Ya con ropa limpia y una toalla en la cabeza Reiko estaba por terminar de escuchar todo el discurso del actual Maou, ella asentía en algunas partes, mas específicamente las concernientes a Yuuri porque los nuevos hechos vividos por Yuuji la dejaron con la boca abierta. En mas de un instante se controlo para no lanzarse sobre el joven rubio.
- Eso es todo – dijo suspirando el mazoku – la mirada la tenia gacha
- ¿Y qué es exactamente lo que esperas de mi? – ella entendía las razones del rubio, pero no por eso se sentía menos humillada, ahí delante de ella se encontraba la manzana de la discordia
- Quiero que me des tu opinión – levanto la vista para tenerla de frente – siendo tu la mas afectada, es tu esposo y tu hijo de quienes estamos hablando
- Bueno – ella coloco una mano en su barbilla - ¿tu quieres a un a Yuuri?
- Si
- Entonces ¿que sientes por Yuuji?
- Yo lo amo...
- Pero si acabas de decir
- No confunda señora, usted me pregunto si quería a Yuuri, y la respuesta es, si, lo quiero, en su tiempo fue un buen rey, un amigo confiable y un buen padre para con mi hija, eso nada lo cambiara, pero es diferente del afecto que siento para con Yuuji para mi su hijo es mucho mas que solo querer, yo lo amo...
- Bien entonces no creo que aya nada que discutir – ella le sonrió – sabes que siempre pensé que eras un maldito mocoso consentido
- Eh!!!
- Nunca creí que tu tuvieras el valor de hablarme de esto y cuanto menos de respetar mi opinión – ahora te daré una respuesta aunque creo que es mas que obvia
Yuuri y Yuuji se comían las uñas, bueno eso era mas bien poco, los dos se miraban con la expectativa dibujada en sus rostros. Era el medio día y Wolfram les mando avisar que deseaba verlos a los dos en los jardines.
Los dos pelinegros casi corrieron por los pasillos del Pacto de Sangre. Y ahora ahí parados casi contaban los segundos de su interminable calvario.
Wolfram Von Bielefeld con todo su porte y aristocracia caminaba hacia ellos, su semblante era sereno y lleno de determinación, los dos mestizos suspiraron y luego se quedaron pasmados al reconocer a la persona detrás del rubio.
- ¿Hijo como has estado? – pregunto a modo de saludo
- Bien madre – contesto con algo de recato pero luego corrió a abrazarla
- Hola Yuuri – lo miro de arriba a bajo – veo que este mundo te sienta mejor que el nuestro – sus palabras eran asidas – la apariencia de su consorte era la misma que el de su hijo
- Hola Reiko – contesto molesto – no espere nunca verte aquí
- Si me supongo
Las miradas de esos dos se centraban en una dura pelea, el rubio y el hijo de ellos se apartaron. Yuuji podía percibir de nuevo esa aura molesta que envolvía a sus padres, la diferencia era que ahora sabia el porque. El motivo de todos los males estaba a escasos metros de él.
Un grito los hizo caer al suelo, varias flechas pasaron rozando su constitución. Los estaban atacando. Reiko se levanto con ayuda de Conrad que le indicaba hacia donde correr. Ella miro hacia su hijo y esposo que eran atendidos por Gwenldal y ahora corrían es su dirección.
Fueron milésimas de segundo cuando todo sucedió, un trío de hombres les apuntaban directamente a los dos pelinegros, Wolfram que a unos metros intentaba deshacerse de otros dos observo todo, su corazón se paralizo y sin pensarlo bien invoco su maryoku.
Las llamas se aferraron a los cuerpos de todos sus atracadores que de inmediato comenzaron a gritar de miedo y dolor. Los tres hombres con el repentino ataque del rubio lanzaron las flechas a ciegas
Gwenldal y Conrad que ahora estaban ya libres corrieron hacia los dos morenos.
- Wolfram – el grito desgarrador los apremio mas
- Wolfram – Yuuri intento tocar al rubio que descansaba sobre el regazo de su hijo
- Estas bien ¿verdad? – Wolfram levanto su mano blanca intentado llegar a la mejilla de Yuuji
- Si estoy bien – lloro en silencio mientras acariciaba la mano blanca del rubio – ¿porque lo hiciste? – pregunto viendo la flecha en su hombro
- Vamos que esto no es nada para un soldado como yo – dijo intentando darle poca importancia, trato de ponerse de pie – es solo una flecha me la retiraran y todo – una tos le hizo doblarse y escupir sangre
- Wolfram – el mas joven estaba muy asustado – con rapidez inusual el general retiro la flecha de cuerpo de su hermano
- Ahggggggg – grito de dolor el rubio
- Esta hecha de hoseki – dijo lanzándola lejos, Conrad tomo en brazos a su hermanito – llévalo con Gisela esperemos que solo sea la reacción a la piedra y nada mas
- Yo atenderé a Yuuri – y fue ahí que todo notaron que el también estaba herido.
- Padre – se acerco a él asustado
Yuuri miro a su hijo.
- Esta es la respuesta – bajo la mirada y las lagrimas salieron de sus ojos tristes – te deseo lo mejor hijo – le extendió la mano y el otro la tomo para estrecharla con fuerza
- Padre...
- Ve – le animo – el debe de estar esperándote
- Si – se levanto y corrió hacia la enfermería
Gwenldal retiro la flecha de la pierna de Yuuri quien reprimió un grito luego con su ayuda se levanto. Ella lo miraba con ternura.
- En eso te preces a él – dijo avanzando despacio – siempre dispuestos a perdonar mis errores y a seguir a mi lado – ella lo siguió
- La respuesta que no escuchaste... – intento decir ella
- Eso ya no importa – Yuuri sentía un dolor tremendo y no precisamente por la herida – cuando las dos flechas venían a nosotros puede ver a Wolf correr, me dio pánico – el general a pesar de que no participaba en la conversación si estaba atento – Wolf siempre a sido un imprudente, protegiéndome de todo, pero eso cambio, él cambio, no era a mi a quien con tanta desesperación buscaba proteger – bajo nuevamente la cabeza – era a mi hijo, a Yuuji, sentí la flecha atravesar mi pierna pero no fue nada comparado al ver como Mi Wolf caía en brazos del que ahora es su prometido...
- El tiempo pasa – ella reprimió una lagrimas al escuchar esa frase “Mi Wolf” era obvio que jamás llegaría a ser amada de esa manera
- Así es, Greta lo dijo, el tiempo perdido no vuelve nunca, no recuperaras con nada lo que ya no tienes
Sintió pena por ese hombre, era verdad todo lo que decía y él mejor que nadie había visto las innumerables lágrimas que de joven se había encargado de colocar en esos ojos tan verdes como esmeraldas.
Gisela le gritaba de todo, ese Maou era un imprudente. Como había podido arriesgarse sabiendo lo importante que era para el reino después de la muerte de Lady Elizabeth. El sonreía conciliador bajando la cabeza con resignación, después de todo la medica tenia las de ganar.
Un pelinegro extremadamente agitado entro por la puerta, miro a su prometido en la cama, sin esperar a que la sanadora diera su conocimiento se abalanzo contra la cintura del rubio y echo a llorar. El otro solo sonreía y acariciaba esos cabellos tan negros como la noche.
Continuara…