, pero entre todas ellas destacaba una sola: Gerardo. Su cara llegó a mí como una iluminación, y gracias a ese rostro tuve el flashazo que tanto estaba esperando. Ahora recuerdo la razón de haberme perdido en el alcohol la noche pasada...
FLASHBACK
Me encontraba rumbo a la casa de Gerardo, ese día sus padres se habían ido a una reunión muy importante y lo habían dejado solo en su casa. Me había invitado a pasar la noche con él viendo películas y yo había aceptado gustoso. Era cierto que Gerardo y yo no llevábamos tiempo de haber descubierto nuestros sentimientos hacia el otro pero nuestra relación iba bastante bien, aunque claro, no era pública ya que si la banda de guerra se llegara a enterar de nuestra relación seríamos la comidilla de la escoleta1 durante mucho tiempo, sobre todo si uno se ponía a pensar en Carlos, sobre todo él que era el que más fregaba gente. Suficiente ejemplo tenía con ver como jodía al Chotoro y a Pinky a pesar de que ellos no eran nada, como siempre haciendo bromas sobre los homosexuales.
Esa noche yo llevaba una bolsa de palomitas de microondas para compartir con él, aunque sabía que insistiría en hacer sus palomitas con tal de ahorrarme el trabajo, y eso me gustaba. Bajé del camión justo en su puerta. Toqué el timbre, pero nadie me respondió en seguida. A pesar de que las luces estaban encendidas parecía no haber nadie en aquel lugar. Volví a insistir con el timbre un aproximado de dos o tres veces, comenzaba a desesperarme un poco ya que no veía movimiento dentro de la casa. Decidí asomarme por su ventana en un intento de atisbar señales de vida, pero para mi desgracia encontré más de lo que realmente esperaba. Efectivamente ahí estaba él, pero no precisamente solo. Parecía que alguien se me había adelantado y había llegado antes a pasar el tiempo con Gerardo. Aquel muchacho lo tomaba de la cintura, pegándolo más a él, besándolo con una intensidad tan impresionante que me desgarraba con cada movimiento. Sus lenguas comenzaban a juguetear entre ellas y el muchacho tomaba más confianza como para meter la mano en su camisa, provocándole ligeros gemidos de placer. Lo más horrible fue que Gerardo le correspondía sin oposición alguna, su lengua se movía al compás de aquel depredador al mismo tiempo que enredaba sus dedos en su cabello, atrayéndolo aún más, pidiendo por más. El pecho me dolía como si lo hubiesen presionado demasiado, mi corazón se sentía como si lo hubiesen hecho añicos, las lágrimas escurrían por mi rostro con cada gemido que él le regalaba a ese maldito bastardo. Me sentí débil, impotente, sentí que mi vida perdía sentido y que moriría de dolor en ese lugar. No quería ver aquello, no lo soportaba, tenía que huir. Comencé a correr sin rumbo fijo, alejándome lo más que podía de aquella casa del terror, alejándome de mi realidad, una realidad totalmente avasalladora y que me podía quebrantar en cualquier momento. Las lágrimas me impedían ver el camino, estaba perdido en algún lugar de Mérida y no me interesaba otra cosa que no fuese correr y huir. Un tiempo después me encontraba a una cuadra de mi casa, mi paso fue desacelerando de a poco hasta que unos momentos después me encontraba inerte sobre el suelo con la cabeza dirigida al frio asfalto de la calle. Este se humedeció con las lágrimas que de mis ojos caían. No tenía ni la más mínima gana de ir a mi casa, pero tampoco tenía idea de a donde ir... todo lugar que me era conocido me recordaba a él... y al recordarlo también recordaba aquella escena tan... tan... Yo... no sabía qué hacer... necesitaba desahogarme, olvidar!!! Sobretodo olvidar, necesitaba sentirme bien... Mi mundo estaba a instantes de llegar al colapso si no tomaba alguna medida enseguida, tenía que salvarlo, entonces recordé. Esa mañana había visto un cartel en un antro que decía algo así de un 10% de descuento... Ahí estaba mi solución, algo con qué entretenerme. No lo pensé más. Tomé el primer camión que vi y en menos de lo que esperaba me encontraba en aquel antro. Di gracias a que me gustaba vestir bien para ir a verlo... El dinero no fue problema, siendo el menor de todos mis hermanos mis padres me daban lo que les pidiera e incluso cosas de más, como dinero extra. Esa noche me topé con que varios de mis amigos se encontraban ahí, y aproveché para pasarlo con ellos. No es del todo cierto que no tomo, pero no tomo tanto. Mis amigos me incitaron a que tomara otra cosa aparte de la cerveza que tenía en manos. Pidieron al barman un Vodka Tonic con mucho alcohol, me sentí un poco abochornado por la cantidad que estaba sirviendo, hasta que le dije que ya era suficiente. Debo admitir que no sabía nada mal, de hecho me gustó bastante, así que pedí otro. Seguí tomando lo mismo hasta que decidí probar otras cosas, como el wisky... por dios! Qué bien sabía el wisky... después de un rato me sentía completamente mareado.
FIN DEL FLASHBACK
Recuerdo que me puse a bailar pero de ahí ya no recuerdo nada más. Ni si quiera recuerdo cómo llegué a mi casa. Ahora me encuentro en las mismas condiciones en las que me encontraba ayer antes de ir al antro, llorando mientras permanezco inerte sentado en mi cama, el dolor en mi pecho es demasiado fuerte, me siento acabado, sin fuerzas... Definitivamente el día de hoy no me quedan ganas de seguir tomando, y no se me ocurre ningún modo de distraerme de este pensamiento tan horrible... un momento, Qué día es hoy? Rápidamente consulto el calendario de mi celular, es sábado... Gracias, Banda de guerra, si no me equivoco hoy tengo escoleta de banda, perfecto para desquitar mi furia con el tambor y tener algo más sano para pasar el día, y sí que es un largo día. A pesar de que no me siento con ánimo alguno tomo las fuerzas necesarias para levantarme de la cama e ir a tomar un baño... La escoleta comienza a las 9:00 a.m. así que me da el tiempo suficiente para bañarme vestirme y comprar una buena coca-cola bien fría para esta... cruda que me traigo. Por fín llego con toda calma a la Prepa 1 con mi tambor, mi portacajas y mis baquetas guardados en la funda de mi caja. Obviamente todos notan que tengo resaca de la noche anterior, pero parece que también notan mi decaimiento emocional, solo espero que lo atribuyan a la cruda. Todos me ven, pero nadie me pregunta nada, eso es bueno ya que no tengo que revivir los recuerdos de nuevo. La ventaja de estar en la banda de guerra es que todos somos una hermandad, y como tal respetan mi espacio y me dejan en paz. Así nadie sabrá que ayer el alcohol fue mi fiel amigo, un amigo que me ayudó a olvidar durante una horas algo que creí imposible olvidar,un amigo que me ayudó a perderme en un mundo donde no hay dolor... Porque preferí estar perdido en el alcohol a seguir sufriendo un segundo más.