Electronic
Sus caderas se movían al ritmo de la música electrónica de aquella discoteca, sus lacios cabellos marrones se mecían al compás de su movimientos y el público que tenía abarrotado aquel lugar observaban embobados la esbelta figura de aquel muchacho encerrado en aquella cabina de vidrio en el cual el mejor bailarín de aquel tipo de música, se presentaba todos los fines de semanas.
Su piel blanca reflejaba las luces de colores del lugar y con sus movimientos sensuales incitaba a todos a bailar y a cerrar los ojos e imaginar que la música que el DJ colocaba te transportaba a otro lugar fuera de este mundo.
Sus delgadas y finas manos tocaron el frío vidrio de la cabina y apoyándose sin dejar de moverse, abrió sus ojos revelando dos gemas color zafiro brillar, captando varias miradas y sin más él les regaló una hermosa sonrisa. Las luces de colores seguían iluminando el lugar, pero antes de que aquel muchacho desapareciera de esa cabina, entre toda la multitud un par de ojos avellana se cruzaron con aquellos zafiros.
El baile de aquel hermoso muchacho había terminado y al termino de la anterior canción, la cabina se llenó de humo y cuando este se dispersó ahora ya no estaba más él, sino una hermosa muchacha de cabellos negros y ojos color esmeralda comenzaba a bailar.
La música aún resonaba por todo el lugar y la gente se movía al ritmo de la misma, un grupo de jóvenes que se encontraban cerca de la barra reía alegremente por las ocurrencias de uno de ellos, pero un muchacho de cabellos cenizos y de ojos color avellana que se escondían tras un par de gafas, entre toda aquella multitud de cuerpos excitados bajo el candor de la música electrónica, pudo visualizar aquellas gemas zafiros cruzarse una vez más con sus ojos.
Una sonrisa y un guiño de aquel muchacho de cabellos marrones que ahora bailaba solo entre toda aquella multitud de gente, fue una señal para que el chico de gafas dejara su vaso con whisky sobre la barra y sin decirle nada a sus amigos, caminara hacia aquel lugar donde aquellos hermosos zafiros lo esperaban.
El olor embriagante del cigarro lo hizo sonreír, amaba ese olor, el tabaco lo ayudaba a transportarse a otro lugar, y estar bailando en medio de todas aquellas personas que viajaban a su propio mundo lo hacía sentirse libre. Pero al sentir la cálida y fuerte mano de un extraño en su estrecha cintura hizo que abriera sus ojos y sin dejar de bailar sonrío al darse cuenta que aquel muchacho que todos los fines de semana iban a esa misma discoteca, por fin después de tantas semanas se había decidido a acercársele.
El estruendoso ruido de la música y la oscuridad solo iluminada por momentos por las luces de colores, fue cómplice de la mirada llena de deseo y seducción que ambos jóvenes se regalaron. El muchacho de cabellos castaños retrocedió sonriente y con los ojos cerrados, alejándose de aquella cálida mano que había osado a aferrar su cintura con posesión.
El chico de gafas esbozó una imperceptible sonrisa y aunque él no bailara, igual seguiría los pasos de aquel joven que se estaba escapando hacia la parte más oscura de la discoteca.
Las luces se apagaron por un momento y cuando las luces de colores volvieron a iluminar el lugar por donde él había estado pasando siguiendo a aquel ángel, supo que lo había perdido, solo había otros cuerpos moviéndose al compás de la ensordecedora música, más no aquel chico.
Con la decisión de retroceder dejó de observar tras de él y antes de que pudiera exclamar o hacer algún gesto de sorpresa, una delicada pero fuerte mano lo jaló hacia una habitación que se encontraba debajo de las escaleras que dirigían al segundo piso.
Unos delicados pero deliciosos labios chocaron con desesperación sobre los suyos y antes de permitir que aquella caliente lengua se filtrara en su boca, separó a aquella persona de él, lo suficiente para que las luces que se filtraban por las rendijas de la puerta de aquella oscura habitación, le permitieran ver que el muchacho de cabellos castaños y hermosas gemas color zafiro, lo tenía acorralado entre su delgado cuerpo y la pared.
Las palabras sobraron al tener pegado a su cuerpo aquella esbelta figura, por lo cual tomando con posesión aquella delgada cintura, envolvió sus labios con las del muchacho y sus lengua comenzaron un guerra tratando de definir quien tenía el mando.
Sus respiraciones se agitaban y un gemido placentero salió de la atrevida boca del muchacho de cabello castaño que se sorprendió al sentir la mano de aquel otro chico tomarlo del cabello de manera un poco brusca y empujarlo hacia la pared opuesta en la que se encontraban, sonrió complacido, él se dejaría dominar por ese chico, al menos esa noche.
Sus lentes cayeron al suelo haciendo un ruido melodioso, y su mano se infiltró de manera descarada bajo la camisa del delgado muchacho que tenía apresado contra su cuerpo y la pared, pudo escuchar el gemido de placer que emitía su deseable tormento, y sin más pegó su cadera rozando la erección que se escondía tras aquel pantalón tan molesto.
La piel deliciosa era lamida sin misericordia dejando señales rojas en todo el níveo cuello, las delicadas manos del muchacho castaño había comenzado a explorar el pecho firme y deseable de aquel que lo tenía aferrado de las caderas. Sin más empujó ligeramente al otro y se deshizo de aquella molesta camisa y como si eso fuera un aviso, el chico que ahora no tenía sus lentes, desabrochó su pantalón para deshacerse de esa prenda que le estorbaba la labor.
Su mano dominante bajó hacia aquel lugar tan prominente y la acaricio sobre la tela del pantalón que aún el muchacho de ojos avellana llevaba encima, haciendo que este lo empujara mas hacia la pared y dejara sus pezones y bajar rápidamente hacia el lugar donde sus delirios y más intensos deseos se concentraban.
Uno, dos, interminables veces sintió los labios sobre la sensible y dura piel de su miembro, hacerlo gemir de placer y retorcerse para no gritar que lo hiciera más rápido, aunque esto no fue necesario ya que como si fuera una orden, el muchacho que lo tenía aprisionado comenzó a chupárselo más rápido.
Cuando sentía que el placer estaba por tomar las riendas de su cuerpo y el delirio y gocé lo harían inhibirse de todos sus miedos, aquellos labios aprisionaron los suyos y sin más sintió como dos fuertes manos que antes aprisionaban sus caderas, lo obligaban a darse vuelta y ahora su rostro estaba frente a aquella pared iluminada por momentos por las luces de colores.
No supo si era porque la excitación estaba en su punto más alto, pero al sentir que el otro muchacho lo penetraba sin preparación, no sintió dolor, más si un enorme placer, y se lo hizo saber al mover sus caderas, empezando así las embestidas que a cada minuto se hacían mucho más fuertes, mucho más tortuosas, mucho más placenteras.
Un gemido, que era más un grito de placer resonó en la habitación confundiéndose con él ruido de la música que aún sonaba en toda el lugar, al sentir como aquella fuerte mano se apoderaba de su erección y sin más le hacía llegar hacia aquel otro mundo en el cual se transportaba cada vez que bailaba.
Sintió la caliente respiración en su cuello y un gemido se filtró en sus oídos al sentir como aquel líquido caliente lo llenaba.
Apoyó su frente en la fría pared y comenzó a tranquilizar su agitada respiración, cerró sus ojos y sin más escuchó como aquella puerta se abría y sin más se cerraba dejándolo en aquella oscura habitación que por momentos las luces de colores iluminaba.
oOoO * oOoOo
— Tezuka, ¿Dónde te metiste?, sabes que Ore-sama estaba por invitarte un trago.
— No esperarás que te conteste, ¿verdad Atobe? - agregó un muchacho de cabellos rojos y que llevaba una bandita en la cara.
— Ore-sama no te ha hablado a ti, Kikumaru.
Tezuka observó cómo Eiji estaba por comenzar a discutir con Atobe Keigo, mientras sus respectivas parejas, Jiroh y Oishi trataban de distraerlos.
— Estaba felicitándome por tan buen espectáculo Atobe, ¿Eso aleja tú curiosidad?
Todos voltearon a observar a aquella persona que había hablado, y sin más la sonrisa de Fuji Syuusuke se presentó ante todos.
—¡Fujiko! —Exclamó Eiji —Te luciste esta noche, ¿verdad Oishi?
—Eso es cierto —comentó Oishi sonriendo a su pareja y a Fuji.
—Debo decir que tú espectáculo estuvo medianamente bien —agregó Atobe mirándolo con arrogancia.
—Dijiste que bailó genial Keigo, no te retractes —contestó Jiroh – Lo hiciste muy bien Syuusuke-kun, te felicito.
— Seguramente el dueño de la discoteca debe estar muy contento de tener un socio y un buen bailarín a su lado – agregó Eiji sonriendo.
—Pues…debería preguntarle.
Syuusuke volteó hacia Tezuka quien se había mantenido callado durante toda la plática y sonriéndole con los ojos cerrados le dijo.
— ¿Estás contento Tezuka?
Tezuka Kunimitsu quiso arreglar sus lentes sobre el puente de su nariz, pero recordó que no los tenía, pero antes de que dijera algo, Syuusuke se acercó a él y le puso sus lentes.
— ¿Ahora está mejor, jefe?
Kunimitsu se cruzó de brazos y aprovechando que las luces volvieron a apagarse durante un momento tomó la mano de Syuusuke y se acercó hacia su oído y susurrándole le dijo:
— ¿Necesitas que te lo vuelva a demostrar, Syuusuke?
Syuusuke sonrió y al prenderse la luz, observó bajo la tenue luz la casi imperceptible sonrisa de su pareja que lo tenía agarrado de la mano y con la otra llevaba el vaso de whisky a sus labios.
Definitivamente está feliz.
Pensó Syuusuke antes de unirse a la plática de sus mejores amigos sin soltar la mano de Kunimitsu quien era hacia más de cinco años su pareja.