“Secretos entre la oscuridad de la noche”
Capitulo 1
“un dia normal”
Era un dia normal en las costas de Inglaterra, del año de 1821, el sol apenas se asomaba y los vendedores de carne y vegetales, ya estaban en sus puestos, esperando a la clientela.
Ian, era un chico de 17 años, alto de cabello negro hasta la cintura y de ojos color verde esmeralda, era palido y delgado, pues solo atendía la tienda, el cargamento y el dinero, eran cosa aparte.
El dueño de la tienda, solo le daba 10 libras al dia, pero para Ian era suficiente, pues solo tenía que mantenerse a el mismo y juntar para la renta del cuarto que tenia.
Era un dia que ellos acostumbraban llamar “normal”, la misma rutina de siempre: pescar, cargar y vender, siempre era lo mismo o tal vez eso aparentaba.
La tienda se abrió puntal 8:00am en punto, en lo que el dueño acomodaba el producto de esa mañana, Ian se cambiaba, con su delantal de cuero, sus botas de hule negro, se recogía el cabello con una cinta blanca y salía con el dueño a ayudar.
-buenos días Ian.-
-buenos días Homero.-dijo con una sonrisa como siempre acostumbraba.-yo hare lo demás, entre.-
-está bien.-
El viejo entro al local de madera y dejo a Ian atendiendo el puesto, Ian se sentó en una silla.
-es cansado, cada dia es igual.-
Diciendo esto cerró los ojos levemente, cuando oyó a alguien murmullar.
-oye…-dijo la voz, que pertenecía a un chico, Ian abrió los ojos y lo miro, su cabello era largo, un poco menos que el suyo y sus ojos parecían 2 zafiros, iba vestido con un pantalón gris de la época y una camisa blanca, que tenia encima las correas para sostener el pantalón, a lado de él, venia una niña pequeña, como de unos 5 o 6 años, con el cabello rubio y ojos del mismo color que el, vestía un pequeño pero adorable vestido rosa pastel, con holanes en el cuello y en el filo de la falda.
-¡ah! Lo siento, buenos días.-
-buenos días.-saludo con cortesía el chico.-quisiera llevarme estas dos piezas.-tomo dos pescados, un pequeño y uno más grande.
-esta bien.- Ian las peso en la báscula y cobro 5 libras, el chico saco algo de dinero.
-perdona…debería tener más por aquí.-
Entonces ambos voltearon a ver a la niña que degustaba de una barra de chocolate.
-¡Emily! ¡te he dicho mil veces que eso no se hace!-
-lo siento hermano, pero es que quería un chocolate de verdad.-
La niña hizo una carita adorable y el chico rubio suspiro.
-lo siento…no tengo para pagarlos.-
-llévatelos, me pagaras después.-dijo Ian con una sonrisa, el chico lo miro sorprendido.
-¿enserio?-
-si, no te preocupes, esta vez invito yo.-
-vaya…muchas gracias eh…-el chico lo miro con duda.
-Ian Mathews.-
-mucho gusto Ian mi nombre es Paul Johnson.-
-bueno Paul, el gusto es mío.-
Los chicos se miraron un rato y rieron al encontrarse sus miradas.
-bien debo irme, te pagare tenlo por seguro.-
-está bien.-
Se despidieron con la esperanza de volverse a encontrar.
Pasaron varios días y el chico no regresaba Ian tuvo que poner de su paga, para que no lo despidieran, aun así esperaba ver al chico, no para cobrarle, si no que había despertado un interés en el.
Y así siguieron varios días comunes, hasta que un dia sin labores, se topo con el en la calle, con la niña de la mano y sonrientes.
-hola.-dijo Ian alegre, el chico lo miro extrañado y luego sonrió.
-hola… ¿Ian?-
-si, oye no has aparecido por el puesto.-
-ah…lo siento…ahora mismo te pagare.-
-¡no hace falta en verdad!-dijo Ian apenado.-ya todo está cubierto, pero dime ¿podríamos hablar un poco más?-
-sí, claro.-
Caminaron un largo rato, mirando hacia el piso, hasta que llegaron del otro lado de la costa donde Ian trabajaba, el atardecer ya empezaba a caer.
-veras…mis padres murieron cuando Emily aun era una bebe y yo me tuve que hacer cargo de ella, es mi adoración, simplemente no podría vivir sin ella. Me puse a trabajar desde los 12 años, ahora ella tiene 6 y yo 18.-
-ya veo.-
-pero, aun no tengo algo bueno que darle, hubo momentos en los que dormía junto con ella en la calle…fueron tiempos muy duros, gracias a lo poco que gano en el trabajo, nos alcanza para comer, tener una casa y en mi trabajo, hacemos ropa, así que con lo que sobra de las prendas o las telas maltratadas nos vestimos.-
Ian lo miro por varios segundos hasta que el chico lo miro y le sonrió.
-es triste lo sé, pero gracias a ella logro salir adelante.-
Ian bajo la cabeza.
-yo…podría ayudarte.-dijo casi como un susurro.
-¿Qué?-
-si, yo podría ayudarte, ofrecerte mi casa, comida y todo lo que necesites, no será muy ostentoso, pero podría ayudarte.-dijo el pelinegro totalmente sonrojado.
-n-no podría aceptar tal cosa.-dijo apenado el rubio.-no estoy acostumbrado a eso.-
-¡por favor! Es por el bien de tu hermana, ella estará bien y feliz.-
Paul volteo hacia donde la niña jugaba y sonrió.
-si es por el bien de ella…acepto…-
El ojiverde sonrió gustoso.
-bien, hoy pueden venir a mi casa y dormir ahí, no es muy grande, pero estarán cómodos.-
-muchas gracias.-
Diciendo esto, el rubio le abrazo y le dio un beso en la mano, mirándolo fijamente a los ojos.
Los chicos se levantaron de donde estaban y salieron rumbo a casa de Ian, era de noche, pero Ian era precavido y ahora más.
Cuando llegaron dejaron sus cosas en una pequeña silla y entraron a una habitación.
-esta es mi habitación, si quieres, podemos dormir aquí tu y yo Paul y que Emily duerma en la de alado.-
-me parece perfecto.-dijo Paul, con una sonrisa.
-bien ire a hacer la cena.-
Todo transcurría normal, pero la noche estaba aun más cerca…