Sus hebras rubias danzaban con el viento nocturno, el rostro del príncipe como siempre altivo y orgulloso se mostraba ante todo ese tumulto de personas, las ropas recias de soldado ahora eran remplazados con un sutil camisón blanco que cubría un poco más arriba de las rodillas, sus piecitos descalzos aguantaban la aspereza de la tabla sin lijar que sostenía toda su constitución y que al mismo tiempo funcionaria en algunos momentos como su ultimo sendero hacia la muerte.
Las esmeraldas brillaron con furia y determinación captando cada movimiento del jurado y juez
El hombre con papiro en mano se levanto de su asiento frente a la gran asamblea compuesta por las cabezas de las diez familias nobles de Shin Makoku.
- Lord Von Bielefeld Wolfram se le acusa de adulterio en primer grado – el silencio fue la única respuesta – este jurado lo ha juzgado y lo encuentra culpable – nuevamente el rostro de porcelana no demostró ninguna señal de emoción – la sentencia es la muerte
- ¿Tiene algo que decir en su defensa? – pregunto el porta voz
- Nada – contesto lacónicamente
- Entonces que Dios se apiade de su alma – todos los presentes contuvieron la respiración
El Mazoku de fuego no espero a escuchar nada mas sus blancas extremidades se movieron solas, caminaba hacia un destino que el jamás vislumbro, a un desenlace que nunca deseo, pero por sobre todo a la deshonra que siempre huyo.
- Esta es su ultima oportunidad – un hombre de entre esa junta de regentes se levanto, lo identifico sin necesidad de voltear – díganos quien yacía en su lecho hace dos noches
- Lord Waltorana – dijo tranquilo el ojiverde – creo haber contestado ya a esa pregunta – nuevamente suspiro al sentir la soga sobre su fino cuello - yo no lose – era verdad
- Pero que no lo vez Wolfram vas a morir – su tío estaba al borde de las lagrimas – no pues amar tanto a ese desgraciado como para protegerlo a este extremo, si él te correspondiera con el mismo afecto estaría aquí proclamándose el...
- ¿El que tío? ¿El amante del prometido del rey? – su tono no era agresivo – no creo que exista nadie lo suficientemente tonto como para dar su vida por quien solo fue su juguete sexual por una noche – todos se exaltaron
- Fue forzado – grito eufórico el pariente del condenado
- No encontramos nada que pruebe ello, eso ya lo discutimos Lord Waltorana – digo otro mas sin mirar siquiera a quien le contestaba
- Pero...
- Es suficiente – el moderador callo a ambos sujetos antes de que eso se convirtiera en un debate – esto esta fuera de contexto, Lord Von Bielefeld Wolfram ya ha sido juzgado y encontrado culpable – los miro desafiante – no hay marcha atrás
Levanto la mano y la madera debajo de los delicados pies desapareció a su señal.
Algunos jadearon, otros simplemente desviaron sus mirada. El cuerpo frágil y estilizado se movía en un intento vano de encontrar un punto de apoyo, el aire le faltaba y estaba seguro que no duraría mucho. Se arrepentía de tantas cosas, pero si de algo estaba feliz y tranquilo era que nunca le mintió a nadie al dar su respuesta, su alma se iba limpia.
Dejo de luchar, ahora solo esperaría el final.
Una navaja paso silbando por sobre su cabeza, su cuerpo de inmediato obedeció a la ley de gravedad y callo. Pensó que impactara contra el suelo, pero no, alguien lo sujetaba contra si, ese aroma el lo conocía, sabia que era imposible así que levanto la vista para cerciorase que no era una locura suya a un paso de la muerte.
- Yo Shibuya Yuuri decimoséptimo Maou de Shin Makoku me proclamo el amante y prometido de Von Bielefeld Wolfram – los nobles e levantaron de sus asientos – y contraeré nupcias en dos meses a partir de hoy, he dicho – Ao el caballo negro relincho al momento de dar la vuelta – de ahora en adelante no consentiré ni malos tratos ni malas ideas o blasfemias en contra de mi consorte – nadie dijo nada – fue culpa mía el haber huido esa noche ¿esta claro? – era una amenaza
Espoleo el caballo y salió de ahí a todo correr con el rubio príncipe en los brazos, ni aun en el castillo de Sangre le permitió caminar, lo llevaba en brazos. No tardaron en estar solos en la alcoba que mucho tiempo compartieron.
- ¿Por que? – pregunto el rubio cayendo de rodillas y comenzando a llorar amargamente
- ¿Por que? – grito molesto y dolorido – porque iban a matarte
- Eso era lo que yo quería – dijo casi en un susurro
- Eh!!
- Yuuri tu no lo entiendes – se levanto y corrió hacia el pelinegro – soy un sucio, no lo vez ya no soy digno de ti – golpeaba el pecho del rey – soy una escoria que debe pagar su pecado con la vida
- No digas eso – sus ojos negros estaban apunto de llorar – tu no eres nada de eso
- Claro que si – una pausa se instalo y luego bajando los puños se acerco a la ventana – dentro de mi ahora esta creciendo un ser repúgnate, prueba inequívoca de que soy un...
- No lo digas – pidió el pelinegro al tiempo en que abrazaba al rubio con tanta fuerza como si fuese a desvanecerse – ese niño es mío
- Pero Yuuri
- Es mío, me oyes es mío, mío, mío y de nadie mas, es mío – decía cual mantra – tuyo y mío, y si es prueba de algo, entonces lo es del inmenso cariño que siempre te tuve y que hasta esa noche negué
- Pero...
- Es mío Wolf, es mío al igual que tu – su rostro se oculto dentro de aquellos rubios – ¿verdad que es mío? – pregunto cual niño pequeño, una gotita tibia callo sobre su hombro blanco
- Si Yuuri es tuyo – dijo aferrándose a la espalda del rey – tuyo y mío
Fin