Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi pasado, mi futuro por Raven Hawren

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Full Metal Alchemist no me pertenece, le pertenece a su gran creadora Hiromu Arakawa-sensei

Notas del capitulo:

Nuevo fic~

Se suponía que esta cosa era un one-shot...uno que hasta ahora llevaría más de 5000 palabras xD así que decidí dividirlo y ¿por qué no? tal vez alargarlo un poco con algunas ideas que se me ocurrieron mientras lo escribía ^^U sólo si les gusta ¬¬U

Espero que así sea n_n

 

 

 

 

Ese maldito día…era increíble lo rápido que avanzaba el tiempo.

Hace ya un año exacto, el mundo que había formado se había derrumbado en tan sólo unos segundos y con una simple frase. No lo veía desde ese día, al menos no más de lo necesario. Un simple “hola” era suficiente, o a veces no bastaba más que una simple mirada para crear un ambiente tenso. El resentimiento del rubio ya era suficiente para lograrlo, y el otro no hacía más que solo empeorarlo.

Malos recuerdos venían una y otra vez mientras yacía postrado en esa cama, pero, al sentir la inerte figura bajo su cuerpo, también podía imaginar los buenos momentos que podrían haber sido y que no fueron.

El color anaranjado del atardecer le hacía sentir un tanto nostálgico, al igual que el calor que emanaba de las calles y que entraba hasta su propio hogar a esa hora. Se sintió sofocado de un momento a otro y, con las energías suficientes para salir de allí y escapar de su miseria, se levantó sin ánimos de hacer nada.

¿Qué hacer? Se peguntaba vagando sin rumbo fijo y con la mirada gacha. Se sentía solo, dolorosamente solo y abandonado a la deriva de sus pasos que lo conducían cada vez más y más cerca de la única respuesta que veía ante su implacable ocio.

Ni siquiera tuvo que abrir la puerta de ese local, el olor a alcohol lo noqueó apenas a unos pasos de su entrada. Nuevamente se preguntó que estaba haciendo allí de pie frente a ese lastimero sitio. Hace bastante tiempo que no iba a ese lugar…la última vez había sido hace exactamente un año. Se rió de sí mismo y de la infantil posibilidad de que aquello se volviera una costumbre, pero aún así tomó una última bocanada de aire puro antes de atreverse a pasar por aquella puerta.

Adentro era igual de sombrío y deprimente como lo aparentaba ser por fuera, poseía una fina capa de humo de dudosa procedencia y los colores apagados inundaban cada rincón, además de unas cuantas pinturas ya desteñidas y el suelo que consistíaen tablas de maderas repletas de imperfecciones y una que otra mancha que pasaba desapercibida.

La barra estaba casi vacía, a excepción de un hombre que bebía en silencio y otro que ya había caído inconsciente sobre la desgastada madera con un vaso a medio beber en su mano. Se acercó al rincón más apartado después de un largo suspiro que sólo sirvió para deprimirlo aún más y se acomodó frente a esa colección de líquidos amarillentos, obscuros y otros tan claros como el reflejo de su propia figura frente al largo espejo detrás de las botellas de distintas formas. A los pocos segundos se le acercó un hombre alto y vestido completamente de negro que limpiaba una copa con un pañuelo blanco. Le preguntó algo que él no escuchó por estar concentrado en sus pensamientos, sobresaltándolo, a lo que simplemente respondió con el primer trago que se le vino a la mente y al poco rato, el hombre volvió con un pequeño vaso que depositó frente a él.

Miró el contenido que reflejaba su propia persona de manera difusa y repleta de ondas, y un vacío aún mayor lo invadió. Ya no quería estar allí, se sentía completamente patético, y la idea de acabar botado en el suelo para que luego su hermano menor tuviera que venir por él ya no era una idea atractiva. Pensaba en pagar el vaso que ni siquiera había tocado para poder marcharse de una vez y terminar con todo eso ya, pero unos pesados pasos lo detuvieron en seco al verse acompañados por una inconfundible voz.

-       ¿Edward?

No entendía el por qué debía llamarlo así, es más, no tendría siquiera por qué encontrarse con él allí. Dudó un poco en si debía girar su cabeza y encararlo o si debía fingir demencia o ebriedad, a esas alturas, ya poco le importaba lo que pensara de él, o eso quería creer. Finalmente, decidió verlo cuando nuevamente se sintió invadido por ese seductor tono que tendía a utilizar siempre.

-       ¿Qué haces aquí?

-       ¿Q-qué parece que hago?

Intentó parecer despreocupado y hasta algo despreciativo, mas su actitud dio un vuelco de ciento ochenta grados cuando él se sentó a su lado viéndolo directamente. Su corazón se aceleró como solía hacerlo hace tiempo, ¿y cómo no hacerlo si ese perfume que tanto adoraba volvía a rodear sus sentidos?

-       ¿No eres demasiado joven para beber? –le habló mientras pedía lo mismo que el aún no había tocado y se lo llevaba directamente a la boca para beber todo su contenido.

-       ¿No eres demasiado entrometido para ser un viejo?

-       Tal vez, pero yo no vengo aquí intentando aparentar que soy rudo o algo así –se burló de él mirando el vaso intacto que permanecía allí.

Edward lo miró desafiante por unos instantes y con un leve rubor asomando peligrosamente. Siempre había detestado verse inferior a él en cualquier sentido, y más ahora siendo que ésa había sido precisamente la razón de su rompimiento. Sin demorar más, imitó lo hecho por el mayor y llevó todo el contenido hasta su garganta, el cual luego bajó causándole una extraña y desagradable sensación ante su falta de costumbre. “Debería haber pedido algo más suave” fue todo en lo que pensó.

El mayor sólo rió levemente ante la cara de desagrado de Edward, la cual no pudo disimular por completo y que lo hizo quedar como un completo idiota, según él.

-       Ya cállate, estúpido coronel…

-       ¿Y qué? ¿Quieres otro? –continuó burlándose.

-       Si –lo desafió una vez más llamando al mesero.

No tuvo que beber demasiado para que comenzara a sentirse mareado y sintiera deseos de irse de ahí para no tener que soportar las incansables bromas que Mustang le hacía. Sin embargo, continuó vaso tras vaso siguiendo al mayor cada vez que pedía uno nuevo. Se sentía horrible, pero no iba a dejar que esa persona lo viera como un niño débil para siempre. Era estúpido, sí, hace ya mucho tiempo que no pasaban más de cinco minutos uno al lado del otro, pero, aunque su conversación era escasa y principalmente correspondía a fugaces miradas, se sentía extrañamente bien a su lado.

La noche por fin había caído y ambos habían optado por marcharse, aunque Edward apenas si podía mantenerse en pie y dudaba mucho de su capacidad de poder volver a su hogar, aunque de todos modos lo intentaría, después de todo, Mustang aún seguía ahí.

-       ¿Seguro que estás bien? –le preguntaba cada cinco minutos.

-       Por supuesto…que estoy bien –mintió no muy convincentemente.

-       No puedo dejar que te vayas solo, tal vez te caigas en mitad de la calle y te atropellen.

-       No seas idiota –lo miró notoriamente molesto, pero aún así dejó que Mustang llevara uno de sus brazos alrededor de su cuello para ayudarlo a caminar.

Comenzaron a avanzar lentamente mientras disfrutaban de esa cálida noche en que las calles estaban casi vacías y reinaba un ambiente de paz y quietud en cada esquina, el cual sólo era perturbado por el sonido de sus propias e irregulares pisadas.

-       Hey…mi casa queda del otro lado –protestó Edward dándose cuenta milagrosamente de la errónea dirección.

-       Por supuesto, vamos a la mía. ¿En verdad creíste que confiaría en la memoria de un ebrio?

-       Yo confié en ti, eso es peor y más riesgoso.

-       ¿Confías en mí?

Y con esta frase el silencio los volvió a invadir hasta que llegaron finalmente al hogar de Roy, el cual era lujoso, pero a la vez sofisticado. Por fuera no aparentaba ser muy ostentoso, era justo lo necesario para un hombre soltero que vive acomodadamente, de dos pisos y un color blanco. Sencilla y elegante.

Entraron dificultosamente en la oscura estancia tropezando de vez en cuando entre si, ya que Roy también se veía bajo el efecto del alcohol. Subieron las escaleras con la misma torpeza hasta que por fin llegaron a una habitación al fondo del pasillo en el que acababan las escaleras. Roy seguía sin prender la luz cuando Edward sintió como lo dejaba caer sobre un acogedor colchón, en el cual permaneció sentado en su orilla esperando a que Mustang hiciera algo, mientras que su corazón latía a más no poder entre la completa penumbra, preguntándose si Roy sería capaz de escuchar el fuerte sonido que lo repercutía por dentro. Por fin, una tenue luz se encendió gradualmente en el centro de la estancia bañándolos de un suave resplandor, llegando sólo hasta la mitad de su potencia.

-       ¿M-Mustang? –lo llamó mientras éste permanecía de espaldas hacia él junto a la puerta y sin la chaqueta militar que lo había acompañado toda la tarde.

-       No me agrada que me llames así, nunca me gustó viniendo de ti.

-       N-no te llamaré…de otra manera.

El mareo y el cansancio le impedían pensar claramente, si hubiera estado sobrio le hubiera preguntado el por qué lo había llevado hasta allí y hubiera cuestionado de inmediato su actitud, eso si milagrosamente había accedido a entrar en su hogar, en primer lugar.

-       Eso lo veremos –lo retó con una pequeña sonrisa asomando por sus labios.

Caminó por la habitación y también alrededor suyo, viéndolo fijamente de arriba hacia abajo, mientras Edward intentaba seguirle el paso, mas sus ojos lo traicionaban.

-       Ha pasado un tiempo ¿no? –el menor intentaba rehuir sus oscuras orbes, pero éstas continuaban fijas en su rostro.

-       S-si, supongo…

-       Hace mucho que no sabía de ti. Fue una sorpresa encontrarte en ese bar, no sabía que bebías.

-       B-bueno, si, a veces.

-       ¿Enserio?

Otra vez con sus miradas incrédulas que lo hacían sentir aún más tonto. Ebrio o no, no podía creer hasta donde lo había arrastrado, aunque debía admitir que no le disgustaba del todo. Cansado y aburrido, se recostó de espaldas sobre la cama esperando a que continuara hablando incoherencias o lo que fuera, mas eso no ocurrió, sus ojos comenzaron a cerrarse presos del sueño llegando a dormitar levemente; hasta que, de pronto, sintió como la puerta de la habitación se abría.

-       ¿D-dónde…? –dijo nuevamente sentado en la cama intentando despertarse.

-       Tú puedes dormir aquí, yo iré abajo.

-       ¡E-espera! –lo detuvo cuando Mustang ya estaba a punto de salir, aunque ni siquiera sabía por qué lo había hecho

-       ¿Mmmh?

-       Eh… ¿Por qué no…hablamos un rato?

-       Bien… -dijo sentándose en la cama al lado de Edward- ¿de qué quieres hablar?

-       Yo…bueno… ¿q-qué tal el trabajo?

 

Los minutos y las horas pasaron hablando sobre cosas sin importancia, tales como lo que les había ocurrido sin la presencia del otro, o sea, prácticamente todo. Hasta que, en medio de una simple broma, un doloroso recuerdo de su relación salió a la luz. Ambos dejaron de hablar durante algunos instantes, mientras mantenían su mirada desviada hacia el lado opuesto de la otra.

Hasta que, finalmente, Roy fue el primero en romper el silencio después de unos incómodos segundos.

-       Lo lamento –se disculpó con un notorio arrepentimiento marcado en la voz.

-       ¿Qué?

-       Fue mi culpa, lo que ocurrió entre nosotros…fue todo mi culpa. Lo arruiné.

“¿Lo…arruiné?” Se repetía una y otra vez a sí mismo sin llegar a creerlo del todo. Permaneció completamente mudo esperando a que el mayor prosiguiera, y así lo hizo.

-       Lamento haber actuado como lo hice, fui un completo imbécil por haber actuado así. Pero de lo que más me arrepiento es haberle hecho caso a mi orgullo en vez de haber intentado arreglar las cosas antes.

Edward lo observaba completamente perplejo, en tanto éste seguía hablando. Se notaba muy dolido, más de lo que Ed recordaba aún en sus peores momentos, y si había alguien que lo conocía bien, ése era él. Mustang seguía sin mirarlo directamente, mas su actitud lo decía prácticamente todo.

-       Jamás debí forzarte a hacer algo que no querías. Fui un idiota y mucho más que eso, lo reconozco.

-       Ya no importa…ocurrió hace mucho tiempo.

-       Ése es el punto, ocurrió hace tanto tiempo y… ¿aún no puedo olvidarte?

Al decir esto, Mustang por fin lo vio directamente a los ojos. Esa mirada oscura que lo conocía mejor que nadie, que tanto le atraía y que lo hacía ruborizarse, y esa ocasión no iba a ser la excepción. Se dio cuenta inmediatamente del calor concentrado en sus mejillas, mientras consideraba la inédita posibilidad de que le pidiera estar nuevamente a su lado, cosa que siempre creyó imposible gracias al ya nombrado orgullo del mayor.

Sintió como su rostro era suavemente alzado para quedar a la par con el del otro. No pudo descifrar si fue por mero deseo o por efecto del maldito alcohol, pero sea cual sea la razón, él se quedó completamente quieto y sin oponerse a los labios cada vez más cercanos de Mustang. Su corazón comenzó a latir rememorando su antigua vida juntos, cuando esos suaves labios eran parte de su ser cotidiano y de su aire cada mañana.

Un tenue roce fue suficiente para que su cuerpo se tensara y le invadiera un calor casi insoportable. Podía sentir su aroma, su aliento y sus brazos que lo comenzaron a rodear protectoramente atrayéndolo hasta que sus cuerpos quedaron completamente pegados el uno al otro, al igual que sus respiraciones que se fundían una con la otra…

-       No…no puedo –Edward lo empujó suavemente con ambas manos apoyadas sobre sus hombros. Permanecía cabizbajo y con el rubor aún presente, en tanto Mustang lo miraba sorprendido y desilusionado al mismo tiempo

-       Lo entiendo…aún me odias ¿verdad?

-       No es eso…yo…yo… -no fue capaz de terminar esa oración, ya que antes de poder hacerlo Roy lo interrumpió de la manera que menos se imaginó.

-       Aún te amo, Edward, y me siento incapaz de poder dejarte ir. El tiempo me lo ha dejado claro, y por eso…estoy dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de que me perdones.

No podía creerlo, simplemente no podía creer que esa persona frente a él fuera Mustang. Se sentía tan confundido y tan sorprendido que casi no podía pensar con claridad. Se aferró con ambas manos a la camisa de Roy con la mayor fuerza posible, dejando caer, al mismo tiempo, su cabeza pesadamente sobre el pecho del otro y se mantuvo así saboreando el momento. Varias veces se había reprochado a sí mismo por desear cosas como esa, cosas como ver al fuerte de su ex-novio así de perdido por él, de que lo abrazara y que le dijera que lo amaba hasta que se hartara… y esa era precisamente su debilidad que más odiaba.

-       Yo…también te amo, lo he hecho siempre.

-       ¿Siempre?

-       J-jamás dejé de hacerlo… -en ese preciso instante sintió como los brazos de Roy lo rodeaban y éste depositaba su rostro contra sus rubios cabellos. Sintió como si todo lo malo se fuera, tal como ocurría antes, en tanto se encontrara con él, nada importaba y nada le preocupaba.

-       No has cambiado en nada…después de tanto tiempo, sigues haciéndome feliz.

Se separaron con dificultad uniendo sus miradas a escasos centímetros uno del otro. Mustang llevó una de sus manos hasta el rostro de Ed acariciándolo con ternura, mientras que éste se perdía involuntariamente en el color azabache de los ojos del coronel, quien poco a poco comenzaba a acercarse nuevamente.

-       ¿Puedo…? –le preguntó deteniéndose a una escasa distancia de sus labios.

Edward tardó brevemente en responder, pero cuando lo hizo, un leve asentimiento con su cabeza fue suficiente para que todo su ser se sintiera invadido por el tenue sabor a alcohol y la suave textura de la boca de Mustang. Su lengua se introdujo casi con desesperación encontrándose con la suya, reconociéndose y adueñándose de cada rincón a su alcance con la pasión albergada desde hacía meses. En tan solo un segundo, Edward se encontró recostado sobre el mullido edredón bajo su cuerpo, sintiéndose aprisionado por la impaciencia de esos brazos que le arrebataban cualquier especie de libertad. Se sentía sofocado por el arrebato de deseo en que su boca y casi todo su rostro se encontraban en esos momentos. Mustang no dejaba de besarlo hasta quitarle su último aliento, el cual dificultosamente lograba atraer de vuelta durante los pocos instantes en que se alejaban, pero aun así debía admitir…que no le desagradaba, Por pocos que fueran los segundos en que se separaban, él ya sentía la perturbadora necesidad de acortar la distancia nuevamente, de recaer otra vez ante el tacto de su blanca piel, la cual no tardó en comenzar a recorrer e identificar cada parte de su cuerpo por sobre su ropa.

-       M-Mustang… ¡d-detente! –le suplicó al mismo tiempo en que sus brazos lo alejaban dificultosamente de sí rompiendo por completo su cercanía.

-       ¿Qué ocurre? –se arrodilló en la cama viendo completamente confundido como Edward se sentaba y mostraba una expresión de desagrado, e incluso, de indignación.

-       No has cambiado en nada… ¿verdad?

Roy observaba con un leve indicio de miedo como el menor iba cerrando uno a uno los primeros botones de su camisa, mientras esa molestia en su mirada se negaba a desaparecer.

-       Edward…yo…lo lamento. Me dejé llevar. Perdón.

-       Ya no importa, sabía que seguías siendo el mismo de antes –dijo desviando su mirada de la de él posándola directamente sobre la puerta de salida.

-       ¡Eso no es verdad! Fue un error que no pasará otra vez. Prometo que esperaré, no te obligaré a hacer algo que no quieras, lo juro.

No le respondió. Ni siquiera pudo verlo a los ojos, ya que después de una pequeña tentación por parte del menor de hacerlo, éste ocultó su rostro entre sus piernas, en tanto sus brazos también las rodeaban. Mustang permaneció quieto, presenciando como su mayor miedo parecía haber vuelto…el miedo de perderlo nuevamente por otro de sus estúpidos impulsos.

Quiso tocar sus suaves y rubios cabellos, colocar su mano encima de estos como lo hacía cada vez que el menor necesitaba ser reconfortado, pero no pudo…se detuvo a la mitad del camino sin saber que hacer a continuación, completamente perdido en la soledad que parecía haberlo abordado de nuevo.

Se resignó a que esa persona lo odiara para siempre, tal vez tenía razón…sus malditas ansias eran algo innato en él y no podía hacer nada para cambiarlo más que dejarse llevar y aceptarlo. Se levantó pesadamente de su lado mientras Edward aún permanecía con la vista oculta, se iba a dirigir a la salida de su habitación para poder bajar e ir a dormir de una vez por todas, tal como debería haberlo hecho desde el primer instante. Sin embargo, algo lo detuvo, su mano se vio aferrada por una un poco más pequeña pero igualmente fuerte. Volteó inundado por la sorpresa, encontrándose con el aún cabizbajo joven que lo retenía fuertemente a su lado y, para una mayor sorpresa por parte de Mustang, con un profundo sonrojo abarcándolo.

-       ¿Por qué? –Edward se reprochaba a sí mismo con los ojos de Roy aún pegados sobre su avergonzada persona -¿Por qué tengo tanto miedo?

-       ¿De qué estás…hablando? –con un pequeño tirón, Edward le indicó que se sentara nuevamente a su lado, lo cual hizo sin pensarlo dos veces esperando atentamente a que prosiguiera.

-       No entiendo el por qué me asusta tanto…no puedo entenderlo. Siempre he querido…pero nunca he podido aceptarte. Siempre me retracto en el último instante cobardemente siendo que, al mismo tiempo, era lo que más deseaba hacer.

-       Edward…

-       Te amo, y no creas que no he intentado demostrártelo, es lo único que he querido hacer durante todo este tiempo pero…no puedo. Tengo miedo.

De un momento a otro, un profundo sentimiento de ternura y felicidad invadió a Mustang por completo, pero por otra parte, Edward sentía como si un enorme peso se quitara de su espalda, aunque no por completo. Aún así, se sintió repentinamente más confiado de sí mismo, lo cual demostró con el profundo beso que descargó sobre los labios del mayor ante la conmocionada expresión de éste. Fue correspondido de inmediato, ambos se abrazaron con un cariño desbordante y reconfortante mientras el juego otorgado por su boca iba siendo intensificado por el otro.

-       No tienes por qué hacerlo. Esperaré todo lo que sea necesario, prometí que lo haría y si es necesario amarrarme para lograrlo, lo haré –le susurró en el oído con sus brazos aún rodeándolo.

-       No…no será necesario… -Edward lo besó con la misma pasión de antes, aunque fueron tan solo unos pocos segundos.

-       ¿Por qué lo dices?

-       Porque…no quiero tener miedo…ya no más.

 

 

 

Notas finales:

Pronto subiré el siguiente capítulo, ya casi está listo...y contiene lemon

¿Están advertidas?

 

Ja-ne ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).