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Viaje a España por ChaniChan

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Notas del fanfic:

Un one shot con lemon y un ligero toque de humor que se me ha ocurrido de la nada.

Notas del capitulo:

Para Shuragirl, quien escribe historias a la velocidad de la luz, y que es una de mis autoras favoritas.

Espero que te guste, aunque a lo mejor como no esta Shiryu me hechas la bronca, jiji.

 

Simple y llanamente, estaba hasta los cojones de aquel viajecito a España.

Que si La Sagrada Familia de Barcelona, que si la Giralda de Sevilla, ahora la Alhambra de Granada, luego el museo del Prado Madrileño…que sí, que bien, que todo precioso, pero él, seguía pensando lo mismo.

¿Dónde cojones se escondían los españoles guapos?.

Porque él, tenía ojos, y había visto de todo: abuelos jugando a algo llamado “petanca”, abuelos dándole de comer a las palomas, japoneses haciéndole fotos a todo, un tipo gordo en una cafetería, un tipo trajeado con cara de estar en pleno entierro, ¡joder¡ que lo más cercano a un tío bueno que había visto, había sido cuando camino a un nuevo monumento habían pasado por un instituto y se tropezó con un quinceañero lleno de acné y con pinta de gótico.

Vamos, que a pesar de que realmente España tenía preciosos lugares para ver, lo único cierto es que parecía que conforme él había llegado, todos los hombres españoles (y ya le importaba un pimiento soltero o casado, homosexual o hetero) se habían escondido.

Cuando llegó al hotel aquella noche, comenzó a rondarle la idea de batear para el lado supuestamente correcto, porque chicas si había visto: altas, bajas, gordas, delgadas, guapas, feas, chicas había a montones, a millares, y tras un mes y pico de viajecito por tierras españolas, lo único cierto, es que se moría por echar un miserable polvo.

Se encontraban en tierras valencianas, disfrutando de las playas que surcaban todo el mar Mediterráneo, bebiendo como poseídos una bebida llamada “sangría”, y viendo, nuevamente, que salvo marujas acompañadas de sus hijos, y viejos dando paseos por las blancas arenas, lo más parecido a un hombre a su vista, era un crio de ocho años que le miraba con cara de psicópata asesino.

Nuevamente lo volvió a pensar, estaba hasta los cojones de España.

Joder, que en Italia andabas cinco pasos y cada cuatro te encontrabas con un chico, que en el avión en el que iban le dio un buen repaso a uno de los auxiliares de vuelo en el estrecho cuarto de baño, pero fue llegar a uno de los aeropuertos españoles, y como si hubiesen sido abducidos por el mismísimo triangulo de las Bermudas, todos los hombres españoles de más de dieciocho y menos de cincuenta, se habían esfumado por arte de magia.

En fin, menos mal que el avión de vuelta a su patria saldría mañana por la mañana, porque aunque los paisajes habían sido un regalo para la vista, la falta de hombres disponibles resultaba un infierno para su polla.

Pero claro, algo tenía que venir y joderle más el viaje. Y ese algo, fue que a la mañana siguiente, esa soleada tierra llamada Valencia, había amanecido cubierta por una densa capa de niebla que no dejaba ver más allá de tus narices.

Y aunque a duras penas, él y el grupo del que formaba parte habían logrado llegar al aeropuerto, lo único cierto es que llevaban dos horas y media esperando a que de una maldita vez, alguien les dijese que su avión, tenía vía libre.

Pero que no, que nada, que no había manera, los dioses, el destino y la niebla, decidieron joderle un poco más la existencia a un italiano que ya no aguantaba más ni su pasión, ni su lujuria.

Y entonces, ocurrió.

Las puertas de aquella terminal de aviones se abrieron, y por ellas, apareció el hombre más sexy con el que se hubiese cruzado en toda su vida, piel acanelada, músculos bien formados, cintura estrecha, piernas largas, finas manos, una corta melena negra, y unos hermosos ojos color violeta.

Un dios en toda regla.

Y simplemente, no pudo aguantarse las ganas de secuestrar a ese hombre, y pegarle tres o cuatro repasos, ¡que le jodiesen al viaje de vuelta¡.

Así que con pasos felinos y esa gracia suya, se acercó a aquel moreno que miraba atento el panel donde se anunciaba que las salidas o entradas estaban canceladas hasta nuevo aviso.

-parece que la niebla, durará un buen rato-le dijo el italiano en un pésimo español.

-eso parece-dijo el otro sin siquiera mirarle.

-y…¿hacia dónde vas?-volvió a preguntarle el desesperado viajero.

-espero el vuelo de Grecia-contestó el otro con voz un tanto seca.

-me llamó Giovanni-se presentó el primero.

-Shura-dijo el otro dándose la vuelta y mirándole por primera vez.

“Está buenísimo”, pensó el itálico.

-yo voy hacía Italia-comentó Giovanni para romper un poco más el hielo.

atención, se informa a los señores viajeros, que debido a las inclemencias del tiempo, todos los vuelos han sido cancelados, se ruega a los señores pasajeros, pasen por las ventanillas de información ante cualquier duda”

Ese mismo mensaje de megafonía, comenzó a repetirse en varios idiomas a lo largo de unos minutos, dándole a Giovanni, una de las mayores alegrías de aquel viajecito no muy productivo en asuntos de cama.

Un suave sonido, sacó al hombre de cortos cabellos azules de sus pensamientos, localizando ese mismo ruido, como la melodía del móvil del hombre que tenía al lado.

Se quedó de piedra cuando ese moreno, comenzó a hablar en un perfecto griego a quien le había hecho aquella llamada.

Tras unos minutos de apreciar la ronca voz de aquel hispano, Giovanni ya no podía aguantar la presión en cierta parte de los pantalones, y la suave fragancia que provenía de ese moreno, hacia, literalmente que se le cayese la baba.

-¿algún problema?-dijo el itálico cuando el otro hombre terminó la llamada.

-mis amigos, se han quedado también atascados, al no poder aterrizar aquí, les han cancelado el vuelo hasta nueva orden-respondió el otro mirándole de arriba abajo.

-¿te apetecería un café?-preguntó Giovanni arriesgándose un poco con aquel morenazo.

El otro hombre permaneció en silencio unos minutos, estudiando la propuesta de aquel perfecto desconocido, al fin y al cabo, ese italiano era bastante guapo, pelo corto de color azul, ojos de un tono profundo, piel morena, fuertes brazos, cintura estrecha, en cierta manera, un regalo para la vista si aquel hispano olvidaba quienes venían de camino.

-sígueme-contestó finalmente Shura, dándose la vuelta y dirigiéndose hacia las puertas de salida del aeropuerto.

De cómo sucedió todo después de aquello, no fue muy consciente el itálico, tomaron un taxi, eso lo recordaba, pero no tenía ni la más miserable idea de si habían hablado o no durante un trayecto que debido a la niebla, se le hizo eterno.

De que llegaron a una calle ancha, y de que subieron a un apartamento bastante grande, y después….

Ese español, sin decir ni pio, se apoderó de sus labios como si los conociesen de toda la vida.

A partir de ese instante, el viaje a España, comenzó a valer la pena.

La pasión se desató entre el itálico y el hispano.

Shura comenzó a besarle fuerte, rudo, mordiendo sus finos labios y metiendo la lengua en la boca del otro a la fuerza, explorando cada rincón de la misma con gula, mientras las salivas se entremezclaban y aguantando la respiración hasta el punto de dolerle.

Todo era rápido y conciso, desnudándose entre tirones de ropa, desgarros de tela, arañazos, besos, caricias desesperadas, jadeos y gemidos mientras el ambiente se calentaba y sus erecciones se rozaban por encima de la ropa.

En cuanto el pecho del italiano estuvo expuesto, Shura atacó sin piedad el cuello del otro, lamiéndolo con fuerza, mordiendo en ocasiones con saña mientras Giovanni le clavaba las uñas en la espalda cada vez que aquel moreno tocaba un punto que le hacía estremecerse.

Como buenamente pudo, el italiano le desabotonó el cierre y la cremallera de los pantalones con una mano mientras con la otra le agarraba de la nuca al hispano para que no se separase de su pecho.

Giovanni lo quería y lo quería ahora, y poco le importaban las consecuencias de lo que aquel rápido revolcón pudiese ocasionarle, así que sin dudarlo, metió la mano derecha en el pantalón del moreno, cogiendo con fuerza el miembro erguido de aquel español que le estaba volviendo loco con los labios.

Shura endureció los pezones de Giovanni con la lengua y los labios, mientras este le masturbaba con cierta fuerza y velocidad desmedidas, comenzaron a escucharse los gemidos y los jadeos, era un polvo salvaje, sin remordimientos ni ataduras, Shura se quedaría en España y Giovanni volvería a su patria, y ambos con un poco de suerte, recordarían aquello como una de las mejores sesiones de sexo que habían tenido.

Los pantalones de Giovanni desaparecieron, casi completamente arrancados de sus piernas y con una habilidad pasmosa por parte del otro, peleándose con las zapatillas que ambos calzaban, consiguieron que el italiano quedase completamente desnudo al antojo del español.

Antes de que se diese cuenta, Giovanni sintió a aquel moreno agacharse y meterse su miembro en la boca, proporcionándole besos, lamidas y succiones que comenzaron a volverle loco.

Y mientras su miembro era explorado con tamaña maestría, sintió como aquel español de profundos ojos comenzaba a acariciar salvajemente el orificio de entrada de su cuerpo.

Le importó un santísimo pimiento ser el pasivo de aquella historia, como si ese español le pedía que hiciese el pino, sus hormonas estaban tan revolucionadas que no conseguía hilar un solo pensamiento coherente, y sentir el primero de esos dedos explorando con maestría su entrada, hizo que su cuerpo entero temblase.

Llegó al orgasmo con un gruñido cuando el tercero de los dedos hizo contacto con su próstata y aquellos labios apretaron más de la cuenta su ya de por si doloroso miembro, no consiguió recordar en qué momento le habían introducido el segundo dedo.

Y cuando se vio incrustado contra la pared, no pudo pensar demasiado en ese hecho.

De una sola y certera estocada, aquel español penetró en el cuerpo del italiano, que lejos de quejarse, rodeó con fuerza su cintura, dejando que ese moreno, cargase con todo el peso de su cuerpo mientras comenzaba a moverse.

Shura era rápido, fuerte y conciso, movimientos rudos y profundos que llevaban a Giovanni a limites insospechables.

-dame más-gimió el italiano entre fuertes gemidos cuando el hispano encontró su próstata.

Parecían animales, uno haciendo fuerza con el otro para que no se escurriese de la pared en la que apoyaba la espalda, cada vez más rápido, más salvaje, auténticos gruñidos salían de ambas gargantas, el moreno salió del interior del otro, lo tiró al suelo, boca arriba.

Antes de que Giovanni pudiera quejarse, volvió a penetrarle de una sola y certera estocada.

Se comieron la boca mientras comenzaban a moverse, rodeando el italiano las caderas de Shura con las piernas, para darle más profundidad a unas embestidas que literalmente le estaban partiendo por la mitad, minutos después, tras añadirle más potencia y velocidad a las penetraciones, el español se incorporó un poco y bajó su mano derecha hacía el miembro de Giovanni.

El orgasmo estaba cerca, y mientras ambos gemían incontrolables y Shura seguía penetrándole con fuerza, comenzó a masturbarle de manera tan salvaje como le poseía.

Sacudidas certeras, rápidas y profundas, gritos y gemidos desgarradores, y en momentos dados, los nombres de uno y del otro en sus gargantas.

Sus cuerpos se tensaron, perdieron completamente el norte, y el primero en llegar al orgasmo, fue el italiano, que siguió siendo penetrado con fuerza hasta que segundos después, el hispano alcanzó el suyo propio en el interior de su cuerpo.

La mañana les pilló a ambos dormidos, tras haber repetido en tres ocasiones tan maratónica sesión de sexo.

La niebla se había ido.

Y prácticamente en silencio, se ducharon, desayunaron y se dirigieron nuevamente hacia el aeropuerto.

El avión del italiano saldría a las 11: 20, el proveniente de Grecia, donde iban los amigos del español, llegaría a las 11: 10.

-espero, que nuestros caminos se crucen de nuevo-dijo el hispano después de besarle.

-yo también lo espero Shura-contestó el otro mientras se dirigía a la puerta de embarque.

Ambos sabían que era prácticamente imposible que volviesen a verse, lo suyo había sido un polvo de una noche, y ahora, sus caminos se dividían nuevamente para ya no cruzarse.

Tras entrar en la sala de espera de su viaje, Giovanni tuvo el instinto de darle una nueva mirada al hispano.

Y lo que vio, le hizo acordarse de su mala suerte.

El avión que esperaba Shura ya había llegado, y ahora, lo rodeaban cinco hombres.

Cinco dioses, para ser más exactos.

A la derecha del español, se encontraban dos hermanos gemelos, de piel morena, cuerpos esculturales, largas melenas azules y profundos ojos esmeraldas.

A la izquierda, otros dos que por su aspecto, también parecían familiares, ambos delgados, un poco más bajos que los gemelos, pieles canelas, brazos fuertes, uno de ojos azules y el otro de ojos verdes, ambos castaños, aunque el que parecía mayor de los dos, tenía el cabello de tono más oscuro.

Y el quinto hombre era un verdadero Adonis griego, piel canela, largas piernas, fuertes brazos, ojos turquesas y larga melena de un tono azul más oscuro que el de los gemelos.

Antes de marcharse, Shura se giró hacia aquel cristal y le miró fijamente, con una sonrisa en los labios le hizo con la mano un ademán de despedida.

Tal como había aparecido en aquella terminal de aeropuerto, se esfumó de ella.

Y Giovanni, cabreado, se subió en un avión en el que para su desgracia, nuevamente, no había ni un miserable tío bueno con el que desquitarse.

“Puñetero viajecito a España” pensó con una sonrisa resignada en los labios.

-el año que viene, a Grecia-murmuró para sí mismo antes de recostarse en el asiento e intentar dormirse.

Lo que Giovanni no sabía, lo que no podía imaginar, es que al año siguiente, los hombres griegos desaparecerían a su llegada, y que casualidades de la vida, el día de su viaje de regreso, la niebla impediría salir a su vuelo.

En esta ocasión….

Sería un francés quien apareciese de repente en el aeropuerto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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