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LA ESPOSA DEL REY por DRAGIOLA

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Notas del fanfic:

Como siempre Kyo Kara Maou no me pertenece.

Notas del capitulo:

Se podria decir que es mi primera historia en un mundo alternativo, pero que no difiere mucho de la  realidad de la historia, eso si con sus personajes.

Espero que lo disfruten.

 

LA ESPOSA DEL REY

 

 

Bien sabido era que llegada la edad, el monarca de los demonios debía escoger una esposa, también era de conocimiento publico que dicha consorte era seleccionada por los diez nobles mas prestigiosos del reino, así quedando simplemente tres candidatas de un centenar de pretendientes para este.  También era bien sabido por un joven rey que en su reino el sexo de la pareja no importaba, ya que ambos podían procrear sin problema alguno, esto mas que molestarlo lo ponía nervioso, ya que el rey solo había llegado a ese mundo hacia un par de años y para el todo era nuevo y extraño, aun así, sabia que debía respetar las costumbres de su pueblo.  Siempre Temio que el tan ansiado día en donde se festejara su décimo octavo cumpleaños se cumpliera, ya que sabia que esa seria su sentencia de muerte.  Nervioso era poco a como se sentía, estaba a punto de conocer a las tres candidatas que habían sido escogidas por sus nobles, al verlas entrar se sorprendió de cómo las tres iban vestidas con una misma tunica blanca, solo dejando a la vista el rostro de estas, si que eran astutos, pensó el rey, ya todos sabían de su rechazo hacia el sexo masculino por lo cual eso debió  ser hecho a propósito para que no rechazara de plano al único varón de entre las escogidas, ¿pero como diablos sabría quien era?  Se río internamente, era obvio que no sabría a ciencia cierta, aunque tenía una sospecha, mas al ver a esa preciosidad enfrente suyo, era obvio que quedaba descartada de plano.

 

Quedo hipnotizado, nunca le había visto antes en palacio, sintió como su corazón palpitaba con violencia en su pecho y sin hacerse esperar le escogió, viendo para su sorpresa como la joven hacia una mueca de desagrado.  ¿Qué, acaso no había ido por su voluntad?, antes de que pudieran entablar conversación alguna su general les recordó que no se les estaba permitido hablar hasta después de la ceremonia, así fue como tuvo que aguantarse hasta el día de su boda que para su gracia seria al día siguiente.

 

Su mano era calida, pálida, su rostro sin lugar a dudas era el mas bello y armonioso que pudiera haber visto tanto en ese mundo como en el suyo, estaba en las nubes, si antes se había molestado con la noticia de su boda, si odio desde el fondo de su corazón aquella tradición absurda, si detesto y hasta quiso mandar a linchar a los nobles, ahora les estaba profundamente agradecido, tan así, que no esperaba la hora de estar a solas, “llámenme cursi, pero me he enamorado a primera vista”, le dijo a su fiel guarda espaldas Conrad, quien solo sonrío.

 

Al escuchar su nombre completo lo encontró extraño, pero que importaba, ¿acaso en ese mundo algo era normal?

 

La fiesta siguió su curso y pudo notar como una parva de jóvenes que en plena ceremonia se había echado a llorar, los seguían con la mirada apesadumbrada, era obvio que tal tristeza no era por el, como su fiel consejero Gunter le había dicho, no, el motivo fue su bella consorte.  “Lo siento muchachos, pero ahora es toda mía”, decía mentalmente esbozando una gran sonrisa de satisfacción que sin vergüenza les dirigía a las magdalenas que volvían a llorar al verle tomar su brazo.

 

 

Al fin estaban solos, la emoción lo embargaba, no esperaba la hora de quitarse la ropa y mucho más de que ella se despojara de esa incomoda tunica ceremonial que encontraba tan fuera de lugar para una boda, pensando que de estar en su mundo la hubiese reemplazado por un hermoso vestido blanco.

 

 

No pudo evitar reírse al ver un uniforme de soldado bajo esta, sabia que las mujeres también desempeñaban ese rol en su mundo, pero jamás pensó que su ahora esposa lo fuera, mucho menos que usara este para su propio matrimonio.

 

Se recostaron en la cama, dio la media vuelta mientras esta se cambiaba, no deseaba ponerla mas nerviosa de lo que estaba, podía entender como se sentía, el mismo por mucho tiempo sintió morirse al pensar en esta noche, pero gracias a ella todo mal recuerdo había quedado atrás.

 

Fue a su lado, tapándose con las mantas, le dio las buenas noches, pero el no pensaba dormir aquella noche, así le recordó un poco avergonzado su deber, debían consumar el matrimonio, ella temblaba, mas le dio la cara.

 

Le beso ansioso, era tal como se lo había imaginado, esos labios rosas eran deliciosos, esa piel suave, calida, aquellos cabellos sedosos, esas largas y firmes piernas, aquel…¡que demonios!, grito el rey ante la sorpresa de encontrarse aquello que ninguna mujer debía tener, entonces encendió otra linterna cercana para ver con mayor claridad, haciendo a un lado las mantas, le miro asombrado, mas no podía creer aquello, rompió con brusquedad aquel delicado camisón que llevaba puesto y con horror se alejo de su consorte apuntándole acusadoramente.

 

 

“¡Tu!, no eres una mujer”

 

“¡Claro que no!”

 

“¿Co…como, porque?”

 

 

Su rubio y flamante consorte comenzaba a verse molesto, entonces el rey se le acerco furibundo, porque si el estaba molesto, ni se imaginaba como se sentía él.

 

 

“¡Me engañaste, me engañaron!”

 

“De que hablas, tu me escogiste”

 

“¡Jamás te hubiese escogido de haber sabido que…!”

 

“Pues no es mi culpa”

 

“¡Aaaaaaaaaa, esto no me puede estar pasando, porque nadie me lo dijo, porque!”

 

 

Su tan preciada y esperada noche de bodas, su mágica, celestial, y paradisíaca primera noche con su amada consorte, se había transformado en la peor de las pesadillas, un hombre, un hombre, se decía para si, luego de haberse cerciorado por completo de ello, una y otra vez.

 

Furioso era poco, mando a llamar a sus asesores personales, exigiéndoles saber como romper dichoso matrimonio, debía ser fácil después de todo no había sido consumado y no pensaba hacerlo tampoco.

 

No podía creerlo, ellos lo sabían, sus hombres de confianza, como pudieron no decirle.

 

 

“Su majestad no podíamos interferir en su decisión”, le dijo un apesadumbrado Conrad.

 

“Yo si quería pero no me lo permitieron mi Heika”, alegaba Gunter.

 

“Le recuerdo que usted mismo lo escogió y que hace poco juraba estar perdidamente enamorado de él”, le reprendía Gwendal.

 

 

“Enamorado, ¡enamorado!, ¡acaso estas loco!, ¡es un hombre, hombre Gwendal!”

 

 

 

 

Los nobles ya habían previsto aquello por lo cual estaban preparados al se llamados de urgencia a palacio, la sentencia era clara, el matrimonio no seria anulado hasta cumplirse un año, además estaba estrictamente prohibido para cualquiera de los dos conyugues pasar si quiera una noche lejos del otro, eso solo haría que el periodo de anulación se extendiera, algo que por cierto el rey no deseaba.

 

 

“Una noche mas con él, una de muchas”, se decía apesadumbrado el moreno, “¿Por qué a mi, porque?”

 

 

Lo que mas le molesto de todo aquello, sin lugar a dudas fue como los nobles se burlaron de el, como siquiera le insinuaban que lo intentara con su consorte, ¡como los odiaba!, a pero quienes no se quedaban atrás eran sus ex hombres de confianza que  le habían insinuado lo mismo, debia recordar para el futuro, jamás volver a comentar sus sentimientos delante de otros menos de ellos, ya que no podía negar ahora lo que había dicho hacia tan solo un par de días, mas no por eso se daría atrás en su decisión.

 

No le había visto en todo el día, así de ocupado estuvo intentado de arreglar aquel error, pero ahora no podía evitarlo, por suerte para el, ya se encontraba dormido, o al menos eso creía.

 

Durante el día lo ignoraba el máximo posible, solo se veía obligado a verle en las incomodas y silenciosas comidas, además de las noches que de a poco comenzaban a transformarse en una verdadera tortura, ¿era un chico, verdad?, entonces porque no le explicaban como era posible de que oliera tan bien, “No Yuri, no, recuerda tus principios”, se decía a si mismo al pensar en ello.

 

Sucedió una tarde cualquiera, sin darse cuenta comenzó a reír con una joven noble que se encontraba de visita en palacio, sin querer esta dejo caer su pañuelo y se lo recogió, ante su notoria alegría, apenas se rozaron sus manos cuando escucho un fuerte grito a sus espaldas que lo saco de su tranquilidad.

 

 

“¡Infiel, me estas engañando con esa zorra!”

 

“Heeeeee”

 

“¡Nada de heeee, yo soy tu consorte, acaso lo has olvidado!”

 

 

Como si eso pudiese olvidarse, se decía el joven rey mirando asombrado como aquella belleza se incrementaba aun mas, estando furiosa.

 

 

“¡Y tu, acaso no sabes quien es!”

 

“Por supuesto que si”, dijo tímidamente la muchacha, pero con algo de picardía.

 

“¡El es mi esposo zorra, mas te vale no acercártele nuevamente!”

 

 

Con espanto vio como sacaba su espada, en seguida hizo lo primero que se le vino a la mente y se interpuso protegiendo a la muchacha que no cabían más en su felicidad ante tal acto heroico por parte de su rey.

 

 

“¡Que demonios crees que haces!”

 

“¡Sal de ahí infiel!”

 

“¡Primero baja la espada!”

 

 

La joven tras el rey solo miraba pícaramente al rubio dándole a entender a quien prefería el moreno.  El rubio bajo la espada furioso.

 

 

“¡Ahora pídele disculpas!”

 

“¡Que!” gritaron al unísono ambos.

 

“Ya me escuchaste, pídele disculpas a la joven Wolfram, compórtate como un caballero”

 

El rubio no salía de su asombro, después de todas lo que había tenido que soportar por el bien del reino, ahora mas encima lo humillaba delante de aquella mujerzuela que obviamente iba tras el.

 

 

“Eso nunca”

 

“La insultaste y casi…pídele perdón, es tu deber”

 

“Mi deber, que hay de tu deber, le recuerdo Heika que yo soy el agraviado aquí, ya que yo soy su consorte, yo soy el que le encontró en un acto dudoso con…esa” dijo indicando con menosprecio a la muchacha oculta tras el rey.

 

“Wolfram, te recuerdo que dicho error acabara en el lapso de un año y si no lo ha sido antes, es solo por causa del protocolo”

 

 

El joven no podía creer lo que había dicho su esposo, mas que sentir su orgullo herido, le dolía, por que ni siquiera tuvo la delicadeza de decírselo en privado, como el hace tanto tiempo esperaba escucharle decir con temor, tras haber escuchado el dictamen de los nobles, solo eso le hacia tener esperanzas de que su matrimonio aun podía salvarse, pero ahora, no tan solo se lo había dicho, si no que lo dijo en frente de aquella mujer que seguramente era su amante.

 

 

“Pues bien Heika, que le aproveche” dijo con la mirada gacha dándose la vuelta y yéndose por donde había llegado.

 

 

“Heika no se preocupe, usted fue obligado cierto”

 

“Bueno si…eso creo” dijo algo apenado mientras le veía marcharse.

 

“Le agradezco en demasía su protección, no puedo creer que tengamos que aguantar a tan vulgar consorte real por todo un año, ¿Por qué usted anulara el matrimonio cierto?”

 

 

 

Claro que era cierto, eso era en lo único que pensaba desde que se enterara de su verdadera condición, pero eso no quitaba que repentinamente sintiera una angustia en el pecho.

 

“Heika, es verdad” pregunto nuevamente dudosa la muchacha.

 

“Si, si es verdad” respondí muy a su pesar.

 

 

Esa noche no deseaba entrar aquel cuarto, algo le decía que no le iría muy bien, pero al recordar que solo faltaba la mitad del tiempo señalado por los nobles y que de no hacerlo este se incrementaría, se arrepintió de ausentarse de esta.

 

 

Apenas abriera la puerta escucho como el joven en el lecho se ocultaba entre las sabanas, intentando ahogar sus sollozos, se sintió fatal, jamás pensó en que hubiese herido sus sentimientos a tal punto de hacerlo llorar, si había algo que Yuri Shibuya odiara en el mundo, era ver llorar a alguien, mas cuando era el responsable de este cruel hecho.

 

Cuando los rayos del sol entraron por la ventana se levanto lo mas sigilosamente posible, noto entonces el rostro de aquel ángel que lo hubiese enamorado a primera vista, tenia los ojos hinchados de tanto llorar, estaba pálido, toco su rostro y muy apenado le pidió perdón, sabia que el no tenia la culpa, bueno no en su totalidad, pero aun así el nunca aceptaría aquella relación, dentro de seis meses aquel error llegaría a su fin y se buscaría una bella esposa con la cual tendría una gran familia, eso ya lo había decidido la misma fatídica noche en la que muy a su pesar descubrió que su amada no era mas que un horrible hombre.

 

Todos notaron como el ambiente entre ambos consortes se había vuelto aun mas tenso  que antes, lo cual les hizo preguntarse el motivo, que no se tardo en aparecer.  Cada tarde con cualquier tipo de escusa por lo mas absurda que fuera, la joven Terence aparecía en presencia del rey, esto definitivamente no era del agrado del consorte real que ya bastante molesto se encontraba por lo continuos desplantes de su esposo como para tener que soportar un desliz de este, para colmo en su presencia.  Sus fieles consejeros intentaron de abrirle los ojos con respecto a la muchacha, mas este solo los catalogaba de exageraciones de ellos, después pensándolo mejor, aquel equivoco por parte de estos, lo considero de lo mas cuerdo, porque no, ella de seguro seria una perfecta reina en un futuro, claro esta, luego de anular su actual matrimonio, fue así como comenzó un clandestino romance con la joven noble, eso si, no pasando de uno que otro beso, ya que no deseaba que fuese vista como una zorra, como había dicho en su momento un rubio.

 

 

Dos meses, solo dos míseros meses y su tortura por fin acabaría, ya no soportaba el tener que verse a escondidas con enamorada, mucho menos soportar los insultos de su consorte, que si bien sabia se los tenia merecidos, no por eso eran de su total agrado.

 

Aquella noche ella estaba de lo mas cariñosa, el siempre le recalcaba que deseaba hacerlo en su noche de boda, que no desesperara, que faltaba poco, mas aun así entre beso y beso terminaron acariciándose en la cama. 

 

La puerta se abrió de par en par dejando ver a un furioso consorte junto a una tropa de soldados a los cuales ordenaba tomar presa a la joven, el rey se levanto de un salto queriendo explicarle lo sucedido, mas cuando vio el trato para quien seria su próxima esposa, mando un grito que ni los mismos soldados pudieron obviar.

 

Era el colmo, no podía creer como los nobles podían influenciar de tal forma en su vida, habían ordenado que su enamorada fuera exiliada, pero el no lo permitiría, entonces exigieron que por el bien del reino no le viera mas. Cual fue la algarabía y furia que tuviera que enfrentar al decirles que la consideraba como futura consorte, la negativa fue rotunda, inclusive del único noble que siempre le apoyaba incondicionalmente, al igual a como se lo dijeran sus hombres, era inaceptable y tal como la nombrara su consorte, para ellos no era mas que una zorra.

 

Ni dos semanas pasaron cuando se entero que Lady Terrece se había casado, obligada claro esta, ya que fue la sentencia dada por los nobles a su familia para no ser expulsada del reino, a decir verdad este hecho no le dolía, mas bien le molestaba, ahora debería buscar a una nueva prospecto como nueva reina, ya que no deseaba que los nobles se encargaran de ello nuevamente.

 

Su consorte no le hablaba, por extraño que pareciera extrañaba escuchar su voz, aunque fueran sus insultos.  Al llegar al cuarto siempre dormía con todas las mantas sobre su cabeza, ya le era imposible ver a sus anchas su bello rostro mientras dormía, esto le molestaba, pero no tanto como le incomodaba el verse obligado a hacerlo en las horas de comida.

 

Un mes, solo un mes y seria libre, siempre imagino que al acercarse el día un gran peso desaparecería de su pecho, pero porque entonces sentía todo lo contrario.

 

Esa tarde deseaba estar contento, debia estarlo mas no podía, deseaba hablar con él, pero por mas que lo buscaba no lo encontraba, entonces escucho risas, nunca le había escuchado reír, pero estaba seguro de que se trataba de él, doblo la esquina lo mas rápido posible y lo que vio no le gusto para nada.

 

Aquel sujeto sujetaba sus hombros, ambos reían, entonces vio como el individuo tocaba su rostro y no pudo soportarlo más.

 

 

 

“¡Como te atreves a tocar a mi consorte!”

 

 

Ambos quedaron atónitos ante la presencia de su monarca que parecía un verdadero demonio, no agraviando a los presentes, claro esta.

 

 

“¡Consorte, le recuerdo Heika que para mañana será anulado nuestro matrimonio y yo dejare de ser su consorte!”

 

 

El individuo a su lado sonreía placentero ante la afirmación del rubio lo cual no hizo muy feliz al joven rey.

 

 

“Si es verdad, pero te recuerdo que hasta ese momento aun eres mi consorte y como tal me debes respeto”

 

 

“El mismo respeto que usted le brindo su majestad”  le decía el impertinente joven que acompañaba al rubio.

 

“¡Como se atreve!”

 

“¡Se atreve porque  me ha propuesto matrimonio!”

 

“¡Que!”

 

“Tal como lo ha escuchado su majestad” dijo el joven metiéndose en la conversación.

 

“¡Para que sepa, le he dicho que si, apenas los nobles acrediten la nulidad me iré con el!” decía con autosuficiencia el rubio.

 

 

El rey no podía más de la rabia, deseaba matar al joven, deseaba abofetear a Wolfram por engañarlo de tal forma pero no, debia aguantarse, debia, debia, al diablo.

 

 

“¡Adultero!, ¡eso es lo que eres y sabes lo que le pasa a los adúlteros!”

 

“Porque no, nos lo dice su majestad, usted tiene experiencia” le dijo el joven aun mas petulante, tras escuchar la aceptación a su propuesta.

 

“¡Guardias!” grito el maou ante la extrañeza de ambos.

 

 

Los guardias llegaron rápido, nunca habían visto a su rey el pacificador tan molesto, mucho menos le habían escuchado dando una orden como esa.

 

 

“¡Encierren a ese sujeto en la mazmorra y si pierden la llave mucho mejor!”

 

 

Wolfram intento de abogar por su pobre pretendiente pero por mas que lo intentara no obtuvo resultado alguno, peor aun, el rey, su esposo, lo llevaba iracundo de un brazo por todo el palacio ante las sorprendidas miradas de sus súbditos y ni siquiera el pedir ayuda a los hombres de confianza de este fue suficiente para que apaciguara su ira.

 

Ya en el cuarto su ira no había logrado aminorarse, seguía molesto por el actuar de su consorte, el que siempre se mostró leal, el que siempre le insinuaba dar un paso mas en su relación, sobre todo en las noches, el que le armaba escenitas de celos y que por causa de estas la mujer que le servia como distracción tuvo que casarse a la fuerza.  Por ultimo y mas importante, le había humillado, ¡a él!, ¡al maou!, ¡al rey!

 

Por su parte Wolfram no salía de su asombro, ¿Quién se creía que era?, primero lo escogía como prometido, se casaba con el, luego lo despreciaba, intentaba por todos los medios anular su matrimonio, le reuhia no tan solo a solas, si no que también en compañía de otros nobles, peor aun, ya con casi un año completo de convivencia no había recibido de su parte ni un misero beso tras la noche nupcial.  Para rematarla, lo encontró en brazos de otra haciendo lo que supuestamente debería hacerle a él y ahora que ya había terminado por aceptar el fracaso inminente en el cual se había convertido su matrimonio, él llegaba exigiendo todo aquello que repudio desde que se diera cuenta que era un hombre.

 

Se acerco a el con cara de pocos amigos, noto como su consorte daba un pasito hacia atrás, se notaba nervioso, aunque fingía no estarlo.  Llego hasta el, sus rostros estaban tan cerca que podían sentir sus alientos confundiéndose en el aire, el calor de sus cuerpos, aquellos ojos que uno de ellos con dolor intentaba esquivar, porque aunque nunca lo hubiese dicho, lo amaba, mucho antes de que supiera cual seria su posición al ver  aquel extranjero por primera vez llegar al pueblo.

 

Agarro bruscamente su cabeza, sus narices rozaban, sin saber como, le dio un beso, le volvió a mirar fijo en aquellos bellos ojos verdes para volver a besarle profundizando esta vez el beso en algo mas fogoso, mas necesitado, mas necesario.

 

Ambos sintieron perderse en aquel momento, olvidando todo lo ocurrido unos minutos antes, a sus espaldas la cama les esperaba impaciente, por lo cual no la hicieron esperar mas de lo necesario.

 

Todo lo que soñó estaba ahora entre sus brazos, ese bello rostro que le enamoro apenas le viera, esa hermosa piel ahora perlada por el sudor del amor demostrado, ese frágil cuerpo bajo el, sus finos brazos, sus esbeltas piernas, todo, absolutamente todo le pertenecía, ya ni le importaba que fuera un hombre. Estaba en el paraíso.

 

 

 

 

La puerta se abrió bruscamente, un par de nobles entro sin siquiera anunciarse, con los asesores del rey tras de ellos sin poder impedírselos.

 

 

“¡Que demonios!”

 

Grito el joven rey que apenas se despertaba.

 

 

Si ellos parecían asombrados, mas lo estaba él, un ángel dormía en su regazo y al parecer no pensaba despertarse tan fácilmente.

 

Los nobles sonrieron marchándose al instante, sus hombres de confianza hicieron lo mismo, un castaño cerró las puertas con una gran sonrisa asegurándole que no se les molestaría nuevamente.

 

Entonces recordó, aquel día seria la nulidad de su matrimonio, ¿Qué haría?, lo amaba. Muy tarde se dio cuenta de eso, debia impedir que los nobles hicieran algo de lo cual ahora se daba cuenta había sido una total estupidez.

 

Se vistió a toda prisa, corrió chocando con varios soldados que alarmados por su actuar le preguntaron que le ocurría y al no recibir respuesta alguna le siguieron, tal fue el algarabía que se armo aquella mañana en palacio que cuando ciertos nobles que ya se marchaban le vieron aparecer con esa tropa de hombres, solo una cosa se les paso por la mente.

 

“Se ha vuelto loco”

 

Aunque también hubo otro pensamiento.

 

“¿Nos encarcelara por interferir en su…?”

 

Respiraron aliviados al escucharle decir aquello, que gracias al cielo era todo lo contrario a lo que se habían imaginado.

 

“¡No quiero… que anulen…mi matrimonio!” decía apenas por la falta de aire por correr tanto.

 

 

Vio como se miraron extrañados, sintió como el corazón se le caía al suelo, era tarde, ya lo habían anulado, ¿pero como, acaso no debían firmar algo?

 

Ellos solo se rieron por la petición de su monarca que cada vez se ponía más pálido, no podían creer lo que escuchaba, cada día que pasaba ese joven rey que tenían les asombraba mas.

 

“¡No se rían, no permitiré que lo alejen de mi, me volveré a cazar con él!”

 

“Su majestad no es eso, vera…”

 

“¡No aceptare la dichosa nulidad, rompan el documento!”

 

“Usted no entiende…”

 

“¡No son ustedes los que no entienden, los mandare apresar a todos si no obedecen!”

 

“Su majestad” dijo uno asustado al ver que su monarca había perdido la cabeza.

 

“¡Yo lo amo, acaso no lo entienden!”

 

“Heika porque no permite que terminen de hablar” dijo tras de el un castaño

 

 

Por fin se dijeron los nobles, su rey les miraba atento para escuchar lo que tuvieran que decir, aun así veían un brillo diabólico en sus ojos por lo cual un frío recorrió sus espaldas, erizando por completo sus pieles.

 

 

“No podemos anular su matrimonio Heika”

 

“¡Queee!”

 

“Su majestad deje que terminen” pidió un peli gris que había llegado unos minutos antes.

 

“Bueno, vera, hoy se debia anular su matrimonio, pero usted y el consorte real, bueno, es obvio que ambos”

 

“Jajajaja, a…si..jajaja”

 

Estaba tan nervioso, tan preocupado que ni recordó el detalle fundamental para anular su matrimonio.

 

“Ustedes consumaron el vinculo sagrado, ya nadie puede separarlos” dijo un triste consejero real a punto de echarse a llorar.

 

 

 

 

El aun seguía durmiendo placidamente, acaricio su hombro, tan suave, se agacho y le dio un dulce beso en la boca, unos hermosos ojos verdes se abrieron ante el correspondiéndole en el instante.

 

“Pensé que era un sueño” dijo el rubio algo adormilado.

 

“Sueño, no mi amor, aunque si lo deseas puede serlo”

 

“Aaa” dijo un tanto asustado el joven en la cama, creyendo que su amado se había vuelto a arrepentir de tenerle a su lado.

 

“Si tu lo deseas será un sueño de hoy en adelante, pero juntos por siempre”

 

 

Podía respirarse la paz en el reino de los demonios, la armonía reinaba en el, sobre todo en el castillo pacto de sangre, sus reyes eran felices y por ende su pueblo también, solo era cuestión de tiempo para escuchar el feliz anuncio del próximo heredero, lo sabían y lo esperaban con ansias igual que un nervioso monarca que esperaba fuera de un cuarto mordiéndose las uñas.  El llanto lleno el ambiente por completo, la doctora salio del cuarto.

 

“Felicidades Heika, es un niño”

 

Fue lo último que escucho porque de la emoción se desmayo y para cuando abrió los ojos se encontraba acostado al lado de su amado consorte.

 

“Se supone que soy yo quien debería estar siendo mimado, enclenque”

 

“Mmmm, Wolfram, yo…lo siento…nuestro hijo…donde…”

 

“Aquí, míralo” le dijo mostrando un bultito en sus brazos.

 

No lo podía creer aquel pedacito de cielo era su tan esperado hijo, precioso, pensó, tan lindo como su madre, pero con claras señales que había heredado un cierto parecido a él.

 

“Tiene tu color de ojos y de cabello” dijo emocionado su consorte.

 

“Si, pero lo mas importante es que esta sano”

 

“¿Qué quieres decir?”

 

“Nada, je jeje, yo me entiendo” dijo el monarca dándole un cariñoso beso en la frente a su retoño y luego a su amado consorte.

 

 

Nunca le faltarían días para agradecer a esos nobles estrictos, mucho menos el haberle ocultado sobre su genero, de no haberlo hecho así, jamás se hubiese casado con él, nunca habrían tenido a su hijo, mas importante aun, no sabría lo que era la felicidad, porque sin su amado consorte, sabia bien que eso nunca habría pasado.

 

“Te amo” le dijo dándole un beso en la frente mientras le creía dormido.

 

“Yo también mi amado esposo”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fin

Notas finales:

Jejeje, gracias por la paciencia de leer esta historia, se que no es la gran cosa en historias alternativas, pero ya merito en un futuro intentare hacer una de verdad.

Gracias por leer y por cualquier comentario.


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