El cuarto de baño era tan amplio como una piscina, y Yuuji se preguntaba si algún día iba a poder acostumbrarse a eso, además él era un joven que vivía en una casa modesta y…
Sus pensamientos lo abandonaron, ahí delante de él Wolfram Von Bielefeld se estaba quitando la ropa con la sensualidad digna de un Dios.
Trago grueso, esa piel era más blanca que la leche y seguramente mucho mas suave que la seda. Se acerco con cuidado, como si Wolfram fuera un animalito salvaje al cual el mínimo ruido lo alertaría y saldría huyendo.
El rubio ya había terminado su labor de desvestirse y colocar sobre su anatomía ese único bañador tipo taparrabos. Debía quietarse primero el lodo. En un instante noto que Yuuji aun seguía de pie, sin moverse un ápice pero con la mano levantada. El Maou levanto la ceja con duda, en que demonios estaba pensando ese enclenque
- Yuuji – llamo con impaciencia
- Eh!! A si!! Ya voy – contesto quitándose torpemente la ropa y cayendo en un descuido
- Enclenque inútil – sonrió con dulzura – vamos deja que te ayude
En un mal movimiento ahora Yuuji tenia debajo suyo al rubio, sus mejillas se encendieron al igual que las del rey, estaban demasiado cerca y Wolfram para rematarla casi desnudo. Con la ternura y el cuidado que se le pondría a una pieza de cristal acaricio ese rostro que se le antojaba no solo hermoso si no divino.
El mazoku suspiro ante el toque, aunque estaba en una posición algo incomoda no podía negar que las manos de ese chico lo hacían estremecer. Cerro los ojos queriendo sentir a profundidad esa caricia tan inocente. Sintió el movimiento del cuerpo encima suyo pero no dijo nada ni hizo nada por evitar a las intenciones de su prometido. Iba a besarlo. Sonrió por dentro y espero ansioso el contacto con esos labios ajenos.
Un fuerte tirón levanto a Yuuji lanzándolo contra la pared, un gemido de dolor escapo de sus labios. De inmediato y haciendo caso omiso al dolor de su hombro que muy seguramente estaba luxado se levanto en busca de proteger al ojiverde.
Sus ojos no podían creer lo que veían. Ahí sobre su adorado prometido se encontraba un joven de su misma edad y color de cabellos, pero ¿no se suponía que ese color de cabello era muy raro en Shin Makoku?
Dejaría la pregunta para después, se acerco con premura, quedo congelado al escuchar lo que decía el rubio
- Yuuri basta – sus manos blancas buscaba apartar de su cuerpo al pelinegro
- Como puedes siquiera permitirlo, nadie tiene derecho a tocarte eres mío Wolfram, solo mío – gritaba buscando con desesperación la boca del mazoku, un fuerte puñetazo fue asestado con gran fuerza en su rostro lanzándolo lejos
- Lo siento pero no me gusta ser plato de segunda mesa, por si no te diste cuenta lo que mas detesto es la infidelidad y ahora mismo... – sus palabras se quedaron mudas, Yuuri aparentaba la misma edad que su hijo ¿cómo logro eso?
- Mírame Wolf ahora puedo estar contigo, soy el mismo chico que conociste hace tanto
- ¿Yuuri como? – temía a la pregunta y aun mas a la respuesta - ¿cómo es que?
- Por amor todo es posible
- Por amor, ja – dijo con sorna – ¿amor a quien o a que? esto es una locura – se levanto rápidamente del suelo colocándose un albornoz – Yuuri ¿estas mal de la cabeza? Mírate eres un hombre mayor de cuarenta años que desea volver a los diecinueve es antinatural...
- Los antinaturales son ustedes – grito – son una rareza, no envejecen ¿cuántos años tienes? Noventa y ocho y sigues siendo tan joven ¡por Dios! Que eres mas grande que yo, como esperabas que entendiera a los dieciséis años que el sentimiento que mi corazón albergaba por ti era mas que amistad – se sujeto la cabeza sentía que estaba por explotar – estaba asustado, era demasiado para mi, ser un rey, un padre y un esposo, todos esos sentimientos dentro de mi me carcomían, me asfixiaban y tu no ayudabas durmiendo a mi lado, no soy de piedra Wolfram, no sabes todo lo que tuve que hacer para controlarme, cuando nos conocimos tu ya tenias ochenta y dos años, en experiencia y madurez me sobrepasabas, tu sabias lo que querías yo apenas y me entendía a mi mismo – sus ojos estaban cristalinos por primera vez en su vida estaba desahogándose de todo aquello que callo por tanto tiempo – era un enclenque que se esforzaba por no defraudarte, un debilucho que luchaba por estar a tu altura, pero nada de lo que hacia te parecía correcto siempre recibía de ti ese adjetivo que tantas veces te pedí cambiaras, estaba tan lejos de ser el hombre fuerte y gallardo que tu soñabas, ese caballero andante que era tan bueno con la espada y tan valeroso como Conrad, ese confiable y dulce hombre que te protegería y te amaría por sobre todo como Gwenldal, no era el hombre de sangre noble que te llevaría al altar para poder enorgullecer a tu casa con la dote de todo lo que tendría para ti, no era quien pudiese darte un futuro lleno de gloria y felicidad
- Yuuri... – Wolfram estaba completamente conmovido
- Tu nunca notaste cuantas veces intente tomar tu mano y caminar a tu lado, después de todo solo era un adolescente inseguro y lleno de temores, había podido con el cargo de ser un rey porque los tenia a ustedes siempre apoyándome, cuidándome y aconsejándome, fui un buen padre porque tu estabas para cubrir mis faltas, pero no supe ser un buen prometido porque no tenia experiencia con los sentimientos, no supe pedir ayuda y no fui capaz de recibirla porque estaba asustado, asustado de que mi vida se quedara atada a la primera persona que conociera, pero mas que nada, asustado de que un día me despertara y tu me miraras con reproche por no haber llenado tus expectativas, que te desilusionaras de lo que yo era en verdad, porque lo que en realidad soy es esto un tonto que no supo valorar lo que tenia y que ahora esta tan arrepentido que daría lo que fuera por esta a tu lado, Wolfram lloraba por las noches intentando encontrar la forma de enmendar mis errores pero el tiempo pasaba y con el mi oportunidad.
- Oh!! Yuuri – dijo acercándose hasta el anterior Maou, se sentó a su lado y dejo que recargara su cabeza en su hombro – todo va a estar bien ya veras...
- Wolfram de verdad lo siento mucho
- Vamos ya deja de disculparte, oh! Aunque siempre a sido así tu carácter, el de un enclenque
- No soy un enclenque
- Claro que si mira nada mas que venir a decirme que me amas cuando han pasado dieciséis años de nuestra ruptura
- Bueno eso
- Nada, eres un enclenque – le acariciaba la espalda para que se tranquilizara
Yuuji salió en silencio dejando a esos dos solo. Una lágrima recorrió su mejilla. Lo sabia desde el principio, si su padre regresaba no tenia oportunidad con el príncipe, bueno fue bonito mientras duro.
- Yuuji – un grito a su espalda lo hizo voltear – ¿a dónde te vas? – el rubio se colgó de su cuello con tanto sentimiento – no me dejes, no ahora....
Continuara...