¿Cómo era la vida? Si le preguntaran a Shibuya Yuuri el solo les contestaría con un, increíblemente aburrida.
Todos los días iba una oficina en el centro de Tokio, todos los días hacia el mismo tedioso trabajo de escritorio, y todos los días se sentía una vasca al ser reprendido por sus superiores, todos los días regresaba a su casa que no era nada espectacular a diferencia del lugar en donde residía Shori, y todos los días veía a su nada espectacular esposa recibirlo con los ojos rojos de haber llorado, con ropas nada bonitas que incluso llegaba a pensar que hacia todo aquello al propósito con tal de no tenerlo cerca.
Así pues luego de ver que el menú de su comida seria nuevamente curry o arroz al vapor con verduras, salía a caminar, todos los días eran iguales y sus pensamientos también.
Pensaba en todas la personas en Shin Makoku, como lo estarían pasando, si Elizabeth seguirá siendo la Maou o si tal vez ya había abdicado, si estaría casada, aunque no se preguntaba ¿con quién? Era obvio que si ella elegía seria a ese joven bello de nombre…
- ¡¡Ah!! Yuuri – Shori bajaba de su limosina con gran alegría al ver a su adorado hermanito – no sabes el gusto que me da el verte – decía el hombre trajeado que de inmediato corrió a darle un efusivo abrazo
- Si es un gusto Shori – contesto secamente el saludo y el afecto – ¿que haces por aquí? te creía en Suecia
- Pues si ahí estaba hasta que de Shin Makoku me llego un comunicado
- Shin Makoku – los ojos negros de Yuuri brillaron por primera vez en mucho tiempo – ¿y que ha pasado? Espero que nada malo
- En realidad me piden ayuda – dijo bajando la mirada – para enviar a alguien ahí…
- Pero Shori yo puedo viajar de mundo a mundo sin problemas
- ¿Lo has intentado últimamente? – cuestiono su mayor
- No pero mi maryoku… - se quedo pálido, desde la última vez que vio Pacto de Sangre jamás volvió a utilizar su magia, corrió a una pequeña fuente del parque que se encontraba cerca, suspiro he intento levantar aunque fuera una pequeña burbuja de agua, nada – esto no puede ser…
- Lo siento Yuuri… - dijo su hermano – no es a ti a quien el gran sabio solicita
- Murata mando a llamar a alguien mas
- Si
- ¿A quien? – dijo casi tomando de las solapas al Maou de la tierra
- A…
Yuuji era un chico alegre, sus ojos y cabello negro eran idénticos a los de su progenitor, un japonés normal para él, aun así el color pálido de su piel lo había heredado de su madre, practicaba beisbol porque sabía que su padre era un apasionado del deporte, pero encima de ello su afición estaba en la equitación, aunque muy pocas veces o casi nunca había tenido la oportunidad de montar un caballo, soñaba con las historia de caballeros y príncipes de los cuentos.
Asistía a la escuela preparatoria en la se encontraba en segundo grado, era buen alumno y su carácter lo colocaba entre el alumnado más popular. Las chicas de su escuela le mandaban notas de amor y regalos sorpresa que encontraba en su casillero pero el de muy buena gana declinaba dichos obsequios de forma amable.
No es que no le gustasen las chicas, ah! No claro que le gustaban, pero el estaba esperando algo mas especial, tal vez pedía demasiado, deseaba a una persona que no solo le dijera te amo, quería que fuera capaz de demostrarlo, quería que lo celaran con o sin consentimiento pero que ello fuera algo palpable de que no podía pensar que la dejara, que sintiera la necesidad de estar a su lado, no porque él fuera cariñoso o muy detallista si no por el simple hecho de ser él. En pocas palabras él quería una persona real que lo amara de verdad.
Pero siendo realistas entre sus compañeras de escuela no había una sola que llenara la mitad de los requisitos, porque si le decían te amo y la primera oportunidad de que alguien mejor que el les haga caso se marchaban, que lo celaban si pero solo mientras les daba el si, después eso terminaba, que les gustaba estar a su lado, a veces cuando las escuchaba hablar de su interminable problema existencial; que maquillaje comprar, luego cuando el empezaba con una plática diferente ellas simplemente se disculpaban alegando tener algo que hacer, y bueno lo peor de todo, se quejaban a cada dos por tres de lo poco sensible que podía llegar a ser.
No, simplemente el buscaba otra cosa.
Se detuvo frente a la piscina de la escuela, un joven que jamás había visto en su vida parecía estar saliendo de ahí con las ropas mojadas. Corrió en su ayuda.
- Oh!! Gracias – dijo el chico de lentes – veras es difícil nadar con la ropa – sonrió con gracia
- Y ¿por qué entraste con la ropa puesta? – pregunto mientras se inclinaba ligeramente hacia el agua – ¿se te callo algo?
- No en realidad vine por alguien
- ¿Cómo que viniste? y ¿que haciaaaaaaaaaaaaa – lo había empujado y él en un acto reflejo se sujeto de la chaqueta del otro muchacho llevándoselo consigo
- Yuujiiiii – grito Yuuri al ver a su hijo caer al agua – ¿ese era Murata verdad? – zarandeo a su hermano
- Si, ellos necesitan el maryoku de tu hijo
- ¿Para qué? ¿Qué clase de magia tiene Yuuji? – decía sin quitar la vista del agua
- No lose – ya se había cansado de que lo estuviera zangoloteando – no lose, solo sé que Shin Makoku está en crisis eso es todo
- En crisis… ¿Shori que sucede haya?
Continuara…